La religión en la Edad Media

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Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 28 junio 2019
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, portugués
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La religión en la Edad Media, aunque dominada por la Iglesia católica, era mucho más variada que solo el cristianismo ortodoxo. En la Alta Edad Media (c. 476-1000), las creencias y prácticas paganas de larga tradición se entrelazaron con las de la nueva religión, de modo que muchas personas que se habrían identificado como "cristianas" no habrían sido consideradas como tales por las figuras de autoridad ortodoxas.

Prácticas como la adivinación, la radiestesia, la fabricación de amuletos, talismanes o hechizos para alejar el peligro o la mala suerte, los conjuros pronunciados mientras se sembraba o tejía y muchas otras prácticas cotidianas fueron condenadas por la Iglesia medieval, que intentó eliminarlas. Al mismo tiempo, a lo largo de la Edad Media, las sectas heréticas ofrecieron a la gente una alternativa a la Iglesia más acorde con sus creencias populares.

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Blue Virgin Window, Chartres Cathedral
Ventana de la Virgen Azul, Catedral de Chartres
Walwyn (CC BY-NC-SA)

Los eruditos y mercaderes judíos contribuyeron a la composición religiosa de la Europa medieval, así como los habitantes de zonas rurales que simplemente no estaban interesados en abrazar la nueva religión y, especialmente tras la Primera Cruzada, cristianos y musulmanes interactuaron en beneficio mutuo. A medida que avanzaba el período medieval, la Iglesia ejercía un mayor control sobre los pensamientos y las prácticas de la gente, controlando rígidamente (o al menos haciendo el intento) todos los aspectos de la vida de un individuo hasta que la corrupción desenfrenada de la institución, así como su incapacidad para ofrecer una respuesta significativa a la pandemia de la peste negra de 1347-1352, provocaron su fractura a través de la Reforma protestante del siglo XVI.

Alta Edad Media y cristianismo pagano

El cristianismo no conquistó los corazones y las mentes de los pueblos de Europa de un día para el otro. El proceso de cristianización fue lento e, incluso hacia el final de la Edad Media, muchas personas seguían practicando la "magia popular" y se aferraban a las creencias de sus antepasados aunque observaran los ritos y rituales cristianos. Los pueblos precristianos, a los que ahora se denomina comúnmente "paganos", no tenían esa etiqueta para sí mismos. La palabra "pagano" es una designación cristiana del francés que significa "rústico", alguien que procede del campo, donde las antiguas creencias y prácticas se mantuvieron firmes mucho después de que los centros urbanos hubieran adoptado más o menos las creencias cristianas ortodoxas.

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La creencia en hadas, duendes y fantasmas estaba tan arraigada que los párrocos permitían continuar con las prácticas de apaciguamiento.

Aunque existen numerosas pruebas de que los europeos de la Alta Edad Media aceptaban los fundamentos de la doctrina cristiana, en especial la existencia del infierno, el paradigma diferente de la vida en la Tierra y del más allá estaba tan profundamente arraigado en la conciencia comunitaria que no era fácil dejarlo de lado. En Gran Bretaña, Escocia e Irlanda, sobre todo, la creencia en los "wee folk" (pequeños seres sobrenaturales), las hadas, los espíritus de la tierra y el agua, se consideraba simple sentido común sobre cómo funcionaba el mundo. Las personas no estaban dispuestas a ofender a un duende del agua porque era igual de peligroso que beber agua envenenada.

La creencia en hadas, duendes y fantasmas ("fantasmas" definidos como espíritus de los que vivieron) estaba tan arraigada que los párrocos permitían a los miembros de sus congregaciones continuar con las prácticas de apaciguamiento, a pesar de que la Iglesia les ordenaba dejar claro que tales entidades eran demoníacas y que no se debía jugar con ellas. Los rituales que implicaban ciertos conjuros y hechizos, comer o mostrar ciertos tipos de vegetales, realizar ciertos actos o llevar un cierto tipo de amuleto (todas ellas prácticas paganas con una larga historia) seguían observándose junto con la asistencia a la Iglesia, la veneración de los santos, la oración cristiana, la confesión y los actos de contrición.

