La India es un país del sur de Asia cuyo nombre proviene del río Indo. El nombre «Bharata» se emplea para hacer referencia a la formación del país, al aludir al antiguo emperador mitológico Bharata, cuya historia se cuenta, en parte, en la epopeya India Mahabarata.
Según los escritos conocidos como Puranas (textos histórico-religiosos compuestos en el siglo V d. C.), Bharata conquistó la totalidad del subcontinente indio y gobernó el territorio en paz y armonía. La región se conoció, por tanto, como Bharatavarsha («el subcontinente de Bharata»). La actividad homínida en el subcontinente indio se remonta más de 250 000 años y en consecuencia es una de las regiones habitadas más antiguas del planeta.
Las excavaciones arqueológicas han descubierto artefactos entre los cuales se cuentan herramientas de piedra empleadas por los primeros humanos, que sugieren la presencia de asentamientos y tecnologías humanas en el área desde fechas muy tempranas. Si bien durante mucho tiempo las culturas de Egipto y Mesopotamia han gozado de reconocimiento por los insignes aportes que han hecho a la civilización, a menudo se ha olvidado a la India, sobre todo en Occidente, a pesar de que su historia y su cultura exponen iguales riquezas. La civilización del Valle del Indo (desde en torno al 7000 hasta en torno al 600 a. C.) fue una de las más preeminentes del mundo antiguo, que abarcaba más territorio que la de Egipto o la de Mesopotamia y produjo una cultura tan vibrante y renovadora como aquellas.
La India es el lugar de origen de cuatro grandes religiones mundiales: el hinduismo, el jainismo, el budismo y el sikhismo; además engendró la escuela filosófica Charvaka, que influyó en el desarrollo de la investigación y el pensamiento científicos. Los inventos y las innovaciones de los pueblos de la antigua India incluyen muchos elementos de la vida moderna que hoy damos por sentados, entre los que se cuentan los sistemas de drenaje y de alcantarillado, el evacuatorio descargable, las piscinas públicas, las matemáticas, las ciencias veterinarias, la cirugía plástica, el yoga, la meditación, los juegos de mesa, y muchos otros.
Prehistoria de la India
Las actuales áreas de la India, Pakistán y Nepal han provisto riquísimos sitios de la más rancia antigüedad a los arqueólogos e investigadores. La especie Homo heidelbergensis, ancestro proto-humano del Homo sapiens, habitó el subcontinente indio siglos antes que los humanos migraran hacia la región europea. Las primeras evidencias de la existencia de Homo heidelbergensis se encontraron en Alemania en 1907 y desde entonces nuevos descubrimientos han establecido con relativa claridad los patrones de migración de esta especie desde África.
El reconocimiento de la antigüedad de su presencia en la India se ha debido en gran medida al interés arqueológico bastante tardío en el área, puesto que a diferencia de los trabajos en Mesopotamia y Egipto, las excavaciones occidentales en la India no comenzaron con verdadero empeño hasta la década de 1920. Aunque la existencia de la antigua ciudad de Harappa ya se conocía en 1829, su significación arqueológica se ignoró y las excavaciones posteriores correspondieron al interés de averiguar la probable ubicación de los sitios a los que se hace referencia en las grandes epopeyas indias del Mahabarata y el Ramayana (ambas de los siglos IV y V a. C.), sin tomarse en consideración la posibilidad de que la región tuviera un pasado mucho más antiguo.
Para citar solo un ejemplo que ilustra la antigüedad de la historia india, el poblado de Blathal, cercano a Udaipur, en Rajastán, data del 4000 a. C.; no se descubrió hasta 1962 y las excavaciones no comenzaron allí hasta el decenio de 1990. Un sitio neolítico más antiguo aún, del cual no se supo hasta 1974, es el de Mehrgarh, fechado alrededor del 7000 a. C. a pesar de mostrar evidencias de haber estado habitado desde antes.
