Racionamiento en Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial

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Mark Cartwright
por , traducido por Silvia Campos
Publicado el 21 junio 2024
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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El racionamiento de alimentos, ropa, gasolina y otros artículos esenciales se introdujo en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando las importaciones del país se vieron gravemente amenazadas por los ataques de submarinos alemanes a buques mercantes en el océano Atlántico, el mar del Norte y el canal de la Mancha. Los ciudadanos recibieron cartillas de racionamiento con cupones que podían gastar en comercios para garantizar que todos tuvieran acceso a un mínimo de productos básicos, no así que nadie pudiera comprar más de las cantidades restringidas.

Si bien algunos productos básicos como el pan, las frutas y las verduras nunca se racionaron, muchas otras necesidades sí, de modo que las comidas se volvieron más simples y monótonas. Los artículos racionados incluían carne, azúcar, mantequilla, queso, té y jabón. El gobierno también animó a la gente a asistir a restaurantes baratos eximiéndolos a ellos y a sus clientes de cualquier racionamiento. A pesar de que se desarrollara un mercado negro donde ilegalmente se compraba bienes que de otro modo estaban racionados, el sistema de racionamiento funcionó en gran medida gracias al cumplimiento por parte de la población.

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British Food Ration Book
Cartilla de racionamiento británica para alimentos
Imperial War Museums (CC BY-NC-SA)

Parco abastecimiento

La Gran Bretaña de antes de la guerra dependía en gran medida de muchos bienes importados, que llegaban por barco desde todo el Imperio británico, América del Norte y del Sur y otras naciones comerciales. Durante la guerra, los barcos mercantes se vieron seriamente amenazados por los submarinos alemanes cuando se dirigían hacia y desde Gran Bretaña. Otra amenaza a los suministros provino del bombardeo alemán de los principales puertos británicos y de los muelles del East End en Londres. En esas zonas, con Europa occidental y central ocupada por el enemigo, el acceso de Gran Bretaña a los bienes producidos se vio interrumpido. En 1941, las exportaciones británicas eran dos tercios más bajas que antes de la guerra. Otro varapalo a los suministros se produjo cuando Japón ocupó zonas del Imperio británico en el este a partir de 1942. Además de estas delimitaciones, el acercamiento del gobierno hacia la guerra total significó que muchos recursos tuvieron que desviarse hacia el esfuerzo bélico, como la fabricación y el transporte de armas, limitando aún más los recursos que de otro modo podrían haberse utilizado para apoyar el mercado de bienes nacionales.

A los ciudadanos se les entregó una cartilla de racionamiento que contenía cupones que sólo podían «gastar» en tiendas designadas.

Para garantizar que ciertos artículos esenciales permanecieran disponibles para el mayor número de ciudadanos, se introdujo el racionamiento, una política utilizada en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Los precios de los alimentos se empezaron a controlar a partir de noviembre de 1939 y la gasolina comenzó a racionarse en septiembre del mismo año. Desde los primeros meses de 1940 la carne, la mantequilla y el azúcar corrieron la misma suerte. A partir de junio de 1941, se añadió ropa a la lista en respuesta a un aumento espectacular de los precios. El jabón se racionó a partir de febrero de 1942, convirtiendose en uno de los regalos de Navidad más populares de ese año.

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«Existe amplia evidencia de que tales controles, destinados a ayudar a ganar la guerra, no fueron mal recibidos» (Dear, 882). Además, la gente sentía que el racionamiento, aplicado a todos, ayudaba a que la sociedad británica fuera menos desigual porque todos se unían en tiempos de crisis.

Two-Person Weekly Food Ration
Ración de comida semanal para dos personas
Imperial War Museums (CC BY-NC-SA)

Racionamiento de alimentos

Es importante recalcar que nunca se racionaron ciertos alimentos básicos. Entre los alimentos no racionados se encontraban el pan, las patatas, las frutas, las verduras y el pescado. Entre los racionados, la carne, la mantequilla y el azúcar eran los más importantes en términos de nivel de consumo antes de la guerra. A los ciudadanos se les entregaba regularmente una cartilla de racionamiento que contenía cupones que sólo podían «gastar» en una tienda designada (los compradores primero tenían que registrarse en los comercios locales). Una vez que se gastaba un cupón en un artículo en particular, no se podía obtener más de lo mismo hasta recibir una cartilla nueva. Sin embargo, los clientes aún debían pagar sus productos en efectivo. El gobierno pagaba a personas para comprobar que, clientes y comerciantes, cumplían el racionamiento en las tiendas, que las porciones en los restaurantes eran correctas y que los precios se mantenían con arreglo a la Ley de Precios de Mercancías, cuyo objetivo era reducir la especulación.

