La literatura de la antigua Mesopotamia se desarrolló hacia el año 2600 a.C., después de que los escribas, que antes se dedicaban a llevar registros, empezaran a componer obras originales en la región de Sumeria. Los sumerios inventaron la escritura hacia el 3500 a.C., la perfeccionaron hacia el 3200 a.C. y es posible que los escribas empezaran a componer sus propias obras antes del 2600 a.C., pero no está claro.
La escritura se creó como respuesta a la necesidad de comunicarse a larga distancia en el comercio y, en un principio, se centró en los aspectos puramente prácticos del mantenimiento de registros. Los escribas de la antigua Mesopotamia registraban qué mercancías comerciales se habían enviado a qué destino, su cantidad, finalidad y coste. Con el tiempo, la escritura protocuneiforme evolucionó hasta los 600 caracteres de la escritura cuneiforme, lo que permitió una mayor libertad de expresión. Esto llevó a que los escribas se comenzaran a encargar de crear inscripciones de los reinados y las gestas de los reyes, entre otras obras como documentos legales.
Una vez que los escribas sumerios comenzaron a escribir, parece que no pudieron parar y crearon obras definidas por los académicos actuales como poesía, literatura sapiencial, mitología, ficción histórica, leyendas, encantamientos, himnos, oraciones, meditaciones, relatos didácticos y la visión más temprana de La epopeya de Gilgamesh, que más tarde desarrollaría plenamente el escriba babilonio Shin-Leqi-Unninni (vivió entre el 1300 y el 1000 a.C. aproximadamente). El sumerio fue sustituido como lengua viva por el acadio después del 2334 a.C., y los escribas comenzaron a componer entonces en escritura cuneiforme acadia, que fue adoptada y adaptada por los babilonios, los casitas, los asirios y otros.
Los académicos modernos a veces incluyen la historia y los códigos legales en la definición de «literatura mesopotámica», ya que a menudo contienen referencias a entidades sobrenaturales, pero para los fines de este artículo, solo se tomarán en consideración las obras imaginativas. En la literatura mesopotámica, las «obras imaginativas» incluyen la poesía religiosa, ya que las palabras y los actos de los dioses se representaban mediante recursos poéticos y escenarios imaginativos. Las obras se desarrollaron a lo largo de las siguientes épocas de la historia de Mesopotamia (aunque los períodos hitita y casita no se tratarán en este artículo por limitaciones de espacio):
- Período Dinástico Arcaico - 2900-2334 a.C.
- Período acadio - 2334-2218 a.C.
- Período de la Tercera Dinastía de Ur - 2047-1750 a.C.
- Período paleobabilónico - c. 2000-1600 a.C.
- Período hitita - 1700-1200 a.C.
- Período casita - c.1595-c.1155 a.C.
- Período asirio - c. 1307-912 a.C.
- Período neoasirio - 912-612 a.C.
- Período neobabilónico - 626-539 a.C.
- Período aqueménida/sasánida - c. 550 a.C.-651 d.C.
Se cree que la literatura de la antigua Mesopotamia influyó en las obras de otras civilizaciones, como Egipto, Levante, Grecia y Roma.
Literatura sumeria
El académico Jeremy Black, a lo largo de sus numerosos trabajos sobre el tema, sostuvo que la literatura sumeria no podía datarse con precisión debido a la falta de referencias históricas objetivas en muchas de las piezas. No obstante, en términos generales, se cree que los escribas sumerios empezaron a componer literatura original hacia el 2600 a.C. Las Instrucciones de Shurupak, la obra filosófica más antigua que existe, suele datarse en torno al año 2000 a.C., pero según algunos estudiosos, data del 2600 a.C., lo que la convertiría en la obra escrita más antigua del mundo junto con el Himno del Templo de Kesh, también datado en torno al 2600 a.C.
