La invasión mongola de Europa

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Artículo

Mark Cartwright
por , traducido por Emiliano S. Grill
Publicado el 02 octubre 2019
Disponible en otros idiomas: inglés, afrikáans, francés, alemán, griego, italiano, portugués, turco
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Las invasiones mongolas de Rusia y Europa oriental se produjeron primero en una breve incursión en 1223 y luego en una campaña mucho más amplia entre 1237 y 1242. Los mongoles, que surgieron aparentemente de la nada y se ganaron rápidamente la reputación de «jinetes del diablo», cosecharon una victoria tras otra y avanzaron en dirección oeste hasta llegar a la ciudad polaca de Breslavia. Cayeron grandes ciudades como Tiflis, Kiev y Vladímir y, al llegar al río Danubio, saquearon las ciudades húngaras de Buda, Pest y Esztergom. Ni los rusos ni las grandes potencias europeas pudieron organizarse lo suficiente para hacer frente al ataque en cinco frentes que habían lanzado los mongoles ni hacer frente a su veloz caballería, sus catapultas incendiarias y sus tácticas de terror. El resto de Europa central y oriental solo se salvó gracias a la muerte del kan Ogodei (que gobernó de 1229 a 1241), ya que provocó la retirada de los mongoles. A pesar de la muerte y destrucción masivas, la invasión tuvo algunos beneficios culturales duraderos, ya que los dos mundos, el oriental y el occidental, por fin se encontraron: los viajeros occidentales empezaron a visitar Asia oriental, una región que hasta entonces había sido una tierra de monstruos legendaria, opinión que los chinos también mantenían con respecto a Europa. Con la invasión mongola de Europa, el mundo se volvió mucho más violento y un poco más pequeño.

The Mongols Sack Suzdal
Los mongoles saquean Súzdal
Unknown Artist (Public Domain)

Ogodei

Ogodei se convirtió en gobernante del Imperio mongol en 1229, heredando de su padre Gengis Kan (que gobernó de 1206 a 1227) una impresionante parte de Asia. Al comienzo de su reinado, el nuevo kan se enfrentó a dos grandes problemas: en primer lugar, el tesoro imperial estaba vacío y necesitaba riquezas para mantener la lealtad del ejército mongol; en segundo lugar, los mongoles habían derrotado a muchos ejércitos y depuesto a otros tantos gobernantes, pero apenas contaban con un aparato estatal, una burocracia o un gobierno que les permitiera gobernar con eficacia los territorios conquistados. Ogodei se dio cuenta de que resolver el segundo problema y poder imponer impuestos a los pueblos conquistados resolvería también el primero, lo que llevó al envío de ministros y funcionarios para gobernar diversas regiones y supervisar a los recaudadores de impuestos locales. Con una nueva capital establecida en Karakórum (1235), un aparato estatal más sólido y unos ingresos estables garantizados, el kan pudo centrar su atención en expandir aún más su imperio.

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A los mongoles les gustaban las duras llanuras y los ríos helados que presentaba el paisaje invernal ruso, ya que era similar a la estepa hostil a la que estaban acostumbrados.

Los mongoles siempre habían visto a China como el premio territorial más rico y prestigioso. En 1230, China estaba dividida en dos grandes estados: el estado Jin (también llamado estado Yurchen) en el norte y la China de la dinastía Song (960-1279) en el sur. Tras las campañas de 1230 a 1234, el estado Jin se derrumbó, pero los Song quedaron para más adelante. En su lugar, Ogodei se volvió hacia el oeste.

La conquista de Occidente

Los principados rusos

Los ejércitos de Gengis Kan habían barrido Asia occidental, rodeado el mar Caspio e incluso derrotado a un ejército ruso en Kalka en 1223, pero ahora muchos de los estados derrotados de la región se mostraban poco dispuestos a pagar al kan el tributo que se esperaba de ellos, lo que llevó a que Ogodei enviara un ejército para persuadirlos. Durante la década de 1230, el imperio de Corasmia sufrió la furia de Ogodei. En 1235, el norte de Irak fue invadido. Las victorias se sucedieron y en 1238 los ejércitos mongoles penetraron en Azerbaiyán, Georgia y Armenia, desgastaron las ciudades fortificadas de la región, saquearon ciudades como Tiflis y exigieron tributos a los príncipes locales.

