Guerra de la Independencia española

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Harrison W. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 07 agosto 2023
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, italiano, portugués, turco
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Battle of Busaco, 27 September 1810 (by Richard Simkin, Public Domain)
Batalla de Busaco, 27 de septiembre de 1810
Richard Simkin (Public Domain)

La guerra de la Independencia española (1807-1814), también conocida como la guerra peninsular fue un conflicto importante de las Guerras napoleónicas (1803-1815) que se libró en la península ibérica entre Portugal, España y el Reino Unido por una parte contra el Primer Imperio francés de Napoleón I (que reinó de 1804-1814, 1815). Sigue siendo el episodio más sangriento de la historia moderna de España.

La guerra comenzó en octubre de 1807, después de que el reino de Portugal no respondiera con suficiente rapidez a la exigencia de Francia de que dejara de comerciar con Gran Bretaña. Para el 30 de noviembre, los soldados franceses habían ocupado Lisboa, obligando a la familia real portuguesa a huir a la colonia de Brasil, donde establecieron el gobierno en el exilio. Deseoso de expandir su control sobre toda la península ibérica, Napoleón se volvió contra su antiguo aliado de España, deponiendo a la casa real de Borbón e instaurando a su hermano, José Bonaparte, José I, como rey de España. Napoleón había subestimado gravemente el patriotismo español. Tras el levantamiento del Dos de Mayo de 1808, gran parte del país se sublevó contra la ocupación francesa. Los españoles lograron una primera victoria en la batalla de Bailén (16-19 de julio de 1808), que marcó la primera gran derrota del ejército imperial francés e inspiró otros movimientos de resistencia.

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Durante los siguientes cinco años, cientos de miles de soldados franceses fueron enviados a España y Portugal, lo que puso presión sobre los recursos militares franceses que serían tan necesarios en otros lugares; por este motivo, Napoleón se refería a la Guerra de la Independencia española como su "úlcera española". Este período también se caracterizó por una guerra de guerrillas brutalmente eficaz en la que los guerrilleros mataron a más soldados franceses que las batallas principales entre las tropas regulares. Aunque la suerte fue cambiando de un bando a otro, el control de Francia sobre el país acabó por desaparecer; la victoria de sir Arthur Wellesley, duque de Wellington (1769-1852) y su ejército anglo-español-portugués en la batalla de Vitoria (21 de junio de 1813) finalmente selló el destino de la España de Bonaparte. El rey Borbón, Fernando VII de España fue restaurado el 11 de diciembre de 1813 cuando el ejército de Wellington avanzó sobre Francia. Las hostilidades terminaron con la primera abdicación de Napoleón en abril de 1814.

Invasión de Portugal

Los Tratados de Tilsit de julio de 1807 colocaron a Napoleón en el apogeo de su poder. Se había pasado los dos años anteriores derrotando a los ejércitos de Austria, Prusia y Rusia y ahora gobernaba la mayor parte de Europa central y occidental. Su autoridad abarcaba desde los Pirineos hasta el río Niemen. Portugal y España seguían fuera del control de Napoleón. Aunque ninguna de las dos naciones suponía una amenaza inmediata para el Imperio napoleónico, ambas tenían el potencial de convertirse en un obstáculo frustrante para el objetivo final de Napoleón de derrotar a Gran Bretaña.

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PORTUGAL ERA EL ALIADO CONTINENTAL MÁS ANTIGUO DE GRAN BRETAÑA Y LAS DOS NACIONES TENÍAN LAZOS ESTRECHOS GRACIAS AL COMERCIO.

