La Gran Embajada fue el nombre que se le dio a la larga gira que el zar Pedro I de Rusia (también conocido como Pedro el Grande, reinó de 1682 a 1725) realizó durante 1697 y 1698 a través de Europa Occidental. A Pedro lo acompañaron cientos de personas, incluidos nobles, sus amigos, voluntarios, intérpretes y cocineros.
Pedro viajó de incógnito bajo el nombre de Pedro Mikhailov para poder observar sin bombos ni platillos el modo de vida de Europa Occidental. Sin embargo, con frecuencia su verdadera identidad le era revelada a los gobernantes y a las personas eminentes que conocía. Durante su largo viaje, Pedro se reunió con personas eminentes, incluidos Guillermo III de Inglaterra (príncipe de Orange, que reinó de 1650 a 1702, y rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda, reinó de 1689 a 1702); el arzobispo de Canterbury; William Penn (1644-1718), quien fundó la colonia de Pennsylvania en América del Norte; Leopoldo I de Habsburgo, emperador del Sacro Imperio Romano (reinó de 1658 a 1705); y Augusto II de Polonia (elector de Sajonia, reinó de 1694 a 1733, y rey de Polonia, reinó de 1697-1706 y de 1709-1733).
Se especula sobre la verdadera razón de este largo viaje. Sin embargo, por lo general se acepta que Pedro quería proseguir su educación, ver cómo se administraban los países europeos occidentales y profundizar en su amor y pasión por la construcción naval observando algunas de las armadas europeas más poderosas.
Salida
En 1697, Pedro planeó visitar específicamente las potencias navales más importantes de aquel tiempo, entre ellas Inglaterra, los Países Bajos y Venecia, ya que estaba decidido a crear una armada rusa y necesitaba de toda la inspiración que podía obtener. Juntó una inmensa embajada, alrededor de 200 personas, que lo acompañarían en este viaje.
EL 9 DE MARZO DE 1697, LA Gran EMBAJADA SALIÓ DE MOSCÚ EN UN LARGO DESFILE.
A la cabeza de la embajada estaba el general F. Lefort (vivió de 1656 a 1699), el gobernador general de Nóvgorod. Fiódor Golovín (vivió de 1650 1706), el gobernador general de Siberia y un diplomático profesional; y Prokofy Votznitsyn, el gobernador de Bóljov, también fueron reclutados. El resto de la embajada estaba compuesta de nobles, secretarios, intérpretes, cocineros, músicos, amigos de Pedro y hombres escogidos para que estudiaran construcción naval y otras habilidades náuticas.
En su ausencia, Pedro nombró a su tío Lev Naryshkin (a veces escrito León Narychkine), al príncipe Boris Golitsyn (vivió de 1654 a 1714) y al príncipe Pedro Prozorovsky, el tesorero, para que gobernaran Rusia. Cada uno de estos hombres era de confianza y leal a Pedro. El príncipe Fyodor Romodanovsky, el gobernador general de Moscú, tenía la tarea de supervisar todo lo referente a la ley el orden. Pedro le ordenó que sofocara inmediatamente cualquier rebelión. También estacionó a 12.000 hombres para que protegieran las fortificaciones de Moscú.
El 9 de marzo de 1697, la Gran Embajada salió de Moscú en un largo desfile que era muy imponente a la vista. Había hombres a caballo, vestidos con sus mejores galas, junto con vagones y trineos que seguían detrás. Multitudes salieron a las calles para ver el desfile mientras pasaba.
Riga
Pedro y la Gran Embajada se saltaron Polonia debido a los disturbios. Fueron directamente a la localidad de Riga en Livonia (actual Letonia), que estaba bajo control sueco y era una ciudad protestante pintoresca con iglesias y calles empedradas. Pedro estaba interesado en Riga porque era un puerto importante en el mar Báltico. Eric Dahlberg, el gobernador sueco de Riga, no estaba preparado para esta visita y apresuradamente improvisó una recepción y les dio la bienvenida a sus huéspedes. Sin embargo, en ese entonces el pueblo estaba atravesando por una hambruna y no hubo grandes banquetes a la altura de un zar.
Riga era una fuerte fortaleza de estilo moderno y a Pedro le hacía ilusión examinarla y estudiarla ya que no tenía nada que ver con las fortalezas que se encontraban en Rusia. Sin embargo, esto hizo que los suecos sintieran recelo, ya que eran muy conscientes del pasado hostil entre Suecia y Rusia; el gobernador no les dio permiso a los rusos para que observaran las fortificaciones. Un día, un soldado sueco se encontró con Pedro que estaba tomando medidas y esbozando las fortificaciones en un cuaderno. Amenazó con dispararle a Pedro y el general Lefort se quejó ante Eric Dahlberg, quien pidió disculpas en nombre de este hombre.