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Sin embargo, una preocupación central de la Iglesia era la práctica correcta que reflejara la creencia correcta, y las autoridades luchaban constantemente para tener a la población de Europa bajo su control. El altar de la parroquia o de la catedral, en el que el sacerdote se situaba para celebrar la misa y transformar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, estaba alejado de la congregación de espectadores. El sacerdote recitaba la misa en latín, de espaldas al pueblo, y lo que ocurría allí delante tenía poco que ver con la gente que lo observaba.

La pila bautismal, por tanto, se convirtió en el centro de la vida eclesiástica, ya que estaba presente en el comienzo de la vida (ya fuera la existencia física a través del bautismo infantil o la vida espiritual a través del bautismo como adulto), en la confirmación, las bodas y los funerales (aunque no se utilizara en todos estos eventos) y, sobre todo, en el ritual conocido como la ordalía (u Ordalía del Agua), que decidía la culpabilidad o inocencia de una persona.

Baptism of Clovis I
Bautismo de Clodoveo I
Pethrus (Public Domain)

La pila bautismal solía ser bastante grande y profunda, y el acusado era atado y arrojado a ella. Si el acusado salía a flote, era culpable de los cargos, mientras que si se hundía, era inocente. Desgraciadamente, los inocentes tenían que disfrutar de la exoneración post mortem, ya que normalmente se ahogaban. La ordalía se utilizaba para delitos graves en una comunidad, así como para acusaciones de herejía, que incluían la práctica continuada de ritos precristianos.

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Plena Edad Media y culto a María

La tendencia de los laicos a continuar con estas prácticas no disminuyó con el tiempo, las amenazas o los repetidos ahogamientos. Al igual que en la actualidad uno justifica sus propias acciones mientras condena a otros por el mismo tipo de comportamiento, el campesino medieval parecía haber aceptado que su vecino, ahogado por la Iglesia por alguna transgresión, merecía su destino. Desde luego, no hay constancia de protestas públicas, y el ritual del suplicio (al igual que las ejecuciones) era una forma de entretenimiento público.

Se desconoce lo que pensaban los campesinos medievales sobre cualquier cosa, ya que eran analfabetos y todo lo que se sabe sobre sus creencias o comportamientos procede de los registros eclesiásticos o municipales llevados por clérigos y sacerdotes. El silencio de los campesinos es especialmente notable en lo que respecta a la opinión de la Iglesia sobre las mujeres, que trabajaban junto a los hombres en el campo, podían tener sus propios negocios, unirse a gremios, órdenes monásticas y, en muchos casos, realizar el mismo trabajo que un hombre, pero seguían siendo consideradas inferiores. Como observa la estudiosa Eileen Power, los campesinos de un pueblo "acudían a sus iglesias los domingos y escuchaban mientras los predicadores les decían de un tirón que una mujer era la puerta del infierno y que María era la Reina del Cielo" (11). Esta visión, establecida por la Iglesia y apoyada por la aristocracia, cambiaría significativamente durante la Plena Edad Media (1000-1300), aunque los progresos realizados no durarían.

El culto a la Virgen María no era nuevo en la Plena Edad Media (había sido popular en Palestina y Egipto desde el siglo I d.C.), pero se desarrolló más durante esta época. El Papa Gregorio I (540-604 d.C.) estableció los dos polos de la feminidad en el cristianismo al caracterizar a María Magdalena como la prostituta redimida y a María, la Madre de Jesús, como la virgen elevada. Los eruditos aún debaten las razones de Gregorio para caracterizar a María Magdalena de esta manera, confundiéndola con la Mujer llevada en adulterio (Juan 8:1-11), aunque no hay respaldo bíblico para su afirmación.

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Saint Mary Magdalene
Santa María Magdalena
Jan van der Crabben (CC BY-NC-SA)

María Magdalena, vinculada por sus pecados a Eva y a la Caída del Hombre, era la tentadora sexual de la que se animaba a los hombres a huir, mientras que la Virgen María estaba más allá del ámbito de la tentación, era incorruptible e intocable. Las mujeres humanas reales podían ser Magdalena en un momento dado y en otro la Virgen y, ya fuera una u otra, era mejor tratarlas desde la distancia. El culto a la Virgen, sin embargo, al menos fomentaba un mayor respeto hacia las mujeres.

