En la religión de los antiguos celtas, los cuales vivieron en Europa durante la Edad de Hierro entre el 700 AEC, hasta el 400 EC, ciertos lugares tales como manantiales, fuentes de ríos y bosques fueron considerados sagrados. Estos lugares, así como también algunas urbes, tenían frecuentemente templos, altares y santuarios. Aquí, los druidas (sacerdotes) hacían rituales y oraciones, presentado ofrendas basadas en bienes valiosos, sacrificios de animales e incluso sacrificios humanos, para de esta forma ganar la gracia de los dioses y garantizar el bienestar de la comunidad. Estas prácticas religiosas así como los lugares sagrados inicialmente lograron sobrevivir a la expansión del Impero Romano, pero a partir del primer siglo de la era cristiana fueron sometidos a prohibición y ataque. Con la expansión del Cristianismo la religión celta prácticamente desapareció de la Europa Continental.
La Religión de los Celtas
Los celtas antiguos fueron las gentes que habitaron en la Europa Central y Occidental entre el primer milenio AEC hasta algunos siglos dentro del primer milenio EC. Así como tenían sus propias costumbres, hablaban un idioma propio, el celta. Muy poco se sabe de ellos a partir de fuentes escritas propias, por lo que el estudio de su cultura se ha logrado gracias a la arqueología, el hallazgo de objetos en excavaciones y los textos de escritores grecorromanos de la época. Se sabe que los celtas no se sentían identificados o pertenecientes a una cultura europea específica pero las creencias religiosas fueron un elemento aglutinante aun si estas creencias tenían diferencias de una región a otra.
Los líderes religiosos dentro de la comunidad celta se llamaban druidas los cuales eran personas de gran sabiduría y conocimientos de las tradiciones. Estos se encargaban de dirigir los rituales, interpretar los eventos naturales, adivinar el futuro y hacer brebajes medicinales. Ellos también eran el repositorio de la historia de la comunidad y en ocasiones podían recurrir a conjuros para asegurar que las personas se ajustaran a las reglas de la sociedad, teniendo inclusive la autoridad de excluir a individuos de los rituales religiosos, lo cual equivalía a convertirlo en una persona “manchada” y forastera dentro de la misma comunidad.
Lugares sagrados en la naturaleza
Los celtas creían que ciertos lugares y elementos en la naturaleza como las colinas, cimas de montañas, arboles, manantiales, ríos, lagos y pantanos tenían conexión con el mundo espiritual. Especialmente sagradas eran las confluencias de los ríos y las desembocaduras de estos en el mar. Estos lugares se consideraban sitios de encuentro entre el mundo físico y el sobrenatural, siendo el agua un canal hacia el otro mundo. El lugar donde los ríos más grandes nacen era especialmente atractivo y prueba de ello son los santuarios en los ríos Marne y Sena en Francia. Tan solo en el santuario del Sena se encontraron cerca de 200 esculturas de madera. Por su lado el rio Támesis en Inglaterra es también prueba de ello gracias al descubrimiento de un número significativo de artefactos preciosos indicando que fue un destino importante para los rituales y ofrendas de los celtas británicos.
Algunos árboles eran considerados sagrados y por tal motivo eran escogidos para celebrar reuniones de la comunidad al abrigo de su sombra. Por otro lado encontramos los nemetones, lugares sagrados que podían estar conformados por pequeños bosques y que también eran escogidos para la práctica de ciertos rituales. En lugares como estos se han encontrado ofrendas en forma de losas o placas que datan de la época Galo-Romana. Las inscripciones que estas placas contienen revelan que fueron dedicadas a dioses relacionados con tipos particulares de arboles como la haya y el roble y varios otros que aun no han sido identificados. En el caso del roble, parece que este fue particularmente importante si consideramos los escritos antiguos donde se menciona casi de forma exclusiva cuando se habla de los celtas. En Irlanda los arboles de fresno y tejo fueron especialmente importantes para la religión y la mitología. En las postrimerías de la antigüedad y bajo la influencia de las culturas mediterráneas, el termino memeton se generalizó para identificar cualquier lugar sagrado con un templo o santuario con arboles cerca. Las prácticas religiosas llevadas a cabo en lugares naturales considerados sagrados, por una razón u otra no han dejado evidencias arqueologías a excepción de las ofrendas rituales.
Templos y Santuarios
Parece razonable suponer que los antiguos celtas usaran impresionantes estructuras megalíticas para sus ceremonias religiosas, al menos en los inicios. Lugares como Stonehenge al sur de Inglaterra y Carnac al noroeste de Francia son ejemplos de estructuras y alineaciones útiles para los fines religiosos y que a pesar de ser anteriores a los celtas, seguramente añadieron cierto toque místico a los rituales. La relación que se estableció entre los druidas y estos lugares sagrados del neolítico fue tan fuerte que se les ha llegado a considerar sus arquitectos.
