Ciro el Grande (558-530 a. C.) creó el primer imperio universal, que se extendía desde Grecia hasta el río Indo y estaba bajo el dominio de la famosa dinastía aqueménida persa. Una inscripción en Naqsh-i-Rustam, en la tumba de su competente sucesor Darío I (521-486 a. C.) cerca de Persépolis, menciona a Gadara (Gandhara) y a Hindush (Hindu, Sind) en la larga lista de satrapías del imperio persa.
Alrededor del 380 a. C. menguó el dominio persa sobre las regiones indias y surgieron muchos reinos locales menores. En el 327 a. C. Alejandro Magno invadió el imperio persa y emplazó pequeñas entidades políticas en esos territorios. Al año siguiente, Alejandro tuvo una difícil batalla contra el monarca indio Porus, cerca del actual río Jhelum. Al este del reino de Porus, cerca del río Ganges, se encontraba el poderoso reino de Magadha, regido por la dinastía nanda.
Plutarco (46-120 a. C.) fue un historiador, biógrafo y ensayista griego, más conocido por sus obras Vidas Paralelas y Moralia. Plutarco ofrece una interesante descripción de la situación:
No obstante, el enfrentamiento con Porus apaciguó el coraje de los macedonios y detuvo su avance en la India. Al haber hecho todo lo que podían para repeler un enemigo que comandaba 20.000 soldados de infantería y 2000 caballos, también se opusieron con violencia a Alejandro cuando insistió en cruzar el río Ganges, que según supieron, tenía un ancho aproximado de 6400 metros y una profundidad aproximada de 180 metros, y en cuyas orillas del lado más alejado había multitudes de hombres armados, jinetes y elefantes.
Extenuados y atemorizados por la idea de enfrentar otro gigantesco ejército indio en el Ganges, sus huestes se amotinaron en el Hifasis (el río Beas) y se negaron a continuar avanzando hacia el este. Alejandro dejó atrás a las fuerzas griegas, que se establecieron en la ciudad de Taxila, ubicada hoy en Pakistán.
Tras la muerte de Alejandro en el 323 a. C., Seleuco fue nombrado sátrapa de Babilonia en el 320 a. C. Antigonio forzó a Seleuco a huir de Babilonia, pero con el apoyo de Ptolomeo pudo regresar en el 312 a. C. Más adelante, las conquistas de Seleuco incluyeron a Persia y a Media y en el 305 a. C., invadió el norte de la India y Pakistán, hoy parte del Punjab.
Primeras alusiones a los griegos en la India
Mucho antes del arribo de Alejandro Magno a la frontera noroccidental de la India, la naciente literatura hindú hacía referencia a los griegos, a los que nombraban Yavanas. Pāṇini, un antiguo lingüista sánscrito, utilizaba en sus escritos la palabra yavana. Katyaanaa explica que el vocablo yavanānī se refería a la escritura de los Yavanas. No se conoce mucho acerca de la vida de Pāṇini, ni siquiera el siglo en que vivió, aunque la mayoría de los especialistas coincide en que fue en el siglo IV a. C. La gramática de Pāṇini, conocida como Ashtadhyayi, que significa «ocho capítulos», define el sánscrito clásico, lo cual indica que vivió hacia finales del período védico. Una pista importante para ubicar temporalmente a Pāṇini es la ocurrencia de la palabra yavanānī (en 4.1.49, «mujer griega» o «texto griego»). Es poco probable que en la Gandhara anterior a las conquistas de Alejandro Magno en los años 330 a. C. hubiera conocimiento de primera mano acerca de los griegos, pero resulta verosímil que el nombre se recibiera a través del vocablo yauna, del persa antiguo. De este modo, la ocurrencia de yavanānī, tomada de manera aislada, permite llegar a una fecha tan temprana como el 520 a. C., es decir, la época de las conquistas de Darío el Grande en la India.
Katyayana fue un matemático, filólogo sánscrito y sacerdote védico indio que vivió en el siglo III a. C. Explica que el término yavanānī alude a la escritura de los Yavanas y se ajusta al mismo razonamiento mencionado anteriormente, acerca de que el término yauna del persa antiguo fue adoptado por el sánscrito para designar a los griegos. De hecho, esta palabra aparece en el Mahabharata.
Helenización: el legado cultural
El comienzo del llamado Período Helénico se considera por lo general que fue en el 323 a. C., año en que Alejandro muere en Babilonia. Durante las invasiones de la década anterior, había conquistado todo el Imperio Persa y derrocado al rey Darío. Las tierras sojuzgadas incluían Asia Menor, el Levante, Egipto, Mesopotamia, Media, Persia, partes de lo que hoy es Pakistán y porciones de las estepas del Asia central; casi todo el mundo conocido por los griegos en aquella época.
Conforme Alejandro seguía avanzando hacia el este, las distancias le presentaban serios problemas: ¿cómo iba a mantenerse en contacto con el mundo griego que había dejado atrás? Para su ejército era vital mantener un vínculo sólido, teniendo en cuenta que los suministros y los refuerzos provenían de Grecia y, claro está, de Macedonia. Tenía que asegurarse de no quedar aislado e ideó un plan especial.
En su avance iba estableciendo colonias y ciudades en sitios estratégicos, donde dejaba mercenarios griegos y veteranos macedonios que ya no se involucraban en la campaña activa. Además de mantener abiertas las rutas de suministros, los asentamientos tenían el propósito de controlar el territorio que los circundaba.
