Los ostrogodos fueron la tribu oriental de los godos (un pueblo germánico) que ascendió al poder en la zona norte del Mar Negro. La designación ostrogodo, usualmente entendida como "godo oriental", en realidad significa "godos glorificados por el sol naciente" y fue acuñada al mismo tiempo que el término "visigodo" (interpretado como "godo occidental") por el escritor romano Casiodoro (c. 485 - 585 d.C.) para diferenciar dos poblaciones distintas de godos. Los ostrogodos parecen haber sido conocidos originalmente como Greuthungi (también escrito como Greutungi), como refieren el historiador romano del siglo IV d.C. Ammianus Marcellinus y el historiador gótico del siglo VI d.C. Jordanes.
Casiodoro vivió entre los ostrogodos y sirvió a su rey Teodorico el Grande (que reinó del 493 al 526 d.C.). En un intento por simplificar la designación entre las tribus germánicas que se habían movido hacia el oeste y las que permanecieron en el este, Casiodoro, deliberada o erróneamente, interpretó que "ostrogodos" significaba "godos del este" y los otros por consiguiente se convirtieron en "godos del oeste", pero estos pueblos no se reconocían a sí mismos de esa manera. Los visigodos, con el tiempo, aceptarían y se aplicarían ese término a sí mismos, y los ostrogodos ya se reconocían desde hacía mucho tiempo bajo ese nombre, pero ninguna de las tribus se habría considerado a si misma como godos "orientales" u "occidentales".
Los godos aparecen por primera vez en la historia viviendo en el área que circunda el Mar Negro. Hicieron incursiones constantes contra las provincias de Roma y demostraron ser una molestia constante y perpetua para el Imperio hasta la invasión de los hunos en el 375 d.C. Una gran parte de la población (según algunas fuentes, 200.000) huyó de la zona para buscar la protección del Imperio romano bajo el emperador Valente (que gobernó del 364 al 378 d.C.) y estas personas fueron conocidas como los visigodos. El resto del pueblo permaneció, soportando el dominio de los hunos, pero conservando cierto grado de autonomía.
Después de la muerte de Atila el Huno en 453 d. C. y la disolución de su imperio, los ostrogodos declararon su independencia. Eventualmente, bajo Teodorico el Grande, emigraron y se establecieron en Italia. Teodorico estableció el Imperio ostrogodo, pero sus sucesores entraron en conflicto con el Imperio bizantino, que envió al general Flavio Belisario (505-565 d.C.) para volver a alinear a los godos de acuerdo con los intereses bizantinos. El último gran rey godo Totila (que reinó del 541 al 552 d.C.) lideró la resistencia goda contra los bizantinos, y después de su muerte en 553 d.C., los ostrogodos perdieron su autonomía e identidad étnica, se fusionaron con el pueblo de Italia, los lombardos y se dispersaron en las regiones de las actuales Francia y Alemania.
Origen e identidad
Los godos, aquellos que eventualmente serían conocidos como ostrogodos y visigodos, probablemente se originaron en el área de Gdansk, Polonia, antes de que comenzaran a emigrar a las regiones actuales de Alemania y Hungría. Esta afirmación de un punto de origen, sin embargo, es muy discutida entre académicos como Peter Heather que argumenta a su favor, y otros como Michael Kulikowski, en contra.
La dificultad para establecer un punto de origen e identidad cultural para los godos es que no tenían una historia escrita antes de su interacción con Roma. Todo lo que se sabe de los godos proviene de los escritores romanos (excepto, por supuesto, la evidencia física sacada a la luz por la arqueología moderna). Académicos como Kulikowski y Walter A. Goffart señalan que, dado que no se puede saber con certeza nada de la historia gótica anterior a los historiadores romanos, cualquier afirmación sobre los orígenes y la identidad étnica, aparte de las afirmaciones de esos historiadores, es mera especulación. Estos académicos también han afirmado, con razón, que las narrativas basadas en evidencia física siguen siendo especulativas porque esa evidencia se interpreta a la luz de una narrativa académica preexistente, no de manera objetiva.
