Ilustración

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Mark Cartwright
por , traducido por Emiliano S. Grill
Publicado el 29 febrero 2024
Disponible en otros idiomas: inglés, árabe, chino, francés, portugués, turco
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Encyclopedie Frontispiece (by B.-L Provost/Charles-Nicolas Cochin II, Public Domain)
Frontispicio de la Enciclopedia
B.-L Provost/Charles-Nicolas Cochin II (Public Domain)

La Ilustración fue una revolución del pensamiento en Europa y Norteamérica que se dio desde finales del siglo XVII hasta finales del siglo XVIII, y que supuso nuevos enfoques en filosofía, ciencia y política. Por encima de todo, se defendió la capacidad humana de razonar como herramienta para ampliar nuestros conocimientos, mantener la libertad individual y garantizar la felicidad.

Orígenes de la Ilustración

La Ilustración suele datarse entre el último cuarto del siglo XVII y el último cuarto del siglo XVIII. Durante el Renacimiento (1400-1600), época en la cual intelectuales y artistas volvieron la mirada hacia la Antigüedad en busca de inspiración, surgió el movimiento humanista, que hacía hincapié en la promoción de la virtud cívica, es decir, la realización del pleno potencial de una persona tanto para su propio bien como para el bien de la sociedad en la que vive. Las ideas de la Ilustración florecieron a partir de estas raíces y florecieron gracias a acontecimientos como la Reforma protestante (1517-1648), que disminuyó el poder tradicional de la Iglesia cristiana en la vida cotidiana. La mayoría de los pensadores ilustrados no querían sustituir a la Iglesia, sino que buscaban una mayor libertad y tolerancia religiosas.

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La Ilustración debe su nombre de «luz» al contraste con lo que entonces se consideraba la «oscuridad» de la Edad Media. Ahora sabemos que el periodo medieval quizá no fuera tan «oscuro» como se pensaba, pero lo cierto es que la religión, la superstición y la deferencia a la autoridad impregnaron ese periodo de la existencia humana antes de que los filósofos empezaran a cuestionar estos conceptos en el siglo XVII. Ya no era posible aceptar sin más la sabiduría recibida como verdad por el mero hecho de que había permanecido incontestada durante siglos.

No en vano, a los filósofos ilustrados también se les llamaba «librepensadores».

En esta nueva atmósfera de relativa libertad intelectual, la razón desafiaba las creencias aceptadas. Al igual que los experimentos prácticos que los científicos llevaban a cabo en la Revolución Científica para descubrir las leyes de la naturaleza, los filósofos se afanaban en aplicar la razón a los viejos problemas de cómo debemos vivir juntos en sociedad, cómo podemos ser virtuosos, cuál es la mejor forma de gobierno y qué constituye la felicidad. Se trataba de una batalla de la razón contra la emoción, la superstición y el miedo; sus principales armas eran el optimismo por un mundo mejor y tanto la libertad como la capacidad de cuestionarlo absolutamente todo. No en vano, a los nuevos filósofos ilustrados también se les llamó «librepensadores».

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Pensadores anteriores a la Ilustración

La Ilustración fue impulsada por filósofos, pero tomando en cuenta que muchos de ellos eran también escritores de obras no filosóficas o incluso se dedicaban a la política, hoy se les podría describir mejor como intelectuales. Estos pensadores desafiaban el pensamiento aceptado y, es importante subrayarlo, también se desafiaban los unos a los otros, ya que nunca hubo consenso en cuanto a las respuestas a las preguntas que todos intentaban responder. Lo que es seguro es que este proceso de examen y construcción del conocimiento fue largo, con diferentes vertientes en diferentes lugares. En retrospectiva, podemos reconstruir la cadena de ideas que colectivamente llamamos Ilustración, pero los participantes de entonces eran conscientes de que estaban inmersos en un nuevo movimiento de pensamiento.

Leviathan Frontispiece
Frontispicio del Leviatán
Abraham Bosse (Public Domain)

Hay un grupo de pensadores a los que a menudo se denomina filósofos «anteriores a la Ilustración», ya que establecieron algunos de los fundamentos clave sobre los que se construyó la Ilustración. Este grupo incluye a Francis Bacon (1561-1626), Thomas Hobbes (1588-1679), René Descartes (1596-1650), Baruch Spinoza (1632-1677) y John Locke (1632-1704).

