Los primeros exploradores de la civilización maya: de Aguilar a Waldek

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Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Gilda Macedo
Publicado el 12 julio 2012
Disponible en otros idiomas: inglés, portugués
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A pesar de que a John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood se les atribuye consistentemente el "descubrimiento" de la civilización maya, fueron muchos los que les precedieron y despertaron su interés al realizar los famosos viajes por Mesoamérica. Los primeros no mayas que exploraron los yacimientos fueron sacerdotes católicos que, muchos años después de la conquista española de la región en el siglo XVI, visitaron las ciudades vacías y hablaron de ellas a otros. En 1695, el fraile Andrés de Avendano y Loyola escribió mucho sobre los mayas y sus esfuerzos misioneros para convertirlos al cristianismo. Al hacerlo, presentó los primeros relatos de su cultura, fabricación de libros, creencias religiosas y vida cotidiana. También menciona algunos lugares, aunque no con nombres reconocibles, lo que sugiere que no todas las ciudades fueron abandonadas hacia el año 950 d. C., sino que algunas fueron rehabitadas. Aun así, los relatos de Avendano son tendenciosos en el sentido de que veía a los mayas como paganos engañosos que necesitaban salvación (Houston, et. al., 42). En 1773, el padre Ramón Ordóñez de Aguilar escribió sobre los mayas de Palenque, pero mezcló tanto las historias que había escuchado con otros relatos del obispo Núñez de la Vega que su obra es más mitología que realidad. De los esfuerzos de Aguilar procede la creencia actual en un dios maya inexistente llamado "Votan" pero, sobre todo, la idea de que los constructores de las grandes ciudades de Mesoamérica procedían de Oriente Medio. Según Aguilar, Votan fue el fundador de Palenque y un gran héroe que viajaba regularmente a tierras no especificadas del "antiguo mundo" alrededor de Egipto y Palestina. Otras obras, o fragmentos de obras, de sacerdotes y misioneros que tuvieron contacto con los mayas muestran el mismo tipo de interpretación fantasiosa del pueblo y sus ciudades abandonadas.

Temple of the Sun, Palenque
Templo del Sol, Palenque
Alejandro Linares Garcia (CC BY-SA)

El tratado de Aguilar motivó al teniente Esteban Gutiérrez a montar una expedición a Palenque en 1773 que inspiró a otros a hacer lo mismo. Estas expediciones interesaron al administrador José de Estacheria, quien envió al teniente José Antonio Calderón a Palenque en 1784. Tras recibir su informe, Estacheria envió al arquitecto italiano Bernasconi al sitio arqueológico bajo los auspicios del gobierno español. Bernasconi llegó a Palenque en 1785 para documentar e informar sobre la ciudad. En respuesta a su informe, el rey de España designó a Antonio del Río a excavar Palenque en 1787 en compañía del artista Ricardo Armendáriz. Se considera que fue la primera expediciónc on una metodología sólida a un sitio maya (Drew, 37-45). El dibujo de Armendáriz de las ruinas fue la primera visión que el mundo tuvo de la civilización maya.

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El dibujo de Armendáriz de las ruinas fue la primera visión que el mundo tuvo de la civilización maya.

Tras el informe de Del Río, creció el interés por la región y se iniciaron otras expediciones a la "Nueva España", entre ellas la de Dupaix y Castañeda, que fueron los primeros en producir un trabajo de texto acompañado de ilustraciones de un sitio maya (Palenque). Su obra no se publicó en su totalidad hasta 1834 (en el folio Antiquities Mexicaines), pero en 1822 se dieron a conocer partes de la misma que despertaron el interés de muchos y, entre ellos, del polímata Constantine Samuel Rafinesque, que entonces enseñaba y realizaba trabajos de campo en Kentucky. Los escritos de Rafinesque sobre el lenguaje y el mundo emergente de los mayas se convertirían en una importante inspiración para exploradores posteriores a la hora de descifrar los glifos de los mayas y realizar un estudio serio de su cultura (Danien, Sharer, 12). Después de Dupaix y Castañeda, entre otros, estuvo Juan Galindo, entre cuyas aportaciones estuvo la de confirmar que los glifos encontrados en Palenque y los de Copán eran el mismo sistema de escritura y uno totalmente diferente a cualquiera de las lenguas antiguas o europeas conocidas.

