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El Tratado de París, que firmaron el 3 de septiembre de 1783 los representantes de Gran Bretaña y Estados Unidos, fue el acuerdo de paz que marcó el fin formal de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-1783) y le otorgó reconocimiento a los Estados Unidos como nación independiente. Se considera que el tratado fue generoso con los Estados Unidos, ya que fijó el límite en el Río Misisipi, lo que duplicó su territorio.
Antecedentes: el mundo al revés
El 19 de octubre de 1781, el abatido ejército británico partió de Yorktown, Virginia. Los soldados británicos, que vestían uniformes impecables, estrenados para la ocasión, pasaron entre los ejércitos francés y estadounidense para arrojar sus mosquetes a una pila de armas rendidas que crecía sin cesar. Las emociones estaban a flor de piel; algunos soldados británicos lloraban al dejar sus armas, otros lanzaban sus mosquetes sobre la pila sin mucho cuidado, con la esperanza de que se rompieran. Lord Charles Cornwallis, comandante del ejército británico en rendición, no estuvo presente en la ceremonia, al haber alegado estar enfermo. Le tocaba a su segundo al mando, el general Charles O'Hara, ofrecer su espada al general estadounidense George Washington, quien se negó y pidió a O'Hara que entregara la espada a su propio segundo al mando, el general Benjamin Lincoln. Según la leyenda, mientras se celebraba la ceremonia, las bandas militares tocaron una melodía titulada «The World Turned Upside Down» (El mundo al revés).
Aunque muchos PARLAMENTARIOS no aprobaban la independencia de los Estados Unidos, estaban preocupados por el impacto negativo de la guerra en Gran Bretaña.
Esta escena dramática de la Batalla de Yorktown marcó un punto de inflexión importante en la guerra, aunque inmediatamente después de la batalla pocos pudieran prever lo significativa que había sido. A pesar de la rendición de Cornwallis, el ejército británico tenía capacidad militar para seguir luchando, ya que aún contaba con una importante presencia militar en Nueva York, Charleston, Canadá y las Indias Occidentales. De hecho, el rey Jorge III de Gran Bretaña (r. 1760-1820) y el primer ministro lord Frederick North tenían toda la intención de planear una campaña para la próxima temporada de 1782. El rey y sus ministros sabían que los incipientes Estados Unidos estaban a punto de fracasar. La moneda continental emitida por el Congreso carecía de valor y muchos de los mal pagados soldados del Ejército Continental estaban a punto de amotinarse. Para colmo, la tesorería del Reino de Francia se estaba agotando, lo que llevó a los franceses a considerar la posibilidad de abandonar la guerra si no se firmaba la paz pronto. Lo único que el rey Jorge III y lord North tenían que hacer era prolongar la guerra uno o dos años más, y la rebelión estadounidense se desmantelaría por sí sola.
Para la desdicha del rey y sus ministros, el pueblo británico venía abatido de pelear desde hacía tiempo, y la derrota en Yorktown fue la gota que rebalsó el vaso. Esta actitud se reflejó en el Parlamento cuando volvió a reunirse tras su receso navideño en enero de 1782. Aunque no aprobaban que los Estados Unidos fuera independiente, muchos parlamentarios estaban más preocupados por el impacto negativo de la guerra en los recursos y el prestigio internacional británicos, especialmente después de que el conflicto adquiriera una escala mundial con la entrada de Francia y España en 1778-79. Los miembros del Parlamento venían cansados de escuchar durante años a lord North dar excusas del fracaso británico en Norteamérica en la campaña anterior, quien ahora juraba que se vislumbraba una victoria británica en el horizonte. Entonces, cuando las noticias de la rendición de Cornwallis llegaron a Londres, estaban hasta las narices. En febrero de 1782, el secretario colonial lord George Germain fue expulsado del gabinete, y lord Sandwich, Primer Lord del Almirantazgo, perdió su puesto poco después. El castillo de naipes se derrumbó finalmente el 20 de marzo, cuando lord North prefirió dimitir antes que enfrentarse a la humillación de ser destituido por un voto de censura. El propio Jorge III llegó a considerar la posibilidad de abdicar del trono, pero se lo convenció de no hacerlo.
