Las mujeres escitas ocuparon puestos de liderazgo y una alta posición social en su tiempo, en una situación tal vez sin paralelo hasta épocas recientes. Aunque muchas mujeres han llegado a desempeñar papeles importantes en la historia, su ascenso no refleja una oportunidad dada por el sistema. Históricamente las mujeres han tenido una vida segregada y dedicada al trabajo, pero las evidencias históricas y arqueológicas muestran que para las mujeres escitas la situación era diferente.
Orígenes y territorio de los escitas
Aunque se debate bastante acerca del origen de los escitas, “Según dice Heródoto, con el que la mayoría de los eruditos modernos concuerdan: ellos se trasladaron desde Asia a Europa [en el Oeste] a lo largo del gran corredor de la estepa” (Alexeyev, 23). Sin embargo, el historiador griego del siglo I a.C. Diodoro Sículo afirma que los primeros escitas se movieron desde el río Araxes en Armenia hacia la zona al norte del Mar Negro. Una visión tradicional moderna establece que eran "descendientes de la cultura Srubnaya que, entre mediados del segundo milenio a.C. y finales del siglo VII a.C., se trasladaron [hacia el sur] en varias oleadas desde las estepas del Volga-Ural hacia el sector norte del Mar Negro" (Melyukova, 99).
El papel de las mujeres escitas como guerreras no era solo el de apoyo; de hecho, llegaban a convertirse también en gobernantes.
Heródoto, que escribió en el siglo V a.C. también dice que los sármatas, separándose de los escitas del mar Negro, se movieron hacia el este. Descubrimientos arqueológicos recientes en Tuva, en las montañas Altai, y que datan los establecimientos escitas en el siglo IX a.C., sugieren un origen oriental temprano. Sin embargo, mientras los historiadores chinos del siglo I d.C. hablan de su cabello rojo y ojos azules, los rasgos caucásicos de los escitas y su idioma indoeuropeo respaldan un origen anterior a la Edad del Bronce en el oeste, probablemente a partir de los celtas.
Mencionado a menudo en fuentes antiguas, el predominio escita se extendió entre los siglos VII y III a.C., en áreas alrededor de los mares Negro y Caspio. Con una superficie de 4.000 km de longitud, su territorio se extendía desde Tracia en el oeste, a través de la estepa de Asia Central, hasta las montañas Altai en el este. Las llanuras abiertas, el desierto y las extensiones de estepa boscosa que cubrían ese territorio eran más propicias para el pastoreo de animales y los viajes a caballo que para un estilo de vida sedentario que implicaba la producción agrícola. En consecuencia, los escitas, que vivían en carros cubiertos, llevaban una vida guerrera nómada. Curiosamente, un grupo de mujeres en esta sociedad viviría de manera similar, y su papel como guerreras no era solo de apoyo; de hecho, también se convirtieron en gobernantes.
Cuando las mujeres guerreras, conocidas hoy en día como Amazonas, entraron por vez primera en los registros históricos, según Heródoto (c. 484-425/413 a.C.) llegaron al territorio escita como invasoras de algún tipo. Al mezclarse el mito con la leyenda, se pensaba que las amazonas eran hijas de Ares, el dios de la guerra, y se las describió luchando contra los héroes de la mitología griega, tales como Hércules, Teseo, y Belerofonte (aunque en el lado perdedor).
Aunque los relatos de las amazonas han encontrado su lugar en el mundo moderno (con la Mujer Maravilla, por ejemplo), se ha debatido por largo tiempo la realidad detrás del mito. Parece que las amazonas tuvieron un lugar importante en la vida política y militar de su pueblo. Consiguieron -como grupo- un estatus social equivalente al de sus hombres. Heródoto cuenta la historia de una raza de mujeres guerreras que llegaron a las costas de Escitia. Según dice, después de ser derrotadas por los griegos, las amazonas prisioneras fueron ubicadas en tres barcos, pero una vez en el mar las amazonas mataron a sus guardianes. Al no saber de navegación, derivaron por el mar de Azov a merced de las olas y el viento hasta llegar a las costas de Escitia, donde saquearon y robaron caballos, lo que provocó la guerra con Escitia.
