Vercingétorix

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Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 14 enero 2016
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, alemán, portugués
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Vercingetorix (by Carole Raddato, CC BY-SA)
Vercingétorix
Carole Raddato (CC BY-SA)

Vercingétorix (82-46 a.C.) fue un líder galo que reunió a las tribus de la Galia (la actual Francia) para repeler la invasión romana de Julio César en 52 a.C. Su nombre significa "vencedor de cien batallas", y no era su nombre de nacimiento, sino un título, y es el único nombre por el que se lo conoce. Los galos mantenían en secreto su nombre de pila, y solo lo conocían ellos y su familia cercana, ya que creían que saber el verdadero nombre de alguien les daba poder sobre esa persona. Vercingétorix se describe como un líder carismático, alto y guapo, un estimulante orador y general exigente. Se lo considera como el primer héroe nacional de Francia por su defensa del país, y en su época era muy admirado incluso por sus enemigos.

La incursión germánica y César

Se sabe poco de Vercingétorix antes de su rebelión de 52 a.C., excepto que era hijo de un aristócrata galo y un respetado miembro de su tribu. El padre de Vercingétorix, Celtillus, era un aristócrata y líder de una de las tribus más fuertes de la Galia, los arvernos, que tenían la lealtad de otras tribus menores. Los arvernos tenían una larga disputa con otra tribu gala, los eduos, que tenían sus propios aliados que ayudaban a mantener el equilibrio de poder. Aunque las tribus se habían unido para atacar y saquear Roma en el siglo IV a.C., no se preocupaban demasiado por cuestiones más allá de su región.

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Sin embargo, el estilo de vida tradicional de las tribus galas se vio obligado al cambio cuando las tribus germánicas empezaron a cruzar el Rin, adentrándose en su territorio. La tribu germánica de los helvecios se vio llevada por otras tribus que estaban en movimiento, haciéndola entrar en la región gala conocida como la Provincia (la actual Provenza en Francia). En aquel momento, Julio César era gobernador de la cercana Hispania (la actual España), pero había avanzado hacia la Provincia y había ampliado su control allí. Cuando los helvecios pidieron a César que los dejara entrar en la región, este se negó y atacó. Consiguió derrotar fácilmente a los helvecios, pero la incursión de estos en tierras controladas por César hizo que tuviera en cuenta las muchas otras tribus germánicas y los posibles problemas que podrían surgir en un futuro. Se sirvió de la ayuda de los galos como mercenarios para complementar sus fuerzas y empujar a los pueblos germánicos de vuelta al otro lado del Rin a sus propias tierras. Vercingétorix se encontraba entre los galos que reclutó César y comandó unidades de caballería para los romanos contra los germánicos en estas batallas. Durante esta época adquirió una valiosa experiencia en la guerra y las tácticas romanas, que utilizaría más adelante.

Vercingétorix se rebela

Una vez que se solucionó el problema de la incursión germana y que estos pueblos fueron expulsados de la Galia, César expandió su control de la región y empezó a imponer la cultura y la ley romanas. Los galos se negaron a aceptar este nuevo estatus de nación conquistada, especialmente porque habían sido tan importantes a la hora de expulsar a los germanos. Un líder galo llamado Ambiorix de la tribu de los eburones llevó a su pueblo a la revuelta, reclamando el derecho a la libertad en su propio país. César asumió el mando de los ejércitos romanos, en vez de confiar esta misión a uno de sus generales, y atacó a los galos sin vacilación ni piedad. La tribu eburone fue masacrada como ejemplo para cualquier otra que se atreviera a sublevarse contra Roma y, para recalcar el mensaje, los supervivientes fueron vendidos como esclavos y sus tierras quemadas.

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Map of Gaul
Mapa de la Galia
Feitscherg (CC BY-SA)

Vercingétorix no pudo soportarlo y aconsejó ir a la guerra con Roma para vengar a los eburones, pero los otros miembros del consejo tribal de ancianos no estaban dispuestos a tomar el riesgo. El padre de Vercingétorix había muerto y ahora él había asumido la posición de líder de la tribu. Ignoró el consejo de los ancianos y se propuso expulsar a los romanos de la Galia. Atacó Cénabo en 52 a.C. y masacró el asentamiento romano para vengar la masacre de los eburones. Después repartió las provisiones de comida que habían almacenado los romanos entre su pueblo y los armó con las armas que habían acumulado los romanos. Envió mensajeros por toda la Galia para difundir la palabra de su victoria, invitándolos a todos a unirse a su causa y salvar la patria de la conquista; casi todas las tribus respondieron.

VERCINGÉTORIX, COMO LÍDER DE SU TRIBU, IGNORÓ AL CONSEJO DE ANCIANOS Y SE PROPUSO EXPULSAR A LOS ROMANOS DE LA GALIA.