En ese sentido, Portugal era especialmente molesto. Como había formado una alianza con Inglaterra en 1373, Portugal era el aliado continental más antiguo de Gran Bretaña y las dos naciones seguían teniendo lazos estrechos gracias al comercio. Los buques de guerra británicos incluso habían utilizado los puertos portugueses en sus operaciones contra Francia. España, por el otro lado, era una aliada de Francia, aunque poco fiable; en 1806, al principio de la guerra de la Cuarta Coalición, el primer ministro español, Manuel Godoy emitió una proclamación preocupante que hablaba de la necesidad de derrotar a un enemigo anónimo, que muchos interpretaron como Francia. Una vez que los franceses hubieron ganado la batalla de Jena-Auerstedt, Godoy se retractó de su proclamación. Este incidente llevó a Napoleón a sospechar que España estaba tramando la traición, pero primero tenía que lidiar con Portugal.

En julio de 1807, Napoleón le dio un ultimátum al gobierno portugués por el que exigía que Portugal cesara todo el comercio con Gran Bretaña y se uniera al embargo a gran escala de Napoleón sobre los productos británicos conocido como el Bloqueo Continental. También se esperaba que Portugal uniera su flota a la de Francia, que arrestara a todos los súbditos británicos en territorio portugués y que le declarara formalmente la guerra a Gran Bretaña. Si no se cumplían estas demandas antes del 1 de octubre, Francia amenazaba con invadir. El príncipe Juan de Portugal, que estaba sirviendo como regente par su madre incapacitada, la reina María I, encontró imposible cumplir estas demandas: si aceptaba, la armada británica atacaría Portugal, pero si se negaba, el ejército francés aplastaría el país. En vez de dar una respuesta, el príncipe Juan titubeó, diciendo que era injusto que Napoleón obligara a una nación neutral a declararle la guerra a un aliado.

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Cuando se acercaba el final del plazo, el príncipe Juan acabó por dar su brazo a torcer y llevó a cabo varias medidas antibritánicas, pero ya era demasiado tarde. El 27 de octubre de 1807, en el Tratado de Fontainebleau, que era secreto, Napoleón y Godoy acordaron invadir Portugal y repartirse los territorios. Ese mismo mes, el general francés Jean-Andoche Junot dirigió un cuerpo de 25.000 soldados hacia Portugal, pasando por España con la bendición de Godoy. Lo que no sabía Godoy era que a Junot le habían ordenado hacer mapas del terreno español por el que pasaba en preparación para una futura invasión. El 30 de noviembre, Junot entró en la capital portuguesa de Lisboa sin enfrentarse a prácticamente resistencia alguna, pero llegó demasiado tarde para capturar a la familia real de la casa de Braganza, que había sido evacuada en buques de guerra británicos y transportada a la colonia portuguesa de Brasil. Frustrado, Junot les permitió a sus hombres saquear Lisboa y exigió el pago de una indemnización de 100 millones de francos.

Evacuation of the Portuguese Royal Family to Brazil
Evacuación de la familia real portuguesa a Brasil
Henri L'Evêque (Public Domain)

Ocupación de España

Cuando Portugal cayó bajo el control de Francia, se empezó a gestar una crisis en España. El reino estaba gobernado por el rey Borbón Carlos IV de España, que era poco más que una figura; el verdadero poder estaba en manos de Godoy, el autoproclamado "príncipe de la paz", al que tanto nobles como plebeyos temían y odiaban por igual. Godoy había comenzado como soldado de la Guardia Real y había ido ascendiendo en la sociedad hasta convertirse en el amante de la reina consorte, María Luisa. El príncipe Fernando estaba en contra de Godoy, ya que quería tomar el trono de su incompetente padre y expulsar a Godoy del poder. A principios de 1808, ambas partes apelaron a Napoleón para que les ayudara a zanjar el asunto, y el emperador francés se ofreció alegremente.

