La colonización portuguesa de las islas de Cabo Verde comenzó en 1462. Inicialmente concebidas como base para dar a los navegantes acceso directo al comercio de África Occidental, las islas del Atlántico Central pronto se convirtieron en un importante centro del comercio transatlántico de esclavos. Los esclavos se utilizaban en las plantaciones de azúcar de las islas y se vendían a los barcos que navegaban hacia América.
A diferencia de las demás islas atlánticas bajo control portugués, el grupo de Cabo Verde estaba sometido a vientos áridos y lluvias irregulares, lo que hacía que la vida allí fuera precaria. Gracias a las concesiones comerciales para la costa africana, los caboverdianos consiguieron hacer sostenible su agricultura, y sus tejidos de algodón, en particular, eran muy demandados en el continente. Cabo Verde era importante estratégicamente como base de reabastecimiento para los barcos que navegaban hacia y desde los territorios portugueses de las Indias Orientales y Brasil. Las islas enviaron esclavos africanos a través del Atlántico y los utilizaron hasta tal punto en el archipiélago caboverdiano que, hacia el siglo XVII, la población se había mezclado racialmente y tenía pocos lazos culturales con Europa. Las islas se independizaron de Portugal en 1975.
Geografía y clima
Situado a unos 500 kilómetros de la costa de África Occidental (Mauritania y Senegal), el archipiélago de Cabo Verde recibe su nombre del cabo más occidental del continente africano. En la actualidad hay nueve islas habitadas; la capital es Praia, en Santiago. El puerto más importante es Mindelo, en São Vicente. Las otras islas son Boavista, Brava, Fogo, Maio, Santo Antão, São Nicolau y Sal. Santa Luzia es una isla deshabitada, y hay varios islotes.
La topografía de las islas es variada: algunas son relativamente llanas y otras montañosas. Pico es un volcán activo en Fogo y el punto más alto del archipiélago, con 2.829 metros. Las islas se dividen en dos grupos: Barlovento y Sotavento, nombres que indican los fuertes vientos que pueden soplar desde el Atlántico.
Las islas no están dotadas de abundantes fuentes de agua y las precipitaciones son irregulares, aunque a menudo torrenciales cuando llegan. El suelo es poco profundo pero rico gracias al origen volcánico de las islas. El clima suele ser moderado, pero los vientos áridos impedían el cultivo del trigo, la vid y el olivo como en otros territorios portugueses. Había pocas fuentes de carne en la isla; el único mamífero autóctono eran los murciélagos. Una fuente de carne eran las tortugas marinas que anidan en algunos islotes.
Descubrimiento
Es probable que Cabo Verde fuera conocido por antiguos navegantes, como los fenicios, y por marinos islámicos y africanos. Sin embargo, no fue hasta el siglo XV cuando alguien se interesó seriamente por poblar las islas. Dos marinos genoveses, que navegaban bajo pabellón de Portugal, descubrieron el archipiélago en 1460. Se llamaban Antonio y Bartolomeo da Noli.
La Corona portuguesa deseaba acceder directamente al oro de África Occidental y las islas de Cabo Verde constituían un medio práctico para navegar por la costa y evitar a los estados islámicos del norte de África, que pretendían monopolizar el comercio africano. El primer gran obstáculo era geográfico: ¿cómo rodear Cabo Bojador y volver a Europa contra los vientos del norte? Las respuestas eran un mejor diseño de los barcos (carabelas con velas latinas) y un rumbo audaz que se alejara de la costa africana y utilizara los vientos, las corrientes y las zonas de alta presión para volver a casa.
El príncipe Enrique el Navegante (Infante Dom Henrique, 1394-1460) había patrocinado expediciones de descubrimiento que condujeron a la colonización portuguesa de Madeira (1420) y las Azores (1439). Estas islas sirvieron de trampolín a los navegantes que emprendían expediciones hacia el sur. En 1462, Cabo Verde pasó a engrosar el patrimonio marítimo y agrícola de Portugal.
En 1462, los colonos portugueses llegaron a Santiago y fundaron Ribeira Grande, que sería la capital durante los siguientes 250 años. Inicialmente, las islas fueron concedidas al príncipe Fernando, sobrino y heredero del príncipe Enrique, pero en 1495 volvieron al control total del monarca, el entonces rey Manuel I de Portugal (que reinó de 1495 a 1521).
Aunque por el momento Portugal monopolizaba el África occidental, se produjeron algunas disputas con España por las islas atlánticas, en particular por la posesión de las islas Canarias y Cabo Verde. El Tratado de Alcazobas de 1479-80 establecío que las Canarias serían dominio de España, mientras que Portugal controlaría Cabo Verde, Azores y Madeiras. Además, el tratado contenía algunas cláusulas imprecisas que causarían problemas más adelante, como el derecho de Portugal a futuros descubrimientos en África y el de España a las islas situadas más allá de las Canarias, intereses que con el tiempo se identificaron como el Caribe e incluso América.
