Religión en el Imperio mongol

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Mark Cartwright
por , traducido por Fernando Belmonte
Publicado el 01 noviembre 2019
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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El Imperio mongol (1206-1368) se extendía desde el mar Negro hasta la península de Corea, abarcando una gran diversidad de religiones dentro de sus fronteras; sin embargo, los propios mongoles tenían creencias y rituales religiosos específicos. Estas prácticas carecían de sacerdocios, textos sagrados y ceremonias públicas, a excepción de los funerales. La religión mongola integraba un fuerte componente de chamanismo combinado con el culto a los ancestros y una creencia en espíritus de la naturaleza, asociados con elementos como el fuego, la tierra y el agua. Tras la conquista de China y la conversión de Kublai Kan (r. 1260-1294), muchos mongoles adoptaron el budismo tibetano, que se convirtió en la religión oficial de la dinastía Yuan (1271-1368).

Khan Tengri
La montaña Khan Tengri
Chen Zao (CC BY)

Dioses y espíritus

Los mongoles creían en los poderes espirituales de seres divinos y en lugares sagrados. Entre las deidades supremas, aunque probablemente no se les atribuía una forma humana, destacaban los poderes del Cielo y la Tierra. La diosa Madre Tierra conocida como Etugen (Itugen) representaba la fertilidad. El culto principal, sin embargo, estaba dedicado a Tengri (también conocido como Gok Monggke Tenggeri), el "Cielo Azul" o "Cielo Eterno". Consideraban que este dios protector era el que les había otorgado a los mongoles el derecho a gobernar el mundo entero. Su figura se mencionaba frecuentemente en las primeras líneas de edictos y documentos oficiales mongoles, con la frase Mongke Tenggiri-yin Kucun-dur, que significa "por el poder del Cielo Eterno". Las plegarias se dirigían a estos dioses de manera sencilla, sin los templos ni ceremonias característicos de otras religiones; aunque las cimas de montañas, los picos de colinas o los montículos de piedras llamados ovvo se consideraban lugares especialmente propicios, bastaba con estar al aire libre y quitarse el sombrero y el cinturón antes de rezar para demostrar sumisión ante los poderes supremos.

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Dentro de la tribu, los chamanes servían como enlaces entre el mundo terrenal y el mundo espiritual.

Para los mongoles, las direcciones, ciertos lugares y las formaciones naturales tenían un valor especial, pues se veían como puntos de enlace con el mundo espiritual; por ejemplo, la entrada de una yurta (una especie de tienda de campaña circular hecha de fieltro de lana) solía orientarse hacia el sur. Los mongoles sentían un profundo respeto por los fenómenos naturales, como los truenos y los relámpagos, que en las extensas llanuras de la estepa asiática se percibían como manifestaciones divinas. Los espíritus de la tierra y el agua actuaban como protectores y se creía que las aguas en movimiento, como los ríos, podían detener y hasta neutralizar el mal.

Con el fin de asegurar que los dioses y los espíritus intervinieran de manera favorable en la vida humana, se cumplían rituales específicos y se respetaban ciertos tabúes. Entre los tabúes establecidos para evitar ofender a los espíritus, se incluían normas como no derramar sangre real (considerada, junto con los huesos de una persona, como portadora del alma), no orinar ni lavarse o lavar objetos en los ríos, no pisar el umbral de una yurta, y no acercar un cuchillo al fuego. Las convenciones se tomaban muy en serio, y cualquiera que fuera sorprendido infringiéndolas se exponía a castigos severos, e incluso a la muerte en algunos casos. Los infractores eran sometidos a un ritual de purificación, que generalmente consistía en caminar entre fuegos, una práctica que también se utilizaba con los embajadores que llegaban a la corte mongola para garantizar que sus intenciones fueran sinceras y no hubiera malas intenciones hacia los gobernantes kan.