Las excavaciones arqueológicas de los últimos 50 años han cambiado de manera dramática la comprensión del pasado de la India y por extensión, de la historia del mundo. Un esqueleto de hace 4000 años descubierto en Balathal en 2009 proporciona la prueba más antigua de la existencia de lepra en la India. Antes de este hallazgo se consideraba que la lepra era una enfermedad mucho más reciente; se pensaba que en algún momento había sido transportada desde África hasta la India y desde allí hasta Europa por el ejército de Alejandro Magno, tras su muerte en el 323 a. C.
En la actualidad se entiende que en la India se desarrollaba una significativa actividad humana hace 10 000 años, durante el período Holoceno, y que es necesario examinar y enmendar muchas suposiciones históricas fundamentadas en trabajos anteriores realizados en Egipto y Mesopotamia. Los comienzos en la India de la tradición védica, que aún se practica, pueden remontarse, al menos en parte, a las interacciones y mezcla de los atávicos pueblos indígenas de sitios como Balathal con la cultura de los migrantes arios que llegaron a la región cerca del período 2000-1500 a. C. Esta asimilación dio inicio a lo que se ha denominado período védico (en torno a 1500 - 500 a. C.), durante el cual se plasmaron en forma escrita los libros sagrados hindúes conocidos como Vedas.
Mohenjo-Daro y la civilización de Harappa
La civilización del Valle del Indo se remonta al 7000 a. C., fecha alrededor de la cual creció de manera uniforme por toda la región del valle inferior del Ganges hacia el sur, y por el norte hacia Malwa. Las ciudades de este período eran de mayor tamaño que los asentamientos contemporáneos ubicados en otros países, se tomaban en consideración los puntos cardinales para su emplazamiento y se edificaban con ladrillos de barro, a menudo cocidos. Las casas se construían con un gran patio al que se accedía desde la puerta principal, una cocina que también servía de lugar de trabajo para la preparación de alimentos, y dormitorios más pequeños.
Al parecer las actividades familiares se centraban en el frente de la casa, en particular en el patio, de manera similar a lo que se ha inferido que ocurría en localidades de Roma, Egipto, Grecia y Mesopotamia. Sin embargo, desde el punto de vista tecnológico, las edificaciones y los hogares de los pueblos del Valle del Indo eran mucho más adelantados, pues poseían evacuatorios descargables y «captadores de viento» en las azoteas para proveer acondicionamiento de aire, los cuales es posible que se desarrollaran por primera vez en la antigua Persia. Los sistemas de drenaje y de alcantarillado de las ciudades que hasta ahora se han excavado eran más avanzados que los de Roma en su período de mayor desarrollo.
Los enclaves más famosos de este período son las grandes ciudades de Mohenjo-Daro y Harappa, ambas ubicadas en el actual Pakistán; Mohenjo-Daro en la provincia de Sindh y Harappa en Punjab (Pakistán formó parte de la India hasta que en 1947 se escindió y convirtió en nación independiente). Harappa aportó su nombre a la civilización de Harappa (otro nombre de la civilización del Valle del Indo), la cual por lo general se divide en los períodos antiguo, medio, y maduro, que corresponden de manera aproximada a los intervalos 5000-4000 a. C. (antiguo), 4000-2900 a. C. (medio), y 2900-1900 a. C. (maduro). Harappa data del período medio, cerca del 3000 a. C., mientras Mohenjo-Daro se construyó en el período maduro, alrededor del 2600 a. C.
En el siglo XIX las edificaciones de Harappa sufrieron daños severos y el lugar quedó en situación comprometida debido a la extracción por parte de obreros británicos de cantidades importantes de material que empleaban como balastro en la construcción del ferrocarril. Con anterioridad los ciudadanos del poblado de Harappa (que otorga su nombre al sitio) ya habían desmantelado muchos edificios para emplearlos en sus propios proyectos. Por ello ahora resulta difícil determinar la significación histórica de Harappa, excepto que resulta claro que fue una importante comunidad de la Edad de Bronce, con una población de unos 30 000 habitantes.