Tablillas fragmentarias de otras obras fechadas en la misma época demuestran que los escribas firmaban las composiciones originales con sus nombres, y hacia el 2150 a.C., la literatura sumeria se había establecido a través de la poesía, incluidas las obras relacionadas con el rey y héroe Gilgamesh. La Epopeya de Gilgamesh está fechada hacia 2150-1400 a.C., aunque la versión babilónica estándar del texto data del período entre 1300-1000 a.C., debido a los primeros poemas sumerios utilizados para crear esa obra:
- Gilgamesh, Enkidu y el inframundo
- Gilgamesh y Huwawa
- Gilgamesh y el Toro del Cielo
- La muerte de Gilgamesh
- Génesis de Eridu
Los sumerios no solo inventaron la escritura, sino también las formas literarias, empezando por la poesía, la forma de literatura más antigua del mundo. Estas cinco obras se convirtieron en el material original a partir del cual se crearía el género de la poesía épica. El Génesis de Eridu, la primera mención que se hace del Diluvio Universal en la historia, influiría posteriormente en otras obras famosas, como el poema egipcio El libro de la vaca celestial y el relato del Arca de Noé en el libro bíblico del Génesis.
Obras poéticas como El debate entre la oveja y el grano y La canción de la azada (ambas fechadas hacia el año 2000 a.C.) establecieron la forma del debate literario y del poema de alabanza, respectivamente, dos formas utilizadas en varias ocasiones a lo largo de la historia mesopotámica y luego por otras civilizaciones. Los poemas religiosos de alabanza, como el Himno a Nisaba, establecieron la forma de oraciones, salmos e himnos posteriores, mientras que otros poemas sumerios introdujeron estilos, símbolos, motivos mitológicos y tipos de personajes que han resonado en la literatura de la cultura mundial desde entonces.
El Descenso de Inanna (escrito entre 1900 y 1600 a.C.) es el testimonio escrito más antiguo de la figura del dios que muere y revive (aunque la historia del dios egipcio Osiris puede haber existido antes en forma oral). Inanna y Su-kale-tuda (escrito hacia el 1800 a.C.) es un cuento con moraleja sobre la importancia de tratar a los demás con amabilidad y una dura condena de la violación. Días de escuela (escrito hacia el 2000 a.C.) y Consejos de un supervisor para el escriba joven (escrito entre 2000 y 1600 a.C.) son obras maestras de la sátira. El Himno a Ninkasi, diosa de la cerveza (escrito hacia el 1800 a.C.) combina la alabanza a una deidad con una receta para elaborar cerveza. Todas estas formas, figuras y temas, en mayor o menor medida, serían utilizadas por los escribas mesopotámicos posteriores, que luego inspiraron a los de otras culturas para hacer lo mismo.
En 2334 a.C., las ciudades-estado y reinos sumerios habían sido conquistados por Sargón de Acadia (Sargón el Grande, que reinó entre 2334 y 2279 a.C.), quien estableció el Imperio acadio. Para entonces, los sumerios ya habían establecido la eduba («casa de las tablillas»), la escuela de escribas que fomentaba el estudio, la copia, la memorización y la recitación de obras literarias que abarcaban desde la creación del mundo hasta la voluntad de los dioses, el amor romántico, el sexo, la política, la religión y diversos aspectos de la vida cotidiana.
Escribas acadios y Renacimiento sumerio
El acadio sustituyó al sumerio como lengua hablada y escrita, pero los escribas acadios siguieron copiando, memorizando y ampliando los textos sumerios. Los escribas estudiaban ambas lenguas como parte del plan de estudios de la eduba, del mismo modo que más tarde los académicos europeos estudiarían el griego y el latín antiguos. En la actualidad, las obras literarias identificadas como «acadias» suelen ser sumerias o babilónicas, solo que escritas en escritura cuneiforme acadia. La escritura cuneiforme se realizaba haciendo marcas en forma de cuña en tablillas de arcilla, pero estas cuñas podían utilizarse para escribir cualquiera de las lenguas de Mesopotamia. Por tanto, se siguió utilizando el mismo método creado por los sumerios.