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Bacon insistió en la necesidad de un nuevo método combinado de experimentación empírica (es decir, observación y experiencia) y recopilación de datos compartidos para que la humanidad pudiera descubrir por fin todos los secretos de la naturaleza y mejorarse a sí misma. Este planteamiento fue adoptado por muchos filósofos ilustrados. También influyeron las ideas de Bacon sobre la necesidad de poner a prueba nuestros conocimientos para comprobar si son realmente ciertos y su convicción de que podríamos construir un mundo mejor si todos nos aplicáramos.

Hobbes, político y pensador inglés, propuso la idea del estado de naturaleza, una existencia bruta que se dio antes de que nos agrupáramos en sociedades. Hobbes creía que los ciudadanos deben sacrificar algunas libertades para obtener la seguridad de la sociedad, y lo hacen cuando forman entre ellos un contrato social, es decir, una promesa colectiva de atenerse a ciertas normas de comportamiento. También creía (debido a su visión pesimista de la naturaleza humana, en la que las personas actúan totalmente por interés propio) que era necesaria una autoridad política muy fuerte a la que llamaba Leviatán, por el monstruo bíblico. Estas ideas y el intento de Hobbes de desvincular la filosofía, la moral y la política de la religión inspirarían a los pensadores de la Ilustración, ya fuera para apoyarlas o para ofrecer modelos alternativos.

Descartes, filósofo racionalista francés, propuso que todo conocimiento debe someterse a la duda porque nuestros sentidos no son fiables, podemos estar soñando o vivir en un engaño creado por un genio maligno. La conclusión de Descartes de aplicar la duda a todo es su principio fundador de la verdad indubitable: Cogito, ergo sum («Pienso, luego existo»). De las ideas de Descartes surgió el cartesianismo y la postura de que la mente y el cuerpo (o la materia) son dos cosas distintas pero que, de algún modo que los pensadores aún no habían determinado, interactúan entre sí. Aunque algunos críticos señalan que la pila de dudas de Descartes puede conducir a absurdos y al escepticismo total, su estrategia tiene importancia para la Ilustración, ya que demuestra el valor de cuestionarlo todo y de no tomar al pie de la letra el conocimiento que hemos heredado de generaciones anteriores, un conocimiento que, de hecho, puede resultar no ser conocimiento en absoluto, sino solo creencia.

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René Descartes
René Descartes
Dedden (Public Domain)

El holandés Spinoza atacó la superstición y cuestionó el papel tradicional de Dios en los asuntos humanos. Sugirió que Dios no interfiere en nuestra vida cotidiana. Combinando racionalismo y metafísica, Spinoza estaba muy interesado en la ciencia y creía que utilizando nuestra razón y estudiando la naturaleza podríamos llegar a conocernos mejor a nosotros mismos y a lo divino. También abogó por una mayor tolerancia religiosa.

El inglés Locke propuso que hubiera límites al poder del Estado para poder garantizar ciertas libertades, especialmente el derecho a la propiedad, que él consideraba un derecho natural (es decir, que no viene dado por un gobierno o un código de leyes). El Estado perfecto según Locke debería tener una separación de poderes, y el gobierno solo debería poder funcionar si cuenta con el consentimiento del pueblo. Además, los ciudadanos deben poder derrocar a un gobierno si dicho gobierno no cumple su función de proteger sus derechos. Locke creía que los seres humanos pueden trabajar juntos por un bien común. Creía que los individuos son más importantes que las instituciones como los monarcas absolutos y la Iglesia. Creía que todos los ciudadanos son iguales y que el Estado debe educar a sus ciudadanos para que sean razonadores y tolerantes. Quizá más que ningún otro pensador, las ideas de Locke no solo inspiraron a otros pensadores, sino que también influyeron en los asuntos del mundo real.