Las ciudades y colonias de Alejandro, aparte de su importancia militar, se convirtieron en poderosos instrumentos para propagar el helenismo por todo el este. Plutarco describió los logros de Alejandro:
Al haber fundado más de 70 ciudades entre los pueblos bárbaros y haber implantado magistraturas griegas en Asia, Alejandro superó su modo de vida salvaje y brutal.
De hecho, Alejandro abrió el este a una enorme ola de inmigración; sus sucesores continuaron esta política invitando a los colonizadores griegos a que se asentaran en sus reinos. Durante los 75 años posteriores a la muerte de Alejandro, los inmigrantes griegos inundaron el este. Se establecieron al menos 250 nuevas colonias helenas. El mundo mediterráneo no había visto nada comparable desde los días de Arquíloco (680-645 a. C.), cuando los griegos, oleada tras oleada, convirtieron la cuenca del Mediterráneo en una región de lengua griega.
Un ejemplo concreto y casi exótico de estas tendencias proviene de la ciudad helena recientemente descubierta de Ay Khanoum. Situada sobre la frontera entre Rusia y Afganistán, no lejos de China, la ciudad era fundamentalmente griega. Contaba con su típico esquema de escuela, una selección de templos y edificios administrativos. Sin embargo, no era una ciudad puramente griega. Contenía también un templo oriental y restos de arte que mostraban que los helenos y los nativos ya habían abrazado aspectos de la religión de sus respectivas contrapartes. Uno de los descubrimientos más curiosos fue una larga inscripción escrita en versos griegos por Clearco, pupilo de Aristóteles. El escrito, grabado en piedra, se colocó en un lugar público a la vista de todos. Lo que había hecho Clearco era sencillo: copió los preceptos de griegos famosos. La inscripción era filosofía llevada a la gente común, una contribución a la cultura popular: les daba a los griegos un vínculo con su lejana patria y además era una forma fácil de hacer llegar algo de su cultura a los residentes.
La colonización del este mediante pobladores griegos y sus costumbres llevada a cabo por Alejandro dio nacimiento a una nueva cultura helenística, algunos de cuyos aspectos se mantuvieron presentes hasta mediados del siglo XV d. C. El resultado global de las colonias de Alejandro y sus sucesores fue la propagación del helenismo hacia el este, hasta la India. A lo largo y ancho del período helénico los griegos y los orientales se familiarizaron con sus respectivas costumbres, religiones y modos de vida. Aunque la cultura griega no conquistó todo el naciente, sí le proporcionó un vehículo de expresión que lo vinculó con occidente. El helenismo se convirtió en un enlace compartido por el este, la península griega y el Mediterráneo occidental. Más adelante, ese preexistente vínculo cultural probaría ser asaz valioso para Roma, a su vez fuertemente influida por el helenismo, en sus esfuerzos por imponer una relativa unidad política al mundo conocido.
El término «helenización» fue acuñado por el especialista alemán Johann Gustav Droysen para denotar la difusión de la lengua, la cultura y la población griega hacia el interior de lo que fuera el Imperio Persa, tras la conquista de Alejandro. Como puede observarse en las grandiosas ciudades helenas de Alejandría, es incuestionable que esta exportación tuvo lugar en Egipto (una de alrededor de veinte poblaciones fundadas por Alejandro), Antioquía, en la Siria moderna, y Seleucia, al sur del actual Bagdad. Sin embargo, resulta debatible cuánto permeó en extensión y profundidad y hasta qué punto fue una política consciente. Los sucesores de Alejandro, tras su muerte, rechazaron este sistema abiertamente.
El comercio en el mundo helénico
La ciudad helenística se parecía en muchos aspectos a una ciudad moderna. Era un centro cultural con teatros, templos y bibliotecas, era sede de conocimiento y hogar de poetas, escritores, maestros y artistas; sitio en el que las gentes encontraban esparcimiento. Las urbes helenas eran centros económicos donde había mercados para comerciar granos y productos provenientes de las áreas circundantes. La metrópolis era un emporio, escenario de comercio y manufactura. En suma, las capitales helenas ofrecían oportunidades económicas y culturales, pero no fomentaban un ambiente de emprendimiento unido e integrado.
Las dinastías seléucida y ptolemaica comerciaban con lugares tan distantes como la India, Arabia y el África subsahariana. El intercambio por tierra con la India y Arabia se conducía mediante caravanas y en gran parte estaba en manos orientales. El comercio caravanero nunca transportaba mercancía a granel ni productos de primera necesidad; mediante esta costosa modalidad solo circulaban bienes suntuosos. Una vez que la mercancía arribaba a las monarquías helenas, los negociantes griegos se involucraban en el intercambio.
La ruta septentrional de las caravanas por vía de Dura, sobre el río Éufrates, así como el camino del sur a través de Arabia eran esenciales para el comercio entre el Mediterráneo y Afganistán y la India. En una primera apreciación, el desierto de Arabia puede parecer un terreno inhóspito e inviable para un trayecto comercial, pero más al oriente se encontraba la meseta de Irán, desde donde las vías para el intercambio se extendían en dirección sur y aún más lejos hacia el este, hasta China. El comercio proveniente del naciente arribaba a Egipto y a las excelentes bahías de Palestina, Fenicia y Siria. Desde estos puertos las mercancías fluían hacia Grecia, Italia y España. La columna vertebral del comercio de caravanas era el camello: desgreñado y de mal carácter, pero duradero.