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Genghis Khan's Empire
El imperio de Gengis Kan
Arienne King (CC BY-NC-SA)

En un asalto múltiple e intercontinental a Eurasia y Europa oriental a partir de 1236, otro ejército marchó a través de Kazajistán/Uzbekistán, derrotando a los baskires y búlgaros por el camino, para luego atacar los principados rusos al otro lado del río Volga en el invierno de 1237-38. A los mongoles les gustaban las llanuras duras y los ríos helados que presentaba el paisaje invernal ruso, ya que era similar a la estepa hostil a la que ellos y sus robustos caballos estaban acostumbrados. En 1237, la ciudad de Riazán fue sitiada entre el 16 y el 21 de diciembre, y su terrible destino se describe así en la Crónica de Voskresénsk:

Los tártaros tomaron la ciudad de Riazán... y la quemaron toda, mataron a su príncipe Yuri y a su princesa y se apoderaron de hombres, mujeres y niños, monjes, monjas y sacerdotes; a algunos los mataron con espadas, a otros les dispararon flechas y los arrojaron a las llamas; a otros los apresaron y ataron, cortaron y destriparon.

(citado en Turnbull, 45)

El horror de Riazán se repetiría una y otra vez, ya que los mongoles no mostraron piedad y los príncipes rusos, que cargaban antiguas rivalidades, no pudieron trabajar juntos ni siquiera ante tal emergencia. A continuación fue incendiada Moscú (que entonces no era la gran ciudad que llegaría a ser), Súzdal en 1238 y, por último, Vladímir, la capital fortificada, fue sitiada. El gran duque Yuri II huyó de la ciudad, dejando a su esposa e hijos para hacer frente al ataque. Tras reunir a su ejército, Yuri regresó para intentar salvar la ciudad, pero ya había caído el 7 de febrero ante los arietes y catapultas mongoles, y su catedral había sido incendiada. El ejército del duque fue derrotado y él mismo murió en la batalla del río Sit. Como piezas de dominó, Torzhok fue otra ciudad que cayó, esta vez tras una prolongada resistencia, el 23 de marzo de 1238. En cambio, Nóvgorod se salvó del ataque al llegar la primavera, cuando el ejército mongol dio finalmente media vuelta y se retiró hacia el norte del Mar Negro.

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Una tercera oleada de mongoles se adentró en Ucrania en 1239, derrotando a los polovtsianos y capturando Kiev tras un breve asedio el 6 de diciembre de 1240. Los habitantes de Kiev fueron pasados a cuchillo como en otros lugares. Giovanni da Pian del Carpine, un enviado del papa, pasó por la zona seis años más tarde e hizo la siguiente observación:

Cuando atravesábamos aquella tierra, nos encontramos con innumerables cráneos y huesos de hombres muertos tirados por el suelo. Kiev había sido una ciudad muy grande y densamente poblada, pero ahora ha quedado reducida a casi nada.

(citado en Turnbull, 49)

Desde Kiev, el ejército se desplazó a través de Galitzia y Podolia hacia Europa oriental: un ala se dirigió hacia el noroeste y atacó Polonia, marchó a través de Bohemia y Moravia y luego atacó Hungría, mientras que otra se dirigió hacia el sur y atacó Transilvania, Moldavia y Valaquia. Hungría fue seleccionada como objetivo principal debido a sus praderas, que los mongoles consideraban una base perfecta para sus caballos desde la que luego podrían atacar Europa occidental.

Se dice que, tras la batalla de Legnica, los guerreros mongoles llenaron nueve sacos con su trofeo favorito: las orejas de sus víctimas.