Colonización
Al igual que en la colonización portuguesa de las Azores y Madeira, la Corona repartió las islas y otorgó «capitanías» (donatarias) como parte del sistema feudal para animar a los nobles a financiar su desarrollo. El primer capitán de Santiago fue Antonio da Noli. A cada «capitán» o donatario se le asignaba la responsabilidad de colonizar y desarrollar su zona a cambio de privilegios económicos y judiciales. En consecuencia, los «capitanes», a su vez, distribuían partes de sus propiedades entre sus seguidores para su desarrollo, parcelas de tierra conocidas como semarias. Los hombres que recibían estas tierras tenían la responsabilidad de limpiarlas y empezar a cultivarlas en un plazo determinado. En muchos casos, las capitanías se convirtieron en cargos hereditarios. El modelo de las donatarias se aplicaría en el futuro a otros territorios coloniales portugueses, sobre todo en Brasil.
Los colonos eran una mezcla de portugueses en su mayoría (sobre todo de las Azores y la región portuguesa del Algarve), algunos emigrantes judíos en busca de libertad religiosa, indeseables de Portugal como los deportados, y algunos italianos y franceses. Más tarde llegaron también colonos ingleses y africanos.
Al igual que en la colonización portuguesa de Madeira y las Azores, se plantó caña de azúcar con grandes esperanzas. Sin embargo, la aridez de las islas limitó los rendimientos. Las sequías y el hambre eran frecuentes debido a la gran irregularidad de las lluvias. Los colonos introdujeron animales como cabras y ganado vacuno, y se talaron bosques para dejar paso a la agricultura, en detrimento del suelo a largo plazo. Además del azúcar, los productos de las islas de Cabo Verde incluían un tinte rojo procedente de la orceína de liquen, depósitos de sal (en Maio, Sal y Boavista), cereales y raíces de origen africano, maíz introducido desde América, mandioca y batatas. En el siglo XV se criaban caballos en Santiago, que luego se enviaban a la costa africana. Los tejidos de algodón producidos en las islas tenían una gran demanda en la costa continental y se diseñaban específicamente para ese mercado utilizando patrones tradicionales africanos. También existía un diseño específico caboverdiano (seis rayas blancas, negras y azules) y los paños de tela con este diseño se utilizaban incluso como moneda en las islas.
En 1466, la Corona portuguesa concedió a los caboverdianos el derecho a comerciar con las comunidades costeras africanas y les otorgó exenciones fiscales. Había algunas condiciones, como que solo podían comerciar los residentes que llevaran cuatro años en las islas y que solo podían hacerlo con mercancías procedentes de las islas de Cabo Verde. Estos favores se concedieron probablemente porque la agricultura de las islas no era fiable. Dicho acuerdo significó que se establecieran asentamientos comerciales portugueses en el continente, lo que les permitió aprovechar el bien organizado comercio africano que llevaba mercancías desde el interior a lo largo de los principales ríos (por ejemplo, Gambia y Senegal) hasta la costa. Las mercancías adquiridas incluían oro, esclavos, marfil, pimienta, cera de abejas, goma y tintes. En esta etapa, los portugueses no intentaron la conquista, ya que carecían de mano de obra y, en cualquier caso, era innecesaria porque las redes comerciales existentes estaban muy bien establecidas y organizadas. A veces se construyeron fortificaciones para proteger los centros de comercio, pero siempre con el permiso de los jefes locales. Las buenas relaciones comerciales entre las islas y la costa aportaron otras ventajas, como la posibilidad de arrendar tierras para el cultivo cuando había malas cosechas en las islas y de que los caboverdianos ofrecieran refugio a los exiliados durante las guerras tribales en el continente.
Las islas siguieron teniendo un valor estratégico para los navegantes. El histórico viaje de Vasco da Gama alrededor del Cabo de Buena Esperanza hacia la India en 1497-8 hizo escala en las islas. La épica expedición de Fernando de Magallanes también hizo escala en Cabo Verde para reabastecerse durante la primera circunnavegación del globo en 1519-22.
Esclavitud
Las islas adquirieron mayor importancia cuando se inició el comercio de esclavos hacia América. Cabo Verde gozaba de una ubicación ideal para transportar esclavos desde el continente africano y subirlos a los barcos negreros que cruzaban el Atlántico para utilizarlos como mano de obra en las plantaciones del Caribe, Norteamérica y Brasil. A la vuelta, estos barcos traían mercancías que se comercializaban a través de Cabo Verde y se enviaban a África y Europa.
Los esclavos también trabajaban en las plantaciones de azúcar y algodón de las islas de Cabo Verde y en la industria que producía el tinte índigo. Los tres productos se exportaban, junto con los tejidos fabricados en las islas, al continente africano y se intercambiaban por esclavos, que luego se enviaban a América. Los esclavos recibían una serie de lecciones básicas de portugués y cristianismo, que los hacían más valiosos si alguna vez llegaban a América. Estas lecciones también tranquilizaban la conciencia de los comerciantes, que de algún modo beneficiaban a los esclavos y les daban la oportunidad de lo que ellos consideraban la salvación eterna. Unos 3000 esclavos al año emprendían el terrible y a menudo mortal viaje a través del Atlántico. También partieron muchos caboverdianos libres, atraídos por las posibilidades de la nueva presencia portuguesa en Brasil.