Hubo muchos otros pensadores que influyeron en la Ilustración, pero el espacio impide hablar de ellos aquí; hombres como el polímata alemán Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), que creía que todo el conocimiento estaba interconectado. En resumen, todo un conjunto de pensadores internacionales ya había dado con las cartas esenciales del juego de la Ilustración incluso antes de que el juego hubiera comenzado. Los filósofos posteriores volvieron a barajarlas, seleccionaron algunas y rechazaron otras en su búsqueda de la mano ganadora sobre cómo debían vivir los seres humanos y cómo debía adquirirse el conocimiento.

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10 pensadores clave de la Ilustración

Una vez sentadas las bases, una nueva oleada de pensadores se dispuso a construir el nuevo edificio del conocimiento occidental. Aunque discrepaban y coincidían entre sí con la misma frecuencia, todos los pensadores tenían el objetivo común de encontrar un mundo mejor en el que vivir.

Newton's Copy of Principia
Copia del «Principia» de Newton
Andrew Dunn (Public Domain)

Uno de los primeros textos de la Ilustración propiamente dicha fue Philosophiæ naturalis principia mathematica (también llamado simplemente «Principia»), de Isaac Newton (1642-1727), publicado en 1687. El libro de Newton es en muchos sentidos la culminación de la Revolución Científica, y presenta la visión de que el mundo que nos rodea puede ser comprendido, y la mejor herramienta para ello es la ciencia, en particular, las matemáticas. Con su descubrimiento de la fuerza de la gravedad (entre otras cosas), Newton demostró que el empirismo y la deducción eran los mejores métodos para aumentar el conocimiento, lo que llevó a filósofos a adoptar este enfoque en sus propios trabajos. Newton también demostró que había armonía y orden en la naturaleza, algo que los filósofos trataban de recrear en la sociedad humana.

El filósofo francés Montesquieu (1689-1757) se preocupó sobre todo por evitar el gobierno autoritario. Yendo más allá que Locke, investigó la historia de la política (básicamente inventó la politología) y articuló la famosa separación de poderes entre ejecutivo, legislativo y judicial. Fue otro pensador que abogó por la protección de la libertad individual mediante leyes, la no interferencia del gobierno y la tolerancia. Para dar una idea de la batalla contra el sistema establecido a la que tuvieron que enfrentarse muchos pensadores ilustrados, el libro de Montesquieu El espíritu de las leyes fue incluido en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia Católica en 1751.

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El escritor francés Voltaire (1694-1778) «representó la Ilustración para sus contemporáneos más que ningún otro» (Chisick, 430). Menos filósofo original y más destructor de las viejas actitudes, Voltaire criticaba el poder de la Iglesia católica, pedía más libertad individual y tolerancia religiosa, y defendía nuestro poder de la razón y nuestra capacidad innata para el comportamiento moral. Voltaire también criticó a los filósofos por no aportar soluciones prácticas a los problemas de la sociedad.

David Hume (1711-1776) fue un filósofo escocés que presentó una visión positiva de la naturaleza humana (todos poseemos una capacidad de simpatía y un sentido moral natural), pero una visión escéptica de la utilidad de la religión. Hume creía que el conocimiento procede únicamente de la experiencia y la observación, pero también reconocía que hay cosas que nunca podremos saber, como por ejemplo, ¿por qué existe el mal en el mundo? Hume amplió la noción de razón para incluir la emoción.

Jean-Jacques Rousseau Portrait
Retrato de Jean-Jacques Rousseau
Maurice Quentin de La Tour  (Public Domain)

El pensador suizo Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) contribuyó con su mezcla de Hobbes y Locke al afirmar que los seres humanos en estado de naturaleza son libres, iguales y tienen dos instintos básicos: el sentido de la autoconservación y la compasión por los demás. Las personas deben reunirse en una comunidad basada en el consentimiento y con el objetivo de que esa sociedad sea el bien común. Para Rousseau, la voluntad general es un compromiso en el que los individuos sacrifican la libertad total para alcanzar la siguiente mejor opción: una restricción de la libertad para evitar una situación de ausencia total de libertad. Sea cual sea la voluntad general, es la correcta. Rousseau reconoce la necesidad de un sistema de leyes y de un gobierno fuerte para guiar la voluntad general del pueblo cuando esta voluntad pueda equivocarse inadvertidamente y para proteger la propiedad (una desafortunada creación de la sociedad, según él). A Rousseau también le preocupaba librar a la sociedad de sus evidentes desigualdades e injusticias haciendo que el Estado animara a sus ciudadanos, a través de la educación, a adoptar un enfoque menos egoísta de la vida en comunidad.

