Adolf Hitler (1889-1945), el líder de la Alemania nazi, tenía la intención de atacar a la URSS en el verano de 1941. Con Europa occidental sometida en 1940, Hitler finalmente podía perseguir su sueño de expansión territorial en el este, destruir el bolchevismo, el enemigo ideológico del nazismo, y apoderarse de una amplia gama de recursos que iban desde el trigo hasta el petróleo.
Hitler ordenó a sus generales que ejecutaran la Operación Barbarroja el 22 de junio de 1941. El líder de la URSS, Iósif Stalin (1878-1953), superó una serie de derrotas significativas y se aseguró de que su Ejército Rojo estuviera reabastecido continuamente para que los invasores del Eje obtuvieran vastas extensiones de territorio pero ninguna victoria estratégica. La guerra germano-soviética se prolongó hasta 1945 y terminó con la derrota total de Alemania cuando la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) llegó a su fin en mayo de 1945. Aunque a menudo se considera como una gran locura de Hitler, las razones por las que atacó a la URSS son muchas y variadas, desde dudosos motivos ideológicos hasta necesidades económicas prácticas.
Las razones por las que Hitler atacó a la URSS en 1941 incluyen:
La identificación del comunismo como un enemigo ideológico de larga data del nazismo y del pueblo germánico.
La comprensión de que el rearme masivo de Alemania había agotado y endeudado la economía, que ahora necesitaba un impulso externo de riqueza.
La creencia de que la URSS pronto podría dejar de enviar materias primas a Alemania, como hasta entonces se veía obligada a hacer debido al Pacto nazi-soviético.
La creencia de que la URSS tenía la intención de ocupar los yacimientos petrolíferos en Rumania, que eran vitales para la economía alemana.
El deseo de Lebensraum(«espacio vital») para el pueblo alemán, es decir, nuevas tierras en el este donde pudieran encontrar recursos y prosperar.
El deseo de los recursos de Ucrania y los yacimientos petrolíferos del Cáucaso.
La creencia de que los eslavos eran racialmente inferiores a los germánicos y, por lo tanto, estaban «maduros para la conquista».
La creencia de que las purgas de Stalin habían debilitado seriamente las capacidades de combate del Ejército Rojo soviético.
La consideración de que el Ejército Rojo no había logrado someter a Finlandia en la Guerra de Invierno de 1939-1940.
La creencia de que la URSS estaba juntando tropas para atacar al Tercer Reich.
La esperanza de que la eliminación de la URSS de la Segunda Guerra Mundial obligara a Gran Bretaña a buscar términos de paz, eliminando la amenaza de una invasión del continente.
La creencia de que la URSS debía ser atacada y conquistada antes de que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra Mundial.
La ideología de guerra de Hitler
El nazismo exigía una lucha internacional en la que los pueblos germánicos pudieran alcanzar su destino y demostrar ser la «raza superior» (Herrenrasse). Tales ideas no eran nuevas, pero significaban que la guerra se consideraba una parte inevitable de las relaciones internacionales. Hitler prometió que a través del conflicto, lo que él llamaba el Tercer Reich duraría 1.000 años.
Hitler consideraba que los eslavos, que constituían la mayoría de la población en el territorio al este de Alemania, eran racialmente inferiores a los germánicos, y eso, en su opinión, no solo justificaba sino que requería su subyugación como parte de la visión nazi de la lucha perpetua entre naciones y razas. Los comunistas se veían de la misma manera que los eslavos y los judíos: todos dispuestos a conspirar contra el Tercer Reich y decididos a destruirlo desde dentro o desde fuera. Según las creencias raciales sin sentido de Hitler y algunas teorías de conspiración poco elaboradas, el pueblo judío, los comunistas y los bolcheviques eran esencialmente lo mismo, por lo que Hitler describió a Moscú como la capital de la «conspiración mundial judeo-bolchevique» contra Alemania (Rees, 14). Esta creencia se repitió muchas veces, especialmente en los congresos anuales de Núremberg en que se reunían los seguidores del Partido Nazi. En Núremberg en 1937, por ejemplo, Hitler llamó a los líderes de la URSS «un gremio internacional de criminales judío-bolcheviques incivilizados» (ibidem, 15), que trabajaban incansablemente para socavar no solo la prosperidad económica de Alemania sino también la buena moral de su pueblo.