En otras palabras, afirman estos eruditos, los arqueólogos que interpretan hallazgos como las 3000 tumbas góticas en el este de Pomerania, Polonia (la llamada cultura Wielbark descubierta en 1873 d.C.), tienden a comprender la evidencia a la luz del trabajo del siglo VI de Jordanes: Getica, una historia de los godos, e ignoran otras posibilidades. La afirmación de que el descubrimiento de la cultura Wielbark "prueba" un punto de origen para los godos, entonces, es insostenible porque es también posible que el área excavada fuera un asentamiento godo establecido después de que abandonaran su patria anterior.
Peter Heather y otros argumentan que el trabajo de Jordanes, a pesar de que hace un amplio uso de la mitología y la leyenda, todavía proporciona suficientes hechos históricos para ser útil. Además, dado que la Getica de Jordanes se basó en el trabajo anterior de Casiodoro, y Casiodoro conocía la historia de los godos de primera mano como escritor en la corte de Teodorico, se debe dar más consideración al trabajo de Jordanes y no debe descartarse simplemente porque el autor sintió la necesidad de ampliar su narración en algunos puntos con eventos mitológicos fantásticos.
Heather afirma que los godos no deben entenderse como un solo grupo étnico sino, más bien, como una confederación de personas que compartían los mismos intereses y objetivos y tenían de alguna manera un origen similar. No eran necesariamente, afirma Heather, un bloque étnico sólido que creía, se comportaba y vivía de la misma manera desde sus tiempos en Polonia hasta que entran en la historia romana. Los primeros godos podrían haber sido muy diferentes de los conocidos más tarde por los historiadores romanos. Heather escribe:
Una visión básica de grupos cerrados, biológicamente auto-reproductivos que se mueven intactos sobre el mapa de Europa, cada uno con sus propias culturas distintas, no hace justicia ni a la evidencia, ni a las complejidades del comportamiento humano observable explorado en una variedad de contextos comparativos... los tratamientos generales modernos de identidad en el período de migración han tendido naturalmente a enfatizar que era fluido, sujeto a elección individual, y al menos potencialmente múltiple. (Barnish & Marazzi, 55)
En pocas palabras, Heather afirma que los "godos originales" habrían interactuado con otras tribus durante su migración, casándose y asimilando aspectos de diferentes pueblos, por lo que su "goticidad" no sería una cuestión de etnia, sino de intereses compartidos. Heather enfatiza que había "muchos no godos incorporados en diferentes momentos entre los seguidores de Teodorico" y esto respalda la afirmación de que los "godos" probablemente eran una confederación, no un pueblo, mucho antes del reinado de Teodorico (Barnish & Marazzi, 57).
Se sigue debatiendo si los godos eran un solo pueblo o una coalición. En lo que si hay un acuerdo es que, sobre la base de las obras de los historiadores romanos, los godos aparecieron cerca de los límites del Imperio romano en el siglo III d.C. y lanzaron su primera incursión militar contra Roma en el 238 d.C. Posteriormente, los godos aparecen regularmente en la historia romana tanto como antagonistas como mercenarios en el ejército romano.
Visigodos, ostrogodos y hunos
Los godos que interactuaban más estrechamente con Roma eran los visigodos. Los ostrogodos permanecieron en el este, en la región de Hungría. Cuando Atila el Huno (que gobernó del 434 al 453 d.C.) llegó al poder, tomó la tierra ostrogótica y la añadió a su creciente territorio. Los visigodos fueron dispersados por las invasiones de los hunos y empujados a tierras romanas, pero los ostrogodos continuaron permaneciendo donde habían estado.