Empezando en febrero de 1808, 70.000 soldados franceses cruzaron los Pirineos. Mediante una combinación de fuerza y engaños, tomaron el control de varias fortalezas españolas clave; en un caso, convencieron al gobernador de Barcelona de que permitiera entrar en la ciudadela a un convoy de soldados franceses supuestamente heridos, que, una vez estuvieron dentro, resultaron ser granaderos armados y listos para atacar. Napoleón insistió en que esta afluencia de soldados franceses era solo para mantener la paz en España y para prepararse para atacar Gibraltar, entonces ocupado por los británicos; el propio rey Carlos les dijo a sus súbditos, preocupados, que no temieran la intervención de "mi querido aliado el emperador de los franceses" (Mikaberidze, 254). Sin embargo, la población española no era tan crédula. Culparon a Godoy de entregarle el país a los franceses y el 18 de marzo una multitud de soldados y campesinos casi lincharon a Godoy en Aranjuez. Logró salir con vida gracias a la intervención de su némesis, el príncipe Fernando, al que la multitud declaró rey. Temeroso de que se repitiera la Revolución francesa, el rey Carlos abdicó en favor de su hijo poco después.

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Manuel de Godoy
Manuel Godoy
Francisco Bayeu y Subías (Public Domain)

Carlos se arrepintió de su abdicación casi inmediatamente y le pidió a Napoleón que le ayudara a recuperar el trono. Al mismo tiempo, el nuevo rey, Fernando VII, le escribió al emperador francés pidiéndole unir ambas dinastías mediante el matrimonio con una de las sobrinas de Napoleón. En ese momento, Napoleón se encontró en una encrucijada; podía dejar que Fernando se casara con una de sus sobrinas y que continuara gobernando España como un títere de Francia, o podía deshacerse de la dinastía borbónica por completo e instalar a uno de sus propios hombres en el trono español. Napoleón se decantó por la segunda opción. A principio de mayo Napoleón invitó a padre e hijo a una conferencia en Bayona para arreglar sus diferencias. Al llegar, intimidaron y amenazaron a Fernando para que abdicara en favor de su padre. En cuanto hubo abdicado, se reveló que Carlos IV ya le había entregado el reino a Napoleón. Tanto Carlos como Fernando fueron enviados a prisión en Francia, donde pasarían el resto de las guerras napoleónicas. Mientras tanto, 20.000 tropas francesas al mando del mariscal Joaquín Murat ocuparon Madrid y Napoleón instaló a su hermano José como rey de España. Parecía que Napoleón había logrado conquistar sin esfuerzo toda Iberia, pero subestimó sobremanera la determinación del pueblo español.

Los levantamientos

Lo que no había entendido Napoleón era que los españoles eran un pueblo orgulloso y patriótico, con una larga y rica historia y tradiciones, y poseían cierto desprecio por las costumbres extranjeras. Además, los españoles también eran católicos profundamente devotos: las políticas de descristianización aplicadas durante la Revolución francesa convencieron a los españoles de que los franceses eran unos herejes impíos. La población española ya estaba enfurecida por la ocupación francesa, pero la gota que colmó el vaso fue la noticia de que su rey había sido arrestado. El 2 de mayo, los ciudadanos de Madrid se echaron a las calles y asesinaron a 150 soldados franceses. Murat aplastaría brutalmente el levantamiento del Dos de Mayo, que utilizó la formidable caballería mameluca para dispersar a las multitudes. En los días que siguieron al levantamiento, cientos de españoles fueron ejecutados por escuadrones de fusilamiento franceses.

The Death of Pedro Velarde y Santillán during the Dos de Mayo Uprising, 1808
La muerte de Pedro Velarde y Santillán durante los levantamientos del Dos de Mayo, 1808
Joaquín Sorolla (Public Domain)

Sin embargo, esto no fue más que el principio. Entre el 20 y el 27 de mayo, los gobernadores profranceses de Badajoz, Cartagena y Cádiz fueron asesinados y surgieron tres juntas provinciales que empezaron a formar ejércitos de patriotas españoles. La junta de Sevilla le pidió ayuda a Gran Bretaña, lo que llevó a los británicos a enviar un ejército expedicionario a la península al mando de sir Arthur Wellesley, el futuro duque de Wellington. A pesar de las fuerzas que se estaban reuniendo contra él, Napoleón no estaba preocupado. "Si pensara que [esta guerra] me iba a costar 80.000 hombres, no la llevaría a cabo," dijo Napoleón con arrogancia, "pero no me costará más de 12.000" (Chandler, 611).