Mohenjo-Daro, por otra parte, está mucho mejor preservada debido a que permaneció casi totalmente enterrada hasta 1922. El nombre Mohenjo-Daro quiere decir «montículo de los muertos» en lengua Sindhi y fueron las gentes de la localidad las que le aplicaron este nombre al sitio tras hallar allí huesos humanos y de animales, así como antiguas cerámicas y otros artefactos que emergían de vez en cuando del suelo. No se conoce el nombre original de la ciudad, aunque los hallazgos realizados en la región sugieren varias alternativas, entre las que se cuenta el nombre dravídico «Kukkutarma», la ciudad del gallo; una posible alusión a que el sitio que hoy se conoce como Mohenjo-Daro fuera un centro de peleas rituales de gallos, o quizá un centro de cría de gallos.
Mohenjo-Daro fue una ciudad construida con esmero, con calles dispuestas de manera uniforme que se cruzaban en ángulo recto y un sofisticado sistema de drenaje. La Gran Alberca, una estructura central del emplazamiento, contaba con calefacción y parece haber sido un punto focal de la comunidad. Los ciudadanos poseían habilidades en el empleo de metales como cobre, bronce, plomo y estaño, como muestran las artesanías de la Muchacha Danzante y sellos personales; cultivaban cebada, trigo, guisantes, sésamo y algodón. El intercambio de bienes constituía una importante fuente de comercio y se cree que antiguos textos mesopotámicos que mencionan a Magan y a Meluhha se refieren en general a la India, o quizá en particular a Mohenjo-Daro. Se han encontrado artefactos de la región del Valle del Indo en sitios de Mesopotamia, aunque el lugar preciso de su proveniencia en la India no siempre queda claro.
Decadencia de la civilización de Harappa
Los pueblos de la civilización de Harappa veneraban muchos dioses y practicaban ritos de adoración. En muchos sitios se han hallado estatuas de varias deidades, tales como Indra, dios de la tormenta y de la guerra; también destacan piezas de terracota con la figura de Shakti, la diosa madre, que sugieren un extendido culto popular al principio femenino. Se cree que otra raza, que se conoce como aria, migró hacia la India alrededor del período 2000-1500 a. C. a través del Paso de Khyber y se asimiló en la cultura existente. Los arios trajeron consigo sus dioses y la lengua sánscrita, los cuales introdujeron en el sistema de creencias de la región. Aún se debate quiénes fueron los arios y qué efecto produjeron en los pueblos indígenas, pero por lo general se reconoce que alrededor de la época de su llegada, la cultura de Harappa comenzaba a declinar.
Los expertos citan el cambio climático como posible causa, pues advierten que en la región lo mismo se observan huellas de sequía que de inundaciones. Se piensa que el río Indo había comenzado a inundar el área con más regularidad, como indican cerca de 9 metros (30 pies) de sedimentos en Mohenjo-Daro, lo que destruyó cosechas y provocó el hambre. También se cree que pudo haber cambiado la trayectoria del monzón, del cual dependía el riego de los sembrados, por lo que las gentes abandonaron las ciudades del norte y se encaminaron hacia tierras meridionales. Otra posibilidad es la pérdida de los intercambios con Mesopotamia y Egipto, dos vitales socios comerciales, causada por los conflictos domésticos por los que ambas regiones atravesaban por aquellas mismas fechas.
La teoría de que la caída de la civilización del Valle del Indo se debió a una invasión de arios de piel clara, propugnada por el filólogo Max Muller (vivió 1823-1900 d. C.) y apoyada por escritores racistas y filósofos políticos de los primeros años del siglo XX d. C., quedó desacreditada hace mucho tiempo. Tan insostenible como la anterior resulta la teoría de que los extraterrestres impulsaron a la gente a dirigirse hacia el sur. Entre los más misteriosos aspectos de Mohenjo-Daro se encuentra la vitrificación de algunas partes del sitio, como si hubieran sido expuestas a un intenso calor que derritió ladrillos y piedras. Este mismo fenómeno se ha visto en sitios como Traprain Law, en Escocia, y se atribuye al resultado de guerras. Así pues, por lo general no se considera verosímil la especulación de que la destrucción de la ciudad se debió a algún tipo de estallido nuclear causado por la actividad de alienígenas provenientes de otros planetas.