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El racionamiento adquirió su punto álgido en el verano de 1942, cuando se impusieron los siguientes límites semanales por persona:

  • 450 gr. (1 libra) de carne (con un valor monetario de 1 chelín y 2 peniques)
  • 113 gr. (4 onzas) de jamón y tocino
  • 225 gr. (8 onzas) de azúcar
  • 225 gr. (8 onzas) de grasas (por ejemplo, mantequilla)
  • 225 gr. (8 onzas) de queso

Otros artículos fueron racionados por persona y mes:

  • 500 gr. (16 onzas) de confitura, mermelada o picadillo de frutas
  • 225 gr. (8 onzas) de dulces

Y había otros productos que se racionaron cada dos meses:

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  • huevos deshidratados (equivalente a 12 huevos frescos)

Cadbury Ration Chocolate
Ración de chocolate Cadbury
Imperial War Museums (CC BY-NC-SA)

Además de esto, una persona podía ahorrar y «gastar» algunos de sus cupones de racionamiento en ciertos artículos de lujo, aquellos que eran mucho más escasos y no se consideraban productos básicos para el día a día. Quien comprara podría ahorrar 20 puntos de su cartilla de racionamiento y adquirir su valor equivalente en diversos productos como cereales para el desayuno, galletas, almíbar, salmón enlatado y guisantes secos. Una libra de guisantes secos costaba un punto, mientras que el salmón en lata costaba 32 puntos. Una lata de melocotones costaba ocho puntos y una lata de tomates seis puntos. Podemos imaginar que los compradores tenían que hacer malabarismos para obtener la mejor variedad de alimentos con estos cupones de bonificación. Con la frecuente escasez y el tedioso cuenteo de cupones, también se hacía necesario tener paciencia en las, a menudo, largas colas de las tiendas.

En cada familia, los cocineros se volvieron especialistas en el arte de ofrecer menús variados con ingredientes limitados.

Algunas personas obtuvieron un subsidio extra para algunos artículos. Por ejemplo, una madre con un hijo menor de seis años podría recibir el doble de la ración normal de huevos. A las mujeres embarazadas y a los inválidos se les permitía medio litro de leche al día. A partir de julio de 1940, gracias al Plan Nacional de Distribución de Leche, los niños menores de cinco años y las madres lactantes de bajos ingresos tenían derecho a medio litro de leche gratuito por día. En 1941 se introdujo un programa similar, el Plan de Asistencia Vitamínica, que proporcionaba a los niños y a las madres zumo de naranja y aceite de hígado de bacalao de forma gratuita. La evacuación de niños a zonas rurales más ricas en productos agrícolas al menos ayudó a aliviar la presión sobre muchos hogares urbanos para que les proporcionaran los alimentos y la ropa que necesitaban.

Muchas cosas se volvieron difíciles o incluso imposibles de adquirir. El helado estaba prohibido. Pasado noviembre de 1940, el gobierno prohibió la importación de plátanos. Las naranjas eran casi imposibles de encontrar hasta la victoria aliada en el norte de África. Los limones eran productos muy buscados, pero tan raros como el polvo de oro. Las coles de Bruselas empezaron a escasear en las tiendas y era difícil comprar ciertos vinos, licores y cervezas a medida que avanzaba la guerra, e incluso los bares se quedaban sin suministros en fechas destacadas, como los días festivos o cuando llegaba el verano. A veces, ciertos alimentos iban y venían; una semana el tendero tenía un determinado producto en cantidad y a la semana siguiente escaseaba, por lo que se formaban colas para comprar la aparición inesperada de artículos tan habituales como las cebollas, la coliflor o las grosellas. Así lo señalaba una compradora, la señora Britton, en 1942: «En lugar de ir a una tienda y decir 'Quiero esto y aquello', todos estamos adquiriendo el hábito de decir '¿Tienes...?'» (Ziegler, 252).