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LA BATALLA DE BAILÉN MARCÓ LA PRIMERA GRAN DERROTA DEL EJÉRCITO FRANCÉS DESDE EL PRINCIPIO DE LAS GUERRAS NAPOLEÓNICAS.

En realidad, Napoleón no tardaría mucho en dudar de su confianza. En las dos batallas de Bruch sucesivas (6-14 julio de 1808), la milicia catalana mantuvo a 4.000 soldados franceses fuera de Barcelona, y el ejército francés fue derrotado en el primer sitio de Zaragoza (del 15 de junio al 14 de agosto). Sin embargo, el mayor golpe fue asestado en la batalla de Bailén (16-19 de julio), en la que el ejército español de Andalucía a las órdenes del general Francisco Javier Castaños derrotó a un ejército imperial francés liderado por el general Pierre Dupont, que se convirtió en prisionero de guerra junto a 18.000 de sus hombres. La noticia de la derrota enfureció a Napoleón, que, a propósito de la rendición de Dupont, dijo que nunca había habido "nada tan estúpido, tan ridículo ni tan cobarde desde que el mundo es mundo" (Chandler, 618). Tenía motivos para estar enfadado: la batalla de Bailén marcó la primera gran derrota de un ejército francés desde el principio de las guerras napoleónicas, acabando así con el mito de la invencibilidad francesa. Bailén fue una causa directa de que Austria empezara a prepararse para otra guerra con Francia, lo que desembocaría en la guerra de la Quinta Coalición (1809).

Mientras tanto, sir Arthur Wellesley había desembarcado en Portugal con 14.000 hombres. Tras liberar Lisboa, Wellesley se enfrentó al ejército francés del general Junot de Portugal y logró una victoria decisiva en la batalla de Vimeiro (21 de agosto de 1808). Tras la derrota, Junot negoció con los superiores de Wellesley, los generales británicos Dalrymple y Burrard, que les permitieron a los 26.000 hombres de Junot regresar a Francia a cambio de evacuar Portugal. El hecho de que dejaran irse tan fácilmente a Junot causó un escándalo en Gran Bretaña, así que llamaron de vuelta a Dalrymple, Burrard y Wellesley. En su lugar, enviaron a sir John Moore a tomar el mando en Portugal. En cualquier caso, las batallas de Bailén y Vimeiro fueron suficientes como para asustar a José I, que escapó de Madrid y ordenó una retirada general al otro lado del Ebro.

Intervención de Napoleón

Napoleón sabía que la derrota en España no era una opción ya que todo su imperio se justificaba mediante sus logros militares. Así que decidió liderar él mismo el ejército francés. En otoño de 1808, Napoleón cruzó los Pirineos con su nueva Armée d'Espagne, compuesta de 278.000 hombres. La ofensiva de Napoleón se movió con la rapidez habitual, y en un mes había logrado derrotar a los españoles en una serie de batallas en Espinosa de los Monteros y Gamonal (ambas el 10 de noviembre), en Tudela (23 de noviembre) y en Somosierra (29-30 de noviembre). El 4 de diciembre, Napoleón entró triunfal en Madrid, restableció la autoridad francesa y desmanteló los vestigios del Antiguo Régimen.

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The Second Siege of Zaragoza
El segundo asedio de Zaragoza
Louis-François, Baron Lejeune (Public Domain)

Después, Napoleón se dispuso a someter al resto del país. El mariscal Jean Lannes fue enviado para supervisar el segundo sitio de Zaragoza (del 19 de diciembre de 1808 al 20 de febrero de 1809) que acabó en la victoria francesa y se cobró la vida de 10.000 franceses y 54.000 españoles, dos tercios de los cuales eran civiles. Los franceses también recuperaron el control de la mayor parte del centro y el norte de España cuando el propio Napoleón se puso a la cabeza de 80.000 hombres en la persecución del ejército británico de Moore. Aunque Napoleón estaba ansioso por enfrentarse finalmente a los británicos en la batalla, las noticias de una agresión austriaca lo obligaron a regresar a París, por lo que el mando del ejército quedó en manos del mariscal Jean-de-Dieu Soult. El 16 de enero de 1809, la retaguardia de Moore retuvo a los franceses en la batalla de Elviña, ganando así tiempo para que el resto del ejército británico evacuara en barcos de la Marina Real británica. Aunque Moore murió, la evacuación fue un éxito.

