El concepto platónico de la mentira en el alma, o la mentira verdadera, aparece en La República, Libro II 382a-382d. Se define como «estar engañado en la parte más auténtica y elevada [de uno mismo], o acerca de los asuntos más genuinos y superiores». En otras palabras, que la persona está equivocada o no dispone de suficiente información sobre los aspectos más importantes de su vida.
En el Libro II de La República, Platón analiza la cuestión relativa a la manera en que la persona puede saber si sus creencias son ciertas. Su examen conduce a preguntas del tipo «¿Cómo se sabe si las convicciones más arraigadas que se sostienen son válidas, o si no son más que el resultado de la educación, la cultura, el medioambiente y la religión? Platón intenta responder a tales interrogantes mediante el estudio de un obstáculo importante: la mentira verdadera, o la mentira en el alma; una falsedad que se acepta como cierta a nivel fundamental, que luego distorsiona la forma en que la persona interpreta la realidad, el comportamiento y las motivaciones de los demás individuos, así como la visión que tiene de sí misma y de la verdad.
La mentira en el alma es en extremo peligrosa, observa Platón, porque su existencia es irreconocible por la persona. En realidad, el concepto puede aplicarse a las respuestas de muchos lectores a La República. La República, de Platón, se interpreta a menudo como filosofía política, y ha sido muy criticada por abogar a favor de un estado fascista en el que un dictador filósofo benigno, que se supone conoce lo que más le conviene al pueblo, establece una jerarquía social estricta, censura la libertad de diálogo y de expresión y restringe las vidas de los ciudadanos a que se ajusten al ideal de lo que para dicho dictador resulta favorable al bien común.
De manera invariable esta crítica ignora el propósito explícito del diálogo, que es definir la justicia, como también obvia el pasaje cardinal del Libro II.369, donde Sócrates sugiere que para comprender las características de la forma en que opera el principio de justicia en el individuo, debe considerarse la manera en que funciona la justicia a mayor escala:
Quizá haya más justicia en lo vasto, y sería más fácil comprenderla con claridad, de modo que si así lo desean ustedes, primero indagaremos acerca de sus características en las ciudades y después la examinaremos de la misma manera en cada una de las personas, mediante el procedimiento de analizar las similitudes entre lo presente en lo extenso y lo que se evidencia en lo reducido. (Libro II.369)
En otras palabras, al definir cómo funciona el principio de la justicia en el escenario más amplio de la sociedad, se podrá entonces estar en capacidad de particularizar la forma en que opera en la persona.La República, por lo tanto, no es solo el anteproyecto de una sociedad ideal, sino una guía acerca de cómo el individuo domina los diversos aspectos de su carácter para poder convertirse en una mejor y más justa versión de sí mismo. Según Platón, un paso significativo para alcanzar esta meta es reconocer la existencia de la mentira en el alma, o la mentira verdadera: en qué consiste, y cómo puede la persona protegerse o librarse de ella, para poder aprehender la verdad de manera racional.
Breve resumen
La República comienza con la presencia de Sócrates, el narrador, en el Festival Ateniense Panatenaico, en compañía de Glaucón, el hermano mayor de Platón, a quienes más tarde el filósofo Polemarco invita a que visiten su casa. Adeimanto, el otro hermano de más edad que Platón, está en compañía de Polemarco y presiona a Sócrates a que acepte el convite. Una vez en la casa, Sócrates conversa con el padre de Polemarco, Céfalo, lo cual deriva en una discusión acerca de la justicia, en la que otros participan.
por lo tanto, para liberarse de la mentira en el alma, hay que seguir el ejemplo de un filósofo esclarecido.
En el Libro I, la discusión se convierte en un duelo dialéctico entre Sócrates y el sofista Trasímaco, otro invitado. Trasímaco insiste en que la justicia puede definirse de forma sencilla como el predominio de los intereses del más fuerte sobre el más débil. Sócrates refuta su afirmación al demostrar que la vida de una persona justa es mejor que la de una injusta.
El Libro II continúa con la discusión, en la que Glaucón y Adeimanto adoptan la aseveración de Trasímaco con el único propósito de aclarar la explicación de Sócrates. Aquí es donde Sócrates sugiere que describan el concepto de justicia a partir de la forma en que operaría a gran escala en una ciudad, para que al observarla en su desarrollo más amplio, puedan tratar la noción con mayor facilidad en la escala individual.