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Cambios en los hábitos alimentarios

La campaña Dig for Victory («Cava por la Victoria») animó a la gente a cultivar verduras si tenían un jardín o un terreno, complementando de este modo las reservas de alimentos del país y su propia despensa. Quizá sea significativo que uno de los géneros más populares en las bibliotecas durante la guerra fueran los libros sobre jardinería. Otras estadísticas respaldan el hecho de que los británicos se convirtieron en una nación de jardineros productivos. Gran Bretaña tenía 815.000 parcelas en 1939, pero cuatro años más tarde esta cifra había aumentado a 1,4 millones. Los huertos surgieron en los lugares más insospechados, e inclusive el foso de la Torre de Londres se utilizó para cultivar hortalizas.

El gobierno también trabajó para aumentar la productividad alimentaria. La tierra británica dedicada a la agricultura aumentó de 13,2 millones de acres en 1940 a casi 18 millones de acres en 1944. Sin embargo, las cifras de ganadería se movieron en la dirección opuesta: el número de ovejas, cerdos y aves de corral disminuyó considerablemente (mientras que el número de ganado vacuno se mantuvo estable). Estas cifras oficiales no tuvieron en cuenta los animales criados de forma privada, ya que cada vez más personas empezaron a criar sus propias aves y cerdos. Hubo otro cambio de costumbre, quizá más duradero. Las mujeres solían preparar las comidas en el hogar familiar, sin embargo un gran número de ellas habían sido reclutadas para los diversos servicios militares y auxiliares o trabajaban en fábricas, lo que significaba que tenían menos tiempo para preparar la comida. Este cambio y la falta de ingredientes básicos debido al racionamiento provocó un aumento en la demanda de platos preparados en las tiendas (lo que hoy llamaríamos alimentos precocinados) tales como tartas, pasteles y embutidos que antes se elaboraban en casa.

Otra consecuencia del racionamiento fue que en cada familia los cocineros se convirtieron en especialistas en el arte de ofrecer menús variados con ingredientes limitados. La repostería, en particular, reflejaba el racionamiento con nuevas recetas de pasteles y postres que no requerían tantos huevos (o ninguno), no contenían grasa o menos azúcar que las recetas tradicionales. La carne enlatada importada de Norteamérica, como el fiambre, se convirtió en un nuevo ingrediente en la mesa británica. El gobierno también hizo su parte patrocinando unos 200 cortometrajes Food Flash, que daban consejos sobre cómo utilizar mejor los ingredientes simples para preparar comidas más variadas.

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Todo este racionamiento podría haber llevado a una dieta empobrecida, pero de hecho ocurrió lo contrario: la gente comía menos, tal vez, pero en general, alimentos más saludables que antes de la guerra. «Grosso modo, no hay duda de que, en términos de vitaminas y calorías esenciales, la población del Reino Unido estaba mejor alimentada durante la guerra que antes, cuando la desnutrición iba de la mano del desempleo y los bajos salarios» (Dear, 885).

Shopping Queues in WWII London
Colas para comprar en el Londres de la Segunda Guerra Mundial
Imperial War Museums (CC BY-NC-SA)

El atractivo de los restaurantes

El único lugar en el que todavía se podía disfrutar de un buen refrigerio era un restaurante o cantina. Las comidas servidas en el lugar de trabajo, las ofrecidas en los aproximadamente 200 nuevos restaurantes baratos británicos (que ofrecían comer tres platos a nueve peniques) y la comida en otros establecimientos no estaban sujetas a racionamiento. El gobierno se dio cuenta de que era necesaria una válvula de seguridad para un sistema de racionamiento estricto, y entendió que muchos tipos de trabajadores, como los de la industria pesada, trabajarían mejor si tuvieran acceso a porciones adicionales de carne y queso. El diputado liberal Dingle Foot dio una razón adicional para evitar el racionamiento de alimentos en los restaurantes:

El Ministerio calculó que cuanto más comiera la gente fuera de casa, mejor, porque en realidad consumían menos alimentos. Por tanto, querían convencer a la gente de comer en restaurantes y sobre todo en cantinas, y por esa razón, se eximieron deliberadamente del racionamiento las comidas tomadas fuera de casa. La gran dificultad que encontramos fue conseguir que un gran número de trabajadores británicos comiera en cantinas y muchos de ellos insistieron en volver a casa, aunque eso significara consumir las raciones familiares.