Tan pronto como el hielo se descongeló, Pedro y la Gran Embajada se marcharon de Riga. La relación entre Rusia y Suecia se enfrió y la experiencia de Pedro en Riga fue uno de los factores decisivos para declararle la guerra a Suecia en 1700 (la Gran Guerra del Norte).
Curlandia y Königsberg
Al poco tiempo de salir de Riga, la Gran Embajada llegó al ducado de Curlandia, un territorio polaco en Livonia. La bienvenida que le dio el duque Federico Casimiro (reinó de 1682 a 1698) fue completamente diferente de aquella que recibieran en Riga. El duque mandó hacer fastuosos banquetes con música y un flujo continuo de bebidas alcohólicas.
Consciente de la pasión de Pedro por los barcos y el mar, el duque hizo los arreglos necesarios para que un yate lo llevara a su próximo destino, que era Königsberg (actual Kaliningrado, Rusia), un electorado alemán. El elector Federico III de Brandeburgo (reinó de 1688 a 1701), el futuro rey Federico I de Prusia (reinó de 1701 a 1713), organizó una espléndida recepción para la Gran Embajada con la que hubo un largo desfile en la ciudad. En la marcha se encontraban palafreneros, guardias reales, nobles, pajes y los miembros de la Gran Embajada.
La Gran Embajada pasó varias semanas en Königsberg, donde Pedro solía reunirse frecuentemente con Federico y estudiaba artillería y balística. Mientras Pedro estaba en Königsberg recibió noticias de que Augusto II, el elector de Sajonia, había subido al trono de Polonia, noticias con las que estuvo muy complacido.
De paso por Alemania
Aunque Pedro esperaba viajar a los Países Bajos en barco se consideró que era poco seguro que lo hiciera y Pedro tuvo que resignarse a viajar por tierra. Viajó en vagón a través de Alemania, escondiendo su identidad y evitando lo más posible el trato con la gente. Sin embargo, dos damas estaban decididas a conocer a Pedro: Sofía , la electora de Hannover (reinó de 1692 a 1698), y su hija Sofía Carlota de Hannover, electora de Brandeburgo (reinó de 1701 a 1705), quienes lo invitaron a cenar en Coppenbrügge. Aunque Pedro estaba renuente a ser visto por mucha gente, lo convencieron para que asistiera.
Enseguida, Pedro quedó impresionado con estas dos damas; ambas eran mujeres inteligentes y poderosas. A su vez, ellas se encariñaron con él y competían por ganar su atención. La cena duró horas y los huéspedes se dieron el gusto de beber, reír y bailar.
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La República holandesa
En aquel tiempo, la República holandesa era uno de los estados europeos más influyentes y prósperos gracias a su floreciente comercio exterior y a sus industrias mercantiles. A Pedro le hacía ilusión visitar y ver en persona su esplendor. Llegó a Ámsterdam el 7 de agosto de 1697, pero continuó a la localidad de Zaandam, dejando atrás a la Gran Embajada. Pedro había oído muchas cosas sobre Zaandam, incluso que allí se construían los barcos más grandes en Holanda y tenía la intención de quedarse allí unos cuantos meses para aprender de los maestros cómo construir naves. A su llegada, Pedro se encontró con uno de sus viejos amigos, Gerrit Kist, quien lo recibió en su casa.
EN ZAANDAM, PEDRO SE DISFRAZÓ de MARINERO ruSO Y EMPEZÓ A TRABAJAR; HASTA SE COMPRÓ SUS PROPIAS HERRAMIENTAS.
En Zaandam, Pedro se disfrazó de marinero ruso y empezó a trabajar; hasta se compró sus propias herramientas. Visitó talleres, fábricas y forjadores de hierro. No pasó mucho tiempo antes de que la gente de Zaandam empezara a rumorear que entre ellos se encontraba una persona importante y la muchedumbre empezó a reunirse esperando alcanzar a ver al zar. La situación empeoró tanto que Pedro sólo pasó una semana en Zaandam antes de zarpar de vuelta a Ámsterdam.
Ámsterdam era una de las ciudades más ricas del mundo y el domicilio del puerto más grande de Europa. Rodeado de los ríos IJ y Ámstel, cada rincón era parte de una ciudad acuática, con puentes y canales, lo que permitía que barcos y barcazas pasaran con facilidad. Pronto Pedro hizo amistad con el rico y cultivado Nicolaas Witsen, el alcalde de Ámsterdam, y también uno de los directores de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Como él y Pedro compartían la misma pasión por los barcos, Witsen se mostró comprensivo cuando Pedro le dijo que el gentío le impedía dedicarse a la construcción naval y le sugirió que trabajara en los astilleros y varaderos de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que estaba cerrada a la vista pública. Naturalmente, Pedro se entusiasmó con esta solución y en mitad de la noche, se fue a Zaandam a buscar sus herramientas para ponerse a trabajar de inmediato.