Algunos de los conceptos y pasajes más famosos e influyentes de todos los escritos de Platón aparecen en La República, entre ellos, incluso, el Mito de Giges narrado por Glaucón, que relata la historia de un hombre que encuentra un anillo que le permite hacerse invisible, lo cual utiliza en provecho propio. Glaucón relata el cuento para ilustrar que la gente siempre empleará en beneficio propio lo que sea que encuentre a su alcance. Sócrates rechaza una vez más el planteamiento de Glaucón mediante la demostración de que, de manera invariable, una vida justa y virtuosa es mejor que una injusta y egoísta.
El argumento se desarrolla en los libros del III al IX, en los cuales se construye de manera continuada una sociedad ideal, gobernada por un rey filósofo, definida por las jerarquías siguientes:
Los guardianes: la clase gobernante que reconoce la verdad y busca la sabiduría
Los auxiliares: los defensores del estado que valoran el honor y el sacrificio personal en provecho del estado
Los productores: aquellos que aprecian la riqueza y el bienestar material, que laboran en favor del estado
Existe una correspondencia directa entre las tres clases y el concepto de Platón de la división tripartita del alma:
La razón: que busca la verdad
El espíritu: que busca el honor
El apetito: que busca la gratificación física y los bienes materiales
En La República, el «estado», aunque abierto a una interpretación literal como entidad política, es, de manera figurativa, el alma. El individuo, sugiere Platón, debe organizarse a sí mismo en forma similar a como se estructura una jerarquía social. Sin embargo, el primer paso en disciplinar el yo, es que la persona se asegure de estar atenta y de ser capaz de interpretar el mundo y el lugar que ocupa en él de manera correcta.
Platón trata directamente el asunto en el Libro VII, en su famosa Teoría de la caverna, donde unos prisioneros encadenados en una caverna interpretan las sombras proyectadas en la pared como la realidad. Uno de los prisioneros escapa, abandona la cueva y entra en conocimiento de la realidad del mundo exterior, así como de la prisión en que se les ha mantenido a él y a los demás. Al preso liberado se le presenta entonces la posibilidad de escoger entre regresar a la oscuridad de la prisión para tratar de liberar a los demás, o sin más complicaciones, de disfrutar de la luz y el calor del mundo exterior.
Platón sugiere con firmeza que el deber del filósofo que ha conocido la verdad es descender a la cueva para auxiliar a los demás a que logren igual nivel de comprensión y puedan liberarse de sus ilusiones. Por lo tanto, para despojarse de la mentira en el alma, se necesita seguir el ejemplo de un filósofo ilustrado.
La República termina con la historia del guerrero Er, o también Ur, a la cual se hace referencia como El Mito de Ur, que Platón, de manera significativa, califica de mito pero presenta como realidad. En el relato muere un soldado, vive la vida tras la muerte, y retorna al plano mortal para contar su experiencia. Platón termina el diálogo con las palabras de Sócrates dirigidas a Glaucón:
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Mi consejo es mantenerse siempre en el camino de lo más elevado y marchar siempre en busca de la justicia y la virtud, teniendo en cuenta que el alma es inmortal y capaz de resistir toda clase de bien y de mal. Así, debemos vivir en amor unos con otros y hacia los dioses, tanto mientras permanezcamos aquí, como cuando a la manera de ganadores de competiciones que hacen las rondas para recibir premios, recibamos nuestra recompensa. Y estaremos en bien, tanto en esta vida como en el milenario peregrinaje que hemos venido desarrollando. (Libro X.621)
Sin embargo, un obstáculo grave que se presenta al ir en busca de la justicia y la virtud es la incapacidad de comprender lo que significan realmente conceptos como «justicia» y «virtud». En el Libro II.382a-382d, Platón define el concepto de mentira verdadera como la creación de dicho obstáculo sin que el individuo sea siquiera consciente de ello. A través de una conversación entre Sócrates y Adeimanto amplía su definición diciendo que consiste en una concepción errónea de las cuestiones más importantes de la vida de la persona, lo que perjudica su capacidad de comprender la verdad en cualquier situación.Esta formulación puede entenderse como la respuesta de Platón al sofista Protágoras (en torno a 485-415 a.C.) respecto a su célebre afirmación de que "el hombre es la medida de todas las cosas", es decir, que si la persona cree que algo es de cierta manera, así es.
CUANDO LA MENTIRA reside EN EL ALMA, LA PERSONA NO ES CONsCIENTE DE QUE AQUELLO que cree que es cierto EN REALIDAD ES ESPURIO; DE MODO QUE, SIN SABERLO, SIEMPRE PRONUNCIA FALSEDADES.
