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La turquesa era un material altamente apreciado en la antigua Mesoamérica, quizás el más valioso de todos los materiales para objetos de arte decorativo y sagrado, tales como máscaras, joyas y trajes de gobernantes y sumos sacerdotes. La turquesa se adquiría a través del comercio, la más fina proveniente de la zona suroeste de los actuales EE. UU. La piedra también estaba asociada con deidades como Xiuhtecuhtli, dios del fuego, conocido como el "Señor de la turquesa".
Propiedades y comercio
La turquesa (fosfato de cobre y aluminio) es una piedra semipreciosa, generalmente con una apariencia opaca. El color de la turquesa encontrada en Mesoamérica varía del azul verdoso oscuro a tonalidades más claras como azul celeste y aguamarina (la turquesa persa, por ejemplo, rara vez es de tonalidad verde). Las variaciones de color de la piedra del verde al azul reflejan los distintos niveles de hierro o cobre en la piedra. Las piezas incluyen, por lo general, áreas de vetas oscuras originadas por óxidos de hierro.
La turquesa es una piedra relativamente blanda, por lo que es fácil de cortar y tallar. Se puede pulir para lograr un brillo ceroso. Lamentablemente, el color de la turquesa puede deteriorarse con el paso del tiempo y esto explica los tonos sin brillo de algunos artefactos mesoamericanos fabricados con este material que han sobrevivido hasta la actualidad.
La turquesa se valoraba por su rareza, ya que no había fuentes de ella en la mayor parte de Mesoamérica y tenía que ser importada por medio del comercio. Aunque se ha encontrado turquesa que data del período preclásico (milenios II a I a.C.), el comercio regional significativo del material solo empezó realmente en el período posclásico temprano (desde el año 1000 d.C.). La mayoría de la turquesa usada por las culturas mesoamericanas provenía de lo que hoy en día es Nuevo México, específicamente de la región Cerillos, como indica el análisis químico de artefactos. Había disponibilidad de turquesa en el norte de México pero era de una calidad inferior que la piedra de Nuevo México. La turquesa se intercambiaba por otros bienes mesoamericanos, tales como plumas de pájaros exóticos. Tenía tal importancia para el comercio regional que las rutas entre Mesoamérica y el suroeste de los actuales EE. UU. se han llegado a comparar con las Rutas de la Seda entre China y Europa y, así, se han llamado "Ruta de la Turquesa".
en las pinturas murales mesoamericanas, tales como aquellas de tulum, se ven Representaciones de dioses vistiendo turquesa.
La primera cultura mesoamericana en usar la turquesa extensivamente fue la civilización tolteca del centro de México, la cual floreció entre los siglos X y XII, pero también estaba muy valorada entre otras culturas, tales como la maya, la tarasca y la azteca (también llamada mexica). Aunque en gran medida estaba reservada para las élites políticas, religiosas y militares, la turquesa se recogía en grandes cantidades, como se ha demostrado gracias a las excavaciones en Casas Grandes (también llamada Paquimé) conducidas por Charles Di Peso, las cuales descubrieron almacenes repletos con el material precioso. Similarmente, los hallazgos de depósitos de turquesa en Alta Vista, en el noroeste de México (donde no hay yacimientos locales), muestran que la escala de producción era muy grande. En Alta Vista hay evidencia de que el mineral se recolectaba y luego se trabajaba hasta obtener pequeñas teselas para después distribuirlas por toda Mesoamérica. Las tumbas de Alta Vista demuestran que la turquesa estaba reservada para la élite social. Estas opulentas tumbas contienen tanto este material como otros materiales preciosos, lo que indica claramente que los ocupantes pertenecían a los estratos más altos de la sociedad. Los sitios mayas, como Chichén Itzá, también muestran que la turquesa era importada. Los gobernantes aztecas incluían la turquesa en bruto en la lista de bienes que exigían como tributo a las tribus conquistadas dentro de su imperio.
Usos comunes
Los artesanos capaces de crear arte a partir de materias como concha y turquesa eran altamente estimados en las culturas mesoamericanas. Por ejemplo, los artesanos que trabajaban la turquesa se hospedaban en una parte separada del palacio real en la capital azteca de Tenochtitlán, la totocalli o "pajarera o casa de los pájaros".
A menudo, la turquesa se usaba como material de incrustación para joyas tales como diademas, collares, colgantes, tobilleras, brazaletes, cinturones, pectorales, orejeras y tachuelas (que la nobleza solía llevar en el labio inferior). También puede que se usara como abalorios en varias partes del cuerpo o como complementos de piezas más complejas de joyería. Como mosaico, la turquesa se usaba para cubrir casi cualquier cosa, desde mangos de cuchillo hasta marcos de espejo. Ordinariamente, el material de soporte de los trabajos de mosaico era la madera, con las teselas (téseras) pegadas con resina de pino. Los artistas mesoamericanos a menudo aprovechaban ingeniosamente las variaciones naturales del color de la turquesa cuando usaban las pequeñas teselas en los mosaicos para crear efectos de luz y profundidad y acentuar los contornos de la pieza en la que aplicaban las teselas. Los aztecas fueron grandes coleccionistas de piezas de arte hechas por culturas mesoamericanas previas y ellos, a menudo, embellecían estas piezas más antiguas añadiéndoles mosaicos de turquesa.