Un atolladero sangriento

Napoleón nunca regresó a la península y en vez de eso confió la guerra a sus mariscales, un error ya que sus mariscales luchaban entre ellos constantemente y a menudo no lograban coordinar las campañas. Napoleón seguía creyendo que no sería difícil conquistar la península y ordenó a Soult lanzar otra invasión de Portugal. Con 23.000 hombres, Soult se abrió camino hasta Oporto, pero la ofensiva pronto se vio detenida por Wellesley, que volvía a estar al mando del ejército angloportugués de 16.000 soldados. Tras perder la segunda batalla de Oporto (12 de mayo de 1809). Soult se vio obligado a abandonar Portugal. Wellesley continuó hacia España, donde se unió con un ejército español de 30.000 hombres. El ejército aliado de Wellesley logró otra victoria importante sobre 46.000 tropas imperiales en la sangrienta batalla de Talavera (27-28 de julio). Gracias a esta victoria, Wellesley recibió el título de vizconde Wellington.

Arthur Wellesley, 1st Duke of Wellington
Arthur Wellesley, primer duque de Wellington
Thomas Lawrence (Public Domain)

Talavera había sido una victoria pírrica para los aliados, así que Wellington retiró al ejército hasta una línea defensiva a través de la península de Lisboa, conocida posteriormente como las líneas de Torres Vedras. Anticipando otra invasión francesa de Portugal, Wellington decidió mantener la línea defensiva, donde su ejército recibió refuerzos y suministros de la Marina Real. Estos preparativos defensivos estaban justificados porque Napoleón no tardó en traer miles de tropas nuevas a la península ibérica, con las que ganó varias victorias. La ofensiva francesa en Cataluña llevó a la captura de Gerona el 10 de diciembre de 1809, y las contraofensivas españolas fracasaron a principios de 1810. El 5 de febrero de 1810 los franceses iniciaron un asedio de dos años en Cádiz, sede de las Cortes de Cádiz, el gobierno provisional español. Para entonces, había unos 300.000 soldados franceses destinados en la península, lo que causó estragos en los recursos militares del imperio.

En 1810, el mariscal francés André Masséna fue enviado a sacar a Wellington de Portugal, pero fue derrotado en la batalla de Busaco (27 de septiembre de 1810) y se vio obligado a retirarse a España meses después. Wellington lanzó su propia ofensiva a la primavera siguiente, que culminaría con la batalla de La Albuera (16 de mayo de 1811), que le costó a Wellington el 40% de sus hombres. Wellington, estancado temporalmente, esperó a que llegaran más suministros antes de lanzar otra ofensiva al año siguiente. Tras ganar el asedio de Badajoz (del 16 de marzo al 6 de abril de 1812), Wellington se enfrentó al mariscal Auguste de Marmont en la batalla de los Arapiles (22 de julio de 1812). La batalla, que resultaría ser una de las mayores victorias de Wellington, le asestó un golpe importante a la posición francesa en España. Después de esta batalla en Salamanca, los franceses se vieron obligados a abandonar el asedio de Cádiz y evacuar Madrid una vez más, lo que dañó irreparablemente el prestigio del gobierno de José I. El éxito de los aliados llevó a las Cortes de Cádiz a redactar una nueva constitución el 19 de marzo de 1812, conocida popularmente como La Pepa, que muestra la influencia de los principios de la Edad de la Ilustración.