Por las rutas caravaneras se transportaban mercancías ligeras, raras y costosas. Con el tiempo, los artículos de lujo dejaron de ser superfluos y se convirtieron en necesarios; evolución que en parte fue consecuencia del mayor de volumen del comercio. Hubo prosperidad durante el período y más personas podían permitirse comprar oro, plata, marfil, piedras preciosas, especias y numerosos bienes de fácil transportación. Quizá las mercancías que más destacaban en cuanto a volumen fueran el té y la seda. De hecho, el comercio de la seda dio nombre «Ruta de la Seda» a la ruta de mayor importancia, vía que no solo fue importante en la antigüedad, sino que se siguió empleando hasta principios de los tiempos modernos. A cambio, los griegos y macedonios enviaban bienes manufacturados hacia el este, sobre todo armas, telas, vino y aceite de oliva.
Aunque el origen de las rutas caravaneras se puede ubicar en épocas más remotas, estas se hicieron mucho más notorias durante el período helenístico. Las aduanas se desarrollaron y estandarizaron, de modo que los mercaderes de distintas nacionalidades se comunicaban en términos comprensibles para todos.
Años de innovación en las fronteras de la India
Entre el 180 a. C. y hasta alrededor del 10 d. C. se produjo una sucesión de más de 30 reyes helenos, que a menudo entraban en conflicto entre ellos. El período se conoce en la historia como el reinado indogriego. El reino se fundó cuando el rey grecobactriano Demetrio invadió la India en el 180 a. C. y se creó a la postre una entidad centrada en Bactriana (hoy norte de Afganistán), que se separó de aquella monarquía. El «reino indogriego» tenía varias capitales, dado que el apelativo describía solo de manera aproximada lo que eran distintas entidades dinásticas de gobierno. Sin embargo, es probable que la ciudad de Taxila, en lo que hoy es Pakistán, estuviera entre las sedes más antiguas de los monarcas helénicos locales, si bien ciudades como Pushkalavati y Sagala (en apariencia la mayor de tales residencias) albergaron diferentes dinastías en sus respectivas épocas.
Durante los dos siglos de su reinado, los reyes indogriegos combinaron las lenguas y los símbolos helenos e indios, lo cual se ve reflejado en sus monedas. Además, mezclaron las prácticas religiosas griegas, budistas e hinduistas, según se aprecia en los restos arqueológicos de sus ciudades y en las señales de apoyo al budismo. Los monarcas indogriegos parecen haber alcanzado un nivel de sincretismo cultural sin parangón en la historia, cuyas consecuencias aún se hacen sentir, en especial a través de la difusión e influencia del arte grecobudista.
Conforme a fuentes indias, las tropas griegas («Yavana») parecen haber ayudado a Chandragupta Maurya a destronar la dinastía nanda y a fundar el Imperio maurya. Alrededor del 312 a. C. Chandragupta también había establecido su dominio en gran parte de los territorios del noroeste de la India.
En el 303 a. C. Seleuco I dirigió un ejército hasta el Indo, donde se encontró con Chandragupta y entre ambos sellaron una alianza. Seleuco le entregó a su hija en matrimonio y cedió sus territorios de Aracosia (actual Kandahar), Herat, Kabul y Makran. A cambio recibió de Chandragupta 500 elefantes de guerra que empleó de forma decisiva en la batalla de Ipso.
El tratado de paz y el «acuerdo de intercambio matrimonial» («epigamia»; en griego επιγαμια), que lo mismo significaba un matrimonio dinástico que un acuerdo de matrimonios mixtos entre indios y griegos, fue un primer hecho descollante de esta campaña.
Megástenes, primer embajador griego
Megástenes (350-290 a. C.) fue un etnógrafo griego del período helenístico, autor de la obra Indica. Nació en Asia Menor (en la actual Turquía) y fue embajador de Seleuco I a la corte de Sandrocoto, quien es probable que fuera Chandragupta Maurya, de Pataliputra (la actual Patna del estado de Bihar), en la India. Sin embargo, la fecha exacta de su misión es imprecisa y para los expertos es anterior al 288 a. C., momento en que muere Chandragupta.
Al comienzo de Indica, Megástenes habla de ancianos indios que supieron del arribo de Dionisio y Hércules a la India en épocas prehistóricas. Esta narración se hizo bastante popular entre los griegos durante el período de Alejandro; describe características geográficas de la India, tales como el Himalaya y la isla de Sri Lanka.
Sus comentarios acerca de las religiones de los indios son de especial importancia: menciona a los devotos de Hércules (Shiva) y Dionisio (Krishna o Indra), pero no menciona a los budistas, lo que da sustento a la teoría que el budismo no se había difundido en la India antes del reino de Asoka (269 - 232 a. C.).
Indica constituyó una fuente importante para muchos escritores que vinieron después, tales como Estrabón y Arriano. En el siglo I a. C. el historiador griego Apolodoro, según cita de Estrabón, afirma que los griegos de Bactria dirigidos por Demetrio I y por Menandro conquistaron la India y ocuparon más territorio que los macedonios bajo Alejandro Magno, al llegar más allá del Hifasis (Beas) y hacia los Himalayas.