North fue sustituido como primer ministro por Charles Watson-Wentworth, segundo marqués de Rockingham, cuya facción política, conocida como los «Whigs de Rockingham», se había opuesto a muchas de las políticas del ministerio de North, incluida la guerra en Norteamérica. Lord Rockingham, con el apoyo de políticos británicos influyentes como Charles James Fox y Edmund Burke, tomó medidas de inmediato para poner fin a la guerra tras su llegada al poder; el rey, que despreciaba a Rockingham (al punto de no poder compartir el mismo espacio) no pudo hacer nada cuando el nuevo ministerio se disponía a poner fin a siete años de guerra. En abril de 1782, Rockingham envió a un representante a París para iniciar conversaciones informales de paz. Cuando Rockingham falleció de forma repentina en el siguiente mes de julio, el conde de Shelburne se convirtió en primer ministro y asumió la supervisión de las negociaciones.
Debates iniciales
El hombre que Rockingham había seleccionado para representar a Gran Bretaña en París era Richard Oswald, un comerciante escocés que poseía tierras en América y había hecho fortuna con el comercio de esclavos. Cuando llegó a París en abril de 1782, pronto le presentaron a Benjamin Franklin, el famoso polímata estadounidense que había estado ejerciendo como ministro de Estados Unidos en Francia durante los últimos años. Ambos mantuvieron algunas conversaciones informales sobre la paz, pero no pudieron avanzar mucho en los meses siguientes; la comisión formal de Oswald tardó en llegar y Franklin tuvo que esperar a sus compañeros comisionados de paz, seleccionados por el Congreso. Entre ellos estaban John Adams, que se encontraba en Ámsterdam concretando un préstamo de los banqueros holandeses; John Jay, el ministro estadounidense en España que había visto frustrados sus intentos de conseguir que España reconociera a los Estados Unidos; y Henry Laurens, antiguo presidente del Congreso Continental que había sido capturado en 1780 y ahora languidecía en la Torre de Londres. Oswald, que había hecho negocios con Laurens antes de la guerra, ayudó a conseguir su liberación de la Torre y aseguró su pasaje a Francia. Thomas Jefferson también había sido designado comisionado de paz, pero rechazó el nombramiento por motivos personales.
a Oswald no se le había indicado reconocer la independencia de Estados Unidos, algo en lo que insistían los comisionados estadounidenses.
Las conversaciones serias comenzaron finalmente en septiembre de 1782, una vez que Oswald hubo recibido su designación formal como emisario y a Franklin se le habían unido Jay y Laurens (Adams no llegaría hasta finales de octubre). Pero las negociaciones se estancaron rápidamente. A Oswald no se le había indicado reconocer la independencia de Estados Unidos, algo en lo que insistieron los comisionados estadounidenses antes de proseguir las conversaciones. Este estancamiento frustró al ministro de Asuntos Exteriores francés, el Conde de Vergennes, que contaba con tener un tratado de paz pronto; la guerra estaba ejerciendo una inmensa presión sobre el tesoro francés, y la reciente derrota de una flota francesa en la Batalla de los Santos (abril de 1782) debilitaba la influencia de Francia en las negociaciones. Vergennes instó a Franklin y a los demás comisionados a dejar de lado el «punto de la independencia» hasta el tratado final; mientras tanto, el ministro de Asuntos Exteriores francés envió comisionados secretos a Londres para insinuar que Francia no apoyaba todas las demandas de los estadounidenses y que estaría dispuesta a considerar otras opciones (McCullough, 275). La cuestión se terminó resolviendo a finales de septiembre, cuando, finalmente, Oswald fue autorizado a reconocer los Estados Unidos como nación soberana.
