La Kristallnacht (Reichkristallnacht, “Noche de los cristales rotos”, o pogromo de noviembre) fue un ataque a los judíos y a propiedades judías por toda Alemania y Austria del 9-10 de noviembre de 1938. Orquestado por los nazis como parte de una persecución de los judíos sistemática y creciente, el pogromo organizado por el Estado fue el comienzo de un fuerte deslizamiento hacia la depravación que culminó en el Holocausto y el asesinato de 6 millones de judíos europeos.
Los nazis y los judíos
El líder de la Alemania nazi Adolf Hitler (1889-1945) estaba decidido a crear chivos expiatorios para los males de la República de Weimar, creada en 1918. En el Tratado de Versalles (1919), cuando los victoriosos de la Primera Guerra Mundial (1914-18) impusieron términos duros a Alemania, se la consideró culpable de una economía pobre, un ejército débil y de falta de prestigio en al extranjero. Desde que se publicó su libro Mein Kampf (Mi lucha) en 1925, Hitler identificaba a los judíos como a un grupo que consideraba que mantenía alejados de su verdadero potencial a Alemania y al pueblo ario puro. Hitler y los nazis estaban decididos a forzar a los judíos a emigrar; en primer lugar, por medio de pequeñas humillaciones y de confiscar propiedades, y más tarde mediante persecuciones más directas y físicas. Las represivas Leyes de Núremberg de 1935 identificaban en líneas generales a los judíos como cualquier persona con un abuelo judío; pero a partir de 1933, los nazis sistemáticamente echaron a los judíos de los pueblos y ciudades pequeñas, empujándolos a las ciudades. Se alentaba activamente la emigración, aunque el estado a menudo embargaba bienes y solo permitía a los que partían que llevaran las posesiones básicas. A los judíos se les prohibió adoptar posiciones gubernamentales y administrativas oficiales y sufrieron muchas otras discriminaciones en la vida diaria. Para 1938, la mitad de los 500.000 judíos de Alemania habían emigrado, y el número de negocios judíos en Alemania había disminuido de 50.000 (1933) a 9.000. Para Hitler, esto no era suficiente. Los siniestros pasos hacia una solución violenta para lo que Hitler describió como “la cuestión judía” (Judenfrage), comenzaron con la noche de los cristales rotos.
ATACARON UNAS 1.000 SINAGOGAS, 267 DE LAS CUALES FUERON DESTRUiDAS O QUEMADAS HASTA LOS CIMIENTOS.
El pretexto para la noche de los cristales rotos
En muchas campañas nazis contra sus enemigos se halló un pretexto, un incidente que el ministro nazi de información y propaganda, Joseph Goebbels (1897-1945), sacó de contexto de su significado original desmesuradamente. El gobierno polaco había decretado a mediados de 1938 que cualquier judío polaco que viviera en el extranjero debía atravesar varias rondas de burocracia dificultosas si querían mantener su ciudadanía polaca. En ese momento Alemania tenía alrededor de 25.000 judíos polacos dentro de sus fronteras, y, en lugar de convertirlos en apátridas, Hitler decidió expulsar a la fuerza a 17.000 de ellos. Polonia se negó a aceptar a estas personas, y de esta manera vivieron en campamentos fronterizos sin derechos de ninguno de los dos estados. Herschel Grynszpan, cuyos padres judíos habían sido expulsados de esta manera, decidió realizar una protesta dramática por su persecución. Grynszpan, que había nacido y crecido en Alemania, pero vivía en Paris en esa época, fue a la embajada alemana y allí, el 7 de noviembre de 1938, disparó al tercer secretario Ernst von Rath. El secretario von Rath murió de sus heridas el 9 de noviembre.
Goebbels se valió del incidente Grynszpan, que resultó ser el decimoquinto aniversario del Putsch de Múnich (golpe de estado fallido de Hitler), para justificar más opresiones de los judíos alemanes. El momento también fue adecuado para Goebbels personalmente, ya que aún no se había recuperado de un escándalo personal que involucraba a una actriz, y los restos de la SA (Sturmabteilungen o seción de asalto, más conocidos como los camisas pardas por su uniforme), la primera unidad paramilitar nazi que Hitler depuró en 1934, rabiaban por cometer algún acto violento. Goebbels dio un discurso enardecido y en secreto envió órdenes para que hubiera una reacción violenta en las calles en respuesta al incidente Grynszpan. El verdadero organizador de los ataques a los judíos fue Reinhard Heydrich (1904-1942), jefe del servicio de seguridad (SD) y segundo después de Heinrich Himmler (1900-1945) en las SS (Schutzstaffeln), la otra unidad paramilitar nazi involucrada en el pogromo. Heydrich telefoneó a la SA local, al SD y a grupos de las SS, así como a la policía local. Más tarde la línea oficial dijo que los disturbios habían ocurrido “espontáneamente”, llevados a cabo por gente normal que había tenido suficiente de los judíos. Solo después de la Segunda Guerra Mundial (1939-45), cuando se capturaron documentos alemanes secretos, se reveló la verdad. Este había sido un ataque promovido por el estado, y del que Hitler estaba completamente al tanto (en su momento, tanto el líder nazi como Goebbels se desligaron de los acontecimientos mediante su silencio público). Abajo hay extractos de las órdenes que Heydrich envió:
a. Solo deberán tomarse tales medidas en el caso en que no halla peligro para la propiedad o las vidas alemanas. (Por ejemplo, se quemarán sinagogas hasta los cimientos solo cuando no halla peligro de incendio en los alrededores).