El historiador romano Justino también citó las conquistas indogriegas. Describe a Demetrio como «Rey de los Indios» (Regis Indorum) y explica que en su momento, Eucrátides «puso a la India bajo su dominio» (Indiam in potestatem redegit). Para Alejandro Magno, «India» se restringía a la cuenca superior del Indo. Desde la aparición de Megástenes, para los griegos, «India» significaba la mayor parte de la mitad norte del subcontinente indio. Las fuentes griegas e indias tienden a señalar que los griegos llevaron sus campañas hasta la lejana Pataliputra, hasta que fueron forzados a retirarse, tras un golpe en Bactriana en el 170 a. C.
La aparición de las monedas como primer hito
Es bien difícil conocer ahora dónde se originó la idea de la acuñación de la moneda. Según las pruebas existentes, parece ser que el concepto de dinero (en forma de monedas, que aquí por definición sería un pedazo de metal de peso definido, estampado con un símbolo de autoridad, para transacciones financieras) se concibió en tres civilizaciones distintas de manera independiente y casi simultánea. Las monedas se introdujeron en Asia Menor, India y China en el siglo VI a. C., como medio para intercambiar artículos de uso diario. La mayoría de los historiadores coinciden en que las primeras monedas del mundo fueron emitieron por los griegos que vivían en Lidia y Jonia (ubicadas en la costa oeste de la Turquía actual). Estas primeras monedas eran glóbulos de electro, una aleación de oro y plata que ocurre en la naturaleza. Eran toscas, tenían un peso definido, se las estampaba con punzones y eran emitidas por las autoridades locales alrededor del 650 a. C.
Existen pruebas escritas y arqueológicas que confirman que los indios inventaron la moneda en algún momento entre los siglos V y VI a. C. En Chaman Huzuri, en 1933 d. C., se descubrió un cúmulo de 43 monedas de plata estampadas con punzones (las más antiguas de la India), mezcladas con monedas atenienses (acuñadas por la ciudad griega de Atenas) y piezas aqueménidas (persas). El tesoro de Bhir (Taxila, en Pakistan), descubierto en 1924 d. C., contenía 1055 monedas muy desgastadas estampadas con punzones y dos monedas nuevas de Alejandro. Este testimonio arqueológico indica con claridad que en la India se acuñaban monedas mucho antes del siglo IV a. C., es decir, antes de que los griegos avanzaran hacia ese subcontinente. Pānini escribió su Ashtadhyayi en el siglo IV o V a. C., en donde mencionó las Satamana, Nishkas, Sana, Vimastika, Karshapana y sus distintas subdivisiones empleadas en transacciones financieras. Por tanto, las monedas estaban presentes en la literatura desde el 500 a. C. También existe la fuerte convicción de que la plata, que no era un metal accesible para la India védica de antes del 600 a. C., pasó a ser de gran disponibilidad entre el 500 y el 600 a. C. La mayor parte de la plata procedía de Afganistán y Persia, como consecuencia del comercio internacional.
Las primeras monedas griegas acuñadas en la India, de Menandro I y Apolodoto I, llevan grabadas la leyenda «Rey Redentor» (BASILEOS SOTHROS), título de relevancia para el mundo griego. Ptolomeo I, por ejemplo, había sido soter (redentor) debido a que había salvado a Rodas de Demetrio el Asediador, al igual que Antíoco I, por haber librado Asia Menor de los galos. El título también se inscribió en pali (escritura kharoṣṭhī) como Tratarasa en el reverso de sus monedas. Menandro y Apolodoto pueden, en efecto, haber sido redentores para las poblaciones griegas residentes en la India.
La mayoría de las monedas de los reyes griegos eran bilingües, escritas en griego en su anverso y en pali por el reverso: una soberbia concesión a otra cultura, nunca antes hecha por el mundo helenístico. A partir del reino de Apolodoto II, alrededor del 80 a. C., se empezaron a utilizar marcas de acuñación con letras kahroshthi combinadas con signos y monogramas griegos, lo cual sugiere que hubo participación de técnicos locales en el proceso de troquelado. Por mera coincidencia, estas monedas bilingües de los indogriegos resultaron clave para que James Prinsep (1799-1840 a. C.) descifrara la escritura kharoṣṭhī.
La escritura kharoṣṭhī es un antiguo abugida (o alfasilabario) empleado por la cultura Gandhara (ubicada en la histórica parte noroeste del sur de Asia) para escribir las lenguas gandhara y sánscrita. Se utilizó desde mediados del siglo III a. C. hasta que se extinguió en su tierra de origen alrededor del siglo III d. C. También estuvo en uso en Kushán, Sogdiana y a lo largo de la Ruta de la Seda, donde se encuentran algunas pruebas de su posible supervivencia hasta el siglo VII d. C., en los remotos paraderos de camino de Khotan y Niya.
El sistema monetario de los indogriegos mantuvo su influencia durante varios siglos en todo el subcontinente indio:
- El reino contemporáneo budista de los kuninda, en Punjab, adoptó el estándar indogriego de peso y tamaño de la dracma de plata y fue la primera vez que un reino indio intentó producir monedas comparables a las de los indogriegos.