Proclamation of the Spanish Constitution of 1812
Proclamación de la Constitución española de 1812
Salvador Viniegra (Public Domain)

Guerra de guerrillas

La guerra de la Independencia española destaca por su uso prominente de la guerra de guerrillas. Entre 35.000 y 50.000 partisanos españoles y portugueses se echaron al monte, desde donde lanzaron ataques despiadados contra los convoyes y las líneas de comunicación francesas. El campo era perfecto para las emboscadas, por lo que los destacamentos franceses aislados y los mensajeros a menudo eran víctimas de los ataques por sorpresa. El intenso odio que sentían los guerrilleros por los invasores franceses a menudo significaba que las emboscadas acababan siendo salvajes: a los soldados franceses a veces los mutilaban, los castraban, los crucificaban, los despellejaban o los enterraban vivos. Aunque los franceses infligían la misma crueldad sobre aquellos que sospechaban de ser guerrilleros, el impacto psicológico de tales actos causó un gran daño en la moral francesa. Hasta el propio rey José temía salir de la capital por miedo a los guerrilleros.

La victoria de los aliados

Para finales de 1812, la situación no pintaba bien para los franceses. La invasión napoleónica de Rusia había acabado con la obliteración de la Grande Armée francesa, y las naciones de Europa se estaban uniendo contra Napoleón en la guerra de la Sexta Coalición (1813-1814). La España napoleónica quedó a su propia merced. A principios de 1813, Wellington dirigió 121.000 tropas anglo-hispano-portuguesas a través del norte de Portugal. El 21 de junio de 1813, Wellington se enfrentó a un ejército francés de 65.000 hombres comandados por el rey José y el mariscal Jean-Baptiste Jourdan en Vitoria. La batalla acabó en la victoria para los aliados y el ejército de Wellington persiguió a los franceses hasta los Pirineos.

Battle of Vitoria, 1813
Batalla de Vitoria, 1813
Heath & Sutherland (CC BY-SA)

Tras la batalla de Vitoria, la España bonapartista colapsó. Fernando VII fue liberado de prisión y restaurado como rey de España el 11 de diciembre de 1813. En febrero de 1814, Wellington se lanzó a la ofensiva e invadió el sur de Francia, donde luchó en la batalla de Toulouse (10 de abril de 1814) y en la batalla de Bayona (14 de abril). Días después, Napoleón abdicó y fue exiliado a Elba, concluyendo así la guerra de la Independencia española.

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Preguntas y respuestas

¿Cuándo ocurrió la guerra de la independencia española?

Fue parte de las guerras napoleónicas. Duró desde la invasión francesa de Portugal en octubre de 1807 hasta la abdicación de Napoleón en 1814.

¿Cuáles fueron los resultados más importantes de la guerra?

Esta guerra fue importante porque privó al Imperio francés de cientos de miles de tropas y recursos que se podían haber usado en otros lugares. También ayudó a incitar varias revoluciones latinoamericanas.

¿Cuál fue la causa de la guerra de la independencia española?

La causa fueron las invasiones napoleónicas de Portugal y España, a las que la población local se resistió.

¿Quién luchó en la guerra de la independencia?

En esta guerra participaron Portugal, España y el Reino Unido contra el Primer Imperio francés invasor de Napoleón I.

¿Qué clase de guerra se dio más durante la guerra de la Independencia española?

En la guerra de la Independencia española los partisanos españoles y los portugueses emplearon en gran medida la guerra de guerrillas contra los soldados franceses de ocupación.

Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Harrison W. Mark
Harrison Mark se graduó de la Universidad Estatal de Nueva York en Oswego, donde estudió Historia y Ciencias Políticas.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, H. W. (2023, agosto 07). Guerra de la Independencia española [Peninsular War]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-21747/guerra-de-la-independencia-espanola/

Estilo Chicago

Mark, Harrison W.. "Guerra de la Independencia española." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación agosto 07, 2023. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-21747/guerra-de-la-independencia-espanola/.

Estilo MLA

Mark, Harrison W.. "Guerra de la Independencia española." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 07 ago 2023. Web. 20 dic 2024.

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