Desde el punto de vista de Protágoras, todos los valores están sujetos a las interpretaciones individuales basadas en la experiencia. Si dos personas se sientan en una habitación y una afirma que hace calor, mientras la otra aseverara que hace frío, ambas tendrían razón. Protágoras sugería que ello se debe a que la percepción de la realidad es, por necesidad, subjetiva, y está fundamentada en la experiencia personal y en la interpretación de dicha experiencia, por lo que no había forma de que la persona conociera con objetividad si lo que se alegaba como verdad era cierto.
Platón rechazaba con firmeza tal visión, y argüía a favor de la existencia de la verdad objetiva y de un reino muy por encima del plano mortal, que otorgaba un valor absoluto a los conceptos que los humanos afirmaban que eran ciertos o reconocían como falsos. La diferencia fundamental en la interpretación de estos dos filósofos puede constatarse en la forma en que cada uno consideraría la afirmación «el Partenón es bello».
Para Platón sería correcto decir que el Partenón es bello, debido a que dicha estructura participa de la eterna Forma de lo Bello existente en un dominio más elevado, la cual queda reflejada en la construcción física ateniense. Para Protágoras el Partenón es bello solo si la persona cree que es bello; para él no existe tal cosa como la belleza objetiva. Platón consideraría, y de hecho consideraba, que la interpretación de Protágoras era una falsedad peligrosa.
La mentira en el alma
La mentira en el alma puede explicarse de la siguiente manera: si en cierta circunstancia se cree que comer zanahoria en cada comida es lo mejor para la salud y más tarde se concluye que el exceso de todas las cosas puede ocasionar daño y la persona deja de comer zanahorias, tal comprensión no tendría consecuencias negativas a largo plazo en la vida del individuo. Sin embargo, si se piensa que alguien a quien se aprecia es un ejemplo de virtud y luego se descubre que es un delincuente ladino y embaucador, el hallazgo podría socavar en la persona la confianza en sí misma, en su juicio, en otros individuos, e incluso en un Dios más perfecto al comprender que se encontraba equivocada acerca de un individuo sobre quien estaba muy segura. Esto la llevaría a cuestionarse en qué otros aspectos de la vida podría estar también equivocada.
Por lo tanto, Platón asevera que la mentira en el alma es la peor de las aflicciones espirituales que se pueda sufrir, y diferencia esta condición de los efectos de una mentira corriente o de un cuento. Cuando la persona pronuncia una mentira, sabe que no dice la verdad, y al relatar un cuento, comprende que la historia no responde a hechos reales. Sin embargo, cuando alguien tiene la mentira en el alma, no sabe que lo que cree que es verdadero en realidad es falso, y por tanto expresa falsedades constantemente sin saber que lo está haciendo.
Equivocarse en las cuestiones más importantes de la vida lleva a la persona a ser incapaz de observar la existencia de manera realista e impide todo tipo de percepción de lo verdadero, tanto respecto a cualquier conjunto de circunstancias, como sobre las motivaciones e intenciones de las demás personas, como en específico, acerca de sus propios móviles, hábitos, y comportamientos.
En la siguiente conversación desarrollada en La República, Platón afirma:
Nadie desea estar en un error respecto a las cuestiones más importantes de la vida;
Una mentira corriente no es equivalente a llevar la falsedad en el alma;
Las falsedades portadas por palabras pueden ser útiles para auxiliar a alguna amistad, o para crear mitologías que consuelen y provean estabilidad a quienes buscan respuesta a de dónde vienen y por qué existen.
Para reconocer la existencia de la falsedad en el alma, la persona debe ser capaz de discernir entre lo que es cierto y lo que es falso en el plano objetivo, no en el nivel simple de la opinión personal. Para alcanzar este nivel superior, la persona necesita relacionarse con un filósofo y dedicarse a la búsqueda de la sabiduría que conduce al discernimiento. Durante el desarrollo de esta experiencia, el individuo llegará a comprender cuál es su mentira, y una vez que la identifica, será capaz de desecharla y avanzar en la conducción de una vida de honestidad, claridad y verdad.
El siguiente pasaje de La República, Libro II, 382a-382d, define el concepto (traducido de la versión en inglés de B. Jowett):
Sócrates: ¿Es que no sabes, pregunté, que la falsedad verdadera, si tal expresión puede permitirse, la detestan los hombres y los dioses?
Adeimanto: ¿Qué quieres decir?