El pensamiento del francés Denis Diderot (1713-1784) puede resumirse como una creencia humanista en la autonomía individual y en el uso positivo de argumentos y métodos modernos, no religiosos y, a ser posible, científicos, para cuestionar el conocimiento ancestral basado únicamente en la fe y la superstición. Diderot fue editor de la Enciclopedia, de varios volúmenes, a menudo descrita como la «Biblia de la Ilustración» y resumida por N. Hampson como «una antología de opiniones «ilustradas» sobre política, filosofía y religión» (86). Diderot pasó tiempo asesorando tanto a Catalina la Grande (emperatriz regente de Rusia, 1762-1796) como a Federico el Grande en Prusia (1712-1786), ejemplos de los llamados «déspotas ilustrados».

Adam Smith (1723-1790) fue un filósofo y economista escocés. Creía que la economía es una ciencia y que sigue ciertas leyes, lo que él llamaba la «mano invisible». Estas leyes, como cualquier ley de la naturaleza, pueden descubrirse mediante el uso de la razón. Smith abogaba por el libre comercio y la interferencia limitada de los gobiernos en los mercados, por lo que se le considera el fundador del liberalismo económico.

A. Gottlieb describe La riqueza de las naciones de Smith como «el texto fundador de la economía moderna» (198).

El filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) cuestionó el predominio del empirismo y el racionalismo en el pensamiento de la Ilustración, ya que creía que algunos conocimientos debían ser independientes de las sensaciones, y puso como ejemplo nuestros conceptos de espacio y tiempo. Estas cosas son conocimiento a priori, cosas sobre las que podemos pensar sin experimentarlas nunca directamente. En consecuencia, Kant desplazó el centro de atención de la filosofía hacia el examen de conceptos y categorías generales. En ética, Kant afirmó que el valor moral procede de las intenciones de una persona y no de los resultados de sus acciones, que pueden ser accidentales. Las buenas acciones surgen de seguir reglas sin excepciones como «nunca digas mentiras», lo que él llamó imperativos categóricos. Kant también hizo hincapié en la necesidad de la tolerancia, la educación y la cooperación entre las naciones.

Immanuel Kant, c. 1790
Immanuel Kant, hacia 1790
Unknown Artist (Public Domain)

Edmund Burke (1729-1797) afirmaba que cualquier nación y sus instituciones, incluidas las religiosas, eran producto de una rica y larga historia, por lo que una generación en particular no debería deshacerse sin más de esos guardianes de nuestra seguridad y libertad probados por el tiempo. Burke también pensaba que la intuición y la imaginación eran herramientas tan importantes como la razón para comprender nuestro mundo.

Thomas Paine (1737-1809), en su panfleto El sentido común hizo un famoso llamamiento a las colonias norteamericanas para que se rebelaran contra el dominio británico. Paine denunciaba la esclavitud, se oponía a cualquier forma de privilegio, creía que todos los hombres eran iguales y debían tener derecho al voto, y abogaba por un sistema de impuestos progresivos que pudiera financiar una sociedad más justa.

Aquí hemos considerado solo diez pensadores ilustrados. Hubo, por supuesto, muchos más, pero desgraciadamente las limitaciones de espacio impiden mencionarlos.

La tendencia a aplicar el pensamiento ilustrado a los problemas prácticos cotidianos tuvo continuidad. Cesare Beccaria (1738-1794) abogó por la reforma penitenciaria y el fin de los castigos excesivos a los delincuentes. Mary Wollstonecraft (1759-1797) reclamó la igualdad de oportunidades educativas para hombres y mujeres y subrayó los beneficios que reportaría a la sociedad la mejora de la situación de la mujer. Jeremy Bentham (1748-1832) ofreció una forma de medir el éxito de las nuevas leyes con su utilitarismo y su «principio de la mayor felicidad del mayor número». Pensar en un mundo mejor había sido la prioridad de la Ilustración, pero a medida que avanzaba el siglo XVIII, construirlo se convirtió en la nueva prioridad.

