La mitología de cualquier civilización refleja sus valores fundamentales, sus temores más profundos y sus aspiraciones más elevadas; lo mismo ocurre con la mitología de la antigua Persia. Grandes héroes como Karsasp, Thraetaona y Rustum (también llamado Rostom y Rustam) personifican valores profundamente persas, pero, como ocurre con todas las figuras míticas, su ejemplo trasciende culturas y ofrece modelos de virtudes dignas de imitar.
Lo mismo ocurre con muchas criaturas de la mitología persa antigua, ya sean fuerzas del bien o del mal, porque mediante los rasgos simbólicos de sus personajes, relacionados con miedos o posibilidades, se abordan preocupaciones y esperanzas universales de la condición humana.
Las historias que dan forma a la mitología persa tienen su origen en las primeras creencias religiosas de esta cultura. Hoy en día, estas historias, al igual que otras semejantes de distintas culturas, se denominan mitología únicamente porque el paradigma teológico ha cambiado; el universo de múltiples dioses, espíritus, ángeles y demonios ha sido reemplazado por modelos monoteístas o ateístas. En su época, sin embargo, habrían cumplido el mismo propósito básico que las escrituras de cualquier religión en tiempos modernos: enseñar valores espirituales y culturales importantes y dar a las personas la seguridad de un orden y un sentido ante un mundo a menudo caótico y aterrador.
Las historias se transmitieron de forma oral a lo largo de los siglos hasta que se pusieron por escrito como parte de la tradición religiosa del zoroastrismo en el Avesta (escritura zoroástrica) durante el período sasánida (224-651 d.C.), en los reinados de los reyes Sapor II (309-379 d.C.) y Cosroes I (531-579), y luego fueron plenamente abordadas por el poeta persa Abolqasem Ferdousí (940-1020) en su obra épica Shahnameh ("El libro de los reyes"), escrita entre 977 y 1010. A medida que pasaba el tiempo y el islam reemplazaba la antigua religión persa con su monoteísmo, la obra de Ferdousí logró mantener una fuerte conexión con el público de su tiempo y sigue resonando hasta nuestros días.
La visión central de la antigua religión persa era la de una lucha universal entre las fuerzas del bien y del mal, el orden y el caos.
La visión central de la antigua religión persa era la de una lucha universal entre las fuerzas del bien y del mal, el orden y el caos. Este mismo tema es la base de prácticamente todas las religiones del mundo antiguo, en mayor o menor medida, pero para los persas, representaba el verdadero significado de la existencia. En el universo existían dos fuerzas opuestas entre sí, y la elección de alinearse con una u otra definía el camino terrenal de una persona y su destino en la vida después de la muerte.
Del lado del bien estaba un panteón de dioses y espíritus, presidido por la deidad suprema Ahura Mazda, el creador de todas las cosas visibles e invisibles. Contra estos se alzaba Angra Mainyu (también conocido como Arimán), el espíritu del mal, el caos y la confusión, quien lideraba una legión de demonios y numerosas criaturas y animales, tanto sobrenaturales como naturales. Ahura Mazda había creado a los seres humanos con libre albedrío para elegir el camino que seguirían y, si elegían correctamente, vivirían bien y encontrarían el paraíso en la vida después de la muerte; si lo hacían mal, vivirían una vida de confusión y conflicto, y serían arrojados al tormento del infierno tras la muerte.
Las criaturas que aparecen en la mitología persa casi todas caen en uno de estos dos bandos, excepto los jinn (también conocidos como djinn y más conocidos como genios) y los peri (hadas), quienes escapan a una definición sencilla, ya que sus roles parecen ser más neutrales y sus acciones dependen de las circunstancias en lugar de estar guiadas por lealtad a una causa determinada. Aunque en los relatos persas hay muchas criaturas mitológicas diferentes, doce de ellas representan el conjunto temático:
Todas estas entidades influían, en mayor o menor medida, en la vida diaria de los seres humanos. Algunas, como los peri o el al (también conocido como Hal y Umm Naush), se consideraban una constante en la vida de una persona, mientras que otras, como el simurgh o Azhi Dahaka, representaban un paradigma universal que influía en el presente de quien las encontraba; sea como fuere, las fuerzas naturales y sobrenaturales que representaban estas figuras se entendían como realidades muy concretas y se tomaban medidas para defenderse de las malignas y rendir el debido respeto a aquellas que solo deseaban lo mejor para la humanidad.