Al mismo tiempo que el culto a la Virgen se desarrollaba con mayor rapidez (o posiblemente a causa de él), aparecía en el sur de Francia un género de poesía romántica y un ideal que la acompañaba, lo que hoy se conoce como amor cortés. El romanticismo del amor cortés sostenía que las mujeres no solo eran dignas de respeto, sino también de adoración, devoción y servicio. El género y el comportamiento que inspiró están estrechamente relacionados con la formidable Leonor de Aquitania (c. 1122-1204), su hija María de Champaña (1145-1198) y escritores asociados a ellas como Chretien de Troyes (c. 1130-1190), María de Francia (escribió hacia 1160-1215) y Andreas Capellanus (siglo XII). Estos escritores y las mujeres que los inspiraron y patrocinaron crearon una visión elevada de la feminidad sin precedentes en la época medieval.

Estos cambios se produjeron al mismo tiempo que la popularidad de una secta religiosa herética conocida como los cátaros ganaba adeptos alejándose de la Iglesia católica precisamente en la misma región del sur de Francia. Los cátaros veneraban a una diosa de la sabiduría, Sofía, a la que juraban proteger y servir del mismo modo que los nobles caballeros de la poesía amorosa cortesana se consagraban a una dama. Algunos estudiosos (entre los que destaca Denis de Rougemont) han sugerido, por tanto, que la poesía amorosa cortesana era una especie de "código" de los cátaros, regularmente amenazados y perseguidos por la Iglesia, mediante el cual difundían sus enseñanzas. Esta teoría ha sido cuestionada en repetidas ocasiones, pero nunca refutada.

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La Iglesia destruyó a los cátaros en la Cruzada albigense (1209-1229) y dio el último golpe en 1244, en el bastión cátaro de Montsegur. Los caballeros cruzados de la Iglesia tomaron la fortaleza tras la rendición de los cátaros y quemaron vivos a 200 de sus clérigos por herejes. La Inquisición, dirigida por la orden de los dominicos, erradicó y condenó sectas similares.

Influencias islámicas y judías

Sin embargo, los cátaros no eran los únicos que sufrían la persecución de la Iglesia, ya que la población judía de Europa llevaba siglos padeciéndola. En general, las relaciones entre judíos y cristianos eran amistosas, y existen cartas, registros y diarios personales que demuestran que algunos cristianos intentaban convertirse al judaísmo y los judíos al cristianismo. El erudito Joshua Trachtenberg señala cómo "en los siglos X y XI oímos hablar de judíos que recibían regalos de amigos gentiles en las fiestas judías, de judíos que dejaban las llaves de sus casas a vecinos cristianos antes de partir de viaje" (160). De hecho, las relaciones entre los miembros de las dos religiones fueron más o menos cordiales hasta después de la Primera Cruzada (1096-1099).

La escolástica judía e islámica contribuyó más significativamente a la cultura de Europa que cualquier esfuerzo cristiano por fuera de los monasterios.

A los judíos se les prohibió llevar armas y, por tanto, no pudieron participar en la cruzada, lo que parece haber molestado a sus vecinos cristianos, cuyos maridos e hijos fueron llevados por los señores feudales a Tierra Santa. Las dificultades económicas causadas por la falta de mano de obra para trabajar los campos dañaron aún más las relaciones entre ambos, ya que muchos judíos eran comerciantes que podían continuar con su comercio mientras que el campesino cristiano estaba atado a la tierra y luchaba por plantar, cuidar y recoger una cosecha.

La Primera Cruzada tuvo el efecto contrario en los musulmanes que, fuera de España, hasta entonces solo habían aparecido en Europa como comerciantes. La cruzada abrió la posibilidad de viajar a Tierra Santa, y varios eruditos aprovecharon para estudiar con sus homólogos musulmanes. Las obras de eruditos y científicos islámicos llegaron a Europa junto con traducciones de algunos de los más grandes pensadores y escritores clásicos, como Aristóteles, cuyas obras se habrían perdido de no ser por los escribas musulmanes. El escolasticismo judío e islámico, de hecho, contribuyó más significativamente a la cultura de Europa que cualquier esfuerzo cristiano por fuera de los monasterios, debido a la xenofobia y arrogancia de la Iglesia.