Las sesiones formales se reanudaron el 30 de octubre de 1782, con la presencia de Adams, y continuarían durante el mes siguiente. Henry Strachey, subsecretario de Estado británico, llegó para tomar parte en las negociaciones y asegurarse de que Oswald seguía sus instrucciones. En el diario de Adams se describe a Strachey como un hombre que «presionaba e insistía en todos los aspectos», pero aun así, los diplomáticos británicos eran menos experimentados que los estadounidenses; Franklin, Jay y Adams habían pasado los últimos años perfeccionando sus habilidades diplomáticas en las cortes de Europa intentando recabar apoyo y ayuda para la causa estadounidense. Henry Laurens, por su parte, no contribuyó mucho a las discusiones; su salud había empeorado desde su encarcelamiento, y la noticia de la muerte de su hijo, el coronel John Laurens, en una escaramuza intrascendente el agosto anterior, hizo que estuviera aún más ausente.
Términos y condiciones
Una vez que los enviados británicos reconocieron la independencia de Estados Unidos, quedaron varias cuestiones por resolver. La más flagrante de estas cuestiones era la de los límites territoriales: ¿dónde debía trazarse la frontera de Estados Unidos? Aunque los británicos se negaron a ceder Canadá, como era el deseo de Franklin, sí aceptaron entregar todo el territorio comprendido entre los montes Apalaches y el río Misisipi, lo que suponía más del doble del tamaño de Estados Unidos. Todos los bienes de propiedad británica dentro de estos límites debían ser confiscados, y todos los territorios estadounidenses ocupados actualmente por el ejército británico serían devueltos sin compensación. Además, se concedió a ambas naciones acceso al río Misisipi y a los estadounidenses derechos de pesca en Terranova y el río San Lorenzo.
La cuestión de los lealistas (los estadounidenses que se habían puesto del lado de Gran Bretaña durante la guerra) resultó más polémica. Henry Strachey argumentó que los lealistas debían ser compensados por las propiedades y riquezas que habían perdido por apoyar a Gran Bretaña; los comisionados estadounidenses se mostraron poco comprensivos con la difícil situación de los lealistas, a quienes consideraban traidores, y no querían darles nada. Al final, se acordó que cada estado compensaría a los lealistas por las propiedades incautadas durante la guerra, un gesto que ambas partes entendieron que carecía de sentido. Por último, ambas partes devolverían a los prisioneros de guerra y Gran Bretaña retiraría a sus soldados de suelo estadounidense «con la mayor celeridad» (Middlekauff, 594). Tras las negociaciones, Strachey fue a Londres con los artículos propuestos para buscar la aprobación del gobierno de lord Shelburne. Regresó a París el 25 de noviembre y, tras algunas revisiones de última hora, el borrador final del Tratado de París se completó el 30 de noviembre de 1782.
El Tratado terminado constaba de un preámbulo y diez artículos que se resumen a continuación:
Su Majestad Británica Jorge III reconoce a los Estados Unidos como nación libre y soberana y renuncia a toda reclamación sobre su gobierno y territorio.
Los límites de los Estados Unidos se fijan por debajo de Canadá al norte y en el río Misisipi al oeste.
Se conceden a los estadounidenses derechos de pesca en Terranova y en el río San Lorenzo, y también se les permite secar y curar pescado en Nueva Escocia, las islas Magdalena y el Labrador, mientras esos lugares permanezcan sin colonizar.
Las deudas contraídas antes de la guerra con una de las partes seguirán siendo pagadas por la otra.
El Congreso recomendará a los gobiernos estatales que compensen a los Leales por las propiedades confiscadas durante la guerra.
Los Estados Unidos no confiscarán más tierras de los Lealistas de aquí en adelante.
Todos los prisioneros de guerra serán liberados y los británicos retirarán sus «ejércitos, guarniciones y flotas» de los Estados Unidos.
La navegación del río Misisipi permanecerá abierta tanto para Gran Bretaña como para Estados Unidos.
Los territorios capturados durante la guerra que no hayan sido cedidos específicamente en el tratado deberán ser devueltos.
El Tratado debe ser ratificado en los seis meses siguientes a su firma.
