Días festivos en la época isabelina

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Artículo

Mark Cartwright
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 03 agosto 2020
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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Durante la época isabelina (1558-1603), la gente de todas las clases sociales esperaba con gran interés las numerosas fiestas y festivales que se ofrecían a lo largo del año. La gran mayoría de los días festivos eran también conmemoraciones religiosas, y la asistencia al servicio era obligatoria por ley. Sin embargo, las fiestas que acompañaban a muchos de estos "días sagrados" se esperaban con gusto, y junto a ellas empezaron a aparecer muchas tradiciones seculares, como jugar al fútbol el martes de carnaval y hacer regalos a las madres el tercer domingo antes de Pascua. Los días festivos eran también una oportunidad para visitar los pueblos y asistir a una feria local o incluso para viajar más lejos. En la época isabelina, la idea de un gran viaje por Europa se impuso entre los ricos, como una forma de ampliar los horizontes de los jóvenes y completar su educación general.

Peasant Wedding Dance
Danza de la boda campesina
Pieter Bruegel the Younger (Public Domain)

Días festivos

El concepto de vacaciones prolongadas como período de descanso del trabajo es una idea relativamente moderna. En la Edad Media, los únicos días libres que tenía un trabajador eran los domingos y los días festivos, es decir, los días establecidos por la Iglesia para celebrar un asunto religioso como la vida de un santo en particular o acontecimientos como el nacimiento de Jesucristo en Navidad y su resurrección en Pascua. En el siglo XVI, estos días sagrados pasaron a conocerse con el término más familiar y totalmente secular de "días festivos". La época isabelina fue también la primera en la que estas fiestas religiosas se asociaron menos con los servicios de la Iglesia y más con el hecho de tomarse un descanso de 24 horas de la vida cotidiana y, si era posible, disfrutar de una comida y una bebida de mejor calidad que la que se consumía habitualmente. Sin embargo, hay que recordar que la asistencia a la iglesia en los principales días festivos seguía siendo obligatoria para todos por ley.

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Tanto el día de los mayos como el Domingo de Pentecostés eran una oportunidad para celebrar grandes festivales de verano con fiestas, bailes y obras de teatro.

En la segunda mitad del siglo XVI, la Iglesia anglicana reconocía 17 días festivos principales, algunos de los cuales, como hoy, se desplazaban a fechas concretas en función del calendario lunar. Estos días santos, y sus propósitos de celebración o conmemoración, eran:

  • Año Nuevo (1 de enero) - la Circuncisión de Jesucristo.
  • Duodécimo día (6 de enero) - la epifanía, cuando los Reyes Magos visitaron a Jesús.
  • La Candelaria (2 de febrero) - Fiesta de la purificación de María.
  • Martes de Carnaval (entre el 3 de febrero y el 9 de marzo): último día antes del ayuno de la Cuaresma.
  • Miércoles de Ceniza (entre el 4 de febrero y el 10 de marzo) - Primer día de la Cuaresma, el ayuno de 40 días que conduce a la Pascua.
  • Día de la Dama (25 de marzo) - Anunciación de María y considerado el primer día del año civil en Inglaterra (cuando se cambió el número del año).
  • Pascua (entre el 22 de marzo y el 25 de abril) - la Resurrección de Cristo, que abarca nueve días de celebración.
  • Los Mayos (1 de mayo) - conmemora a San Felipe y Jacobo, pero también se considera el primer día del verano.
  • Día de la Ascensión (entre el 30 de abril y el 3 de junio) - Ascensión de Cristo y una de las principales fiestas del verano.
  • Domingo de Pentecostés (entre el 10 de mayo y el 13 de junio) - Pentecostés, cuando Cristo visitó a los apóstoles.
  • Domingo de la Trinidad (entre el 17 de mayo y el 20 de junio) - Fiesta de la Trinidad.
  • Solsticio de verano (24 de junio) - también conmemora a Juan el Bautista.
  • Fiesta de San Miguel (29 de septiembre) - marca el final de la temporada de cosecha y conmemora al Arcángel Miguel.
  • Día de Todos los Santos (1 de noviembre) - la fiesta de Todos los Santos.
  • Día de la Ascensión (17 de noviembre) - conmemora la ascensión de Isabel I de Inglaterra.
  • Día de San Andrés (30 de noviembre) - conmemora a San Andrés.
  • Navidad (25 de diciembre) - el nacimiento de Jesucristo.