La insistencia de la Iglesia en la verdad absoluta de su propia visión, al tiempo que condenaba la de los demás, se extendía incluso a sus correligionarios. La Iglesia católica de Occidente se enfrentó a la Iglesia ortodoxa de Oriente en 867 d.C. por quién tenía la "verdadera" fe, y la Iglesia ortodoxa de Oriente rompió finalmente todos los lazos con su homóloga occidental en 1054, en el llamado Gran Cisma. El motivo fue la afirmación de la Iglesia católica de que había sido fundada por San Pedro, que era la única expresión legítima de la fe cristiana y que, por lo tanto, tenía derecho a controlar la Iglesia ortodoxa Oriental y sus lucrativas tierras.

Baja Edad Media y Reforma

En la Baja Edad Media (1300-1500), la Iglesia siguió erradicando la herejía a gran escala mediante la supresión de las sectas religiosas advenedizas, animando individualmente a los sacerdotes a castigar las creencias o prácticas heterodoxas, y tachando de "hereje" fuera de la gracia de Dios a cualquier crítico o reformador. El campesinado, aunque teóricamente era católico ortodoxo, seguía observando prácticas populares y, como señala el erudito Patrick J. Geary, "el conocimiento de la creencia cristiana no significaba que los individuos utilizaran este conocimiento de forma que coincidiera con la práctica oficialmente sancionada" (202). Como a un campesino medieval se le enseñaban las oraciones del Padre Nuestro y el Ave María en latín, una lengua que no entendían, las recitaban como conjuros para alejar la desgracia o atraer la suerte, prestando poca atención a la importancia de las palabras tal y como las entendía la Iglesia. La misa, también en latín, era igual de misteriosa para los campesinos.

Madonna of Mercy, Orvieto
Virgen de la Misericordia, Orvieto
Web Gallery of Art (Public Domain)

En consecuencia, el campesino medieval se sentía mucho más cómodo con una mezcla de las antiguas creencias paganas con el cristianismo que daba lugar a creencias heterodoxas. A los párrocos se les ordenó de nuevo que se tomaran en serio las prácticas heréticas y las castigaran, pero el clero se mostró reacio, en gran parte por el esfuerzo que suponía. Además, la mayoría del clero, especialmente los párrocos, era corrupto e ineficaz, y así había sido durante bastante tiempo. De hecho, una de las razones por las que las sectas heréticas atraían adeptos era el respeto que generaba su clero, que vivía sus creencias. Por el contrario, como señala Geary, el clero católico personificaba los mismos siete pecados capitales que condenaban:

La ignorancia, la promiscuidad sexual, la corruptibilidad y la corrupción del clero, unidas a su frecuente absentismo, eran quejas importantes y antiguas entre los laicos. El anticlericalismo era endémico en la sociedad medieval y no restaba nada a la devoción religiosa. (199)

Un feligrés podía detestar al sacerdote, pero seguir respetando la religión que representaba. Al fin y al cabo, el sacerdote tenía poco que ver con la vida del campesino, mientras que los santos podían responder a las plegarias, protegerlo de todo mal y recompensar sus buenas acciones. Se pensaba que las peregrinaciones a lugares santos como Canterbury o Santiago de Compostela complacían al santo, que concedía favores al peregrino y expiaba los pecados de un modo que ningún sacerdote podría hacer jamás.

Al mismo tiempo, no se podía prescindir del clero debido a la insistencia de la Iglesia en el sacerdotalismo (la política que ordenaba que los laicos necesitaran la intermediación de un sacerdote para comunicarse con Dios o entender las Escrituras), por lo que los sacerdotes seguían ejerciendo un poder considerable sobre la vida de las personas. Esto era especialmente cierto en lo que se refería al purgatorio, un estado de vida después de la muerte en el que el alma pagaba con tormentos los pecados no perdonados por un sacerdote en vida. Se vendían escritos eclesiásticos conocidos como indulgencias (a menudo por precios elevados) que se creía que disminuían el tiempo que el alma de uno, o la de un ser querido, pasaba en el fuego del purgatorio.

The Devil Selling Indulgences
El demonio vendiendo indulgencias
Packare (Public Domain)

La interminable lucha por alinear al campesinado con la ortodoxia terminó cediendo a medida que prácticas antes condenadas por la Iglesia como la astrología, la onirología (el estudio de los sueños), la demonología y el uso de talismanes y amuletos fueron reconocidas como importantes fuentes de ingresos. La venta de reliquias, como el dedo del pie de un santo o una astilla de la Vera Cruz, era habitual y, por un precio, un sacerdote podía interpretar los sueños, trazar las estrellas o nombrar a cualquier demonio que impidiera un buen matrimonio para su hijo o hija.