César estaba fuera del país en aquel momento y había dejado al mando a su segundo, Labieno. Labieno nunca había lidiado con una guerra de guerrillas como la que llevó a cabo Vercingétorix: con ataques rápidos a los romanos y sus rutas de abastecimiento para volver a desaparecer en el entorno. Los romanos no podían vencer porque no había un enemigo al que enfrentarse. Los galos atacaban y se desvanecían como espíritus, y, además, era invierno en la Galia y Labieno ya tenía poca comida antes incluso de que los galos cortaran su suministro. Si César hubiera dependido de Labieno para que conquistara la Galia por él, toda la historia del país habría sido diferente. Sin embargo, César no era ese tipo de líder, y cuando se enteró de la revuelta y de los problemas de Labieno, movilizó a su ejército. Nada impediría a César llegar a la Galia y destruir a los ejércitos rebeldes, e hizo marchar a sus hombres por ventiscas y montañas, a través de nieve de hasta seis pies de profundidad, para lograr su objetivo.

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La tierra quemada y Avaricum

Al enterarse de la marcha de César en la Galia, Vercingétorix expandió el alcance de su técnica de tierra quemada; cualquier cosa que pudiera ayudar a los romanos, fue destruido. Ciudades enteras, pueblos, incluso granjas particulares y casas ardieron para que no cayeran en manos de César ni le proporcionaran comida o refugio a su ejército. Los galos entendían la necesidad de esta manera de actuar, y las órdenes de Vercingetórix fueron acatadas hasta que llegó a la ciudad de Avaricum. Allí, los galos le suplicaron que había que defenderla, no destruirla, ya que era tan hermosa y el orgullo de su pueblo. Vercingétorix estaba en contra del plan, y argumentó que Roma podría destruir la ciudad fácilmente, asesinar a sus habitantes y saquearla de todo lo que pudieran aprovechar. Sin embargo, los galos persistieron y accedió a regañadientes a su petición, pero se negó a que lo atraparan dentro de la ciudad con los demás. Salió de allí y acampó a menos de veinte millas; lo suficientemente cerca para ayudar si lo necesitaban, pero también lo suficientemente lejos para escapar si los romanos ganaban la batalla.

César, a la cabeza de su ejército, llegó a Avaricum y la encontró fuertemente defendida y fortificada. Inmediatamente la asedió, rodeándola de trincheras y torres, pero los galos lucharon ferozmente. César, en sus memorias de la época, escribe:

Los galos son verdaderamente ingeniosos adaptando ideas y poniéndolas a su servicio. Atraparon nuestras escaleras de asedio con cuerdas y luego usaron manivelas para tirar de ellas y meterlas tras los muros. Hicieron que nuestras murallas de asedio cayeran socavándolas. Son expertos en este tipo de trabajo por la cantidad de minas de hierro que hay en su territorio. Y toda su muralla estaba fortificada con torres (7.22).

Los defensores de la ciudad lucharon valientemente, pero no eran rival para la persistencia decidida de César. Cuando destruían una máquina de asedio, hacía construir otra, y no importa cuántas escaleras de asedio les robaran, siempre había más para sustituirlas. Los hombres de César trabajaron incansablemente transportando tierra y construyendo un enorme montículo inclinado contra la muralla exterior de Avaricum. El asedio continuó, día tras día, hasta que una fuerte tormenta estalló, y los asediados buscaron refugio en el interior. Viendo las murallas desiertas, César hizo que sus hombres empujaran una de las máquinas de asedio por el montículo contra las murallas de la ciudad. Después los romanos abrieron las puertas y entraron en la ciudad en medio de la tormenta, sin ninguna oposición. No hubo piedad con la gente; de los 40.000 que eran, tan solo 800 vivieron para contarlo.

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Las historias de la caída de Avaricum aunaron al país contra Roma. El ejército de Vercingétorix casi se duplicó en las semanas posteriores. Siguió con sus tácticas de guerra de guerrillas, quemando puentes, cortando las rutas de suministros y atacando eficazmente a los romanos que buscaban comida. En el asedio de Gergovia, Vercingétorix logró manipular la situación de manera que los galos que se habían aliado con César para proteger sus rutas de suministro se volvieran en su contra. César fue derrotado en un asalto directo de la ciudad y se vio obligado a marcharse sin tomarla.

La principal ventaja de Vercingétorix sobre César en cada encuentro era su caballería, que luchaba mejor, era más rápida y maniobraba mejor que las fuerzas romanas. César reconoció que necesitaba unos jinetes que pudieran igualar a los galos y así alistó a sus antiguos enemigos, los germanos, que eran muy conocidos por sus habilidades ecuestres.