Una gran mezcla de ideas

Para que las ideas se difundieran y arraigaran, era necesaria la interacción entre los intelectuales, y esto se consiguió (más allá de las meras visitas físicas) gracias a varios medios nuevos: la imprenta permitió distribuir de forma relativamente barata no solamente libros, sino también tratados, folletos y revistas. Nunca antes había circulado tanto papel por Europa. Las ideas y, lo que es quizá más importante, las reacciones críticas a esas ideas, y por tanto el estímulo para nuevas ideas, podían difundirse más rápido que nunca.

Salon of Madame Geoffrin
«El salón de madame Geoffrin en 1755»
Anocet Lemonnier (Public Domain)

Otro medio para que los intelectuales interactuaran fue el surgimiento de academias y sociedades, en las que se publicaban artículos en revistas internas y se celebraban reuniones y debates. La gente también se reunía en los cafés para discutir nuevas ideas. Otro medio de difusión de ideas fue el salón, sobre todo en París, aunque pronto se extendió por todas partes. Estos salones, a menudo regentados por mujeres, facilitan aún más la transmisión de ideas, tanto entre intelectuales, como también entre distintos sectores de la sociedad. Por primera vez, filósofos, artistas, políticos y hombres de negocios podían reunirse de manera informal. Además, en los salones se mezclaban diferentes estratos sociales, ya que los intelectuales y creadores artísticos podían reunirse con aristócratas y ricos, un encuentro que a menudo conducía al mecenazgo y a la creación de nuevas ideas.

El impacto de la Ilustración

Una idea clave de los pensadores ilustrados fue la creencia de que la existencia humana podía mejorarse a través del esfuerzo humano. Los avances de la ciencia y la tecnología (así como el pensamiento progresista en la filosofía política) significaban un mejor nivel de vida para todos. Se abogó por reformas que redujeran las desigualdades sociales y disminuyeran el impacto de fenómenos negativos demasiado presentes como el hambre, la enfermedad y la pobreza. Los reformistas pedían un cambio real en la educación para que más jóvenes pudieran asistir a la escuela y convertirse en mejores ciudadanos mediante el desarrollo de su capacidad natural de razonar. De la misma manera que en la nueva política liberal había que dejar que los individuos buscaran su propia libertad y felicidad, se desarrolló la idea de la economía del laissez-faire, es decir, minimizar la interferencia del gobierno para dejar que la economía se desarrollara como dictaban los mercados. Así pues, las democracias liberales modernas se basan en la idea de la Ilustración de que algunas áreas de la vida no son asunto del Estado, una marcada diferencia con las sociedades de la Edad Media.

Además de las consecuencias generales de la Ilustración, es importante considerar otros efectos de carácter práctico. Según el especialista en la Ilustración, N. Hampson, existe el riesgo de estudiar este periodo solo desde una perspectiva intelectual, lo cual podría llevar a la conclusión de que «la Ilustración fue todo en general y nada en particular» (Cameron, 296). Entre las repercusiones prácticas destacadas se encuentran el fin de la persecución de herejes, la erradicación de la quema de brujas en la hoguera, la abolición de la servidumbre y la eliminación de la tortura en los procesos judiciales. Asimismo, surgieron movimientos significativos para poner fin a la esclavitud y a la pena de muerte. En algunos lugares, como en Francia, se formalizó la separación entre la Iglesia y el Estado. Además, se fundaron más universidades y bibliotecas, y se logró una mayor equidad en los sistemas electorales.

La Revolución Industrial inglesa (1760-1840) y sus homólogas en todo el mundo reflejaron los avances de la ciencia. Muchos pensadores ilustrados también previeron el lado oscuro del «progreso», como un individualismo desenfrenado opuesto al bien común y un desarrollo tecnológico controlado por minorías que alienaba a grandes grupos de personas y destruía el medio ambiente.