El período védico
Independientemente de las razones que llevaron al abandono de las ciudades, la época que siguió a la decadencia de la civilización del Valle del Indo se conoce como período védico, y estuvo caracterizada por un estilo de vida pastoril, así como por la adherencia a textos religiosos conocidos como Vedas. La sociedad se dividió en cuatro clases (las Varnas), lo que se conoce de manera popular como «el sistema de castas»; este comprendía a los Brahmana en la cima (sacerdotes y letrados), a continuación los Kshatriya (guerreros), los Vaishya (agricultores y mercaderes) y los Shudra (obreros). La casta más baja era la de los Dalits, los intocables, que trasegaban con carne y desperdicios; sin embargo, aún persisten discusiones acerca de si esta última clase existía en la antigüedad.
Al parecer, en su inicio el sistema de castas no era más que un reflejo de la ocupación que se ejercía, pero con el tiempo se interpretó de forma más rígida: quedaba determinada por el nacimiento y no estaba permitido cambiarla ni establecer una unión matrimonial con alguien de otra distinta a la propia. Este entendimiento era un reflejo de la creencia en un orden eterno para la vida humana, dictado por una deidad suprema.
Si bien las creencias religiosas que caracterizaron el período védico se consideran más antiguas, fue en esta época que se sistematizaron en la religión del Sanatan Dharma («Orden Eterno»), la cual se conoce en la actualidad como hinduismo, nombre que deriva del río Indus , o Sindus, lugar en que se reunían sus adeptos, de donde surge el término «Sindus» y más tarde «Hindus». La tesis sobre la cual se sustenta Sanatan Dharma es que el universo y la vida humana responden a un orden y a un propósito y que al aceptar este orden y vivir conforme al mismo, la vida se enfrentará de la manera en que debe ser vivida.
Pese a que muchos consideran Sanatan Dharma como una religión politeísta que incluye muchos dioses, en realidad es monoteísta, puesto que afirma que no hay más que un dios, Brahman: el Alma, que además es el Universo y el creador del universo observable. Debido a su grandeza Brahman no puede ser aprehendido en su totalidad, salvo a través de los muchos aspectos que se revelan como dioses distintos del panteón hindú.
Es Brahman quien decreta el orden eterno y a través del mismo mantiene al universo. La creencia de que existe un orden para el universo refleja la estabilidad de la sociedad en la cual dicha fe floreció y se desarrolló, pues en el período védico se centralizaron los gobiernos y las costumbres sociales se integraron por completo en la vida diaria por toda la región. Además, los Vedas, las grandes obras religiosas y literarias de los Puranas, el Mahabarata, el Bhagavad-Gita y el Ramayana, todos, provienen de ese período.
Durante el siglo VI a. C. los reformadores religiosos Vardhamana Mahavira (vivió en torno a 599-527 a. C.) y Siddhartha Gautama (que vivió en torno a 563-483 a. C.), desarrollaron sus propios sistemas de creencias y rompieron con la corriente principal del Sanatan Dharma, para acabar creando sus respectivas religiones, jainista y budista. Estos cambios en la religión formaban parte de una convulsión del entramado social y cultural general que resultó en la formación de ciudades-estado y en el surgimiento de poderosos reinos, tales como el de Magadha bajo el monarca Bimbisara, así como en la proliferación de escuelas de pensamiento filosófico que desaiaban al hinduismo ortodoxo.