Los lugares sagrados se creaban en los poblados o cerca de ellos. Un tipo conocido como Viereckschanzen (muralla de cuatro esquinas) se encontró en grandes cantidades al sur de Alemania, aunque también se les encuentra entre Francia y Bohemia. Los Viereckschanzen eran áreas de terreno de forma cuadrada o rectangular contenidas dentro de un perímetro conformado por un muro de piedra, una zanja exterior y una puerta generalmente ubicada en el muro orientado hacia el Este. En el interior frecuentemente había postes de madera posiblemente para el soporte de techos y/o para tallar símbolos o imágenes en ellos. Algunos de estos precintos rituales, a excepción de los más comunes en Alemania, tenían hoyos a manera de un pozo dentro de la cual se colocaban las ofrendas. Los restos de vasijas encontrados en estos hoyos datan de entre el siglo II y I AEC.
Los celtas hacían representaciones de figuras humanas por medio de estatuas de madera de tamaño real, las cuales se colocaban en los lugares sagrados tanto naturales como construidos. Las estatuas talladas en madera era frecuentemente no tenían un rostro particular y realista y eran vestidas con una capa y una capucha. Las estatuas pudieron muy bien ser adornadas con torcs (un anillo de cuello rígido grande de metal hecho ya sea como una sola pieza o de hebras entrelazadas) que al ser tan grandes y pesados difícilmente pudieron haber ser usados por una persona. Otro tipo de esculturas colocadas en los lugares sagrados eran pilares de piedra tallados, a veces de cuatro lados, a veces hemisféricos y en todos los casos decorados con cabezas y/o diseños elaborados de vegetales.
Los templos de piedra aparecieron entre los celtas a partir del siglo IV AEC Estos tenían puertas monumentales decoradas con relieves y pinturas, los techos se hacían de paja o ramas entrelazadas cubiertas por arcilla y cal. En la decoración del templo, las mascaras fueron muy comunes dado que para los celtas la cabeza era considerada el hogar del alma. En Galia (nombre dado por los romanos a los territorios donde habitaban los celtas) los templos tenían en ocasiones columnas de piedra con nichos en los que se colocaba cabezas humanas reales o cráneos. Un templo ubicado en el lugar fortificado o oppidum (palabra latina para identificar a fuertes ubicados en lo alto de una colina) de Sallurii al norte de Italia es descrito por el escritor romano Strabo (64 AEC- 24 EC) resaltando de este la presencia de camino largo bordeado de esculturas de guerreros celtas que llevaba al santuario en una colina de poca altura donde una cámara estaba llena de cabezas, ganándose el nombre del “Salón de las Cabezas”. Este templo fue destruido por los romanos en el 124 AEC.
Una vez que los celtas entraron en contacto con los griegos, etruscos y romanos, la construcción de templos se hizo más sofisticada para albergar a las representaciones de los dioses a los que se adoraría en ellos. Para la construcción de estos templos se siguieron las normas de la arquitectura clásica; un pórtico con columnas con una sola cella adentro, estando todo el templo rodeado por una pared de poca altura. Los templos se construyeron en pares y a veces en grupos de tres. Existe evidencia de que por la misma época templos pequeños de pierda o santuarios fueron levantados en lugares fortificados (oppidum).
En los que respecta a los lugares sagrados en la naturaleza, Chamalières es un buen ejemplo. Ubicado en el centro de Francia y convertido en un lugar Galo-Romano, es el origen de dos manantiales naturales, un lugar típico para la selección del lugar como sagrado. Miles de figuras humanas de madera han sido encontradas en las excavaciones realizadas en el lugar y al parecer su uso continuó hasta los últimos tiempos según se evidencia en un grabado en una tablilla de plomo que data del siglo I EC.
En el caso de los druidas ellos tenían sus propios lugares sagrados donde se reunían en eventos anuales. Julio Cesar (100 – 44 AEC) menciona en sus Guerras Gálicas un lugar como este en la región de la tribu Carnutes en Francia central (alrededor de la moderna Orleans), y se sabe también que Mona (Anglesey, Wales) era considerada una isla sagrada antes de la primera mitad del siglo I EC. En la década de los 40 del siglo XX el lago en Anglesey, Llyn Cerrig Bach, fue explorado en ocasión de la construcción de un aeropuerto militar en el lugar. El lago y el pantano vecino mostraron muchos de sus artefactos celtas, presumiblemente arrojados allí como ofrendas por muchos años entre el siglo II AEC y el siglo I EC. Allí se encontraron espadas, escudos, puntas de lanza, calderos, piezas de metal decorativas para carruajes, cadenas de esclavos que incluyen collares, y un gran número de huesos de animales.
Rituales, Ofrendas y Sacrificios
Los rituales se llevaban a cabo en momentos de dificultades para la comunidad y también siguiendo algún calendario particular basado en la astronomía y en particular en las fases de la Luna. Rezos y encantamientos eran ofrecidos a los dioses. Las ofrendas eran hechas para propiciar que los dioses trajeran algún resultado favorable para algún evento futuro o prevenir desastres a la comunidad como la guerra, sequias, inundaciones y hambrunas. Las ofrendas podían ser muy variadas en su tipo; alimentos, joyas, armas decoradas y armaduras (particularmente las tomadas de algún enemigo), recipientes de cerámica finamente elaborados y en el caso de enfermedades, una pequeños figura representando al enfermo o la parte afectada del cuerpo.