- En la India central, los satavahana (siglos II a. C.-II d. C.) optaron por la práctica de representar a sus reyes de perfil, circunscritos por leyendas circulares.
- Los sucesores directos de los indogriegos en el noroeste, los indoescitas y los indopartos continuaron representando a sus reyes rodeados por una leyenda en griego y por el anverso, deidades helenas.
- En el sur, los kshatrapa occidentales (siglo I-IV d. C.) mostraban a sus reyes de perfil, con leyendas circulares en griego distorsionado.
- Los kushán (siglo I-IV d. C.) emplearon el griego en sus monedas hasta los primeros años del reinado de Kanishka, a partir de los cuales adoptaron la lengua bactriana escrita con caracteres griegos.
- Los gupta, (siglo IV-VI d. C.), en imitación de los kshatrapa del oeste, también mostraban en las monedas de sus territorios occidentales el perfil de sus monarcas circunscritos por una leyenda escrita en mal griego.
La última vez que se usaron leyendas griegas en monedas fue alrededor del 850 d. C., durante la monarquía turca Shahi de Kabul.
Ascenso de Menandro
Es probable que Menandro (Milinda), en sus orígenes general de Demetrio, haya sido el rey indogriego más exitoso, conquistador de muy vastos territorios. Los hallazgos de sus monedas son los más numerosos y extendidos de entre los reyes indogriegos. La cordillera montañosa del extremo oriente del subcontinente indio se denominaba, al menos desde el siglo I d. C., «Menander Mons» o «Montañas de Menandro», hoy nombradas Colinas de Naga y Arakan, como ya se indicaba en el mapamundi ptolemaico del siglo primero. La literatura budista (el Milinda Panha) también rememora la conversión de Menandro al budismo, quien se hizo arahat (asceta budista) y sus reliquias fueron colocadas en un altar, en una forma que recuerda al Buda. Fue el introductor de un nuevo tipo de moneda, con una representación de Athena Alkidemos («Protector del pueblo») en su reverso, que la mayoría de sus sucesores orientales adoptaron.
Llegada del budismo a la India
Es necesario tratar la llegada del budismo a la India como un punto de inflexión en el mundo del arte y la cultura, la filosofía y la religión. Más que todas las demás creencias religiosas, el enfoque grecoindio a la alborada que tuvo lugar en Asia y Europa se debió fundamentalmente al budismo, durante los siglos que aquí discutimos.
Buda falleció a la edad de 80 años, entre los años 486 y 473 a. C., probablemente más cerca de la primera fecha. Solo algunas autoridades modernas creen que Buda nunca tuvo la intención de establecer una nueva religión y que jamás vio su doctrina separada de los cultos populares de la época. Por más que este punto de vista sea cuestionable, sus humildes seguidores elevaron su estatus casi hasta la divinidad durante su vida y después de su muerte lo veneraron mediante símbolos como el stupa, para rememorar su parinirvana y el árbol de Bodhi, para recordar su iluminación. Según la tradición, sus discípulos y los monarcas vecinos se dividieron sus cenizas y los que las recibieron, construyeron stupas para albergarlas. En el siglo III a. C. Asoka extrajo las cenizas de los sitios originales en que descansaban y las dispersó, con lo que creó stupas por toda la India.
Los grabados de las stupas de Bharhut y Sanchi, tallados en los siglos II y III a. C., muestran multitudes de devotos adoradores inclinados ante el símbolo de Buda. De hecho, ninguna escultura budista del período muestra al Buda, sino que se representa mediante emblemas como la rueda, un trono vacío, un par de huellas o un árbol de pipal.
El arte gandhara, toque budista exquisito
Las escuelas de arte y escultura gandhara de la parte inferior del valle de Kabul y superior del Indo en los entornos de Peshawar y Mathura, cuya prosperidad tuvo lugar bajo los reyes kushanos, se pelean por el honor de producir las primeras imágenes del Buda. La mayoría de las autoridades indias, sin embargo, creen que la imagen de Buda se originó en Mathura, al sur de Delhi.
En la época de la muerte de Menandro, en el 140 a. C., los kushanos de Asia central invadieron Bactriana y dieron fin al dominio griego en la región. Cerca del 80 a. C., los sakas, alejados de Irán por sus primos partos, se mudaron a Gandhara y a otras partes de Pakistán y el oeste de la India. Con el tiempo, una dinastía indoparta obtuvo el control de Gandhara y los partos continuaron apoyando las tradiciones artísticas griegas.
El período kushán se considera como la edad de oro de Gandhara, en la que floreció el arte y se produjeron algunas de las mejores piezas de la escultura india.
La civilización de Gandhara alcanzó su apogeo durante el reino del gran rey kushán Kanishka (128-151 d. C.). Se desarrollaron las ciudades de Taxila (Takshasila) en Sirsukh y Peshawar. Esta última población se convirtió en la capital de un gran imperio que se extendía desde Bengala, la más oriental de las provincias indias, hasta Asia central. Kanishka fue un gran mecenas de la fe budista. El budismo se difundió más allá de Asia central, hasta el Lejano Oriente, donde su imperio se encontraba con el Imperio Han de China. Gandhara se convirtió en la tierra sagrada del budismo y atrajo peregrinos chinos que admiraban los monumentos asociados a muchos cuentos Jataka.