Junto con la construcción naval, Pedro hizo tiempo para visitar fábricas, museos, aserraderos, talleres, jardines, fábricas de papel, imprentas, molinos de viento y laboratorios, además se reunió con reconocidos académicos competentes en una variedad de materias, haciendo realidad su constante deseo por educarse. Curiosamente, sólo hubo una cosa que a Pedro no le llamó la atención: las obras de arte de los maestros flamencos tales como Rembrandt (1606-1669) y Johannes Vermeer (en torno a 1632-1675). Se interesó más en las pinturas de artistas menos conocidos que representaban el mar y las escenas de barcos.
Reunión con el príncipe de Orange
Llegó el momento de la visita de la Gran Embajada a La Haya, la ciudad capital más poderosa de toda Europa. Pero antes, Pedro hizo una parada en Utrecht para reunirse con Guillermo, príncipe de Orange y rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Guillermo sería una de las personas más interesantes que Pedro conocería en toda su vida. Pedro lo tenía en alta estima, aún antes de conocerlo en persona. A la tierna edad de 21 años, a Guillermo se le habían otorgado los plenos poderes militares y políticos, además de que se le había dado la tarea de enfrentarse al poderoso Ejército francés que había invadido Holanda. Contra toda expectativa, logró repeler a los franceses. Quince años después invadió Inglaterra (la primera persona en lograrlo desde que lo hiciera Guillermo el Conquistador, que reinó de 1066 a 1087).
Pedro y Guillermo se reunieron muchas veces, pero sus reuniones siempre fueron secretas e informales; no hubo ningún registro escrito de lo que ocurrió entre ellos. Sabemos que Pedro trató de que Guillermo se uniera con él en una alianza contra los turcos, pero no lo convenció. Pedro le contó a Guillermo sobre sus planes de visitar próximamente Inglaterra, y este estuvo tan contento que ofreció asignar un enviado inglés para que viajara con la Gran Embajada.
Antes de salir de Holanda, Pedro regresó a Ámsterdam, donde continuó su construcción naval y sus estudios. La nave en la que estaba trabajando finalmente llegó a término y Witsen se la obsequió a Pedro como un regalo de la ciudad de Ámsterdam. Pedro estaba exultante y nombró a la nave Amsterdam. Después de casi cinco meses en Holanda, finalmente el 7 de enero de 1698, Pedro partió para Inglaterra.
Pedro en Inglaterra
Londres era la segunda capital más grande de Europa y solo la segunda después de Ámsterdam en términos de riqueza, aunque pronto la sobrepasaría. A pesar de que era una ciudad deslumbrante y bella, también tenía su lado oscuro y peligroso. Al llegar a Londres, el 11 de enero de 1698, Pedro se quedó en una bonita casa y recibió visitas de la nobleza. El rey Guillermo III también le hizo una visita sorpresa. El 23 de enero de 1698, Pedro le hizo una visita formal a Guillermo en el Palacio de Kensington, donde tuvieron una larga reunión. También se reunió con la heredera al trono, la futura Ana, reina de Gran Bretaña (reinó de 1702 a 1714). Guillermo III convenció a Pedro para que el artista sir Godfrey Kneller (1646-1723) le hiciera un retrato; la pintura se encuentra en la King’s Gallery, la Galería del rey del Palacio de Kensington.
Además de sus habituales intereses en construcción naval, Pedro también se interesó por la Torre de Londres y por las diferentes denominaciones religiosas de Inglaterra. Se reunió con el arzobispo de Canterbury y con Gilbert Burnet, el obispo de Salisbury (1643-1715); asistió a misas protestantes y hasta fue a una reunión de los cuáqueros. Como es bien sabido, Pedro también se reunió con William Penn, quien fundó la colonia de Pennsylvania en Norteamérica y predicó la tolerancia religiosa. Pedro también asistió a sesiones de las Cámaras del Parlamento.
El 3 de marzo de 1698, el rey Guillermo III le regaló a Pedro un yate real. Pedro quedó encantado y lo nombró Royal Transport; es decir, Transporte real. A Pedro lo invitaron a ver la flota inglesa en su totalidad. En marzo viajó a Portsmouth y a la Isla de Wight, donde se produjo una batalla simulada en su honor. Pedro estaba admirado con lo que vio y tomó notas. El 18 de abril de 1698, Pedro se reunió con Guillermo III por última vez antes de salir de Inglaterra. De acuerdo con informes discrepantes, Pedro le obsequió a Guillermo III un rubí grande en bruto o un diamante como regalo de despedida. El 2 de mayo de 1698, Pedro salió de Inglaterra y regresó a Holanda, donde se volvió a unir al resto de su embajada.