Heródoto no da indicios de quién ganó en el conflicto, pero los escitas debieron de quedar muy impresionados con su valor y sus habilidades en el combate como para decidir incorporarlas a su sociedad y a su linaje. Su estrategia era enviar un número proporcional de jóvenes con instrucciones de acercarse a las amazonas, no luchar, huir cuando los persiguieran y regresar a su campamento cercano. Los dos bandos, aunque hablaban idiomas diferentes finalmente se mezclaron. Sin embargo, cuando los jóvenes sugirieron más tarde que todos se establecieran y regresaran a casa, las amazonas se negaron y propusieron en cambio un viaje al este para formar su propia tribu. Heródoto afirma que los sármatas fueron el resultado de esta unión y que hablaban una lengua escita híbrida. Además, estas mujeres guerreras mantuvieron su independencia siguiendo sus costumbres ancestrales, a menudo cazando solas y luchando junto a sus hombres. También prohibían a sus hijas casarse hasta que hubieran matado a un hombre en combate. (Historias, 4.110-117)
Mujeres gobernantes escitas
Ya sea que el relato de Heródoto sea total o parcialmente cierto, el historiador Apiano del siglo II d.C. valida el estatus de soberanas/guerreras de las mujeres escitas. Al describir el triunfo romano de Pompeyo (106-48 a.C.) al derrotar a Mitrídates VI del Ponto (120-63 a.C.), incluye entre la procesión de reyes y generales capturados a "gobernantes femeninas de Escitia" (Guerras Mitridáticas, 17.116-17). El hecho de que Apiano mencione gobernantes femeninas, plurales y contemporáneas, indica un estatus de gobierno amplio, compartido, común y de colaboración. Además, la referencia de Heródoto a Tomiris, la reina guerrera escita que derrotó a Ciro el Grande (550-530 a.C.) en una batalla siglos antes, sugiere nuevamente una tradición de soberanía femenina (1.205-14). Además, acerca de una tribu estrechamente relacionada "que vive en el cruce de la Ruta de la Seda entre las regiones de Altai y el noroeste de China" (Mayor, 138), Heródoto también informa que "entre los isedones civilizados y justos, las mujeres comparten el poder por igual con sus hombres" (4.26 .2).
La evidencia arqueológica también indica la existencia de un alto estatus guerrero, si no soberano, de las mujeres escitas. En 1993, las excavaciones realizadas en el extremo oriental de la confederación escita, en Ak-Alakha en la meseta de Ukok, en las montañas Altai, mostraron el lugar de enterramiento de una rica mujer escita. Ella era la figura central del sitio, enterrada con objetos que demostraban su estatus, rodeada por seis caballos ensillados, lo que hace probable que fuera una figura importante de su pueblo. Finalmente, según Barry Cunliffe, en territorio sármata "una quinta parte de los entierros de guerreros excavados que datan de los siglos V al IV son femeninos, mientras que en territorio escita se conocen más de cuarenta entierros de guerreras" (187).
Ahora, si bien tenemos la emocionante historia de las legendarias y autosuficientes mujeres guerreras de Escitia, ¿qué pasaba con la mujer de clase trabajadora común y corriente que no era guerrera? ¿Recibían ellas, como grupo, también el respeto correspondiente dentro de su unidad familiar y comunidad? La estructura de la sociedad escita ciertamente hace que esto sea una posibilidad.
La estructura social nómada de Escitia
El gobierno de Escitia en su nivel superior tenía principalmente una estructura de poder compartido. Si bien Heródoto se refiere a los "reyes" escitas y cita algunos por su nombre, el gobierno escita era más bien una confederación de tribus y jefes, una forma común de organización social en Asia Central. La estructura tribal de Escitia queda en evidencia en el relato de Heródoto sobre la invasión de Escitia bajo Darío I del Imperio persa aqueménida (que reinó de 522-486 a.C.). El relato de Heródoto revela que si bien un jefe superior representaba a la nación escita en los mensajes entre notables, otros subjefes también expresaban su opinión y tenían una importante influencia en la toma de acciones.
En igual y numerosa exhibición, las mujeres escitas compartían con sus hombres los gustos sofisticados en el arte y la moda.
En cuanto a su estructura social, además del tipo nómada, Heródoto menciona otras dos clases sedentarias de escitas: la "real" y la "agrícola". Sin embargo, como atestiguan las fuentes antiguas y como indica su organización militar, los escitas eran principalmente nómadas. Más de una fuente menciona sus casas sobre ruedas, tiradas por bueyes. En comparación con los centros urbanos de las sociedades agrícolas socialmente más estratificadas, la naturaleza misma de su estilo de vida (el nomadismo en casas rodantes) puede haber engendrado para los escitas una mayor generación de objetivos comunes y una sociedad más abierta. Aunque había jefes, todos vivían de manera similar y se movían simultáneamente como una nación.