Al sacar a la URSS de la guerra, a lo mejor podrían persuadir a Gran Bretaña, sin aliados en el continente, de que pidiera la paz.
Una semana antes de la invasión de la URSS, Hitler les repitió el mensaje anticomunista a sus generales en un discurso el 14 de junio: «Cada soldado debe saber por qué estamos luchando. No es el territorio lo que queremos, sino que se destruya el bolchevismo» (Dimbleby, 127). Se trataba de una cruzada. En efecto, la operación llevó el nombre de Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (que reinó entre 1155-1190), que dirigió la tercera cruzada (1189-1192) pero murió ahogado en Turquía durante el trayecto. Sin embargo, una leyenda dice que Barbarroja no murió, sino que simplemente duerme hasta que llegue el momento adecuado en que regresará para asegurarse de que Alemania vuelva a ser grande. Hitler le dijo a su aliado Benito Mussolini (1945), después de que su propia cruzada había comenzado y cualquier pretensión de camaradería con los soviéticos había terminado, que se sentía, por fin, «espiritualmente libre» (Rees, 29).
Hitler le presentó la idea al pueblo del Tercer Reich de que la guerra no solo era esencial para su prosperidad, sino también para su propia supervivencia. Sostenía que la URSS tenía que ser eliminada antes de esta que hiciera lo propio con Alemania. Sin embargo, carecía de evidencia de que Stalin realmente tuviera tales planes. Hitler reunió a sus generales en marzo de 1941 para una reunión sobre la próxima campaña contra la URSS, según documentó Franz Hadler, jefe de Estado Mayor General del Alto Mando del Ejército alemán en los juicios de Núremberg de la posguerra:
Hitler dijo lo siguiente: «La guerra contra Rusia será tal que no podrá llevarse a cabo de forma caballeresca. Esta lucha es una lucha de ideologías y diferencias raciales, y tendrá que llevarse a cabo con una dureza sin precedentes, despiadada e implacable».
(McDonough, 87)
Caricatura relativa al Pacto nazi-soviético
David Low (Copyright, fair use)
Se dieron órdenes de fusilar a los funcionarios políticos del Ejército Rojo y al pueblo judío. El resto de la población en los territorios recién ocupados podría mudarse a Siberia o morir de hambre para que el pueblo germánico pudiera mudarse allí y comenzar a beneficiarse de su Lebensraum. Como señala el historiador J. Dimbleby, «el exterminio masivo no fue un producto secundario accidental de la invasión, sino un componente esencial de la misma» (207).
La búsqueda de recursos
Gracias al rearme durante la década de 1930, Alemania había logrado una tasa de empleo casi completa en 1938, algo que Hitler le había prometido al electorado desde finales de la década de 1920. Sin embargo, la nueva maquinaria bélica de Alemania tuvo un costo. El rearme requirió enormes importaciones de materias primas, las cuales no podían continuar adquiriéndose por mucho más tiempo ya que la balanza de pagos de Alemania se vino abajo a partir de 1939. Ocupar territorios donde se podían encontrar esos recursos parecía una solución simple al problema.
Hitler había escrito sobre sus ambiciones imperiales en su libro de 1925, Mein Kampf (Mi lucha), donde describió la necesidad de Lebensraum:
...cuando hablamos de un nuevo territorio en Europa hoy, debemos pensar principalmente en Rusia y sus Estados fronterizos. El destino mismo parece querer indicarnos el camino aquí... Este imperio colosal en el Este está maduro para su disolución, y el fin de la dominación judía en Rusia también será el fin de Rusia como Estado.
(Citado en Shirer, 796)
Europa en la víspera de la Segunda Guerra Mundial, 1939
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)
Ucrania y la región del Cáucaso tenían petróleo, minerales y trigo, así como industrias desarrolladas como refinerías de petróleo y plantas hidroeléctricas. En la perspectiva de Hitler, esos recursos pertenecían a cualquier persona lo suficientemente poderosa como para adueñarse de ellos. En Mein Kampf señaló que «el derecho radica solo en la fuerza» (McDonough, 83).