La turquesa, como material precioso, se usaba en ofrendas votivas. Un cenote sagrado en la Chichén Itzá maya, por ejemplo, contenía muchos discos de oro y turquesa arrojados a él durante las ceremonias religiosas. También se han excavado bienes preciosos, como aquellos hechos con turquesa, en las bases de las pirámides templo mesoamericanas; un exquisito ejemplo de esto es el escudo turquesa dedicado al dios de la lluvia, Tlaloc, que estaba enterrado bajo el templo mayor en Tenochtitlán.
Asociaciones religiosas
Los antiguos mesoamericanos profesaban una estima por la turquesa que queda reflejada en la asociación de la piedra con varios dioses importantes. Tanto los toltecas como los aztecas veneraban a Tonatiuh, el quinto y actual sol en la cosmovisión azteca. Su nombre se traduce como "Señor Turquesa". De hecho, los aztecas creían que el sol estaba hecho de turquesa.
Otra deidad importante era el dios del fuego Xiuhtecuhtli, al que de manera cofusa también se conocía como "Señor Turquesa", quizás por el estrecho vínculo entre el fuego y el sol o, incluso, por el tono azulado en el corazón de una llama intensa. La palabra náhuatl para turquesa es xihuitl, un término que también se usaba tanto para fuego como para tiempo o, quizás más precisamente, para el año solar. Xiuhtecuhtli estaba asociado con el pájaro xiuhtotl porque éste era de un color turquesa y a menudo se representaba a este dios con el pájaro posado en su frente.
Los sacerdotes mesoamericanos a menudo usaban MÁSCARAS de turquesa durante las ceremonias importantes.
Las representaciones de dioses vestidos de turquesa aparecen en las pinturas murales mesoamericanas tales como aquellas creadas entre los siglos XI y XII en Tulum, en la costa este de la península de Yucatán en el sur de México. Xiuhtecuhtli fue imaginado en la cultura azteca con una corona puntiaguda, un pectoral y un escudo de mosaicos de turquesa. Como Xiuhtecuhtli también se asociaba con los guerreros, estos también usaban artículos de turquesa, particularmente pectorales en forma de mariposas o perros estilizados. Cuando los guerreros morían, a menudo se los incineraba con imitaciones de joyas de turquesa similares a papel.
Xiuhtecuhtli se acabó asociando con los gobernantes durante el período posclásico (siglos XIII al XVI d.C.), y así ellos, también, usaban una corona puntiaguda o diadema hecha de mosaico de turquesa aplicado a una hoja de oro, el xiuhuitzolli. Esta corona también era un glifo náhuatl y se usaba para representar a los gobernantes, los líderes militares, los jueces y al gobernante azteca Motecuhzoma o Moctezuma I (que reinó 1440-1469). Los gobernantes aztecas también usaban durante su ceremonia de coronación el xiuhtlapilli tilmahtli, un manto azul decorado con trozos de turquesa.
Las efigies de los dioses eran puestas en las cimas de las pirámides templo y, a menudo, se adornaban con turquesa. La figura del dios de la guerraHuitzilopochtli, la cual se levantaba en la cima del templo mayor en Tenochtitlán, estaba adornada de este modo. Las serpientes de fuego conocidas como xiuhcoatl (Huitzilopochtli lleva una como arma) también se pensaba que tenían pieles cubiertas en turquesa y, por eso, estas criaturas a menudo se representan de esta manera en el arte mesoamericano.
Los sacerdotes mesoamericanos con frecuencia llevaban máscaras de turquesa durante las ceremonias importantes. La Ceremonia del Nuevo Fuego Azteca, también conocida como la Ceremonia del Enlace de los Años o Toxhiuhmolpilia, era un ritual que solo se celebraba una vez cada 52 años, al completarse un ciclo completo del año solar azteca (xiuhmopilli). El objetivo del ritual no era otro que renovar el sol y asegurar otro ciclo de 52 años. Durante la ceremonia, un sumo sacerdote se vestía como Xiuhtecuhtli y se ponía una máscara turquesa mientras sacrificaba el corazón de una víctima viva e intentaba prender un fuego sagrado en la cavidad torácica vacía. Si el fuego no se encendía, el sol no se renovaría y no habría el nuevo ciclo de 52 años; en pocas palabras, esto significaría el fin del mundo azteca. La asociación con Xiuhtecuhtli y el tiempo explica por qué el símbolo de la turquesa era un círculo con un reloj de arena en el centro. En el período posclásico tardío un símbolo alternativo para la piedra semipreciosa era un quincunce (como el cinco en un dado), que también era como entendían los aztecas el universo.