(Holmes, 394)

La exención de los restaurantes del racionamiento significó que los ricos podían comer lo que quisieran, mientras que los pobres ni siquiera podían permitirse el lujo de ir a uno. El gobierno reconoció este malestar en la sociedad imponiendo un límite a lo que un restaurante podía cobrar por comida. Impuesto a partir de junio de 1942, era de cinco chelines. Los inspectores del gobierno se aseguraron de que los restaurantes cumplieran con la norma, pero muchos de los establecimientos más caros eludieron el límite (y así pudieron ofrecer más comida a los clientes), agregando propinas y aumentando los precios de los vinos.

Racionamiento de ropa

El racionamiento de ropa tenía como objetivo principal reducir las ventas y liberar así a los operarios de las fábricas, quienes podían emplearse en áreas más directamente útiles para el esfuerzo bélico. Oliver Lyttelton, presidente de la Junta de Comercio en 1940 y 1941, explicó:

Era muy simple: la diferencia entre ropa racionada y ropa libre es de 450.000 trabajadores, punto. La gente se alegraba de vestir con cosas más viejas y sentía que estaba cumpliendo con su deber. (Holmes, 394)

British Clothing Ration Book
Cartilla de racionamiento británica para prendas de ropa
Imperial War Museums (CC BY-NC-SA)

Otra razón para racionar la ropa fue ahorrar materiales necesarios para confeccionar uniformes militares. Al igual que los alimentos, las prendas de vestir tenían un valor diferente en los cupones de racionamiento, generalmente según la cantidad de material usado y la mano de obra necesaria para fabricarlas. Todos los artículos se compraban en efectivo más los cupones necesarios. A un adulto se le entregaba una cartilla de racionamiento de ropa que contenía 66 puntos de cupón (aunque esta cantidad se redujo en 1945). Las madres jóvenes recibían cupones adicionales y los niños, debido a que desgastaban la ropa más rápido que los adultos, tenían derecho a 76 cupones. Otra categoría con derecho a un pequeño extra era la de los trabajadores que necesitaban ropa para su trabajo, como prendas de protección para trabajadores manuales o trajes para los artistas del teatro.

La cartilla de racionamiento de ropa debía durar un año. Las medias requerían dos cupones, los pantalones ocho cupones y un vestido once. Los zapatos requerían cinco cupones para las mujeres y siete para los hombres. Por tanto, a la hora de comprar era necesario hacer muchos malabarismos entre la necesidad y los cupones disponibles. Una forma de obtener cupones adicionales era regalar ropa usada, en particular las prendas que a los niños se les habían quedado pequeñas. El Servicio Voluntario de Mujeres (WVS por sus siglas en inglés) organizó centros donde la gente podía traer ropa vieja para obtener cupones o cambiarla por ropa de segunda mano.

El gobierno motivó a la gente a hacer el mejor uso posible de aquellos bienes que se les permitía comprar. Los programas gubernamentales de ropa también ahorraron materiales ya que retaron a los diseñadores a idear prendas más sencillas que pudieran fabricarse de forma más económica y utilizando menos material que las modas anteriores. Se organizaron campañas de carteles para recordar a la gente que no debía desperdiciar y «arreglárselas y remendar», animándoles a arreglar su ropa en lugar de comprar ropa nueva. Se animó a los padres a comprar tallas más grandes para sus hijos para que la ropa durara más, e incluso se publicaron folletos con consejos sobre cómo conseguir que la ropa durase más tiempo. También se animaba a la gente a confeccionar su propia ropa, aunque las telas también requerían cupones. El reciclaje de telas para confeccionar ropa se convirtió en una necesidad para algunos, y las cortinas (incluidas las cortinas opacas) y los revestimientos de muebles se convirtieron en una fuente popular de materia prima. Las autoridades locales ofrecieron clases sobre cómo confeccionar y reparar ropa, y es significativo que nunca se racionó el hilo de zurcir. También se fomentó el punto, no sólo para confeccionar ropa, sino también para pasar el tiempo en un refugio antiaéreo.