Mahavira rechazó los Vedas y colocó la salvación e iluminación del individuo bajo su responsabilidad directa; más tarde Buda haría lo mismo. La escuela filosófica de Charvaka rechazó todos los elementos sobrenaturales de las creencias religiosas y aseveró que solo se podía confiar en los sentidos para aprehender la verdad: más aún, que el objetivo más importante de la vida era el placer y el disfrute personal. Aunque Charvaka no sobrevivió como escuela de pensamiento, influyó en el desarrollo de una nueva manera de pensar más fundamentada y pragmática, que a la postre impulsó la adopción de observaciones y métodos empíricos y científicos.
Durante esta época se expandieron las ciudades y el incremento de la urbanización y las riquezas atrajeron la atención de Ciro II el Grande, quien gobernó el imperio aqueménida de 550 al 530 a. C. Esta potencia existió en el entorno del 550 al 330 a. C., al mando de la cual Ciro II invadió la India en el 530 a. C., con lo que dio inicio a una campaña de conquista en la región. Diez años después, bajo el reinado de su hijo Darío I el Grande, el cual se extendió desde 522 a. C. hasta 486 a. C., el norte de la India se encontraba bajo firme control persa, y los habitantes del área (las actuales Afganistán y Pakistán) sujetos a las leyes y costumbres de esa cultura. Es posible que a consecuencia de ello las creencias religiosas persas e indias quedaran asimiladas, lo que algunos académicos señalan como explicación de ulteriores reformas religiosas y culturales.
Los grandes imperios de la antigua India
Persia mantuvo el dominio del norte del subcontinente hasta que fue conquistada por Alejandro Magno en el 330 a. C., quien tras subyugarla, marchó sobre la India. De nuevo se impusieron las influencias foráneas sobre la región, lo que originó el surgimiento de una cultura grecobudista que tuvo impacto en todas las áreas de conocimiento del norte de la India, desde las artes, hasta la religión y la vestimenta. Las estatuas y relieves del período, que clasifican dentro de la escuela gandhara de arte, muestran a Buda y a otras figuras en claras poses y vestimentas helénicas. Después de que Alejandro partiera de la India surgió el imperio Maurya (322-185 a. C.) bajo el mando de Chandragupta Maurya, quien reinó alrededor del período 321-297 a. C. Hacia el final del siglo III a. C. el imperio Maurya dominaba casi todo el norte de la India.
El hijo de Chandragupta, Bindusara, (reinó 298-272 a. C.) extendió los dominios por casi toda la India. Su hijo fue Asoka el Grande, bajo cuyo reinado, entre 268 y 232 a. C., el imperio floreció y alcanzó su apogeo. A los ocho años de iniciado su mandato Asoka conquistó la oriental ciudad-estado de Kalinga, que arrojó un número de víctimas superior a las 100 000. Conmocionado por tanta destrucción y muerte, Asoka abrazó las enseñanzas del Buda y emprendió un programa sistemático para fomentar el pensamiento y los principios budistas.
Estableció muchos monasterios, hizo profusas donaciones a las comunidades budistas y se dice que erigió 84 000 estupas distribuidas por todas las tierras, en honor al Buda. En el 249 a. C., durante una peregrinación a los sitios asociados con la vida de Buda, proclamó formalmente a la villa de Lumbini como lugar de nacimiento del Iluminado, donde levantó una columna y encargó la creación de los famosos Edictos de Asoka para promover el pensamiento y los valores budistas. Antes del reinado de Asoka, el budismo era una pequeña secta que luchaba por ganar adeptos. Después de que Asoka enviara misioneros al extranjero para transmitir la visión budista, la pequeña secta creció hasta convertirse en la importante religión que es hoy en día.
Tras fallecer Asoka el Imperio maurya entró en decadencia, colapsó y se desmembró en numerosos reinos e imperios menores como el de Kushán, época a la que se ha denominado período medio. A partir de que Augusto César incorporara a Egipto en 30 a. C. en el recién establecido Imperio romano, la era fue testigo del incremento del comercio con Roma, que había comenzado en el 130 a. C. Debido a que los romanos ya se habían anexado la mayor parte de Mesopotamia, Roma se convertía ahora en el principal socio comercial de la India. En esta época hubo desarrollo individual y cultural en los diversos reinos, que a la postre fructificó en lo que se considera la edad de oro de la India, bajo el reinado del Imperio Gupta (320-550 d. C.).