Entre estas últimas se encontraban los perros, que personificaban los aspectos protectores de la divinidad y aparecían en las representaciones de algunas de las criaturas benevolentes más importantes. Los perros ahuyentaban los espíritus malignos, brindaban consuelo y guía, y velaban por las posesiones más valiosas de una persona. Tal era su importancia que se preservó su función como guardianes cuando el profeta Zoroastro (hacia 1500-1000 a.C.) reimaginó la antigua religión persa, asignándoles el cargo de custodiar el puente Cinvat, el paso que cruza el abismo entre el mundo de los vivos y los muertos. Al igual que todos los demás animales, el perro debía su existencia a las energías vitales de una de las primeras creaciones de Ahura Mazda: el Toro Primordial.
Gavaevodata es el Toro Primordial (también conocido como "el toro creado únicamente", Bovino Primordial y Buey Primordial), que fue una de las primeras creaciones de Ahura Mazda. La deidad suprema primero creó el cielo, una esfera, y luego lo llenó de agua, separando esta agua con tierra, que se sembró con diversos tipos de vegetación. Después creó al Toro Primordial, que era de un blanco brillante y resplandecía como la luna. Gavaevodata era tan hermoso que atrajo la atención de Angra Mainyu, quién lo mató. Luego lo llevaron a la luna para purificarlo, y de su semilla purificada surgieron los animales que se alimentarían y fertilizarían la vegetación terrestre. Ahura Mazda dio origen a los seres humanos y luego al fuego después de haber creado a los animales. Gavaevodata fue la primera entidad única en la tierra, lo que subraya el gran valor que los persas le otorgaban a los animales.
Simurgh
Simurgh, conocido como el perro-ave, era una criatura gigantesca con alas, cabeza de perro, cuerpo de pavo real y garras de león, y a veces se representaba también con rostro humano. La simurgh vivía en lo alto de los montes Elburz, y existió durante 1.700 años antes de sumergirse en un fuego que ella misma había creado, donde murió para luego resurgir (como predecesora del ave fénix). Se creía que la Simurgh poseía una gran sabiduría y era una figura clave en la historia del héroe Zal, a quien crió, así como en el nacimiento de su hijo Rustum (también conocido como Rostom o Rustam), el más grande de los héroes persas. Le enseñó a Zal cómo realizar un parto complicado mediante una cesárea y también lo instruyó en el uso de hierbas medicinales de curación. En los primeros mitos, es conocida como Saena, el Gran Halcón, que se posa en las ramas más altas del Árbol de Todas las Semillas y, al agitar sus alas, hace que las semillas caigan al suelo y se esparzan por el mundo y así encuentren su camino hacia la tierra.
Pájaro Huma
El pájaro Huma es una versión posterior del Simurgh, cuya leyenda dice que volaba eternamente sobre la tierra sin aterrizar nunca. Se creía que si su sombra caía sobre una persona, esa persona sería bendecida y gozaría de felicidad toda su vida. El pájaro Huma era el encargado de legitimar la realeza y su imagen se encontraba presente en Persépolis, la majestuosa capital ritual del Imperio persa aqueménida, fundada por Darío I (el Grande, r. 522-486 a.C.). Se consideraba al Huma como el ave más sagrada por lo que causaba gran infortunio herirlo o siquiera tratar de hacerlo; en cambio, Si alguien veía, o incluso pensaba haber visto al ave volando por encima, se consideraba como una gran bendición. Con el paso del tiempo, el pájaro Huma se convirtió en un símbolo de elevación y sabiduría. Tal como el Simurgh y la posterior ave fénix, se creía que el Huma vivía una vida inmensamente longeva, moría en sus propias llamas y luego renacía de sí mismo.