No había grandes palacios con muros altos que hicieran necesario un protocolo de separación social para la élite. Cuando se establecían, las actividades de celebración o ceremonial eran seguramente eventos compartidos por todos. Además, si bien la acumulación de riqueza excesiva por parte de unos pocos tendría un efecto socialmente discordante en una comunidad interdependiente de personas en movimiento, en lo que respecta a las actividades cotidianas de cría de animales, comercio, artesanía, caza y guerra, la contribución de todos sería visible y esencial. Para las mujeres no guerreras, cada carro hogar debió ser su propiedad para manejarlo a su manera.
Los carros escitas podían adornarse ricamente y de manera colorida, como lo hacían los propios escitas con sus personas. Aunque uno podría pensar que los nómadas en movimiento vivirían de manera sencilla, el descubrimiento arqueológico revela algo extraordinariamente diferente. En igual y numerosa exhibición, las mujeres escitas compartían con sus hombres los gustos sofisticados en el arte y la moda.
La igualdad en la moda y el arte escitas
Gran parte de lo que se ha aprendido sobre la cultura escita proviene de hallazgos recientes en túmulos funerarios (Kurgán) al norte del Mar Negro y en la región de Altai en Mongolia. Mientras que las fuentes escritas antiguas se centran en su carácter nómada y guerrero, los ajuares funerarios escitas ayudan a comprender mejor su notable sofisticación cultural y su vitalidad social. Además de su intrincada artesanía en oro brillante, muchos artefactos escitas cuentan la historia de una vida. Por eso, un peine no es sólo un peine, sino que está diseñado para mostrar escenas de la guerra escita en feroces combates, o un pectoral muestra escenas de la vida cotidiana: el ordeño de una oveja, dos hombres cosiendo una camisa, un ternero y potros siendo amamantados.
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Los artefactos del Mar Negro ofrecen imágenes expresivas de la moda, los intereses, las creencias, los hábitos y las escenas de la vida cotidiana de los escitas como pocos bienes funerarios lo hacen. Muchos, como el pectoral que se muestra arriba, tienen temas de presa/depredador. Otros temas comunes son los gatos recostados y los ciervos reclinados, retratados con una precisión sorprendente o estilizados de manera única.
A la par con su imaginativo gusto por el oro, "las tumbas congeladas de Altai ofrecen una visión incomparable de la notoria exuberancia de la vestimenta nómada: el amor por los colores brillantes y contrastantes y las intrincadas decoraciones formadas por costuras, bordados y la aplicación de recortes de cuero" (Cunliffe, 207). Estos productos eran apreciados tanto por hombres como por mujeres. Una característica de los entierros escitas es hay tanto mujeres principales como acompañantes. De los cinco entierros en Pazyryk, "cada tumba consistía en una cámara construida con troncos que contenía ataúdes de troncos, generalmente con un hombre y una mujer dentro" (Stepanova, 98). En este y otros sitios de Altai, junto con los restos humanos se encontraron coloridas alfombras y textiles con tejidos y adornos variados, en lo que se utilizaron tintes verdes, azules, amarillos, rojos y anaranjados. Entre otros hallazgos adicionales se incluyen una gran cantidad de artículos que reflejan igualdad en las expresiones de la moda. Además de objetos prácticos como peines y espejos, presumiblemente utilizados por ambos sexos, se encontraron numerosas placas de oro con animales representados en el estilo abstracto escita.
También se encontraron collares de piedras de colores y cuentas de vidrio y varios aretes de oro con colgantes granulados. En el sitio llamado Pazyryk-2, una mujer que tenía ambas orejas perforadas llevaba un par de aretes de oro con secciones en esmalte alveolado. Los hombres encontrados en el mismo complejo tenían perforado el lóbulo izquierdo. Además, como parte de la vestimenta escita, las medias de fieltro eran populares para ambos sexos. "Las medias de las mujeres estaban adornadas con aplicaciones de palmetas de loto unidas en una guirnalda; las medias de los hombres tenían figuras en forma de corazón" (Stepanova, 127). Los tocados que usaban podían estar muy decorados; uno que pertenecía a un jefe tenía en él un águila mítica de 34,5 cm de alto que sostenía la cabeza de un ciervo en su pico, pero el tocado de mujer, de 40 cm de alto que se encontró cerca habría llamado la atención de igual manera. Estos tocados que encontrados en los yacimientos escitas de las montañas de Altai (que se llevaban sobre la cabeza afeitada y con el moño de las mujeres recogido hasta arriba) solían estar rematados con siluetas de ciervos. Además, se decoraban con alfileres y horquillas con figuras de pájaros y ciervos bañados en oro. Un adorno tan exagerado obviamente habría llamado la atención sobre sus portadores.