El mercader y esclavista florentino Francesco Carletti visitó Cabo Verde en 1594. Ofrece la siguiente vívida descripción del comercio de esclavos en Santiago:
...compramos setenta y cinco esclavos, dos tercios de hombres y un tercio de mujeres, jóvenes y viejos, grandes y pequeños. Estaban todos mezclados, según la costumbre del país, en un rebaño, tal como en nuestro país compraríamos ovejas, tras haber tomado primero todas las precauciones necesarias para asegurarnos de que gozaban de buena salud, tenían buena constitución y no presentaban defectos corporales. A continuación, cada propietario los marca, o para decirlo con más propiedad, les pone su propia marca. Esta es de plata y se calienta en la llama de una vela de sebo con la que se unta la quemadura. La marca se hace en el pecho, en el brazo o en la espalda para que sean reconocidos.
...Los esclavos fueron puestos en el barco que habíamos alquilado, los hombres bajo cubierta apretados unos contra otros de tal manera que tenían grandes dificultades para girarse de un lado a otro cuando querían. Las mujeres se alojaban a su manera en cubierta, dondequiera que encontraran sitio en el barco.
(Newitt, 156-8)
Como Cabo Verde estaba mucho más lejos de Portugal que las demás colonias atlánticas (unas dos semanas de navegación), las islas atraían a muy pocos colonos europeos, sobre todo mujeres. Como consecuencia, los europeos y africanos se mezclaron en las islas, creando una cultura afroportuguesa que tenía una fuerte influencia religiosa y artística africana. A menudo, estos caboverdianos mestizos libres se instalaban en los puestos comerciales de la costa africana.
Otra influencia cultural procedía de los barcos portugueses que navegaban desde Oriente y hacían escala en las islas de regreso a Europa. Cabo Verde era un crisol de culturas, punto de unión entre los dominios portugueses en África, América y la India. Además, el número de esclavos residentes fue aumentando hasta superar ampliamente al de colonos libres. En 1582, las poblaciones de Fogo y Santiago, que seguían siendo las dos islas principales, estaban compuestas por 1600 blancos y mulatos, 400 negros libres y 13 700 esclavos.
La riqueza que atravesaba las islas y su valor estratégico atrajeron inevitablemente la atención no deseada de otras potencias europeas, sobre todo Inglaterra y España, pero también de piratas de diversas nacionalidades. Los piratas atacaron el archipiélago en 1541, y los ingleses llegaron en 1585 y 1592. La primera incursión inglesa fue dirigida por Francis Drake (hacia 1540-1596) y tuvo como resultado el saqueo de varios asentamientos en Santiago. Estas últimas incursiones se habían desarrollado desde que Felipe II de España (que reinó de 1556 a 1598) se había apoderado de Portugal en 1580, por lo que las islas de Cabo Verde eran consideradas un objetivo legítimo por los enemigos de España. En 1598, una flota holandesa atacó las islas a medida que la competencia internacional en torno a África Occidental se hacía cada vez más intensa. Las rutas comerciales también se trasladaron al paso directo entre Europa y África Occidental, por lo que las islas entraron en decadencia. Una serie de sequías a lo largo del siglo XVI empobreció aún más las islas. En 1712, el pirata francés Jacques Cassard atacó las islas con la consecuencia de que Praia se terminó convirtiendo en la capital en un proceso gradual que no se completó hasta 1770.
Historia posterior
A medida que la fortuna de las islas declinaba, muchos caboverdianos emigraron a las islas portuguesas de Santo Tomé y Príncipe o a Norteamérica, donde la industria ballenera ofrecía empleo. Esto ocurrió especialmente con el fin del comercio de esclavos en 1876. Las islas siempre habían sido estratégicamente importantes y ahora se habían vuelto una base de reabastecimiento para los barcos de vapor que se dirigían a través del Atlántico y por la costa de África, incluso si la apertura del Canal de Suez en 1869 significaba que los barcos que se dirigían al este ya no tenían que rodear el Cabo de Buena Esperanza. En Mindelo, en São Vicente, se creó una importante estación de aprovisionamiento para los barcos en tránsito.
Los diversos grupos nacionales de las islas se casaron entre sí desde el comienzo de la historia de la isla, por lo que la mayoría de los isleños actuales son de ascendencia mixta europea y africana, conocidos como mestizos o criollos, que es también el nombre de la lengua hablada (el portugués sigue dominando en contextos más formales). El catolicismo romano sigue siendo la religión dominante, y la Península Ibérica sigue dominando las importaciones y exportaciones. Cabo Verde se independizó de Portugal en 1975 en un traspaso menos tumultuoso que en las colonias portuguesas del continente africano. Las islas se convirtieron entonces en la República de Cabo Verde. Cidade Velha (antigua Ribeira Grande), en Santiago, está inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO por su rica arquitectura colonial.