Sin embargo, los escribas acadios no eran meros copistas, sino que crearon sus propias obras originales en forma de biografías, obras religiosas, cantos de alabanza e himnos. La escriba acadia más famosa es Enheduanna (2285-2250 a.C.), hija de Sargón de Acadia, que escribió 42 poemas además de sus famosos cantos de alabanza, entre ellos el Himno a Inanna. Sus obras influyeron en el desarrollo de la poesía religiosa posterior, sobre todo en los Salmos de la Biblia.
Uno de los ejemplos más conocidos de la literatura acadia es el Diálogo del pesimismo (escrito alrededor del 1000 a.C.), que ha sido identificado como un texto babilónico reelaborado por escribas acadios (como más tarde lo sería por asirios). Esta obra de literatura sapiencial explora el sentido de la vida preguntándose por qué hay que hacer algo. El poema presenta a un amo y su esclavo en una serie de conversaciones en las que el amo propone una determinada acción, como cenar, y el esclavo le anima; luego el amo afirma que no quiere cenar y el esclavo da razones igualmente buenas para no hacerlo. El poema es una comedia, muy probablemente representada para un público, pero también anima a cuestionarse el sentido final de cualquier actividad.
El acadio siguió utilizándose durante el período de la Tercera Dinastía de Ur, también conocido como la época del Renacimiento sumerio, ya que en esta época renació y se generalizó el interés por la cultura y la literatura sumerias. Ur-Nammu (que reinó entre 2047 y 2030 a.C.), fundador de la Tercera Dinastía de Ur, fomentó la alfabetización, y su hijo y sucesor, Shulgi de Ur (que reinó entre 2029 y 1982 a.C.), continuó con su política, ya que se había formado como escriba y componía poesía original. Una de las obras más famosas, fechada en el reinado de Shulgi (aunque se desconoce su autor), es La muerte de Ur-Nammu, que honra a su padre y además proporciona una de las primeras descripciones del más allá mesopotámico y aborda las dificultades para sobrellevar el duelo, ya sea en el plano terrenal o en el inframundo.
Un poema de alabanza de Shulgi se escribió para celebrar e inmortalizar la famosa carrera del rey de 321,8 km (200 millas) entre Nippur y Ur en un solo día y es también un ejemplo de obras originales que honran los logros humanos, no solo las victorias de un rey en batalla o la bondad de los dioses. Canción de cuna para un hijo de Shulgi se considera la primera canción de cuna del mundo, compuesta por un escriba desconocido de la corte de Shulgi, o el propio rey, para uno de sus hijos. La política de Shulgi en materia de alfabetización condujo a la creación generalizada de escuelas de escribas en todo su reino, lo que, a su vez, dio lugar a un estallido de creatividad por parte de los escribas de su región y de otros lugares.
A principios del II milenio a.C., se desarrolló un nuevo género, conocido en la era moderna como literatura naru de Mesopotamia, que presentaba a un personaje histórico famoso (normalmente un rey) en un relato de ficción. Entre las obras más conocidas de este género están La leyenda de Cutha y La maldición de Agadé, pero, según algunos estudiosos, La epopeya de Gilgamesh también es literatura literatura naru. Este género se desarrolló a partir de un antiguo deber de los escribas: grabar los logros de un rey en una estela (conocida como naru). En la literatura naru mesopotámica, el escriba simplemente tomaba a un rey histórico famoso e inscribía sus hazañas como siempre, solo que ahora esas hazañas eran ficticias y el relato servía para transmitir una lección moral en lugar de glorificar al monarca. De hecho, algunas obras presentan al rey de forma negativa. De este modo, los mesopotámicos inventaron la ficción histórica.