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Chamanismo

Los chamanes eran lo más cercano que los mongoles tenían a un sacerdocio, y podían ser hombres (bo'e) o, con menor frecuencia, mujeres (iduqan). Los chamanes solían transmitir su posición y habilidades a sus descendientes, aunque también existía la posibilidad de convertirse en chamán tras una experiencia cercana a la muerte o por mostrar una especial sensibilidad hacia el mundo espiritual. En esencia, dentro de la tribu, los chamanes servían como enlaces entre el mundo terrenal y el mundo espiritual. Las túnicas blancas que vestían solían llevar símbolos como un tambor o un caballo de madera, los cuales representaban al espíritu protector del pueblo mongol. El chamán, al montar un caballo blanco, podía llevar un tambor, un espejo colgado al cuello, o, al caminar, usar un bastón, que era otro distintivo de su cargo.

Aquellos chamanes que lograban acertar en sus predicciones alcanzaban una posición de gran prestigio dentro de la comunidad local, hasta el punto de rivalizar con el jefe tribal.

Los chamanes entraban en trance mientras hacían sonar cánticos especiales, y era en ese estado cuando podían contactar con el mundo espiritual. Se creía que eran capaces de leer señales, como las grietas que aparecían en los omóplatos de las ovejas y otros huesos después de ser quemados ritualmente, lo que les permitía predecir eventos futuros (tolgeci).

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A veces, recurrían a ciertos espíritus animales, especialmente a los de criaturas poderosas como el oso o el lobo, para que les ayudaran en su viaje espiritual entre los diferentes planos del universo, con el propósito de encontrar objetos perdidos, robados o incluso almas que se habían extraviado. Además, solían recurrir a ellos para realizar ritos de exorcismo, liberando así a las almas inquietas o atrapadas hacia la siguiente vida. La guerra mongola era otro ámbito en el que los chamanes podían intervenir, ya que eran los encargados de identificar las fechas más favorables para iniciar las campañas y al aconsejar sobre las tácticas de ataque que podrían asegurar resultados propicios.

Entre las destrezas de los chamanes, se encontraba su capacidad de alterar el clima, sobre todo para traer lluvia a las áridas estepas. También eran capaces de sanar problemas de salud al restituir un espíritu perturbado a su cuerpo original, además de ser los encargados de bendecir a los recién nacidos, los rebaños y los grupos de cazadores, e incluso se les consultaba para la elección de un nuevo Gran Kan o "emperador universal". Aquellos chamanes que lograban acertar en sus predicciones alcanzaban una posición de gran prestigio dentro de la comunidad local, hasta el punto de rivalizar con el jefe tribal, un cargo que en ocasiones llegaban a ocupar. En cambio, algunos gobernantes consideraban que los chamanes poderosos representaban un peligro para su autoridad, como ocurrió con el chamán Kokchu, a quien Gengis Kan mandó matar. La ejecución fue especialmente cuidadosa para evitar que su sangre tocara la tierra y retuviera su espíritu en el mundo de los vivos.

El más allá

El hecho de que los mongoles enterraran a sus muertos con sus armas y pertenencias sugiere que existía en ellos alguna creencia en la vida después de la muerte. Esto se ve reforzado además porque los líderes eran enterrados en imponentes tumbas, generalmente en lugares secretos cerca de montañas sagradas como Burkhan Khaldun en Mongolia, junto con abundantes riquezas y esclavos. Gengis Kan recibió un tratamiento semejante, y en su tumba estuvo acompañado por 40 de sus concubinas y 40 caballos sacrificados especialmente para él. Tal idea sugiere que los mongoles creían que la vida después de la muerte era una prolongación de la existencia en este mundo, por lo que el estatus social y hasta la profesión de cada persona perduraban igual que antes. Asimismo, se debían cumplir ciertos requisitos físicos, al menos para el viaje inicial al más allá. Es curioso que, como parte de esta tradición, los mongoles desventraban a un caballo y lo empalaban sobre la tumba, lo que probablemente tenía el propósito de honrar a Tengri, cuyo símbolo era ese animal.

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Ink Painting of Groom & Horse
Pintura en tinta de jinete y caballo
Metropolitan Museum of Art (Copyright)

Los mongoles, al enviar a sus difuntos, pensaban que los antepasados (ongghot) no habitaban un remoto más allá inalcanzable, sino que podían cuidar del bienestar de sus descendientes. Como muestra de gratitud por su protección, los antepasados recibían regularmente pequeñas ofrendas de alimento y bebida durante las comidas. Además, en el interior de las yurtas, a menudo se exhibían imágenes o figuras finamente vestidas que representaban a los antepasados de la familia. Al cambiar de campamento, todas las efigies del grupo se colocaban en el mismo carro, el cual era luego supervisado por un chamán.