Tradiciones y costumbres navideñas

También se puede añadir a la lista el día de San Jorge (23 de abril), en el que se celebra el santo patrón de Inglaterra, pero que no es una fiesta oficial. Además de todo lo anterior, las iglesias locales y las más tradicionales/simpatizantes del catolicismo habrían celebrado también otros días, especialmente para conmemorar varios santos adicionales y el patrón local de una ciudad o pueblo. La Reforma inglesa, y especialmente el movimiento puritano, atenuaron los elementos más llamativos de las celebraciones católicas. Por ejemplo, la impresionante procesión de velas de la Candelaria se abandonó en gran medida. En cambio, varias tradiciones seculares se asociaron a estos días festivos. Por ejemplo, se acostumbraba a hacer regalos el día de Año Nuevo, a celebrar una gran reunión con tortitas y fútbol el martes de Carnaval (el origen del Mardi Gras) o a organizar hogueras el día de San Juan. Durante la Cuaresma, se colocaba una efigie (Jack-o-Lent) y los transeúntes la apedreaban, quizás para aliviar la frustración de una dieta más limitada durante ese período (aunque muchos ya no la seguían rigurosamente). También durante la Cuaresma, el tercer domingo antes de la Pascua, la gente tradicionalmente visitaba o hacía regalos a sus madres (de ahí el moderno Día de la Madre). El jueves anterior a la Pascua, el Jueves Santo, era un momento para dar caridad a los necesitados.

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Las vísperas de los días festivos se aprovechaban para preparar los maravillosos platos que se comían el día festivo, como el tradicional ganso que se comía el Día de la Fiesta de San Miguel.

Tanto el día de los Mayos como el Domingo de Pentecostés eran una oportunidad para celebrar grandes festivales de verano con fiestas, bailes y obras de teatro. Las fiestas eran una parte importante de los días festivos y, sin duda, la parte más esperada por mucha gente. Además, se necesitaba tiempo de preparación, por lo que muchas fiestas llegaron a tener su propia "víspera" precedente, como la Nochebuena, la única que sobrevive. El primer paso en la preparación era ayunar en esta víspera (normalmente solo por la tarde), y por lo general evitar la carne. El segundo paso consistía en preparar los maravillosos platos que se comerían el día festivo, como el tradicional ganso que se come en la Fiesta de San Miguel.

Otro motivo para esperar los días festivos era la celebración de ferias. Muchas ciudades celebraban al menos una feria al año, normalmente en los meses de verano, pero a veces hasta noviembre. Una feria podía durar uno o varios días, donde se celebraban espectáculos agrícolas, artistas ambulantes de todo tipo, obras de teatro, exhibiciones militares y bailes. También existía la posibilidad de comprar productos traídos por comerciantes ambulantes de todo el país e incluso del extranjero, como los comerciantes de vino.

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Semana Santa

Entonces, al igual que ahora, había dos fiestas que destacaban por su especial abundancia de celebraciones, y eran la Semana Santa y la Navidad. La Pascua era la celebración más importante de todo el año y, en el reinado de Isabel, se había establecido en el primer domingo después de la primera luna llena que apareciera a partir del 21 de marzo. Cuando llegaba la Pascua, los tradicionalistas estaban absolutamente preparados para celebrarla porque habían estado ayunando durante los 40 días de Cuaresma que la precedían. Las celebraciones religiosas comenzaban la semana anterior al Domingo de Pascua, el Domingo de Ramos (el día en que Jesús entró en Jerusalén), aunque después de la Reforma, la gente ya no llevaba palmas a la iglesia ese día. Los niños de la escuela también estaban contentos, ya que tenían dos semanas libres para las vacaciones de Pascua.

Kitchen Still-life by Joachim Beuckelaer
Bodegón de cocina de Joachim Beuckelaer
Joachim Beuckelaer (Public Domain)

Todo el mundo acudía a la iglesia el domingo de Pascua y era el único momento del año en el que incluso los cristianos menos entusiastas comulgaban. Los sacerdotes solían llevar un registro de los asistentes al servicio en un Libro de Pascua (comulgar al menos tres veces al año era otro requisito legal para los súbditos de Isabel). Se celebraban fiestas en las que, por supuesto, se ofrecían todo tipo de platos a base de carne y dulces muy apetecidos. Con la reducción de las tradiciones católicas, se produjo una especie de retorno a las antiguas costumbres paganas, ya que la época del año era la primavera y por tanto siempre se había asociado a la fertilidad. Por eso, los huevos y los conejos reaparecen junto a las tradiciones cristianas de la Pascua.

Navidad

La cuenta atrás para la Navidad, el Adviento, comenzaba el domingo más cercano al 30 de noviembre, día de San Andrés. En un principio, el Adviento debía ser un período de ayuno, pero con el paso de los años se fue haciendo menos estricto. Las vacaciones propiamente dichas comenzaban el 25 de diciembre y duraban 12 días hasta el 6 de enero. Los escolares tenían otras dos semanas de descanso en esta época del año. En la Edad Media, la víspera del día 6, la Noche de Reyes, era testigo de las celebraciones más importantes de la fiesta, ya que también se asociaba con el pleno invierno, pero ahora el día 25 tomaba el relevo como la mayor fiesta de este periodo festivo. Las casas se decoraban con acebo, muérdago y hiedra, mientras se quemaba un tronco de Yule durante toda la festividad. Se preparaban platos especiales con ingredientes más caros de lo habitual, sobre todo tartas y pasteles de frutas con especias. Las nueces y las naranjas eran otras rarezas que se disfrutaban en esta época del año, así como la cerveza especiada conocida como wassail, y, por supuesto, había muchos bailes, música y juegos.