Con la muerte de Atila en 453 d.C., los ostrogodos declararon su independencia y se unieron a otra tribu germánica, los gépidos, bajo su líder Ardarico (c. 450 d.C.). En la batalla de Nedao en 454 d.C. los gépidos bajo el mando de Ardarico derrotaron a los hijos de Atila con el apoyo de los ostrogodos (aunque no está claro exactamente cómo los ostrogodos contribuyeron a la victoria) y los antiguos vasallos del imperio de Atila fueron libres y se establecieron en Panonia.
Los ostrogodos estaban dirigidos en este momento por el rey Valamir (c. 420-469 d.C.) quien, como Ardarico, había sido uno de los generales de Atila. Los ostrogodos de Valamir continuaron las políticas de Atila de asaltar territorios romanos y exigir dinero de protección. En 459 d. C. asaltó Ilírico y luego exigió 300 libras de oro en tributo anual del emperador León I (que gobernó del 457 al 474 d.C.) del Imperio Oriental para evitar que lo hiciera de nuevo. Valamir murió en el 469 d.C. al ser arrojado de su caballo y fue sucedido por Widimir (c. 460 d.C.) y luego por Teodemir (m. 474 d.C.), padre de Teodorico el Grande. Teodemir hizo las paces con Roma y el joven Teodorico fue enviado como rehen a Constantinopla para asegurar el cumplimiento del acuerdo. El príncipe fue bien tratado en la ciudad y fue educado en los valores grecorromanos de la corte.
Teodorico y sus sucesores
En el 474 d.C. Teodorico (conocido como Teodorico el Grande) se convirtió en rey de los ostrogodos y fue un campeón del emperador Zenón (que gobernó del 474-475 al 476-491 d.C.) pero era también una amenaza debido a su popularidad y habilidades marciales. Teodorico quería tierra para su pueblo, y Zenón no estaba interesado en darle ninguna, pero, al mismo tiempo, entendía que tenía que hacer algo antes de que Teodorico simplemente tomara lo que quería. Zenón encontró una manera de resolver dos de sus problemas a la vez: enviaría a Teodorico a Italia para eliminar al rey Odoacro (que reinó del 476 al 493 d. C.) que había estado causando problemas a Zenón y luego podría tomar cualquier tierra que quisiera.
Entre 488-493 d.C., apoyado por el Imperio bizantino, Teodorico conquistó Italia. Teodorico derrotó a Odoacro, fingió ofrecer términos de paz, y luego lo mató, con lo que estableció el Imperio ostrogodo en el 493 d.C. que se extendería desde Sicilia, a través de Italia, a Francia y partes de la España moderna. Bajo Teodorico, el imperio floreció y abrazó la literatura, la cultura y el arte romano. Aunque su campaña había sido financiada por los bizantinos, Teodorico gobernó su imperio de forma independiente y mantuvo relaciones amistosas con el Imperio.
Ordenó la tolerancia religiosa para pacificar las fricciones entre el pueblo de Italia, que eran en su mayoría cristianos nicenos, y los ostrogodos, que se adherían al cristianismo arriano. Reparó los daños causados por las guerras de 488-493 d. C., al replantar bosques y restaurar ciudades, así como ampliar las zanjas de riego y fomentar el cultivo de las tierras. Todos sus súbditos eran considerados iguales bajo la ley, y su programa de impuestos se aplicaba a la misma tasa para todos. Una vez establecido como un gran rey, sintió que necesitaba un ilustre pasado para legitimar su gobierno y fue entonces cuando encargó a su principal escriba Casiodoro que escribiera la historia de los godos.
Teodorico alentó la educación y la alfabetización entre la gente, así como entre los más cercanos a él (el filósofo Boecio [480-524 d.C.], famoso por su Consolación de la Filosofía, era un miembro de la corte de Teodorico) y creó programas de empleo que no solo mejoraron las ciudades y pueblos, sino que crearon oportunidades de trabajo. Bajo Teodorico, Italia y las otras regiones de su imperio florecieron, pero esta prosperidad no sobreviviría a su reinado.