Se cree que el Imperio Gupta fue fundado por Sri Gupta («Sri» significa señor), quien es probable que reinara en el período 240-230 d. C. Debido a que se cree que Sri Gupta pertenecía a la clase Vaishya, de mercaderes, su ascensión al poder en desafío al sistema de castas no tiene precedentes. Estableció las bases para un gobierno que estabilizaría de tal forma a la India que casi todos los aspectos de la cultura alcanzaron su culmen bajo el reinado Gupta. La filosofía, la literatura, las ciencias y matemáticas, la arquitectura, la astronomía, las tecnologías, el arte, la ingeniería y la religión, entre otros conocimientos, florecieron todos durante este período, lo que resultó en algunos de los más grandes logros de la humanidad.
En esta época se compilaron los Puranas de Vyasa y también se inició la construcción de las famosas grutas de Ajanta y Ellora, con sus elaboradas esculturas y abovedadas salas. El dramaturgo y poeta Kalidasa escribió su obra maestra Shakuntala y además se compuso o compiló a partir de obras anteriores el Kamasutra de Vatsyayana. Varahamihira realizó exploraciones astronómicas al mismo tiempo que Aryabhatta, el matemático, hizo sus propios descubrimientos en ese campo y por añadidura reconoció la importancia del concepto de cero, cuya invención se le acredita. A causa de que el fundador del Imperio gupta desafiaba el pensamiento ortodoxo hindú, no resulta sorprendente que los monarcas Gupta promovieran y propagaran el budismo como creencia nacional, razón que explica la plétora de obras de arte budistas, en vez de hinduistas, en sitios tales como Ajanta y Ellora.
La decadencia del imperio y la llegada del Islam
El imperio declinó con lentitud bajo una sucesión de monarcas débiles, hasta que colapsó alrededor del 550 d. C. Harshavardhan (590-647 d. C.) reemplazó a los reyes del Imperio Gupta y gobernó la región durante 42 años. Hombre culto de sustanciales logros, que tenía en su haber la autoría de tres piezas teatrales además de otras obras, Harsha fue un mecenas de las artes y un devoto budista que prohibió el sacrificio de animales en su reino, aunque reconoció que en ocasiones era necesario matar seres humanos en el combate.
Poseía una excepcional maestría en el manejo de las tácticas militares, por lo que solo fue derrotado una vez en su vida en el campo de batalla. El norte de la India se desarrolló bajo su monarquía, pero tras su muerte el reino desapareció. Los Gupta y más tarde Harshavardhan habían repelido la invasión de los hunos en repetidas ocasiones, pero con el fin de su monarquía la India se sumió en el caos y se fragmentó en pequeños principados que carecían de la unidad necesaria para rechazar las fuerzas invasoras.
En el 712 d. C. el general musulmán Muhammed bin Quasim conquistó la India septentrional y se estableció en la región que hoy es Pakistán. La invasión musulmana puso fin a los imperios indígenas de la India y a partir de ahí la estructura estándar de gobierno fue de ciudades-estado independientes, o comunidades controladas por una ciudad. En la región del actual Pakistán surgieron sultanatos islámicos, que se extendieron hacia el noroeste.
La unidad y los avances culturales que se habían visto en el tiempo de los Gupta se hicieron difíciles de reproducir debido a las dispares visiones globales de las religiones que ahora pugnaban entre ellas por ser aceptadas en la región, así como a la diversidad de lenguas que se hablaban. En consecuencia, el Imperio mogol islámico conquistó con facilidad los territorios. La India quedaría después sometida a varias influencias y poderes foráneos, entre ellos los portugueses, franceses y británicos, hasta que logró su independencia definitiva en 1947.