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Un descanso de las normas sociales

Las vacaciones no solo suponían un descanso del trabajo habitual, sino que también eran una buena oportunidad para relajar las normas sociales. Juegos como la inversión de los papeles de los sexos, el nombramiento de un plebeyo como "rey de la fiesta" o los jóvenes aprendices que recorrían las calles imponiendo las leyes a sus mayores eran fuente de mucha hilaridad. También lo eran las oportunidades de beber y divertirse, a menudo en exceso. Sin embargo, como señala el historiador J. Morrill, "la licencia festiva, aunque aparentemente transgredía los límites sociales, servía en realidad para subrayar las expectativas sobre el comportamiento adecuado exigido en la vida cotidiana" (199). Las fiestas no eran más que una pausa temporal y demasiado breve de la normalidad. Además, las fiestas y celebraciones a menudo no hacían más que acentuar la gran diferencia entre los pudientes y los no pudientes. Además, los ricos se veían reforzados en su posición de superioridad por la expectativa de que mostraran su riqueza y sus sentimientos de caridad dando a los pobres y pagando una mayor parte de los costos de las celebraciones comunitarias.

Pantheon, Rome
Panteón, Roma
Jack G (CC BY-NC-SA)

Los viajes y el Grand Tour

Aunque utilizar los días festivos para viajar lejos y visitar nuevos lugares no era una práctica común, el período isabelino sí vio los inicios de este hábito. Los días festivos siempre habían sido una oportunidad para que los peregrinos visitaran lugares religiosos importantes, quizás para ver por sí mismos una reliquia sagrada salvaguardada en una iglesia o monasterio local. Sin embargo, cada vez había más casos de viajes con fines puramente profanos, es decir, para ver nuevos lugares de interés y, en general, para pasar un buen rato. Entre las atracciones más destacadas de la época isabelina se encontraban el Golden Hind, navegado por Sir Francis Drake alrededor del mundo en los años 1577-80 y atracado en Londres, o la Torre de Londres, con sus joyas de la Corona y sus famosas armerías.

Desgraciadamente, en el siglo XVI no existía un sistema oficial de carreteras en Inglaterra, la mayoría de los caminos eran meras pistas de tierra y los puentes eran a menudo un lastre, suponiendo que hubieran sobrevivido a las últimas lluvias torrenciales. En consecuencia, los viajeros isabelinos rara vez se desplazaban con comodidad o a gran velocidad. Existían coches de caballos privados que los más pudientes podían alquilar. La mayoría de la gente prefería simplemente montar a caballo, cuando se podían recorrer unos 80 kilómetros (50 millas) en un día. Los ríos ofrecían otra alternativa a los caminos rurales llenos de baches. Para pasar la noche, había tabernas (donde se ofrecía alojamiento y solo se servía vino) o posadas (con alojamiento, comida y bebidas de todo tipo). Por desgracia, había peligros en el camino, como los asaltantes, que a veces recibían información de parte del personal que trabajaba en la posada sobre las visitas recientes.

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Aunque la mayoría de los viajeros consideraban que un viaje a la feria anual de su ciudad era una expedición importante, los isabelinos más ricos iniciaron la tradición del Grand Tour, que se hizo tan popular en siglos posteriores. La idea del Tour era que la gente (especialmente los jóvenes) pasara algunos meses viajando por Europa continental, visitando las ruinas de la antigüedad y los lugares más destacados del Renacimiento contemporáneo para mejorar su educación general y ampliar su visión de la vida. Italia, Francia y España eran los destinos más populares. A menudo, los participantes no se limitaban a hacer turismo, sino que aprendían un idioma o dos y pasaban tiempo con destacados profesores de arte, derecho, astrología o incluso jardinería. El Grand Tour se consideraba un entrenamiento ideal para los interesados en una carrera política y diplomática. También es indudable que muchos jóvenes huían de Inglaterra a causa de las deudas, para escapar de los problemas con las autoridades, o simplemente para satisfacer su sed de aventura y encontrar una nueva vida en la que cada día era una fiesta.

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Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2020, agosto 03). Días festivos en la época isabelina [Holidays in the Elizabethan Era]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1581/dias-festivos-en-la-epoca-isabelina/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Días festivos en la época isabelina." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación agosto 03, 2020. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1581/dias-festivos-en-la-epoca-isabelina/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Días festivos en la época isabelina." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 03 ago 2020. Web. 20 dic 2024.

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