En Gandhara creció el budismo Mahāyāna y se representó al Buda con figura humana. Bajo los kushanos se erigieron nuevos stupas budistas y se ampliaron los existentes. Se levantaron gigantescas estatuas de Buda en los monasterios y se labró su figura en las laderas de las colinas. Kanishka construyó una gran torre de unos 120 metros (400 pies) de alto en Peshawar, según reportaron Faxian (Fa-hsien), Songyun (Sung-yun) y Xuanzang (Hsuan-tsang); la estructura se destruyó y reconstruyó en muchas ocasiones, hasta que al fin fue derribada por Mahmud de Ghazni en el siglo XI d. C.
Búsqueda de las ruinas de Gandhara
Durante el siglo XIX la administración y el ejército ingleses comenzaron a tener interés en la historia antigua del subcontinente indio. Durante el decenio de 1830 d. C. se descubrieron monedas del período posterior a Asoka y en la misma época se tradujeron guías de viaje chinas. Charles Masson, James Prinsep y Alexander Cunningham descifraron la escritura kharosthi en 1838 d. C. Los registros chinos proveyeron ubicaciones y planos de santuarios budistas. Junto al descubrimiento de monedas, esos escritos aportaron los indicios necesarios para armar la historia de Gandhara. En 1848 d. C. Cunningham halló esculturas gandhara al norte de Peshawar. Además, identificó el sitio de Taxila alrededor de 1860 d. C. A partir de ahí se ha descubierto un gran número de esculturas budistas en el valle de Peshawar.
John Marhsall realizó excavaciones en Taxila desde 1912 hasta 1934 d. C. Descubrió distintas ciudades griegas, partas y kushán, así como una gran cantidad de stupas y monasterios. Estos hallazgos contribuyeron a ensamblar mucho de la cronología histórica de Gandhara y de su arte.
Las monedas de principios del reinado de Kanishka tienen leyendas en escritura griega y muestran divinidades helenas. Otras monedas posteriores presentan leyendas en bactriano, la lengua iraní que hablaban los kushán, y las divinidades griegas se reemplazaron con sus correspondientes iraníes. Todas las monedas de Kanishka, incluso las que tenían lemas en lengua bactriana, estaban escritas con caracteres griegos modificados que tenían un glifo adicional para representar /š/ (sh), como en las palabras «Kushan» y «Kanishka».
Las monedas budistas de Kanishka son bastante raras. Algunas muestran a Kanishka en el anverso y al Buda de pie, al estilo helenístico, en el reverso. El Buda erguido es de estilo helenístico, se lee «Boddo» en caracteres griegos; sostiene en su mano la punta izquierda de su atuendo y forma el mudra abhaya (gesto tranquilizador). Solo se conocen seis monedas kushanas con la figura del Buda. Las extrañas orejas son grandes y largas, una exageración simbólica necesaria debida al pequeño tamaño de las piezas, lo cual también se observa en posteriores estatuas gandhara del Buda de los siglos III y IV d. C. Se representa con un moño en forma de bucle o glóbulo, por lo general muy estilizado, que también se observa en ulteriores figuras suyas de proveniencia gandhara. En varios diseños aparece con bigote.
Toque curioso en el modelo artístico
El propio rey grecobactriano Demetrio I (205-171 a. C.) puede haber servido como prototipo de la imagen del Buda.
Las estatuas helenasmás antiguas del Buda lo representan en un estilo que recuerda al de un rey. Es posible que Demetrio haya sido deificado y las primeras estatuas helenas que conocemos del Buda pueden haber sido representaciones del rey griego idealizado, de porte principesco aunque amistoso, protector y abierto a la cultura india. En la medida en que se iban incorporando más elementos budistas, las representaciones del maestro pasaron a ser fundamentales para dicho movimiento e influyeron en las imágenes de Buda del arte grecobudista.
Una característica más de Demetrio se asocia al Buda: compartían la misma deidad protectora. En el arte de Gandhara a menudo se muestra al Buda bajo la protección del dios griego Heracles, donde figura con un mazo (más tarde una vara de diamante) recostado en su brazo. Esta representación poco frecuente de Heracles es la misma que aparece en la cara posterior de las monedas de Demetrio (solo aparece allí) y está asociada específicamente él (y a su hijo Eustidemo II).
Las deidades del panteón mitológico griego también tendían a incorporarse en las representaciones budistas, en una combinación poderosa. Heracles, en particular, (en la forma en que aparece en las monedas de Demetrio, con el mazo en descanso sobre su brazo) se ha empleado profusamente como símbolo de Vajrapani, protector del Buda. Otros dioses griegos que se emplean con liberalidad en el arte grecobudista son Atlas y el dios heleno del viento, Boreas. Atlas tiende a involucrarse como elemento de sustento en la arquitectura budista. Boreas se convirtió en el dios japonés del viento, Fujin, a través del Wardo grecobudista. La diosa madre Hariti se inspiró en Tyche.
La figura del Buda pronto se incorporó en diseños arquitectónicos, tales como pilares y frisos corintios. Es típico que las escenas de la vida del maestro figuren en un ambiente arquitectónico griego, con los protagonistas vestidos a la usanza helena.