Después de la muerte de Teodorico en el 526, su hija Amalasunta (c. 495-535 d.C.), gobernó como regente de su hijo Atalárico y, después de la muerte de este en 534 d.C., se convirtió en reina. Amalasunta era una administradora capaz, y promovía los mismos valores grecorromanos que su padre, pero no había sido nombrada heredera al trono y necesitaba legitimar su posición. Acudió a Justiniano I (que reinó del 527 al 565 d.C.) pidiendo ayuda para consolidar su gobierno, posiblemente temiendo un golpe de estado por parte de uno de sus cortesanos.
Al no tener noticias oportunas de Justiniano I, invitó a su primo, Teodato (m. 536 d.C.), a gobernar conjuntamente con ella. Sin embargo, confiar en Teodato fue un trágico error de su parte, ya que él se creía el heredero legítimo al trono y mandó a asesinar a Amalasuntha en el 535 d.C. Su yerno, Witiges (también conocido como Vitiges, que reinó del 536 al 540 d.C.) asesinó a su vez a Teodato y fue coronado rey en el 536 d.C.
Las guerras ostrogóticas
Witiges era un rey débil cuyos funcionarios fiscales (conocidos como logotetas) recaudaban los impuestos y se embolsaban la mayor parte del dinero para sí mismos. Era especialmente notorio un logoteta conocido como Alejandro Tijeras (llamado así porque se le consideraba tan codicioso que podía afeitar una moneda de oro tan hábilmente que el tesoro nunca se daría cuenta). Los ostrogodos en el ejército recibían salarios más bajos que otros, no tenían oportunidades de ascenso y no se pagaban las pensiones a los veteranos. El desempleo era galopante, y el pueblo comenzó a agitarse en una revuelta contra un gobierno que era apoyado por el Imperio bizantino.
Las dificultades escalando en Italia inquietaron a Justiniano I, quien envió al famoso general Flavio Belisario a Italia para traer a la región de nuevo al redil imperial. Belisario tomó Sicilia en el 535 d.C., Nápoles, y luego Roma en el 536 d.C. En el 540 Belisario tomó Rávena y capturó a Witiges. Justiniano I ofreció entonces sus términos a los derrotados ostrogodos, a través de Belisario (términos que no tenía intención de honrar), de que podían mantener un reino independiente en Italia y darle solo la mitad de su tesoro en lugar de todo. Belisario se opuso en privado a esta oferta, pero, como soldado, cumplió con su deber y transmitió los términos a los godos.
Los godos no confiaban en Justiniano ni en su oferta, pero sí confiaban en Belisario, quien había tratado consistentemente a los godos con justicia y misericordia durante su campaña. Dijeron que estarían de acuerdo con los términos si Belisario los respaldaba. Como Belisario no podía hacerlo con la conciencia tranquila, las conversaciones de paz se estancaron. Sin embargo, una facción de la nobleza vio una manera de resolver todo el problema, y ofreció la corona del Imperio ostrogótico a Belisario. Leal a Justiniano, Belisario fingió aceptar la oferta, le siguió la corriente a todos los preparativos para su coronación en Rávena, y luego hizo arrestar a los cabecillas de la nobleza y reclamó la totalidad de las tierras ostrogóticas, y su tesoro, en nombre de Justiniano.
Justiniano, desconfiando de los motivos de Belisario y preocupado por su perdurable popularidad entre los godos, así como entre sus soldados, lo llamó para dirigir las fuerzas contra los persas, y colocó a un oficial bizantino en Italia para gobernar sobre los godos. Sin embargo los ostrogodos estaban cansados de los abusos de su gobierno, y querían un rey propio. Elevaron al noble ostrogótico Erárico como rey, pero resultó ser demasiado egocéntrico y tan débil como Witiges y fue asesinado en el 541. Los godos eligieron entonces al líder militar nacionalista Baduila (más conocido por su nombre de guerra, Totila, que reinó del 541 al 552 d.C.) como rey.