Make-do & Mend Poster, WWII
Cartel de la propaganda Make-do & Mend (arreglárselas y remendar), Segunda Guerra Mundial
Imperial War Museums (CC BY-NC-SA)

El racionamiento de la ropa, la inevitable simplificación de la misma y la producción en masa de ciertos modelos tuvieron como consecuencia duradera que la ropa informal y más práctica se convirtiera en la norma, en detrimento de la ropa formal, a menudo más compleja, que se veía antes de la guerra.

El mercado negro

Se desarrolló un próspero mercado negro donde personas de todas las clases (si conocían a las personas adecuadas) podían adquirir artículos que eran raros o estaban fuera del alcance de sus cartillas de racionamiento. Artículos tan mundanos como huevos, carne o un poco más de gasolina se compraban ilegalmente, aunque la gran mayoría de la gente no lo consideraba una violación de la ley. Una ama de casa, Ruth Tanner, explica: «No creo que nadie lo considerara descaradamente criminal, era simplemente la forma en que vivíamos» (Levine, 261).

También existía un mercado negro de cupones de racionamiento, en el que las familias más pobres, que de todos modos no podían permitirse los productos, se sentían especialmente tentadas a vender algunos de sus cupones a otros. Se podían imponer penas de prisión a los detenidos por la policía, pero la tentación y el interés propio de todos los eslabones de la cadena, desde el mayorista hasta el consumidor, hicieron que las autoridades poco pudieran hacer para poner fin al comercio ilegal. Los delitos menores también aumentaron, y la escasez empujó a la gente a robar en las parcelas, saquear tiendas destruidas por los bombardeos, robar en almacenes y hacer falsas reclamaciones por cartillas de racionamiento perdidas.

En fin del racionamiento

La presión sobre el Reino Unido se vio aliviada por la política estadounidense de Préstamo y Arrendamiento, que consistía en ofrecer ayuda (pagada) en forma de alimentos, combustible y recursos materiales, y, lo que es más importante, por el aumento del número de buques mercantes y de guerra estadounidenses destinados a protegerlos en el Atlántico. Las victorias militares que aseguraron los territorios perdidos y restauraron el comercio con partes del Imperio británico también ayudaron a enriquecer las importaciones británicas.

La guerra no puso fin al racionamiento y, en algunos casos, la situación se volvió más delicada. Las raciones de tocino y manteca de cerdo se redujeron aún más en 1945, se añadió el pan a la lista de raciones en julio de 1946 y también se redujeron los cupones asignados por persona para la ropa. El racionamiento de ropa terminó en marzo de 1949. El racionamiento de alimentos se eliminó gradualmente, pero los compradores no quedaron completamente liberados del sistema de cupones hasta 1954, cuando la carne se convirtió en uno de los últimos artículos en quedar finalmente exento del racionamiento.

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Preguntas y respuestas

¿Cuándo acabó el racionamiento en el Reino Unido?

El racionamiento en el Reino Unido cesó en 1948 para la ropa y en 1954 para la carne.

¿Qué tres artículos se racionaron durante la Segunda Guerra Mundial?

Tres artículos racionados durante la Segunda Guerra Mundial fueron la carne, el azúcar y el jabón.

¿Por qué introdujo Gran Bretaña el racionamiento en la Segunda Guerra Mundial?

Gran Bretaña introdujo el racionamiento en la Segunda Guerra Mundial a fin de preservar recursos (dado que las importaciones se redujeron considerablemente debido a pérdidas en los envíos) y conseguir que la sociedad fuera más equitativa para que todos tuvieran acceso a los artículos básicos.

Sobre el traductor

Silvia Campos
Nativa española licenciada en Filología Inglesa (Estudios Ingleses) y Máster en Traducción Especializada con experiencia en la traducción de artículos divulgativos del inglés al español europeo en un entorno virtual (medios digitales). Interesada en las antiguas civilizaciones, la edad media y la historia de Gran Bretaña y Estados Unidos. Su lema es «La traducción es un puente hacia la comunicación y el entendimiento global».

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2024, junio 21). Racionamiento en Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial [Rationing in Wartime Britain]. (S. Campos, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2491/racionamiento-en-gran-bretana-en-la-segunda-guerra/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Racionamiento en Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial." Traducido por Silvia Campos. World History Encyclopedia. Última modificación junio 21, 2024. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2491/racionamiento-en-gran-bretana-en-la-segunda-guerra/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Racionamiento en Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial." Traducido por Silvia Campos. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 21 jun 2024. Web. 20 nov 2024.

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