b. Se pueden destrozar negocios y apartamentos privados de judíos, pero no saquearlos…
d. La policía no deberá obstaculizar las manifestaciones que van a tener lugar…Ya que tantos judíos, especialmente los ricos, como se puedan acomodar en las cárceles existentes van a ser arrestados…Después de su arresto, se deberán contactar inmediatamente con los campos de concentración apropiados, para confinarles en estos campos en cuanto sea posible…
(citado en Shirer, 430-1)
La noche de los cristales rotos
La noche del 9 de noviembre, y en algunas zonas durante los días y noches siguientes, matones nazis eligieron como objetivo áreas judías de ciudades y pueblos de toda Alemania y Austria. Atacaron 1.000 sinagogas, 267 de las cuales fueron destrozadas sin posibilidad de ser reconstruidas o quemadas hasta los cimientos. Los escaparates de 7.500 tiendas, que incluían 31 grandes almacenes cuyos propietarios eran judíos, fueron hechos añicos (de ahí el nombre Kristallnacht) y sus bienes saqueados, en contra de las órdenes. Se quemaron hogares judíos, y escuelas, hospitales y cementerios judíos sufrieron actos de vandalismo. Bandas de matones, principalmente nazis de paisano y que llevaban armas tan toscas como piezas de tuberías de plomo, golpearon a incontables judíos. Según los registros oficiales, murieron 91 judíos en los ataques; pero el número real de víctimas fue probablemente mucho mayor. Más tarde, un número importante de judíos que lo habían perdido todo se suicidaron.
Hugh Greene, un periodista de un periódico británico, recuerda lo que vio de la Kristallnacht:
Yo estaba en Berlín en ese momento y vi algunas cosas bastante repugnantes, la destrucción de tiendas judías, judíos arrestados y llevados a la fuerza, la policía parada mientras las bandas destrozaban las tiendas, e incluso grupos de mujeres bien vestidas animando.
(Holmes, 42)
El arquitecto y ministro nazi Albert Speer (1905-1981) recuerda las escenas en Berlín el día siguiente del pogromo:
El 10 de noviembre, cuando conducía hacia la oficina, pasé por las ruinas humeantes de las sinagogas de Berlín…lo que realmente me perturbó en ese momento fue el aspecto de desorden que vi en la Fasanenstrasse: vigas carbonizadas, fachadas derrumbadas, paredes quemadas, anticipos de una escena que dominó gran parte de Europa durante la guerra…no vi que se estuviera haciendo añicos nada más que cristales, esa noche Hitler había cruzado el Rubicón…había dado un paso que irrevocablemente selló el destino de su país…Más tarde, en privado, Goebbels insinuó que había sido el organizador de esta triste y horrible noche.
(169-70)
En estos terribles días, arrestaron y llevaron a campos de concentración a 35.000 judíos antes de su expulsión del territorio alemán. Los afortunados solo perdieron todas sus propiedades ya que “en los seis meses siguientes hasta mil judíos murieron en campos de concentración” (Dear, 287) debido a los trabajos forzosos, las condiciones antihigiénicas, la malnutrición, las palizas y las ejecuciones. Se procesó a muy pocos de los agresores, y los tribunales a menudo desestimaron los casos de aquellos que juzgaban.
A los no-judíos se les obligó a ser cómplices de los ataques con su silencio, aunque muchos entonces se daban cuenta de que la máscara de respetabilidad que el régimen nazi llevaba, finalmente había caído. Tan solo comentar los ataques en público podía conducir a una investigación e incluso a que la Gestapo, la policía secreta de Alemania, te encarcelara. Emmy Bonhoeffer recuerda el destino de su cuñado:
Recuerdo que el marido de mi hermana Lena, cuando se marchó la mañana después de la Kristallnacht, fue en tren a su oficina en el centro y vio que la sinagoga se estaba quemando y murmuró, “Esto es un insulto para la gente civilizada, un insulto a la cultura”. Bien, enseguida un caballero delante de él se giró y le mostró su insignia del Partido y sacó su documentación. Era un hombre de la Gestapo y mi cuñado tuvo que enseñarle su documentación, darle su dirección y se le ordenó que fuera a la oficina del Partido a la mañana siguiente a las nueve…su castigo fue que tuvo que organizar y distribuir las cartillas de racionamiento de la zona a comienzos de cada mes durante años, hasta el final de la guerra.