Chamrosh y Kamak, aves gigantes que simbolizan respectivamente el bien y el mal. Chamrosh posee el cuerpo de un perro, pero la cabeza y las alas de un águila. Habita bajo el Árbol de Todas las Semillas, recoge las semillas que caen cuando Saena-Simurgh bate sus alas y las dispersa en el viento y las nubes de lluvia que las esparcen por toda la tierra. El pájaro Chamrosh actúa como un ser protector al defender a los persas de los invasores, en particular de los saqueadores, descendiendo sobre ellos y llevándolos consigo lejos. Kamak actúa de manera contraria, alimentándose de los persas y su ganado, y trae la destrucción a su paso. El pájaro Kamak es tan gigantesco que con el simple movimiento de sus alas bloquea la lluvia, lo que provoca sequías en la tierra, y en medio del caos resultante, captura con facilidad a personas y animales para devorarlos. El héroe persa Karsasp logró derrotar al pájaro Kamak al dispararle una lluvia incesante de flechas.
El Al era invisible a menos que decidiera mostrarse, por lo que solo sus efectos permitían a las personas darse cuenta de su existencia.
Al
El Al es un depredador nocturno que se alimenta de recién nacidos y se encontraba entre los espíritus malignos más temibles. Se suele describir como una mujer mayor con dientes afilados, cabello largo y desordenado y garras capaces de herir o matar a las mujeres embarazadas, que atacaba durante el sueño de la madre e hijo. El Al era uno de los demonios dentro de los Umm Naush, un grupo de depredadores nocturnos, que a su vez eran una subcategoría de los khrafstra, demonios malignos que causaban estragos y destrucción en las vidas humanas. El Al, al igual que los demás khrafstra, era invisible a menos que decidiera mostrarse, por lo que, en su mayoría, solo sus efectos permitían a las personas darse cuenta de su existencia. Los khrafstra en general solían manifestarse en el mundo natural y tomaban la apariencia de avispas, hormigas venenosas, bestias salvajes, roedores, arañas y criaturas semejantes.
La mantícora
La mantícora ("devoradora de hombres") es una aterradora bestia con cabeza humana, cuerpo de león y cola de escorpión o, en otras versiones, una cola con dardos venenosos que disparaba hacia sus presas. Se consideraba invencible, ya que su piel era tan gruesa que ningún arma podía atravesarla y se desplazaba más rápido que cualquier otra criatura en la tierra. La mantícora era capaz de acabar con cualquier ser, a excepción de los elefantes, y disfrutaba especialmente al devorar humanos, ingiriéndolos por completo y sin dejar rastro, salvo, en ocasiones, algunas salpicaduras de sangre. Se ocultaba en las largas hierbas salvajes lejos de las poblaciones y atacaba sin previo aviso, aunque de vez en cuando su presencia se hacía notar con un gruñido similar al sonido estruendoso de una trompeta. Cuando alguien en la comunidad desaparecía sin dejar rastro y sin que se supiera qué le había ocurrido, se consideraba que había sido víctima de una mantícora.
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Los peri
Los peri son pequeños y encantadores seres alados, sin inclinación hacia el bien ni el mal, y se divierten haciendo travesuras a las personas, aunque también son capaces de ofrecer su ayuda. Se creía que eran espíritus atrapados en la forma de hadas como castigo para expiar sus faltas, pero no se les veía como inmortales ni como almas humanas. Una de estas criaturas podía transmitir un mensaje divino o, en cambio, engañar a alguien haciéndole creer falsedades. En el folclore, suelen aparecer como bromistas que se divierten escondiendo cosas o causando confusión, y sus travesuras más comunes serían el equivalente en la antigua Persia a esconderle a alguien las llaves del coche. Posteriormente, los árabes musulmanes los transformaron en espíritus bondadosos, encargados de cumplir la función de los ángeles al transmitir mensajes divinos.
Suroosh y Daena
Suroosh representaba la protección, mientras que Daena era el símbolo de la conciencia personal.
Suroosh es el ángel que vigila el puente Cinvat, mientras que Daena es la Doncella Sagrada que lo acompaña en su labor. Suroosh representaba la protección, mientras que Daena era el símbolo de la conciencia personal. Ambos ayudan a los recién fallecidos en su tránsito de la vida a la muerte. Tras abandonar el cuerpo, el alma se quedaba en la Tierra durante tres días mientras los dioses determinaban el destino final de la persona. El alma llegaba al puente Cinvat, custodiado por dos perros que recibían a las almas justas y echaban fuera a las malvadas. Daena se manifestaba y, ante el alma justa, se mostraba como una joven hermosa, pero para el alma condenada se transformaba en una vieja horrible. Suroosh protegía a las almas de los ataques demoníacos mientras cruzaba el puente para encontrarse con el ángel Rashnu, juez de los muertos, quien determinaría si el alma llegaba al paraíso de la Casa de la Canción o al infierno de la Casa de las Mentiras.