Arte de Mathura
Mathura se encuentra a 145 km al sur de Delhi. Según la tradición, es el lugar en que nació Krishna, una de las dos divinidades fundamentales del hinduismo. Mathura también goza de fama por ser uno de los dos primeros centros de producción de imágenes de Buda, aparte de Gandhara. Las figuras humanas de Buda comenzaron a aparecer casi al mismo tiempo en ambos centros, en el siglo I d. C., pero se distinguen entre sí debido a que las imágenes gandhara están claramente inspiradas en modelos grecoromanos, en que el Buda luce un mechón de cabello ondulado recogido en un moño y viste túnicas tupidas en forma de toga. Las figurillas del Buda producidas en Mathura tienen parecido con los dioses masculinos indios de la fertilidad más antiguos, tienen cabellos más rizados y cortos y llevan vestimentas más traslúcidas. El arte y la cultura de Mathura alcanzaron su zenit bajo la dinastía Kushan, que tenía a dicha ciudad por una de sus capitales; la otra era Purushapura (Peshawar).
Las imágenes de Mathura se relacionan con antiguas figuras yaksa (deidad masculina de la naturaleza), parecido que en su mayor parte se hace evidente en las colosales figuras erguidas de Buda de los primeros tiempos del período kushán. Los escultores trabajaron durante siglos sobre la arenisca roja moteada de la localidad y las piezas se llevaron a todas partes. En estas y en los más representativos Budas sentados, el efecto general es de gran energía: los hombros anchos, el pecho expandido y las piernas plantadas con firmeza sobre los pies espaciados. Otras características incluyen la cabeza afeitada, el usnīsa (rodete en lo alto de la cabeza) recogido en espiral, la cara redonda sonriente, el brazo derecho en alto en posición de abhaya-mudrā (en gesto de tranquilidad), el brazo izquierdo con las manos en la cadera o reposado encima del muslo; la vestimenta que moldea el cuerpo doblada sobre el brazo izquierdo, a la par que el hombro derecho permanece desnudo; y el trono se presenta en forma de león en vez de con figura de loto. Más adelante, el pelo comenzó a tratarse como una serie de cortas y planas espirales pegadas a la cabeza, modelo que se convirtió en representación estándar en todo el mundo budista.
Las figuras femeninas de Mathura, labradas en alto relieve sobre los pilares y portones de monumentos budistas y jainistas expresan verdadera atracción sensual. Estas damas profusamente enjoyadas, amplias de caderas y delgadas de cintura, erguidas en posición sugestiva, recuerdan a las jóvenes bailarinas del Valle del Indo. Su jovial e impulsiva sensualidad como telón de fondo de una resurgente doctrina de piedad y renunciación constituye ejemplo de la marcada tolerancia de la primigenia visión India acerca de la vida, que no encontraba impropio tal despliegue de arte y cultura. Estas encantadoras figuras desnudas o semidesnudas se muestran en distintas escenas de baño o en asociación con árboles, indicativas de la continuidad de la tradición yakṣī (deidad femenina de la naturaleza), que también se aprecia en otros sitios budistas, como Bhārhut y Sānchi. Provocaban la atracción popular como auspiciosos emblemas de fertilidad y abundancia, lo que persistió durante la expansión del budismo.
Influencia en la literatura
Todo esto no quedó confinado a la escultura y las estatuas, sino que también permeó el lenguaje en el norte de la India durante el dominio griego. Algunas palabras corrientes del griego se adoptaron por el sánscrito; vocablos relacionados con la escritura y la conducción de la guerra:
- «tinta» (sánscrito: melā, griego: μέλαν, melan)
- «redil» (sánscrito: kalamo, griego: κάλαμος, kalamos)
- «libro» (sánscrito: pustaka, griego: πύξινον, puksinon)
- «rienda», el bocado de un caballo (Sanskrit: khalina, griego: χαλινός, khalinos)
- «centro» (sánscrito: kendram, griego: κενδρον, kendron)
- «mina de asedio» (empleada para socavar el muro de una fortaleza): (sánscrito: surungā, griego: σύριγγα, suringa)
- «bárbaro, alcornoque, estúpido» (sánscrito: barbara, griego: βάρβαρος, barbaros), también: «concha» cambuka, de σαμβύκη, «harina» samita, de σεμίδαλις.
Fraotes, el rey indoparto de Taxila, recibió educación griega en la corte de su padre y hablaba griego con fluidez. El filósofo griego Apolonio narra una conversación sobre el asunto:
«Dígame, o rey, ¿cómo adquirió tal comando de la lengua griega, de dónde han derivado todos sus logros filosóficos en este sitio?» El rey replica, «Mi padre, en busca de una educación griega, me trajo a los sabios a una edad quizá algo temprana, porque entonces solo contaba 12 años, pero me educaron como si fuera su hijo, puesto que a cualquiera que ellos reconozcan que habla la lengua griega le tienen en especial estima, porque consideran que en virtud de la similitud de su disposición, ya pertenece a ellos».
El griego aún estaba en uso oficial hasta los tiempos de Kanishka (120 d. C.):
Él (Kanishka) emitió (¿?) un edicto (¿?) en griego y después lo escribió en lengua aria… Pero cuando Kanishka se refiere a «la lengua aria» de seguro quiere decir bactriana… «Por la gracia de Auramazda, hice otro texto en ario, que antes no existía». Es difícil no asociar el énfasis que hace Kanishka aquí acerca del uso de la «lengua aria» cuando en sus monedas reemplaza el griego con el bactriano. Las pruebas numismáticas muestran que esto tiene que haber tenido lugar al principio del reino de Kanishka… (Prof. Nicholas Sims-Williams, Universidad de Londres).