Firma del Tratado
Vergennes y los ministros franceses se indignaron al principio cuando supieron que se había redactado un tratado. Se los había dejado afuera de las negociaciones, lo que significaba que Estados Unidos había firmado una paz por separado y sin ellos. Correspondió a Franklin calmar la furia de Vergennes, diciéndole que la paz aún no se había finalizado y que se trataba solo de un acuerdo preliminar. Vergennes recapacitó rápidamente y se vio obligado a admitir que los términos del tratado eran mejores de lo que había esperado. El 20 de enero de 1783, Francia y España firmaron sus propios tratados preliminares con Gran Bretaña. Francia obtuvo el control de Tobago y algunas tierras alrededor del río Senegal, pero por lo demás, tanto Gran Bretaña como Francia acordaron devolver todos los territorios que habían sido capturados desde 1778. España obtuvo la posesión de las Floridas y Menorca, a cambio de las Bahamas, que fueron cedidas a Gran Bretaña. Por último, Francia y España acordaron abandonar el Gran Asedio de Gibraltar, quedando Gibraltar en manos británicas. La paz preliminar con la República Holandesa no llegó hasta el 2 de septiembre de 1783, cuando Gran Bretaña aceptó devolver todas las posesiones holandesas que había capturado en las Indias Orientales.
Una vez que todas las partes estuvieron de acuerdo con sus respectivos tratados preliminares, llegó el momento de la firma. El 3 de septiembre de 1783, Franklin, Adams y Jay estamparon sus firmas en el tratado, al igual que un enviado británico, David Hartley, que había sustituido a Oswald. El tratado se envió al Congreso, que lo ratificó de forma oficial el 14 de enero de 1784. Luego de más de ocho años agotadores, la Guerra de Independencia de los Estados Unidos por fin había terminado. Hubo celebraciones en todo Estados Unidos y, en noviembre de 1783, zarparon de la ciudad de Nueva York las últimas tropas británicas.
La mayoría de los historiadores coinciden en que los términos del Tratado de París fueron generosos con Estados Unidos, cuya frontera occidental se duplicó con creces. Sin embargo, hubo algunos puntos de desacuerdo que perduraron mucho después de la firma del tratado. Como era de esperar, los estados se mostraron reacios a compensar a los leales por sus propiedades confiscadas; muchos leales solicitaron compensaciones en los años posteriores al tratado, pero pocos llegaron a recibirlas. Además, el papel moneda deficiente de Estados Unidos (y la incapacidad del gobierno federal para recaudar impuestos en virtud de los Artículos de la Confederación) dificultó a los deudores estadounidenses el pago a sus acreedores británicos, tal y como se ordenaba en el tratado. Gran Bretaña aprovechó esta circunstancia como excusa para mantener soldados en varios fuertes en suelo estadounidense en la región de los Grandes Lagos, desde los que prestaron apoyo a las naciones nativas americanas enemigas de Estados Unidos en la Guerra India del Noroeste (1790-1795). Recién con el Tratado de Jay de 1794 se resolvieron estas cuestiones y se reactivaron las relaciones comerciales entre Gran Bretaña y Estados Unidos. Sin embargo, la paz no duraría, ya que Gran Bretaña y Estados Unidos volverían a enfrentarse en la Guerra de 1812.
El Tratado de París, del 3 de septiembre de 1783, puso fin a la Guerra de Independencia de Estados Unidos, y Gran Bretaña reconoció la independencia de este país.
¿Quién firmó el Tratado de París de 1783?
El Tratado de París de 1783 fue firmado por tres comisionados estadounidenses (Benjamin Franklin, John Jay y John Adams) y un enviado británico, David Hartley. Henry Laurens había ayudado a negociar el tratado pero no lo firmó.
¿Cuándo se firmó el Tratado de París de 1783?
El Tratado de París fue redactado el 30 de noviembre de 1782, firmado el 3 de septiembre de 1783 y ratificado por el Congreso el 14 de enero de 1784.
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.
Mark, H. W. (2024, septiembre 06). Tratado de París de 1783 [Treaty of Paris of 1783].
(A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-23420/tratado-de-paris-de-1783/
Estilo Chicago
Mark, Harrison W.. "Tratado de París de 1783."
Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 06, 2024.
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Mark, Harrison W.. "Tratado de París de 1783."
Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 06 sep 2024. Web. 18 dic 2024.
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Escrito por Harrison W. Mark, publicado el 06 septiembre 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.