S: Quiero decir que nadie se deja engañar por voluntad propia en aquello que constituye la parte más noble y elevada de sí mismo, o en cuanto a las cuestiones más genuinas y excelsas; eso es, sobre todo, lo que más teme: que una mentira se haya posesionado de él.
A: Aun no te comprendo.
S: La razón es, respondí, que le atribuyes un significado profundo a mis palabras. Pero lo único que digo es que sufrir una decepción, o estar engañado o desinformado acerca de las más importantes realidades en lo más noble de la persona, que es el alma, y que en ella exista y se mantenga la mentira, es lo que la humanidad menos quiere. Eso, digo, es lo que más aborrece.
A: No hay nada que sea más detestable para el hombre.
S: Y, tal como acabo de observar, esta ignorancia residente en el alma de quien está engañado podría denominarse la mentira verdadera; puesto que la mentira contenida en las palabras no es más que una especie de imitación y sombría imagen de una afección previa del alma, no una falsedad pura y sin adulteración. ¿No estoy en lo cierto?
A: Muy cierto.
S: ¿No odian los dioses la mentira verdadera, y también los hombres?
A: Sí.
S: Mientras la mentira portada por la palabra es en ciertos casos útil y no repudiable: al tratar con el enemigo, por ejemplo, o incluso, cuando aquellos a quienes denominamos amigos, en un arrebato de locura o de ilusión van a realizar algún daño, entonces esa falsedad es de provecho y constituye una especie de remedio o preventivo. También lo es en los relatos mitológicos, de los cuales recién hablábamos, pues debido a que no conocemos la realidad respecto a los hechos de la antigüedad, hacemos que la mentira se parezca tanto como podamos a la verdad y la convertimos en historia.
A: Muy cierto.
Conclusión
A partir de este punto Platón continúa el desarrollo del concepto relacionado con el argumento acerca de la justicia en La República, Libro I, y así conforma el resto del diálogo hasta el Libro X. De hecho, podría decirse que la mentira en el alma es parte consustancial de toda la obra de Platón, puesto que insiste en la existencia de una verdad absoluta que se requiere reconocer para vivir una vida plena de significado. En su intento de refutar la concepción subjetiva de la realidad de Protágoras, Platón influyó de manera directa en las estructuras fundacionales de las grandes religiones monoteístas del mundo: el judaísmo, el cristianismo y el islam, y más aún: configuró dichos sistemas, de manera indirecta, a través de las obras de su alumno, Aristóteles.
A lo largo de su vida Platón intentó demostrar que se podían hallar pruebas evidentes de la existencia de la verdad última para exponerlas ante todo el mundo. Desde su primer diálogo hasta el último, a pesar de ser profundos y elocuentes, jamás encontró la forma de probar de manera concluyente sus convicciones, por una razón muy sencilla: aun si se acepta que tal verdad absoluta existe, para entenderla es necesario que cada quien la interprete de forma subjetiva, y es en el proceso de comprensión que se corre el riesgo de contraer la mentira en el alma, que distorsiona dicha verdad. A la larga, todo lo que Platón pudo hacer fue advertir de lo que él concebía como un peligro, y proveer sus mejores consejos acerca de la manera de evitar que la mentira verdadera deformara la visión de cada quién y atrofiara su crecimiento emocional y espiritual.
La mentira en el alma, o la mentira verdadera, es un concepto que aparece en La República, Libro II, y se define como el engaño que sufre la persona acerca de los aspectos más importantes de su vida.
¿Dónde se explica la mentira verdadera, o la mentira en el alma?
La mentira verdadera, o mentira en el alma, se explica en La República, Libro II, renglones 382a-382d.
¿Cómo explica Platón que se puede liberar una persona de la mentira en el alma?
Platón afirma que la persona puede liberarse a sí misma de la mentira en el alma relacionándose con un verdadero filósofo y participando en la búsqueda de la sabiduría que conduce al discernimiento.
¿Por qué es importante la mentira verdadera, o la mentira en el alma, de Platón?
El concepto de Platón acerca de la mentira verdadera resulta importante como expresión de los peligros que enfrenta la persona de engañarse a sí misma, y además porque está presente en toda la obra de Platón, en su propósito de demostrar la existencia de una verdad objetiva capaz de librar al individuo de sus falsas creencias.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, J. J. (2023, abril 05). Platón: la mentira en el alma [Plato's Lie In The Soul].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-210/platon-la-mentira-en-el-alma/
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Mark, Joshua J.. "Platón: la mentira en el alma."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación abril 05, 2023.
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Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 05 abr 2023. Web. 21 nov 2024.
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Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 05 abril 2023. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.