Polonia

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Las ciudades polacas fueron incendiadas y la gran ciudad de Cracovia (1241) fue fácilmente capturada tras su abandono por Boleslao el Casto (1226-1279), el príncipe de la ciudad, con la ya familiar rutina de matanzas y saqueos masivos. Un trompetista que había dado la voz de alarma de la llegada de los invasores fue herido en la garganta por una flecha mongola y, hasta hoy, el suceso se recrea (sin la flecha) en las murallas de la ciudad. Breslavia fue la siguiente, pero los habitantes temían tanto la llegada de los invasores que incendiaron la ciudad y se refugiaron en la ciudadela del castillo. La ciudad tuvo un respiro cuando, en 1241, los comandantes mongoles recibieron la noticia de que un gran ejército polaco se estaba reuniendo bajo el mando de Enrique el Piadoso, duque de Silesia (que gobernó de 1238 a 1241). En Wahlstatt, cerca de Legnica, este ejército contaba con polacos, alemanes y caballeros teutones, entre otra caballería pesada. El ejército mongol cabalgó a su encuentro el 9 de abril, empleó rápidamente su probada táctica de la falsa retirada y volvió a atacar bajo una cortina de humo proporcionada por la quema de los juncos de los alrededores. Una vez más, los mongoles aniquilaron a la oposición. La batalla de Legnica se convirtió en el punto culminante de la campaña de invasión, además de ser el punto más occidental alcanzado. Se dice que, tras la batalla, los guerreros mongoles llenaron nueve sacos con su trofeo favorito: las orejas de sus víctimas.

Hungría

Al mismo tiempo que Polonia sufría, Hungría también se encontró en el punto de mira de los mongoles. En 1241 se lanzó un ataque múltiple: un ejército atravesó Moravia por el norte y otros tres atravesaron y rodearon los Cárpatos por el oeste. El ejército mongol más occidental se adentró en Moldavia y Valaquia y luego se volvió para atacar Hungría desde el sur. Un ejército húngaro dirigido por su rey Bela IV (que reinó de 1235 a 1270) se movilizó para hacer frente a los invasores en campo abierto.

The Mongols Pursue King Bela IV
Los mongoles persiguen a Bela IV
Unknown Artist (Public Domain)

Puede que el rey Bela comandara uno de los mejores ejércitos de Europa, pero tenía otros problemas además de los mongoles, ya que muchos de sus barones, que estaban descontentos, tenían una lealtad cuestionable hacia la corona. Otro problema eran los alborotadores polovtsianos, que habían huido de la embestida mongola más al este y ahora asaltaban a su antojo las tierras húngaras. El ejército de Bela fue derrotado los días 10 y 11 de abril en la batalla de Mohi, en el río Sajó, después de que el comandante mongol Subotai (1175-1248) hiciera que sus hombres cruzaran un puente de pontones y atravesaran una zona pantanosa para flanquear a los húngaros. Al mismo tiempo, las catapultas mongolas bombardeaban al enemigo desde la orilla opuesta del río. Bela IV huyó a la seguridad de Presburgo (Bratislava) y luego a Croacia. Los ejércitos mongoles, mientras tanto, avanzaban sin descanso y todos se reunieron en el río Danubio en la primera semana de abril. En 1241, Buda y Pest fueron saqueadas, esta última precisamente el día de Navidad, pero el mayor botín fue Esztergom, entonces la ciudad más grande y rica de la región. Los mongoles emplearon 30 catapultas en su asedio, que también comenzó el día de Navidad de 1241, y la ciudad cayó poco después. Los invasores siguieron el Danubio hacia el oeste hasta Wiener Neustadt, pero aquí un ejército dirigido por el duque Federico II de Austria (que reinó de 1230 a 1246) hizo que los mongoles al menos se detuvieran a pensar.

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Retirada

Mientras tanto, otro ejército mongol persiguió a Bela en Croacia, saqueando Zagreb en el camino, luego se trasladó a Bosnia y Albania, y finalmente se dirigió hacia el Mar Caspio y Sarai, que se convertiría en la capital de lo que se conoció como la Horda Doradas. Las fuerzas mongolas del norte también dieron media vuelta, pero este aplazamiento probablemente no se debió a ningún movimiento o amenaza enemiga, sino a las importantísimas noticias que finalmente se habían filtrado a través de Asia desde Mongolia: Ogodei había muerto el 11 de diciembre de 1241, y ahora había que elegir a un sucesor. Los altos mandos debían debatir y votar al próximo kan en una reunión tradicional de todas las tribus mongolas.