Ahora o nunca
Stalin había llevado a cabo purgas severas en el Ejército Rojo durante la década de 1930, eliminando un número significativo de oficiales de todos los rangos. Hitler creía que esto limitaría seriamente la capacidad del Ejército Rojo para entrar en guerra. Stalin había destituido a unos 25.000 oficiales, pero reincorporó a unos 4.000 antes del verano de 1940. Otro problema grave era la falta de maquinaria moderna en el Ejército Rojo. La Unión Soviética había gastado mucho a principios de la década de 1930 en equipos como tanques y aviones, pero tras la invasión de Polonia en 1939 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de estos estaban obsoletos. Se estaban desplegando armas nuevas y formidables como los tanques T-34 y KV, pero no en cantidades suficientes. La guerra de Invierno entre la URSS y Finlandia en el invierno de 1939-1940 también parecía mostrar que el Ejército Rojo era relativamente débil. 15 divisiones finlandesas habían frenado, gracias a las tácticas de guerrilla y a las condiciones adversas, a 45 divisiones soviéticas. Hitler prometió con confianza a sus generales que cuando el Tercer Reich atacara a la URSS, «patearemos la puerta y la casa se vendrá abajo» (Stone, 138) en cuestión de semanas. Tanto la inteligencia militar británica como la estadounidense coincidieron con ese punto de vista, creyendo que la URSS colapsaría en seis o doce semanas, como máximo. Hitler pensó que el propio Stalin pronto sucumbiría a su mala salud, y le dijo a sus generales en agosto de 1939: «Después de la muerte de Stalin, que está muy enfermo, destruiremos la Unión Soviética» (McDonough, 86).
A Hitler le preocupaba que la URSS estuviera planeando atacar los yacimientos petrolíferos de Ploiești en Rumania.
Hitler no ignoraba en absoluto el lado occidental de su Tercer Reich. En enero de 1941 declaró que al sacar a la URSS de la guerra, a lo mejor podrían persuadir a Gran Bretaña, sin aliados en el continente, de que pidiera la paz y así evitar una costosa invasión de ese país y, de la misma manera, Gran Bretaña y sus aliados no harían ninguna invasión en Europa continental. Los Estados Unidos también se mantendrían fuera de la guerra, al menos en Europa, ya que si la URSS colapsara, Japón tendría rienda suelta en Asia y se convertiría en una gran amenaza para los intereses estadounidenses allí.
Estados Unidos ya estaba vendiendo equipamiento militar tanto a Gran Bretaña como a la URSS, pero si las vastas reservas de ese país se utilizaran para poner fuerzas armadas en Europa, entonces Hitler no podría darse el lujo de luchar en dos frentes a la vez. Si la URSS iba a ser atacada, tenía que ser lo antes posible, mientras el Tercer Reich todavía tenía una ventaja armamentística sobre sus enemigos continentales. Hitler aseguró a sus generales que la Operación Barbarroja sería una «demostración de nuestro poderío militar» y que «después de la destrucción de Rusia, Alemania sería inexpugnable» (citado en Kirchubel, 9).
Mapa de la Operación Barbarroja
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)
La guerra germano-soviética
Hitler y Stalin habían firmado el Pacto nazi-soviético en agosto de 1939. El acuerdo incluía un pacto de no agresión según la cual ninguno de los Estados atacaría al otro, y dividía a Europa oriental y central en diferentes esferas de influencia. En el acuerdo también figuraba el comercio: la URSS proporcionaría trigo y materias primas a cambio de oro y productos industriales nazis.A pesar de estas formalidades, ambos dictadores eran plenamente conscientes de que, tarde o temprano, estarían peleando entre sí.
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A principios del verano de 1940, Hitler había ocupado el oeste de Polonia, los Países Bajos y Francia. Ya en noviembre de 1940, se produjo un severo deterioro de las relaciones germano-soviéticas. Los soviéticos estaban, al menos a nivel diplomático, retrasando el envío de materias primas a Alemania ante la perspectiva de que se abriría un Frente Oriental en la Segunda Guerra Mundial (aunque, al final, Stalin acertó curiosamente al enviar los suministros prometidos hasta el momento de la invasión). Muchos de esos materiales eran esenciales para las máquinas de guerra. A Hitler también le preocupaba que la URSS estuviera planeando atacar el yacimiento petrolífero de Ploiești en Rumania (un Estado aliado del Eje), que era la fuente más importante de petróleo crudo de Alemania y proporcionaba hasta el 60% de las necesidades del Tercer Reich. Las ambiciones de Stalin en Rumania ya habían quedado claras cuando anexó dos de las regiones fronterizas del país: Bucovina y Besarabia. Además, el control de los Estados bálticos por parte de la URSS amenazaba los suministros vitales de Alemania en relación al mineral de hierro de Escandinavia.