Visita a Viena
El 15 de mayo de 1698, la Gran Embajada salió de Ámsterdam y viajó a Viena, haciendo paradas en Leipzig, Dresde y Praga. En Dresde, el Estado electoral de Sajonia, se le dio una calurosa recepción de bienvenida bajo las órdenes de Augusto, el elector de Sajonia, quien ahora también era el rey de Polonia y no estaba allí para recibirlo personalmente.
Viena era una bella ciudad, pero no tenía las riquezas de Ámsterdam ni de Londres. Básicamente servía como la sede de la dinastía de los Habsburgo. Tomó un mes de negociaciones antes de que se hicieran los planes para que se reunieran Pedro y Leopoldo I, emperador del Sacro Imperio Romano. La primera reunión sólo duró 15 minutos y estableció las pautas para la estadía de Pedro que duró dos semanas. Pedro también conoció a la emperatriz Eleonora (reinó de 1676 a 1705) y sus hijas.
Como en Inglaterra, Pedro se interesó por la religión y la Iglesia católica. Asistió a misas católicas y se reunió con el cardenal Kollonitz (1631-1707). El emperador Leopoldo organizó un baile de máscaras en honor de Pedro y para reciprocar el gesto, los rusos organizaron un fastuoso baile en la fiesta de san Pedro. Sin embargo, Pedro estaba listo para irse de Viena porque era una ciudad sin acceso al mar y en aquel tiempo, Pedro tenía poco interés por ciudades que no tuvieran puertos ni naves. También había una tensión en aumento debido al tratado pendiente entre Austria y Turquía.
Pedro ya había planeado visitar Venecia. Sin embargo recibió noticias preocupantes sobre los streltsí (la Infantería rusa). Cuatro regimientos se habían rebelado y estaban en marcha hacia Moscú. Pedro decidió cancelar su viaje a Venecia y regresar a Moscú, con un único desvío en mente. El 19 de julio de 1698, Pedro salió de Viena y se dirigió a Polonia.
Pedro y Augusto
Al llegar a la localidad de Rawa en Galitzia (también escrito Galicia, en la actual Polonia y Ucrania), Pedro finalmente se reunió con Augusto II de Polonia, un hombre con quien Rusia y Pedro pronto estarían profundamente vinculados durante la Gran Guerra del Norte (1700-1721).
Igual que Pedro, Augusto era alto y fuerte (su sobrenombre era Augusto el Fuerte). Tan pronto como se encontraron, ambos tuvieron una conexión instantánea y profunda con el otro. Pasaron cuatro días juntos, dándose un festín, bebiendo y pasando revista del Ejército sajón. Augusto le otorgó a Pedro las Armas reales de Polonia, que Pedro a su vez lució con orgullo. La idea de una guerra conjunta contra Suecia nació en Rawa durante los cuatro días que Pedro y Augusto pasaron juntos.
Regreso a Moscú
El 4 de septiembre de 1698, Pedro y la Gran Embajada regresaron a Moscú. Pedro había estado fuera de Rusia por más de un año. Durante su tiempo en el extranjero fue testigo de cosas que moldearían e inspirarían las muchas reformas que introdujo en su país y para su pueblo. También fue uno de los catalizadores de la más larga y significativa guerra de su reinado.
El propósito de la Gran Embajada era que Pedro el Grande experimentara el modo de vida de Europa Occidental y que visitara las poderosas ciudades navales donde poder aprender construcción naval.
¿Qué países visitó Pedro el Grande?
Los países que visitó Pedro el Grande incluyeron Prusia, Inglaterra, los Países Bajos, Austria y Polonia.
¿Cuánto tiempo duró el viaje de la Gran Embajada?
La Gran Embajada viajó viajó por Europa Occidental durante 18 meses.
Edilsa Sofía es una antigua diplomática y educadora, especialmente interesada en las Artes y los asuntos culturales. Además de otros grados, tiene una maestría en traducción literaria.
Liana es la editora de los medios de comunicación social de la Ancient History Encyclopedia. Tiene una licenciatura en artes y su área de concentración es la Historia antigua: Grecia, Roma y la Antigüedad Tardía. Grecia y Roma la apasionan particularmente, así como todo lo que tiene que ver con la mitología y la mujer.
Miate, Liana. "La Gran Embajada de Pedro el Grande."
Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 13, 2023.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2327/la-gran-embajada-de-pedro-el-grande/.
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Miate, Liana. "La Gran Embajada de Pedro el Grande."
Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 13 nov 2023. Web. 20 nov 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Liana Miate, publicado el 13 noviembre 2023. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.