Jinn
Los Jinn eran entidades sobrenaturales que, al igual que los peri, no eran inmortales ni almas humanas. Se creía que habitaban lugares solitarios y apartados de las ciudades como cuevas y colinas y poseían el poder de influir en los pensamientos y acciones humanas. De manera similar a los peris, los Jinn no tomaban partido en la lucha entre el bien y el mal, y parecían actuar según lo que dictaban las circunstancias en ese momento. Los Jinn podían conceder los deseos más profundos de una persona, pero a menudo lo hacían de forma que el resultado fuera trágico o con alguna implicación negativa. A veces, sin embargo, podían cumplir esos deseos de manera que los sueños de alguna persona se hicieran realidad. De todos modos se les miraba con recelo, por lo que muchos portaban amuletos para protegerse de su influencia. Su fama proviene principalmente por su aparición en la obra persa Las mil y una noches, donde los Jinn son una figura clave. Los musulmanes árabes también integraron a los Jinn, como hicieron con los peri, viéndolos como fuerzas sobrenaturales neutras, aunque con un potencial peligro.
Azhi Dahaka
Azhi Dahaka era el gran dragón de tres cabezas creado a partir de las mentiras de Angra Mainyu para obstaculizar cualquier impulso positivo en el mundo y sembrar el caos. En la mitología persa, los dragones-serpientes (azhi) representan el mal y el caos, y Azhi Dahaka se considera el más temible de todos. Se describe como una criatura con mil sentidos, capaz de detectar cualquier amenaza y defenderse de ella, mientras sabe en todo momento dónde se encuentra su presa. Se consideraba invencible, hasta que el gran héroe persa Thraetaona lo derrotó, capturándolo y manteniéndolo encadenado hasta el fin de los tiempos, momento en el cual será asesinado por el resucitado Karsasp, quien había matado a Kamak.
Conclusión
Estas entidades, junto con muchas otras, personificaban los temores cotidianos de la gente, tales como la pérdida de un hijo (el Al), muertes o desapariciones inexplicables (la mantícora) o la incertidumbre de por qué la vida podía volverse tan desastrosa cuando todo parecía estar en orden. Por otro lado, figuras como Suroosh y Daena o criaturas como Simurgh ofrecían a las personas la certeza de que estaban protegidas, de que había alguien velando por ellas que protegía sus intereses.
Un claro ejemplo de esto es la criatura que aún no se ha mencionado, conocida como Karakadann, más conocida como el unicornio, un animal tímido y esquivo que prefería vivir en lugares apartados. Se creía que su cuerno era un poderoso antídoto contra el veneno y que el solo hecho de ver uno era un presagio de buena fortuna. Incluso si nunca se llegaba a ver un Karkadann se mantenía la esperanza de que algún día aparecería y que todos los problemas se resolverían con un golpe de suerte sobrenatural.
Los grandes héroes como Thraetaona, Karsasp y Rustum, que vencieron a las fuerzas del caos, cumplían el mismo propósito: representar los principios de bondad, justicia y orden en un mundo lleno de incertidumbre, lo que le daba a las personas la esperanza de que estos ideales prevalecerían sobre el egoísmo, la crueldad y el caos. La narración de historias era un valor central en la antigua cultura persa, y a través de una mitología tan rica dieron vida a algunos de los personajes y relatos más inolvidables de la historia del mundo, los cuales han cautivado a quienes los escuchan desde entonces.
Fernando Belmonte es estudiante de segundo año de Traducción en el INTER Centro de Estudios Superiores de México y tiene una profunda pasión por la historia. Su objetivo es acercar estos temas a un público más amplio y despertar un mayor interés por ellos.
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, Joshua J.. "Doce antiguas criaturas de la mitología persa."
Traducido por Fernando Belmonte. World History Encyclopedia. Última modificación diciembre 10, 2019.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1484/doce-antiguas-criaturas-de-la-mitologia-persa/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "Doce antiguas criaturas de la mitología persa."
Traducido por Fernando Belmonte. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 10 dic 2019. Web. 07 ene 2025.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 10 diciembre 2019. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.