También puede haber habido otras razones para poner fin a la campaña en 1242: tal vez debido a que las comunicaciones de la capital mongola en Karakórum se encontraban ahora sobrecargadas, o a que las praderas de Hungría resultaron no ser suficientes para mantener un ejército tan grande de forma indefinida. También había rivalidades entre los líderes mongoles y ahora que Ogodei estaba muerto ningún comandante podía confiar en el apoyo de sus compañeros en una campaña tan lejos de casa. En cualquier caso, el premio que más deseaban los mongoles seguía estando al este, no al oeste: la China de la dinastía Song (960-1279), que fue atacada y conquistada durante el reinado del siguiente gran gobernante mongol, Kublai Kan (que gobernó de 1260 a 1294).

¿Por qué tuvieron tanto éxito los mongoles?

El ejército mongol tuvo varias ventajas en su campaña contra rusos y europeos. La primera era que eran desconocidos: a pesar de la batalla de Kalka, los occidentales seguían sin saber a qué se enfrentaban, como escribió el famoso cronista novgorodiano: «Se dieron la vuelta en el río Dniéper, y no sabemos de dónde vinieron ni adónde fueron». Una década y media después, no se había conseguido más información.

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Mongol Warrior Reconstruction
Modelo de un guerrero mongol
William Cho (CC BY-SA)

Eran arqueros expertos que utilizaban sus arcos de tiro lejano y tenían soldados extremadamente resistentes, capaces de cabalgar durante días enteros con un mínimo de comida y agua. Sus caballos, fornidos pero ágiles, eran un arma en sí mismos y capaces de sobrevivir a las duras temperaturas. Los mongoles contaban con caballería ligera y pesada, y cada jinete solía tener hasta 16 caballos de repuesto, lo que les daba un gran margen de maniobra. Debido a esto, el ejército mongol podía desplazarse muy rápidamente por grandes extensiones de territorio. Además, crearon estrictos calendarios por los cuales las diferentes divisiones de un ejército se dividían, se enfrentaban al enemigo en diferentes lugares y luego se reunían en un lugar determinado. Por este motivo, los mapas de campaña modernos de la invasión mongola suelen parecerse a un plato de espaguetis, ya que varios ejércitos se movían en todas direcciones.

Sumado a lo anterior, los mongoles nunca rechazaron la oportunidad de emplear ellos mismos las tácticas y la tecnología enemigas: no solo aportaron una movilidad feroz a la guerra sino que, gracias a su flexibilidad, también fueron rápidamente adeptos a otros tipos de batalla, como la guerra de asedio y el uso de misiles de pólvora y catapultas, todo ello muy alejado de la guerra nómada tradicional. Los mongoles se enfrentaron a caballeros europeos, pero estas tropas de élite parecen haber sido de los enemigos más fáciles con los que tuvieron que lidiar. La caballería mongola, más ágil, simplemente no se mantenía inmóvil el tiempo suficiente para que un grupo de caballeros cargara contra ellos con sus propios caballos pesados.

Otra ventaja era que los mongoles sabían explotar las divisiones internas del enemigo y avivar viejas rivalidades que podían debilitar las alianzas, información a menudo adquirida por espías y mercaderes. Por último, la motivación era alta porque la guerra mongola estaba diseñada con un único propósito: obtener botín.

Otra arma crucial para el éxito residía en el terror psicológico. Gengis Kan había aplicado esta táctica con impactantes resultados, aniquilando a hombres, mujeres y niños en las ciudades conquistadas, lo que persuadía a otras ciudades a rendirse, temiendo un destino similar. La liberación estratégica de algunos prisioneros que habían sido testigos de las masacres tenía un efecto sorprendente en las comunidades cercanas. Bajo el liderazgo de Ogodei, los mongoles continuaron empleando esta táctica con igual brutalidad. Otra estrategia, particularmente despiadada, implicaba usar a los prisioneros como escudos humanos durante el avance de las tropas mongolas hacia ciudades fortificadas lo bastante imprudentes como para resistir. Incluso se llegaba al extremo de vestir a los prisioneros como guerreros mongoles y hacer que desfilaran en las primeras filas, obligando a los defensores a malgastar sus valiosas flechas en la matanza de sus propios compatriotas.