Una de las más fastuosas piezas de arte de Mesoamérica es una máscara de mosaico de turquesa que representa al dios del fuego Xiuhtecuhtli que data de 1400-1521 d.C. La máscara es de madera de cedro con ojos de nácar y dientes de concha y en algún tiempo tuvo pan de oro en los párpados. La superficie externa está hecha de cientos de teselas de turquesa, y las que se sitúan alrededor de los ojos, los párpados, la nariz y la boca están cortadas con una precisión excepcional. La selección de los tonos de color se ha considerado cuidadosamente, con tonos más claros y azulados en los lugares en los que la luz captaría naturalmente los rasgos de una cara, tales como la nariz, las mejillas y la frente.
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Una característica peculiar de la máscara es el uso intencionado de teselas en relieve en varios puntos, casi como verrugas. Estas "verrugas" han llevado a varios estudiosos a especular que la máscara puede representar al dios del sol Tonatiuh, ya que esa deidad había sido antes un dios viejo y cubierto de verrugas que se sacrificó a sí mismo al lanzarse al fuego, y de cuya acción nació Tonatiuh. Por otro lado, otros académicos señalan que los tonos ligeramente más oscuros de las téseras en las mejillas y el puente de la nariz crean una estilizada mariposa, al igual que en la frente, una criatura asociada estrechamente con Xiuhtecuhtli y un símbolo de cambio y renovación.
La máscara estaba destinada a ser usada por un imitador del dios en ceremonias religiosas o colocada en una efigie del dios, tal y como indican los agujeros pequeños a ambos lados de la pieza, a través del cual habría pasado un cordón. Es casi seguro que la máscara era parte del tesoro extraído de Mesoamérica por el conquistador Hernán Cortés (1485-1547) y presentado a Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (que reinó de 1519-1556). La máscara está en exposición permanente en el Museo Británico de Londres.
Pectoral de serpiente bicéfala
Otra obra maestra en turquesa, que en la actualidad también se conserva en el Museo Británico, es el impresionante pectoral de serpiente bicéfala. Esta pieza, contemporánea con la máscara de Xiuhtecuhtli, también es de madera de cedro tallada cubierta completamente con pequeños cuadrados de turquesa. Las dos bocas rojas son de concha de ostra roja espinosa y los dientes blancos son de concha de caracola. Los ojos alguna vez estuvieron incrustados con algún material como la pirita o la obsidiana, tal y como indican lso restos de cera de abeja.
Probablemente en algún tiempo también fue parte de un traje ceremonial relacionado con el dios de la serpiente emplumada, Quetzalcoatl. La serpiente era una imagen poderosa y frecuentemente utilizada en el arte mesoamericano ya que representaba la regeneración (porque el reptil muda regularmente su piel). La serpiente bicéfala o maquizcoatl se consideraba un mal augurio, pero el nombre también está asociado con Huitzilopochtli por lo que puede que esta pieza la llevara sobre el pecho un sumo sacerdote asociado con ese dios. La obra mide 43,3 centímetros de ancho o 17 pulgadas.
Una tercera obra maestra en turquesa que también ha ido a parar al Museo Británico es una calavera humana (masculina de unos 30 años de edad) recubierta de mosaico para representar al dios tolteca y azteca Tezcatlipoca, que estaba asociado estrechamente con la creación, la guerra y el cambio por medio del conflicto. Puede que se usara como un ornamento para la espalda, aunque su revestimiento interno y sus correas de piel de ciervo pueden sugerir otra cosa. El dios se representaba a menudo en el arte con una franja negra en su rostro que en esta pieza se representa con teselas de lignito. Los ojos están representados en pirita pulida con concha de caracola blanca, mientras que la cavidad nasal está cubierta con concha de ostra espinosa roja. Una vez más, las teselas de turquesa se han tallado de manera experta para cubrir perfectamente los contornos de la calavera.
Los aztecas usaban la turquesa porque era un material importado raro y lo asociaban con ciertos dioses, como el dios del fuego Xiuhtecuhtli.
¿Tenían turquesa los aztecas?
Los aztecas tenían turquesa porque la importaban desde el norte de México y del suroeste de los actuales Estados Unidos (Nuevo México). No disponían de fuentes naturales de turquesa en su propio territorio.
¿Qué pensaban los aztecas en relación al color turquesa?
Los aztecas creían que el color turquesa y el material en sí estaban estrechamente relacionados con los dioses. Imaginaban que ciertos dioses vestían de turquesa, consideraban que el Sol estaba hecho de turquesa y la asociaban con la guerra y el poder. La palabra azteca para turquesa era la misma que la palabra para fuego y tiempo.
Carlos es ingeniero metalúrgico de Barquisimeto, Venezuela. Desde la infancia se sintió muy atraído por la geografía y la historia antigua. Leer sobre estos temas se convirtió en una afición y fortaleció sus conocimientos sobre historia.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, M. (2022, agosto 17). Turquesa en Mesoamérica [Turquoise in Mesoamerica].
(C. A. S. B, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2053/turquesa-en-mesoamerica/
Estilo Chicago
Cartwright, Mark. "Turquesa en Mesoamérica."
Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. Última modificación agosto 17, 2022.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2053/turquesa-en-mesoamerica/.
Estilo MLA
Cartwright, Mark. "Turquesa en Mesoamérica."
Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 17 ago 2022. Web. 21 dic 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Mark Cartwright, publicado el 17 agosto 2022. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.