Durante muchos años, los eruditos medievales insistieron en la dicotomía de dos cristiandades en la Edad Media: una cultura de élite dominada por el clero, los habitantes de las ciudades y la palabra escrita, y una cultura popular de tradición oral de las masas rurales, impregnada de creencias y prácticas paganas. En la actualidad, se reconoce que las creencias y rituales paganos sentaron las bases para el cristianismo, tanto en la ciudad como en el campo, desde el principio. A medida que la Iglesia ganaba más y más poder, podía insistir más estridentemente en que la gente obedeciera sus restricciones, pero la misma forma subyacente (la de la Iglesia intentando imponer una nueva estructura de creencias a gente acostumbrada a la de sus antepasados) permaneció más o menos intacta durante toda la Edad Media.

Conclusión

A medida que el período medieval se acercaba a su fin, la ortodoxia de la Iglesia terminó calando en las clases sociales más bajas, pero esto no favoreció a nadie. La reacción contra el movimiento progresista del siglo XII y su nueva valoración de la mujer se tradujo en la prohibición de las mujeres por parte de órdenes religiosas monásticas como los premostratenses, en la declaración de los gremios en los que antes había mujeres como clubes solo para hombres y en la limitación de la capacidad de las mujeres para dirigir negocios.

Las cruzadas vilipendiaron a los musulmanes como archienemigos de la cristiandad, mientras que a los judíos se los culpó de practicar la usura (cobrar intereses), aunque la Iglesia había definido más o menos para ellos ese papel en las finanzas mediante una política oficial, y se los expulsó de comunidades y países enteros. Las prácticas paganas habían sido erradicadas o cristianizadas, y la Iglesia ejercía un gran poder sobre la vida cotidiana de la gente.

Sin embargo, la corrupción de gran alcance de la Iglesia medieval, contra la que los críticos y reformadores habían estado predicando durante siglos, finalmente se hizo demasiado intolerable y la desconfianza general hacia la Iglesia y su visión se vio alentada por su fracaso a la hora de hacer frente al desafío de la pandemia de peste negra de 1347-1352, que provocó una crisis espiritual generalizada. La Reforma protestante comenzó como un intento más de que la Iglesia prestara atención a sus propios abusos y fallos, pero el clima político en Alemania y el poder personal del monje-sacerdote Martín Lutero (1483-1546) provocaron una revuelta de personas que llevaban mucho tiempo cansadas del acoso opresivo de la Iglesia monolítica.

Después de que Martín Lutero iniciara la Reforma, otros clérigos de otras regiones siguieron su ejemplo. Posteriormente, el cristianismo europeo no se mostró más tolerante ni más puro en su forma protestante de lo que había sido en su expresión eclesiástica medieval, pero con el tiempo encontró la manera de coexistir con otras religiones y permitir una mayor libertad de experiencia religiosa individual.

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Preguntas y respuestas

¿Cuál era la religión dominante en Europa en la Edad Media?

La religión dominante en Europa en la Edad Media era el cristianismo, representado por las enseñanzas de la Iglesia católica romana.

¿Por qué era tan poderosa la Iglesia en la Edad Media?

El poder espiritual de la Iglesia en la Edad Media procedía de la creencia en una vida después de la muerte en el infierno, el purgatorio o el cielo; seguir las enseñanzas de la Iglesia conducía al cielo. Desde el punto de vista material, la Iglesia era poderosa gracias a la posesión de tierras y otros recursos que generaban riqueza.

¿Todos los europeos de la Edad Media creían en el cristianismo?

La religión en Europa en la Edad Media era una combinación de creencias y prácticas cristianas y paganas. Los cristianos seguían recurriendo a la adivinación, la astrología y otras prácticas místicas condenadas por la doctrina oficial de la Iglesia. Judíos y musulmanes también formaban parte de la población europea.

¿Cuándo perdió su poder la Iglesia medieval?

La Iglesia medieval comenzó a perder su poder a partir de 1517, cuando comenzó la Reforma protestante.

Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2019, junio 28). La religión en la Edad Media [Religion in the Middle Ages]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1411/la-religion-en-la-edad-media/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "La religión en la Edad Media." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación junio 28, 2019. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1411/la-religion-en-la-edad-media/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "La religión en la Edad Media." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 28 jun 2019. Web. 21 dic 2024.

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