Mongol with Horse & Camel
Mongol con caballo y camello
Metropolitan Museum of Art (Copyright)

Por último, los mongoles contaban con uno de los más grandes comandantes militares de todos los tiempos: Subotai Ba'atur (1176-1248). El general, que ya contaba con una gran experiencia en sus campañas bajo el mando de Gengis Kan contra los estados Xia y Jin en Asia oriental, era el comandante supremo de las fuerzas que invadieron Asia occidental y Europa oriental, aunque la figura más destacada de la campaña fuera Batú (también conocido como Batú Kan, 1205-1255), sobrino de Ogodei Kan. Se decía que era demasiado gordo para montar en un solo poni, por lo que el comandante viajaba en un carruaje, pero desde allí, Subotai comandaba sus tropas con aplomo, siendo especialmente decisiva su intervención en la batalla de Mohi.

Legado: Oriente se encuentra con Occidente

Puede que los ejércitos mongoles dieran media vuelta en el año 1242, pero los efectos de su invasión duraron mucho más que su relativamente corta presencia militar. Ante todo, la muerte, la destrucción y el desplazamiento forzoso de pueblos deben ocupar un lugar destacado en cualquier lista de consecuencias inmediatas. Mientras que Europa continuó como antes en cuanto a estructuras de poder y gobernantes, las invasiones de Rusia y grandes zonas de Asia occidental trastornaron el statu quo y estos lugares permanecieron bajo el «yugo tártaro» durante más de un siglo. Sin embargo, la demonización de los mongoles por parte de los cronistas rusos e incluso de historiadores posteriores no se corresponde necesariamente con la realidad de una fuerza invasora que saqueó algunas ciudades pero ignoró por completo otras y que nunca estableció una nueva estructura política propia. En consecuencia, muchos príncipes rusos pudieron gobernar con un alto grado de autonomía tras la invasión. Alejandro Nevski, príncipe de Vladímir (1221-1263), es solo un ejemplo, y sus exitosas campañas contra caballeros suecos y alemanes en 1240 ilustran que Rusia estaba lejos de ser destruida por la invasión mongola.

Hubo una segunda oleada de consecuencias, más lenta y sutil, pero no por ello intrascendente: Europa se benefició de la difusión de ideas que llegó con los mongoles, que proporcionaron el vínculo físico crucial entre Oriente y Occidente. La pólvora, el papel, la imprenta y la brújula se hicieron familiares en Europa. Los occidentales, en forma de embajadores, emisarios papales, misioneros y viajeros como Marco Polo (1254-1324), conocieron el mundo de Asia oriental y trajeron consigo una mezcla de ideas útiles y cuentos. En efecto, el mundo se había hecho un poco más pequeño, pero este aumento de los contactos también tuvo consecuencias negativas, sobre todo la propagación de la peste negra (1347-1352), que se trasladó de una parte de la remota China al Mar Negro y de allí a Venecia y Europa. Esta devastadora plaga se repetiría en oleadas sucesivas a lo largo del siglo XIV y superaría en número a las víctimas que las hordas mongolas habían causado un siglo antes.

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Sobre el traductor

Emiliano S. Grill
Nacido y criado en Uruguay, Emiliano es un traductor, subtitulador y aficionado a la historia. Le apasionan los idiomas, la lectura y la escritura.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2019, octubre 02). La invasión mongola de Europa [The Mongol Invasion of Europe]. (E. S. Grill, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1453/la-invasion-mongola-de-europa/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "La invasión mongola de Europa." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 02, 2019. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1453/la-invasion-mongola-de-europa/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "La invasión mongola de Europa." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 02 oct 2019. Web. 21 dic 2024.

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