Totila
Totila no tenía ningún interés en negociar con Roma y esperaba que se le dejara tranquilo para gobernar a su pueblo de la misma manera que habían hecho con Teodorico el Grande. Justiniano I, empero, no iba dejar que esto sucediera y por lo tanto, en el 542 d.C envió a la ciudad de Verona un ejército comandado por once generales contra Totila. Sin embargo, los generales estaban más preocupados por su tajada del botín de guerra, y discutían entre ellos en lugar de hacer avanzar la columna hacia la ciudad. Esto le dio a Totila tiempo para organizar hábilmente sus fuerzas y aplastar a los bizantinos en un movimiento de pinzas y destruirlos.
La victoria de Totila trajo más reclutas a su ejército, con lo que lanzó una guerra de conquista y puso a toda Italia bajo su control. Su caballerosidad en la batalla y misericordia con las tropas derrotadas condujo a deserciones masivas de las fuerzas imperiales hacia su lado. Después de que Totila tomara Nápoles en el 543, los auxiliares bárbaros del ejército de Justiniano I desertaron y se unieron a Totila. Hacia el 545 d.C. puso sitio a la propia Roma que, aunque ya no era el poder que había sido, aún conservaba un significado simbólico para el Imperio Romano de Oriente.
Roma fue tomada, y Totila ofreció a Justiniano I los siguientes términos: podía bien cancelar la guerra y dejar a Totila en paz o Totila asesinaría a los senadores que tenía cautivos y destruiría la ciudad. Belisario (ya sea por orden de Justiniano I o por iniciativa propia) escribió a Totila una carta explicando la imposibilidad de sus demandas y la locura de su plan. Totila no podía gobernar Italia, explicó Belisario, porque ésta pertenecía al Imperio Bizantino y Justiniano I no estaba interesado en rendirse. Además, si Totila seguía adelante con su plan de destruir Roma, su nombre estaría asociado para siempre con su destrucción. Tal como estaban las cosas en el momento, Totila era considerado como un adversario caballeroso y un vencedor misericordioso; sin embargo, si destruía Roma, su buen nombre se arruinaría.
Totila cometió el primer y más significativo error de la guerra al escuchar el consejo de Belisario y abandonar su plan. Dejó Roma tal como la había encontrado y siguió adelante. Belisario entonces la ocupó, reparó sus muros, y la fortificó contra cualquier ataque futuro. Belisario enfrentó entonces a Totila unas cuantas veces hasta que fue llamado de nuevo por Justiniano I y sustituido por el general Narses (480-573 d.C.). Narses carecía de la habilidad y el refinamiento de Belisario, pero era también un líder muy competente. Totila murió en combate en la batalla de Tagina en el 552 d.C., y su levantamiento fue aplastado por completo en la batalla de Mons Lactarius en 553 d.C. Italia estaba de nuevo bajo el control directo del Imperio bizantino.
Conclusión
Aunque el hijo de Totila continuó la guerra, apoyado por los francos que habían sido sus aliados, finalmente fue aplastado por Narses. Los levantamientos posteriores fracasaron y, para el 562 d.C. el nombre "ostrogodo" había desaparecido y un número significativo de la población se dispersó hacia Francia y Alemania. Con la tierra despoblada y devastada por 18 años de guerra, los lombardos, otra tribu germánica, conquistaron fácilmente el norte de Italia en 568 d.C. bajo su rey Alboin (que reinó del 560 al 572 d.C.). Los ostrogodos que quedaban en Italia se aliaron con los lombardos.
Los lombardos habían sido previamente aliados del Imperio Romano de Oriente y habían servido en el ejército imperial contra Totila. Cuando llegaron como invasores, encontraron Italia en gran parte desierta y fueron de alguna manera bienvenidos por los ostrogodos, bajo la esperanza de que restaurarían la tierra. Los lombardos, comenzando bajo Alboin, lo hicieron y mantuvieron el reino lombardo durante los siguientes 200 años. Las culturas de los lombardos, romanos y ostrogodos se asimilaron gradualmente para convertirse en el pueblo de Italia.