An Allegory of the Revolution
Alegoría de la Revolución
Nicolas Henri Jeaurat de Bertry (Public Domain)

No solamente los intelectuales creían que podían forjar un futuro mejor: si bien las ideas elevadas de los intelectuales tardaron mucho tiempo en filtrarse a las clases bajas, acabaron llegando. La gente corriente de todas las clases comenzó a plantearse emprender acciones directas para mejorar su suerte en la vida y los sistemas políticos en los que vivían. Los dos ejemplos más claros de esta acción por un mundo mejor son la Revolución Francesa y la Guerra de la Independencia estadounidense. Los revolucionarios de ambos acontecimientos se inspiraron en las obras de los filósofos ilustrados y las citaron con frecuencia; sus documentos revolucionarios, como la Declaración de Derechos francesa y la Declaración de Independencia estadounidense, estaban repletos del lenguaje que utilizaban estos filósofos, como «derechos inalienables» y «búsqueda de la felicidad».

Críticas a la Ilustración

En algunos ámbitos, como las artes, hubo una reacción a la Ilustración y al nuevo dominio de la razón. Esta reacción se manifestó más claramente en el movimiento que llamamos Romanticismo (1775-1830), en el que, en la literatura y el arte, se hizo hincapié en nuevas formas y modos de expresión emocional y espontánea.

Otros críticos de la Ilustración lamentan sus resultados contradictorios, como un posible énfasis excesivo en los individuos y, sin embargo, también un Estado fuerte. Los críticos señalan el rechazo de las tradiciones culturales, la reducción del valor de la fe y las creencias religiosas, que el «progreso» económico, científico y tecnológico es, de hecho, solo una «regresión» en términos de nuestra humanidad, y que los filósofos eurocéntricos ignoraban lo que hace a los seres humanos diferentes en distintos lugares (o incluso en el mismo lugar). En resumen, se ha culpado a la Ilustración de todos los males de la modernidad, ya sea el Holocausto o la destrucción de la selva amazónica. Un argumento contra este tipo de ideas (argumento que ha sido usado por muchos historiadores) es que solo se pueden hacer críticas tan generales contra la Ilustración si se la considera como un conjunto de ideas totalmente homogéneo, algo que esperemos que este artículo desaconseje.

En pleno siglo XXI, los logros de la Ilustración, en particular la libertad de pensamiento y la tolerancia, siguen existiendo en muchos lugares, pero desde luego no en todas partes. Como señala el historiador H. Chisick, estas libertades no son inmunes a amenazas siempre presentes como el racismo, el extremismo político y el fanatismo religioso:

Al parecer, los valores clave de la Ilustración no se adquieren una vez y para siempre. Más bien, deben ser apropiados por cada generación y cada cultura a su vez, o quedarán sumergidos y se perderán. (160)

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Preguntas y respuestas

¿Cuál es la idea principal de la Ilustración?

La idea principal de la Ilustración era que la razón, más que la superstición y el dogma, es la mejor herramienta para aumentar nuestro conocimiento, libertad y felicidad.

¿Qué es la Ilustración en términos sencillos?

En términos sencillos, la Ilustración (de 1675 a 1825) consistió en promover la razón, la ciencia y la tolerancia frente a la superstición y el dogma religioso.

¿Cuáles son las 3 ideas principales de la Ilustración?

Tres ideas de la Ilustración son: 1. Se puede comprender mejor el mundo usando la razón que usando solo los sentidos y las emociones. 2. Todas las personas son iguales, y los gobiernos deben proteger la libertad y promover la felicidad. 3. Los ciudadanos tienen ciertos derechos naturales que los gobiernos no deben restringir ni suprimir.

Sobre el traductor

Emiliano S. Grill
Nacido y criado en Uruguay, Emiliano es un traductor, subtitulador y aficionado a la historia. Le apasionan los idiomas, la lectura y la escritura.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2024, febrero 29). Ilustración [The Enlightenment]. (E. S. Grill, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-22613/ilustracion/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Ilustración." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. Última modificación febrero 29, 2024. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-22613/ilustracion/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Ilustración." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 29 feb 2024. Web. 21 dic 2024.

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