Con frecuencia los objetos preciosos eran doblados o rotos antes de ser ofrecidos a los dioses. Muchos entierros de poca profundidad conteniendo este tipo de objetos han sido descubiertos, casi siempre accidentalmente. Típicamente varios objetos eran agrupados ya fuese completos o rotos, tales como collares, torcs y monedas de oro, bronce o hierro. Estos entierros se realizaban por años en un mismo lugar, como se ha descubierto con el tiempo, sugiriendo que dicho lugar estaba asociado a un sitio sagrado. Un ejemplo es Hallaton en Inglaterra. Los arqueólogos han descubierto más de 5.000 monedas enterradas en 16 sitios diferentes. En las cercanías se han encontrado también restos de animales sacrificados que al correlacionarse con los entierros de monedas se concluye que dichos entierros tenían un significado religioso.
Los sacrificios eran también una práctica común, mayoritariamente de animales pero ocasionalmente también de humanos. Los animales eran normalmente quemados o enterrados intactos en un lugar, especialmente bueyes, toros, perros y caballos o una pata del caballo. También hay evidencia de la celebración de fiestas en las que parte del animal sacrificado servía de alimento antes de que los restos fueran ofrecidos a los dioses. De acuerdo con Julio Cesar, los celtas de las Galias practicaban el Totenfolge, esto era, ejecutar invitados, esclavos y quizás hasta personas pertenecientes a la familia de figura importantes que hubiesen fallecido, en este caso probablemente bajo la forma de suicidio voluntario, para luego enterrarlos con el difunto. Julio César señala que la práctica se había extinguido hacia el siglo I AEC.
A pesar que hay suficiente evidencia arqueológica sobre los sacrificios humanos esta no es definitiva. Las víctimas de estos sacrificios al parecer solían ser, la mayoría de las veces, enemigos capturados luego de una batalla. Una posible víctima de sacrifico, aunque no todos los académicos concuerdan, es el Hombre de Lindow, un cuerpo encontrado en Lindow Moss, un pantano cerca de Cheshire en Inglaterra. Se cree que este hombre no vivió más allá del siglo II EC que contaba con buena salud y que murió en lo que parece ser alguna práctica común de matanza ritual: golpe en la cabeza, estrangulamiento y la garganta cortada. El cuerpo fue colocado en agua por algún tiempo y luego sepultado. Se sabe que los celtas también practicaron distintos tipos de sacrificios rituales según la deidad. Cuando se trataba del dios Teutates el ritual era ahogar a la víctima, en el caso del dios Esus la víctima era ahorcada de un árbol y sus extremidades arrancadas del torso, en el caso del dios Taranis la víctima era colocada en el hueco de un árbol para ser quemada viva. Otros métodos de sacrificio humano incluyeron: empalamiento, muerte por flechas o siguiendo una forma más elaborada (al menos según Strabo), construyendo una figura humana gigante de paja y madera para colocar dentro alguna variedad de ganado, animales salvajes y seres humanos para luego prenderle fuego. Sin importar el método es muy probable que los sacrificios humanos se llevasen a cabo solo en momentos de gran amenaza para la comunidad como en caso de una guerra o hambrunas.
Otra ceremonia que podría llevarse a cabo en un lugar sagrado, aunque no exclusivamente, era la adivinación del futuro. La práctica profética estaba basada en la interpretación de ciertas señales como el vuelo particular de los pájaros o algún fenómeno natural poco común. La capacidad para ver el futuro era aumentada por, por ejemplo, comer algún alimento particular como el fruto del árbol de roble. Otro método de adivinación era el examen minucioso de las entrañas de animales. Las actividades proféticas pudieron muy bien haber sido realizadas por adivinos, personas distintas a los druidas.
Ocaso
Algo que los celtas no podrían haber previsto era la erradicación total de su religión. A partir del siglo I AEC y la conquista de Galia, el Imperio Romano, siempre en expansión, en primera instancia adoptó una postura menos agresiva hacia la religión celta, conformándose con robar los templos y sus tesoros. Hubo también adopciones culturales como es el caso de la expansión de templos romanos para Sequana (diosa romana para el rio Sena). Sin embargo para el siglo I EC los romanos tomaron acciones más contundentes orientadas a perseguir y eliminar a los líderes religiosos aun cuando los celtas ya hubiesen comenzado a integrar en su panteón alguno de los dioses grecorromanos. El druismo fue prohibido y santuarios importantes como el Anglesey fueron destruidos por el ejército romano. A pesar de esta persecución, la religión celta sobrevivió en lugares remotos o no conquistados por los romanos como fueron el caso de Escocia e Irlanda, pero con la expansión del Cristianismo las prácticas celtas consideradas paganas fueron satanizadas al punto que desaparecerían por completo, al menos de la vista pública.