Siendo tan importantes como el vestir a la moda, los tatuajes también tenían un gran atractivo para ambos sexos. Los conocedores de tatuajes de hoy apreciarían la inclinación escita por los tatuajes de imágenes abstractas de gatos acurrucados, ciervos, carneros, antílopes, cabras y criaturas míticas. Mientras que el cuerpo de un dirigente masculino en Pazyrk tenía tatuajes de animales en las piernas, el pecho, la espalda, y en el brazo del hombro a la mano al estilo escita, una dirigente, conocida popularmente como la Princesa Siberiana, también tenía tatuajes de diseño y cobertura similares. Así como los tatuajes actuales están pensados para mostrarse y apreciarse, los tatuajes escitas también reflejan un alto nivel de búsqueda de reconocimiento mutuo.
Conclusión
De las mujeres escitas, cuando se trata de personas comunes y corrientes, sabemos poco. Los fantásticos kurganes encontrados pertenecen a la élite escita, mientras que las fuentes antiguas hablan principalmente de su maquinaria de guerra. Sin embargo, una comparación de su estructura social con la de los pueblos nómadas recientes apoya la suposición de una inclinación por la equivalencia social. Adrienne Mayor afirma acertadamente:
Las relaciones interpersonales caracterizadas por la igualdad y un sentido de interdependencia son formas de vida tradicionales y prácticas en muchas culturas nómadas y seminómadas. Mientras que las antiguas sagas Nart del Cáucaso aluden a la autoridad compartida, la responsabilidad, la interdependencia, el amor y el afecto entre hombres y mujeres, los primeros viajeros europeos modernos en el Cáucaso destacaron la gran libertad y el respeto otorgado a las mujeres. Además, "relaciones de confianza" y "líneas indeterminadas en los roles sexuales" son frases que se utilizan para describir el estilo de vida igualitario de algunos nómadas que viven hoy en Kazajistán y otras antiguas tierras escitas. (138-39)
Así, cuando se trata del estatus femenino, la historia de Escitia ofrece de hecho un relato fascinante de mujeres que obtuvieron para sí un lugar más equitativo en su participación. A medida que la estructura social nómada escita estableció la igualdad, las mujeres lucharon junto a sus hombres, mientras que otras fueron soberanas por derecho propio. Además, la vitalidad y la sofisticación del arte escita parecen ir acompañados de una sofisticación compartida del gusto. Para las mujeres que no estaban en la guerra, el acceso, el uso y la exhibición igualitaria de vestidos y adornos por parte de ambos sexos que se encuentran en los kurgans representan un mutuo aprecio de los bienes y las personas. Si bien el respeto mutuo en los niveles superiores sugiere que existía una situación común, la conocida propensión nómada a tener una amplia paridad social en los tiempos modernos sugiere un grado de respeto general en los tiempos antiguos. De cualquier manera, cuando se trata de la asertividad femenina, la historia de las mujeres escitas ocupa un lugar único en la historia antigua.
Después de haber presentado trabajos de investigación no sólo para la American Society of Overseas Research (ASOR; es decir, la Sociedad estadounidense de Investigación en el Extranjero), sino también para la Academia de Ciencias de Missouri; y escrito para la Association for the Scientific Study of Religion (Asociación para el Estudio Científico de la Religión), el magíster Patrick Scott Smith fue galardonado en el año 2015 y en el 2024 con el Premio Frank P. Forwood a la excelencia en materia de investigación.
A., P. S. S. M. (2021, junio 30). Mujeres escitas [Scythian Women].
(R. Castillo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1783/mujeres-escitas/
Estilo Chicago
A., Patrick Scott Smith, M.. "Mujeres escitas."
Traducido por Recaredo Castillo. World History Encyclopedia. Última modificación junio 30, 2021.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1783/mujeres-escitas/.
Estilo MLA
A., Patrick Scott Smith, M.. "Mujeres escitas."
Traducido por Recaredo Castillo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 30 jun 2021. Web. 20 nov 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Patrick Scott Smith, M. A. , publicado el 30 junio 2021. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.