Reconstruction of the Rampart of the Circumvallation, Alesia
Reconstrucción de la muralla de la Circunvalación, Alesia
Carole Raddato (CC BY-SA)

El asedio de Alesia

Vercingétorix siguió con sus ataques sorpresa sobre las fuerzas romanas, pero él también recibió una sorpresa cuando los mercenarios germanos pusieron a su caballería en retirada. Se vio expulsado del campo tras una de estas escaramuzas, y perseguido. Sin tiempo de encontrar un lugar seguro en el campo donde esconderse, Vercingétorix condujo a sus hombres a la ciudad de Alesia, que procedió a fortificar todo lo que pudo en el tiempo que tenía.

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César llegó poco después que él y, tras examinar la ciudad y las tierras circundantes, empezó a montar el asedio, tal y como hiciera en Avaricum, pero también construyó defensas alrededor de su ejército para prevenir un ataque de los refuerzos que pudieran intentar liberar la ciudad asediada. Vercingétorix y sus fuerzas galas, así como los ciudadanos de la ciudad, que no se esperaban su llegada, estaban atrapados dentro de las murallas de la ciudad, y la comida empezó a acabarse poco a poco. Vercingétorix primero liberó a todos sus caballos y a tantos hombres como podía dejar ir para que fueran a buscar ayuda; algunos consiguieron romper las líneas romanas y escapar. Después hizo salir a los ciudadanos de Alesia por las puertas, esperando que los romanos dejaran pasar a los no combatientes, ya que la mayoría eran ancianos, mujeres y niños; sin embargo, las líneas romanas se mantuvieron firmes y toda esta gente murió lentamente de inanición y de exposición en la tierra de nadie entre los dos adversarios.

El primo de Vercingétorix, Vercassivellaunus, fue enviado con su caballería a traer refuerzos cuando Vercingétorix llegó a Alesia. Cuando regresó con un ejército importante, golpeó las líneas de César por el noroeste en una pequeña brecha en las obras de asedio. Al ver que llegaba ayuda, Vercingétorix mandó a sus hombres salir de la ciudad y atacar en el mismo lugar, y las dos fuerzas galas atraparon a los romanos en medio. La línea romana comenzó a desmoronarse, y los galos parecían estar a las puertas de la victoria. César, observando desde una torre, se puso su conocida capa roja, inmediatamente reconocible para sus hombres y para el enemigo, y se adentró en la batalla, animando a sus hombres mientras iba golpeando al enemigo con su propia espada. Los romanos repuntaron, empujando a los galos y ganando así la batalla.

The Dying Gaul
Gálata moribundo
antmoose (CC BY-SA)

La muerte de Vercingétorix y su legado

Toda esperanza quedó perdida entonces tras las murallas de Alesia. Los esperados refuerzos habían sido derrotados, y el asedio continuaría. Vercingétorix entendió que no había escapatoria para él ni para sus hombres. En este momento, surgen dos versiones diferentes de los acontecimientos: según César, los jefes galos del ejército de Vercingétorix decidieron entregarlo para acabar con el asedio, mientras que de acuerdo al historiador Dion Casio, Vercingétorix se rindió, sorprendiendo a César y sus hombres en el campamento. Según Dion Casio, Vercingétorix "llegó sin anunciar, apareciendo de repente en un tribunal en el que César estaba pasando juicio" (40.41). Vestido con su mejor armadura, Vercingétorix era una figura imponente, aún en la derrota, y Dion afirma que muchos se sorprendieron en el campamento de César; aunque parece ser que no el propio César. Sin mediar palabra, Vercingétorix se quitó lentamente la armadura y cayó de rodillas a los pies de César. Dion escribe que "muchos de los presentes sintieron lástima al comparar su condición actual con su previa buena fortuna" (40.41). Sin embargo, César no sintió ninguna lástima, e hizo que lo encadenaran y lo llevaran a prisión a Roma. Los defensores de Alesia fueron masacrados, vendidos como esclavos, o regalados como esclavos a los soldados por su servicio durante el asedio. Cuando César hubo completado los últimos detalles de su conquista de la Galia, sacaron a Vercingétorix a rastras de prisión para que apareciera en el desfile triunfal de César por las calles de Roma; después, fue ejecutado.

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A pesar de haber sido derrotado, la fama de Vercingétorix creció y se convirtió en una figura popular de culto y una leyenda poco después de su muerte. El erudito Philip Matyszak señala que "los galos nunca olvidaron el momento en que se habían unido como una sola nación", y que "hoy en día está ampliamente reconocido como el primer héroe nacional de Francia" (127). El valor y la determinación de Vercingétorix al arriesgar su vida y las vidas de su pueblo para evitar la conquista extranjera y la esclavización sigue inspirando a la gente hoy en día, y su nombre se sigue honrando entre los grandes héroes de la antigüedad.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2016, enero 14). Vercingétorix [Vercingetorix]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-901/vercingetorix/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Vercingétorix." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación enero 14, 2016. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-901/vercingetorix/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Vercingétorix." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 14 ene 2016. Web. 20 nov 2024.

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