(Holmes, 42)
La reacción en el extranjero
La reacción en el extranjero a la noche de los cristales rotos fue de horror. El presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt (1882-1945) declaró que pensaba que semejante cosa “no podría suceder en el siglo veinte” (McDonough, 78). Como protesta, el gobierno alemán convocó a su embajador en Estados Unidos de vuelta a Alemania. “Prácticamente todos los periódicos americanos, independientemente de su tamaño, circulación, localización o inclinación política resolvieron condenar a Alemania. (Friedländer, 299). En Gran Bretaña, la Cámara de los Comunes condenó los ataques, y una encuesta de opinión reveló que el 70% de la población estaba sorprendida por los ataques y quería interrumpir las relaciones diplomáticas con la Alemania nazi (ya bajo serias sospechas de crisis por la anexión de Austria y la ocupación alemana de los Sudetes en Checoslovaquia). Muchos ahora se preguntan si la política de apaciguamiento, que culminó con los Acuerdos de Múnich de septiembre de 1938, era moralmente válida cuando se estaba tratando con un Estado sin escrúpulos.
Controles adicionales de los judíos
Mientras tanto, el estado alemán comenzó a coartar aún más la libertad de los judíos. Para cubrir los costes de las reparaciones después de la noche de los cristales rotos, las comunidades judías recibieron multas colectivas enormes y el estado confiscó los pagos de los seguros. A los niños judíos no se les permitió regresar a la escuela y se impusieron toques de queda. Los judíos no podían ir al cine ni viajar en trenes con no-judíos, no se les permitía tener un coche, comprar cigarrillos, ni acceder a los parques públicos. Se continuó confiscando propiedad judía a gran escala. Sistemáticamente se clausuraron los negocios y la prensa judía, y más tarde se prohibieron. Cada vez se volvieron más comunes los encarcelamientos y el transporte a campos de trabajo aparentemente aleatorios. Como observa M. Chalmers, el traductor del diario que escribió el profesor universitario judío Victor Klemperer a lo largo de este periodo:
El momento en el que cualquier clase de vida normal, bajo las condiciones de una dictadura racista, se vuelve imposible es el pogromo de noviembre de 1938 (“Kristallnacht”)…El pogromo es a la vez la cumbre y la conclusión de la violencia colectiva contra los judíos…Es el momento en el que los judíos se dan cuenta de que no existe nadie ni nada que los proteja.
(xiv)
Naturalmente, los judíos de todos los territorios de Alemania emigraron en número incluso mayor que antes, 100.000 solo de Austria. En Alemania, “para 1939, trescientos mil judíos, en general el sector joven de la comunidad, había emigrado” (Stone, 89). La pérdida para Alemania llegó en todas las áreas de la vida ya que escritores, músicos, doctores y científicos se marcharon masivamente. El movimiento de la gente fue tan grande que muchos Estados comenzaron a aprobar leyes que restringían la inmigración, de los judíos en particular. No obstante; trágicamente, decenas de miles de judíos emigrantes, que pensaban que estaban a salvo, se encontraron en todo caso bajo el dominio nazi que siguió a la ocupación de Europa occidental durante la Segunda Guerra Mundial. Acorralados en guetos, lo peor estaba por llegar ya que los nazis y sus aliados comenzaron a asesinar sistemáticamente a judíos (y a otros “indeseables”, desde personas con discapacidades hasta romaníes) en campos de exterminio secretos como Auschwitz-Birkenau. Finalmente, la “solución final” nazi dio como resultado el Holocausto; es decir, el asesinato de seis millones de judíos europeos.
En español, Kristallnacht significa "noche de los cristales rotos" en referencia a los miles de escaparates hechos añicos en el pogromo nazi contra los judíos en noviembre de 1938.
¿Qué ocurrió en la Kristallnacht?
En la Kristallnacht de noviembre de 1938, matones nazis por toda Austria y Alemania atacaron a judíos y propiedades judías, como por ejemplo: tiendas, hogares y sinagogas. Al menos 100 judíos murieron durante los disturbios, y quizá 35.000 fueron arrestados posteriormente.
Debido a mi gran interés por aprender humanidades, soy traductora voluntaria para WHE, lo que me da la oportunidad de profundizar en las olas del tiempo.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, M. (2024, septiembre 27). Noche de los cristales rotos [Kristallnacht].
(R. M. Barquin, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-23563/noche-de-los-cristales-rotos/
Estilo Chicago
Cartwright, Mark. "Noche de los cristales rotos."
Traducido por Rosa Maria Barquin. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 27, 2024.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-23563/noche-de-los-cristales-rotos/.
Estilo MLA
Cartwright, Mark. "Noche de los cristales rotos."
Traducido por Rosa Maria Barquin. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 27 sep 2024. Web. 19 nov 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Mark Cartwright, publicado el 27 septiembre 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.