En pocas palabras, Hitler pudo haber pensado que los materiales necesarios para su guerra estaban a punto de verse restringidos de alguna manera. Por otra parte, incluso si los suministros continuaban como estaban, ya no eran suficientes para las necesidades del Tercer Reich. Específicamente, se requería más petróleo que nunca, más del que los yacimientos de Ploiești podían suministrar, como apunta el historiador D. Stahel:
El acceso limitado de Alemania a las materias primas básicas esenciales para la economía de guerra constituía un componente cada vez mayor del dilema económico que consumía a Alemania en la primavera de 1941 y que impulsaba la concepción de Hitler de la próxima campaña. El principal problema fue el suministro de petróleo rumano, que resultó insuficiente para satisfacer la demanda de la Europa ocupada y la economía de guerra alemana, lo que llevó a Hitler a recortar drásticamente el consumo interno y las exportaciones a los aliados del Eje en mayo de ese mismo año... La aguda escasez llevó a Hitler a intentar resolver la situación tomando el control directo de los yacimientos petrolíferos del Cáucaso.
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Aldea rusa en llamas, Operación Barbarroja
Imperial War Museums (CC BY-NC-SA)
El 22 de junio de 1941, se dio la orden de atacar a la URSS. La justificación oficial de la invasión fue que la URSS había roto el espíritu del Pacto nazi-soviético mediante actos de sabotaje en territorio alemán y estaba juntando tropas para atacar directamente al Tercer Reich. Esta campaña implicaría los mayores movimientos de tropas, asedios y batallas jamás vistos.
Los ejércitos del Eje, utilizando tácticas de Blitzkrieg («guerra relámpago») de divisiones blindadas de rápido movimiento con apoyo aéreo y de infantería masiva, gozaron de importantes éxitos iniciales como la batalla de Smolensk y la batalla de Kiev, ambas en 1941. Sin embargo, la inmensidad de la URSS, las malas redes de transporte, la falta de reservas adecuadas y la insuficiencia de la industria del Tercer Reich para sustentar la guerra en comparación con el enemigo significaron que la apuesta de Hitler por un golpe de gracia rápido fracasó en el invierno de 1941-1942. A partir de entonces, se convirtió en una larga guerra que Hitler nunca podría vencer. El Ejército Rojo se mantuvo resistente y, comenzando con la victoria en la batalla de Moscú en enero de 1942, demostró que los ejércitos hasta entonces invencibles de Hitler podían ser derrotados.
La guerra germano-soviética representó al menos 25 millones de muertes de militares y civiles, tal vez la mitad del número total de muertes de la Segunda Guerra Mundial. Hitler se suicidó en abril de 1945, y Alemania se rindió poco tiempo después. Muchos historiadores han identificado la Operación Barbarroja como el punto donde Hitler perdió la guerra.
Sebastian habla español, portugués, inglés e italiano y está aprendiendo francés y checo. Estudia Relaciones Internacionales y Traducción y actualmente está en un programa Erasmus en la República Checa. Le interesan la historia y los derechos humanos.
Mark es autor, investigador, historiador y editor a tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, Mark. "¿Por qué atacó Hitler la URSS?."
Traducido por Sebastian Daniel Castillo Salazar. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 21, 2025.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2674/por-que-ataco-hitler-la-urss/.
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Cartwright, Mark. "¿Por qué atacó Hitler la URSS?."
Traducido por Sebastian Daniel Castillo Salazar. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 21 mar 2025, https://www.worldhistory.org/article/2674/why-did-hitler-attack-the-ussr/. Web. 25 abr 2025.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Mark Cartwright, publicado el 21 marzo 2025. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.