Los gobernantes mongoles tenían la ventaja adicional de ser considerados como si hubieran alcanzado un estatus divino, lo que implicaba que las leyes que habían promulgado y las políticas que habían seguido debían ser respetadas por sus sucesores. Otra peculiaridad era el tabú de no usar el nombre de una persona fallecida para no perturbar su espíritu. Esto era especialmente cierto para los gobernantes poderosos, sobre quienes, tras su muerte, generalmente se hablaba como "el bueno", "El Kan fallecido" o "gran señor".

Budismo y otras religiones

A medida que los mongoles expandían su impresionante imperio, más pueblos y religiones cayeron bajo su control. También llegaron misioneros de China, Tíbet, Persia y Europa para difundir sus religiones en el imperio más grande del mundo. El cristianismo nestoriano, el cristianismo occidental, el islam, el budismo, el budismo tibetano (lamaísmo), el taoísmo y el confucianismo se practicaban en los territorios controlados por los mongoles. Estas religiones, junto con sus seguidores, eran en su mayoría libres de seguir su propio camino espiritual (salvo en el caso del Ilkanato musulmán en el oeste del imperio), siempre y cuando no representaran una amenaza para el Estado. La capital mongola del siglo XIII, Karakórum, contaba con lugares de culto destinados a las grandes religiones de Asia.

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Mongolian Ovoo
Ovvo mongol
Johanna Remus (CC BY-NC-ND)

Aparte de practicar sus propias creencias, todos los súbditos del imperio debían orar por la salud y prosperidad del kan, sin importar su fe. A cambio de su apoyo, los sacerdotes y las instituciones religiosas disfrutaban de exenciones fiscales, ya fuera en especie o en trabajo, y cuando los mongoles fueran a sitiar una ciudad, a menudo se les permitía a los clérigos salir antes de que comenzara el asedio.

Algunos misioneros incluso lograron hacer conversiones entre los propios mongoles, y en ocasiones, también entre los gobernantes y sus consortes. Kublai Kan se convirtió al budismo tibetano, probablemente gracias al monje tibetano y lama Phags-pa (1235-1280). Esta forma de budismo sin duda resultó atractiva debido a sus elementos semejantes al chamanismo, como los cantos tántricos y sus referencias místicas. En la dinastía Yuan de China, el budismo tibetano se convirtió en la religión oficial. Durante un breve período, la adopción del lamaísmo en China condujo a la persecución de los taoístas y la destrucción de sus textos sagrados a partir de los años 1250; sin embargo, reconociendo la larga historia y la amplia popularidad del taoísmo y el confucianismo entre los chinos, los emperadores de la dinastía Yuan abandonaron tales ataques, considerándolos perjudiciales para la estabilidad económica y política del país. Al mismo tiempo, emperadores, kanes y miembros de la familia imperial podían ejercer como mecenas de las religiones que personalmente favorecían, con un enfoque particular en los templos budistas.

Una característica particular de la religión en el imperio mongol conforme continuó evolucionando, fue su tolerancia hacia otras religiones, junto con la adopción de algunas y la adaptación de otras, sin perder por completo sus raíces nómadas y chamanísticas. En palabras del historiador D. Morgan: "Los mongoles procuraban obtener la máxima cobertura celestial posible" (40).

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Sobre el traductor

Fernando Belmonte
Fernando Belmonte es estudiante de segundo año de Traducción en el INTER Centro de Estudios Superiores de México y tiene una profunda pasión por la historia. Su objetivo es acercar estos temas a un público más amplio y despertar un mayor interés por ellos.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

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Estilo APA

Cartwright, M. (2019, noviembre 01). Religión en el Imperio mongol [Religion in the Mongol Empire]. (F. Belmonte, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1469/religion-en-el-imperio-mongol/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Religión en el Imperio mongol." Traducido por Fernando Belmonte. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 01, 2019. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1469/religion-en-el-imperio-mongol/.

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Cartwright, Mark. "Religión en el Imperio mongol." Traducido por Fernando Belmonte. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 01 nov 2019. Web. 20 ene 2025.

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