Escribas y bibliotecas babilónicas
Los escribas acadios y babilonios fueron educados según los preceptos establecidos por los sumerios, y en ciudades como Ur, Uruk y Babilonia floreció la alfabetización. La literatura babilónica continuó la tradición de conservar las obras sumerias al tiempo que creaba otras nuevas que influirían en escritores posteriores. El Ludlul-Bel-Nemeqi («Loaré al Señor de la sabiduría»), un poema sumerio datado hacia el 1700 a.C. (y posteriormente reescrito y ampliamente desarrollado por escribas babilonios hacia 1307-1282 a.C.) es una meditación sobre el significado del sufrimiento y por qué le ocurren cosas malas a la gente buena, y se entiende que influyó en el posterior Libro de Job bíblico. Ludlul-Bel-Nemeqi, a su vez, pudo verse influido por el Diálogo entre un hombre y su Dios (datado hacia 2000-1600 a.C.), que trata este mismo tema o, según la datación que se acepte, podría haber sido la inspiración de esa obra. Los escribas habrían tenido acceso a obras anteriores a través de bibliotecas públicas o de sus propias colecciones privadas.
Las bibliotecas estaban firmemente establecidas en la época de la antigua Babilonia, normalmente como parte del complejo del templo, pero también en las escuelas de escribas, y era responsabilidad del bibliotecario jefe (o guardián de la biblioteca del templo en el complejo) preservar la colección, reemplazar las obras perdidas o dañadas y añadir nuevas obras localizándolas y haciéndolas copiar. Un ejemplo de ello, entre muchos otros, es el poema El pobre de Nippur. La copia existente data del 701 a.C., pero, según algunos estudiosos, la historia se remonta al 1500 a.C. o antes. Es casi seguro que originalmente era una obra sumeria, escrita en acadio y copiada para la colección de una biblioteca en Babilonia. El escriba Shin-Leqi-Unninni, famoso por ser el autor de la Epopeya de Gilgamesh, habría sido uno de estos escribas, trabajando para una casa o templo de escribas, copiando obras mientras escribía sus propios originales.
Los académicos siguen debatiendo si existían bibliotecas privadas en los hogares de la antigua Mesopotamia, pero esta discusión parece inútil. La excavación de la biblioteca del rey neoasirio Ashurbanipal en Nínive ya ha demostrado que algunas tablillas procedían de bibliotecas personales. Ashurbanipal (que reinó entre 668 y 627 a.C.), al igual que Shulgi de Ur, se formó como escriba, escribió sus propias obras y estableció la biblioteca de Nínive para preservar toda la historia y la cultura de Mesopotamia. Envió a sus mensajeros por todo el Imperio asirio para encontrar, copiar y recopilar libros. Aunque en la actualidad se han encontrado obras de la antigua Mesopotamia en muchos yacimientos de Oriente Próximo, algunas de las más importantes proceden de las ruinas de la biblioteca de Nínive.
Obras asirias
Ashurbanipal fue el último gran rey del Imperio neoasirio, y produjo sus propias obras literarias, pero los escribas asirios se habían dedicado a crear composiciones originales desde poco después (o durante) el reinado del rey asirio Adad Nirari I (1307-1275 a.C.) con La epopeya de Adad-Nirari. Las tablillas de esta obra están muy deterioradas, por lo que a los académicos modernos les resulta imposible saber si es estrictamente histórica o más bien literatura naru mesopotámica, pero el relato se refiere a la victoria del rey en la batalla contra los babilonios.
Esta epopeya puede haberse inspirado en el Texto de Anitta, escrito por el rey hitita Anitta (que reinó entre 1740 y 1725 a.C.), un escriba experto y el primero en componer una obra en la lengua de los hititas. El Texto de Anitta recoge la gran victoria militar del rey y lo elogia como poderoso guerrero, algo habitual en las inscripciones de reinados, pero las partes legibles de la Epopeya de Adad-Nirari parecen similares al Texto de Anitta, aunque un vínculo definitivo entre ambos es puramente especulativo.