Los caracteres griegos no solo se empleaban en las monedas, sino también en los manuscritos y en las inscripciones sobre piedra en fechas tan tardías como durante las invasiones islámicas, entre los siglos VII y VIII d. C.
Astronomía y astrología
El Vedanga Yiotisha data de alrededor del 135 a. C. Es un texto indio sobre Yiotisha (astrología y astronomía) compilado por Lagadha. El escrito está entre los primeros trabajos de base Yiotisha realizados en la India para la disciplina Vedanga. El manuscrito describe reglas para seguir los movimientos del sol y de la luna aplicables para la astrología de horóscopos y reúne conocimientos astronómicos avanzados. Una obra similar que agrupa los primeros escritos indios sobre astronomía y astrología se titula Yavanajataka o «El Decir de los Griegos»; es una traducción del griego al sánscrito hecha por Yavanesvara («Señor de los Griegos»”) en el 149-150 d. C., bajo el reinado del rey de Kshatrapa occidental Rudrakarman I. El Yavanajataka contiene instrucciones para calcular cartas astrológicas (horóscopos) a partir del lugar y la hora del nacimiento. La astrología progresó en el mundo helénico (en particular en Alejandría) y el Yavanajataka refleja las técnicas astrológicas desarrolladas en el mundo de habla griega. Se empleaban distintos métodos astronómicos y matemáticos, tales como el cálculo del «horoskopos» (el signo del zodíaco sobre el horizonte oriental), que se ponían al servicio de la astrología.
Otro conjunto de tratados, el Paulisa Siddhanta y el Romaka Siddhantas, se atribuyen a una posterior influencia grecorromana en la India. El Paulisa Siddhanta se ha identificado de manera tentativa con los trabajos de Paulus Alexandrinus, que escribió un conocido manual sobre astrología.
Está ampliamente reconocido que la astronomía india estuvo influida por la escuela alejandrina y que su nomenclatura técnica es, en esencia, griega: «Los Yavanas son bárbaros, sin embargo la ciencia de la astronomía tuvo su origen con ellos y por esto deben ser reverenciados como dioses», este comentario del matemático Varahamihira aparece en el Brihat-Samhita. Varios textos indios expresan gratitud hacia el conocimiento científico de los Yavana griegos.
Estímulo para el pensamiento y la religión griega e india
Se desconoce el impacto que tuvieron los indogriegos sobre la religión y el pensamiento indios. Los académicos creen que el budismo Mahāyāna, como movimiento independiente, comenzó alrededor del siglo I a. C. en el noroeste del subcontinente indio, lo cual se corresponde con el crecimiento griego.
La tradición Mahāyāna es la más extensa de las dos tradiciones principales del budismo que existen hoy día; la otra es la escuela Theravāda. De acuerdo con las enseñanzas de las tradiciones Mahāyāna, el término también se refiere al camino para obtener la total iluminación para beneficio de todos los seres sensibles; de igual manera se denomina «Bodhisattvayāna», o «Vehículo Bodhisattva». Entre las más importantes y más tempranas referencias al término «Mahāyāna» se encuentran las que se mencionan en el Sūtra del Loto, de entre los siglos I a. C. al I d. C. Seishi Karashima ha sugerido que el vocablo que primero se empleó en una antigua versión Gandhāri Prakrit del Sūtra del Loto no fue la voz «mahāyāna», sino la palabra prácrita «mahājāna» en el mismo sentido que «mahājñāna» (gran conocimiento). En una etapa posterior, cuando el antiguo término prácrito se llevó al sánscrito, este «mahājāna» fonéticamente ambivalente se convirtió por error en «mahāyāna», posiblemente debido a que pudo haber tenido doble significado.
En efecto, se ha sugerido que en la aparición del Mahāyāna hubo intensas influencias multiculturales. De acuerdo con Richard Foltz, «Las influencias formativas clave en el desarrollo de los movimientos Mahāyāna y Tierra Pura que llegaron a ser parte tan importante en la civilización de Asia oriental se deben buscar en los primeros entrecruzamientos del budismo a lo largo de la Ruta de la Seda». En la medida en que el budismo Mahāyāna emergía, recibió «influencias de populares cultos (bhakti) devocionales del hinduismo y de las teologías persa y grecorromana que se filtraron hacia el interior de la India desde el noroeste».
Muchas de las teorías Mahāyāna más tempranas acerca de la realidad y el conocimiento pueden relacionarse con las escuelas del pensamiento filosófico griego: se ha descrito el budismo Mahāyāna como «la forma de budismo (con independencia de cuánto intervino el hinduismo en su posterior conformación) que parece haberse originado en las comunidades grecobudistas de la India, por vía de la unión de las tradiciones demócrito-sofistas-escépticas griegas con los rudimentarios y aún no formulados elementos empíricos y de escepticismo ya presentes en el budismo naciente». Sin embargo, este punto de vista difícilmente puede explicar el origen del ideal bodhisattva, delineado desde antes en los Aagamas, que además ya contenían una teoría bien desarrollada sobre el desinterés personal (anaatman) y la vacuidad (shunyaata); ninguna de estas esenciales tesis Mahāyāna pueden vincularse a raíces griegas.