Una obra asiria más completa es la Epopeya de Tukulti-Ninurta (escrita hacia el 1200 a.C.), que presenta al rey Tukulti-Ninurta I (que reinó entre 1244 y 1208 a.C.) y alaba su victoria sobre el rey casita Kashtiliash IV (que reinó aproximadamente entre 1232 y 1225 a.C.), que gobernaba desde Babilonia. En esta obra, Kashtiliash IV rompe su tratado con Tukulti-Ninurta I, y este último se muestra clemente, con la esperanza de evitar un conflicto armado. Cuando Kashtiliash IV rechaza sus propuestas de paz, Tukulti-Ninurta I dirige su ejército contra el rey casita, lo derrota y lleva el botín de guerra a su capital, donde se ofrece en homenaje a los dioses.
Ambas epopeyas se centran en las victorias militares, pero los escribas asirios también se dedicaron a revisar obras sumerias y babilónicas anteriores, además de continuar con sus tareas habituales. Una de las más importantes para el escriba de palacio era asegurarse de que las inscripciones del rey se grabaran a tiempo, y el mejor ejemplo de ello es la historia de la mayor fiesta jamás celebrada: El Festival Kalhu de Ashurnasirpal II del 879 a.C. Ashurnasirpal II (que reinó entre 884 y 859 a.C.) organizó una gran fiesta para inaugurar su nueva ciudad de Kalhu y encargó a sus escribas que inmortalizaran el acontecimiento por escrito. La historia, los códigos legales, los documentos agrícolas, los documentos jurídicos, los decretos políticos y otros asuntos seguían ocupando a los escribas y, sin embargo, para su orgullo, sacaban tiempo para trabajar en su oficio creando composiciones originales.
Entre las más famosas del período asirio se encuentra La epopeya de Ishtar e Izdubar (también conocida como La epopeya de Izdubar), fechada en el reinado del rey neoasirio Sargón II (722-705 a.C.) y hallada en las ruinas de su ciudad de Dur-Sharrukin. La obra es una repetición de la Epopeya de Gilgamesh, pero introduce cambios significativos. En Gilgamesh, el compañero del héroe es el salvaje Enkidu, aquí es el sabio Heabani. En esta versión, los héroes no derrotan al monstruo-demonio Humbaba, sino a un rey llamado Khumbaba. Tampoco se menciona el Diluvio Universal. Los escribas asirios reelaboraron muchas piezas anteriores, incluido el Descenso de Inanna, que cambiaron por el Descenso de Ishtar a los infiernos.
Conclusión
Los persas continuaron con la misma tradición de alfabetización y conservación del pasado, pero la definición de «literatura persa» es objeto de debate entre los académicos modernos. Algunos afirman que la literatura persa se remonta al año 522 a.C. y a la Inscripción de Behistún de Darío I (el Grande, que reinó entre 522 y 486 a.C.), mientras que otros citan la destrucción de la biblioteca de Persépolis en el año 330 a.C. por Alejandro Magno, que eliminó cualquier prueba de las primeras obras literarias persas. Estos académicos afirman que la literatura persa solo puede fecharse en la época del Imperio sasánida (224-651 a.C.), cuando el Avesta se puso por escrito y la visión del zoroastrismo inspiró obras poéticas y comentarios. La mayoría de los académicos datan la literatura persa entre el 750 y el siglo XV d.C., a partir del auge de la dinastía abasí.
Sin embargo, los persas continuaron con la larga tradición literaria de Mesopotamia, y el legado de la narración de historias se enriqueció aún más en la época medieval con la obra épica Shahnameh (El libro de los reyes persas), del poeta Abol-Qasem Ferdousí, entre 977 y 1001 d.C.. El Shahnameh, al igual que La epopeya de Gilgamesh, está reconocida como una de las obras cumbres de la literatura universal, inspiradora de muchas otras que siguen atrayendo a los lectores en la actualidad. Sin embargo, estas obras, y muchas otras, nunca habrían existido si los antiguos escribas sumerios no hubieran abandonado, en algún momento del pasado remoto, las tareas mundanas de la vida cotidiana para dedicarse a crear obras de la imaginación.