A medida que crecía la noticia de las ruinas de lugares como Palenque y Copán, nadie estaba dispuesto a contemplar la posibilidad de que los nativos de la región fueran los descendientes de los arquitectos y constructores de las grandes ciudades y las inmensas estelas. La temprana sugerencia de Aguilar de que Palenque fue fundado por alguien de Oriente Medio dio lugar a persistentes teorías de que las personas que construyeron las misteriosas ciudades de Mesoamérica eran las tribus perdidas de Israel, egipcios, supervivientes del continente perdido de la Atlántida o refugiados chinos que huían de Kubla Khan. Los exploradores posteriores a Galindo no contribuyeron a disipar esta creencia errónea y, en especial, Edward King, vizconde de Kingsborough, Charles Etienne Basseur de Bourbourg, escritor francés, y Jean -Frederic Maximilien, conde de Waldek, cuyas ilustraciones de los yacimientos mayas acompañaban el texto de Bourbourg.

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Mayan Glyphs
Glifos mayas
Kwamikagami (Public Domain)

Edward King, vizconde de Kingsborough, creía que los mayas eran las tribus perdidas de Israel hasta tal punto que hizo que el artista Augustino Aglio ilustrara la obra del año 1830 Antiquities of Mexico de forma que demostrara su hipótesis. Según Stuart, también hizo que el artista "buscara, copiara y posteriormente coloreara todos los manuscritos 'mexicanos' que pudieran encontrarse en las bibliotecas de Europa" (Danien, Sharer, 11). Su conjunto de dos volúmenes equivalía a un enorme tomo de propaganda para su creencia personal sobre los mayas y propagaba la idea de que las ciudades de Mesoamérica fueron creadas por las civilizaciones clásicas ya conocidas y admiradas por Europa. Su visión fue ampliada dramáticamente por Charles Etienne Basseur de Bourbourg de una manera que Kingsborough no podría haber imaginado.

Bourbourg se ordenó sacerdote en 1845 y fue enviado como misionero a Centroamérica. Desde su juventud mostró una imaginación muy activa y sus primeras publicaciones fueron criticadas por ser en gran parte plagios y mezclas de obras ajenas (sobre todo de Chateaubriand). Esta tendencia a ignorar los hechos y embellecer el trabajo de otros caracteriza todos los escritos de Bourbourg. Siguiendo el ejemplo de Kingsborough, Bourbourg también sostenía que las ciudades de los mayas no podían haber sido construidas por los antepasados de los habitantes de la región. Buscando apoyo para su teoría, proporcionó inadvertidamente a los futuros mayistas mucha información valiosa y ayudó a llamar la atención del mundo entero sobre los mayas. Tradujo el Popol Vuh al francés en 1861 y una versión abreviada de la obra fundamental de Diego de Landa en 1862 (Enciclopedia Católica). Aferrado a la creencia de que el continente perdido de la Atlántida era una verdad histórica y no solo una fábula de Platón, interpretó las ruinas de los mayas como una prueba fehaciente de que los constructores de las ciudades eran atlantes. Sus escritos posteriores a 1862 se centran en tratar de demostrar hasta qué punto la arquitectura maya (y la civilización que se deduce de las ciudades vacías) reflejaba la descripción de la Atlántida hecha por Platón. En 1866 publicó sus Monuments Anciens du Mexique con ilustraciones del Conde Waldek.

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Waldek fue un explorador y aventurero cuya vida es difícil de separar de los mitos que él mismo tejió a su alrededor.

Waldek fue un explorador y aventurero cuya vida es difícil de separar de los mitos que él mismo tejió a su alrededor. Supuestamente había viajado por el mundo antes de los veinte años, sirvió con Napoleón, estudió con Jacques Louis-David y fue amigo de Lord Byron y María Antonieta (Drew, 48). Estaba convencido de que las ciudades mayas estaban relacionadas de algún modo con Oriente Medio y, muy probablemente, con los egipcios. Vivió en las ruinas de Palenque en 1832 y afirmó haber permanecido allí durante tres años (aunque algunas fuentes afirman que solo fueron tres meses) con una exótica amante maya. Sus dibujos de los distintos lugares que visitó, aunque son buenas obras de arte, no eran precisos y representaban las ruinas con un estilo muy romántico, influenciado por su creencia de que los antiguos egipcios habían construido las ciudades que representaba. Uno de sus dibujos muestra claramente una figura maya con un tocado adornado por un elefante en un esfuerzo por relacionar a los constructores de las ciudades con las civilizaciones conocidas del mundo antiguo, en este caso, la India (Drew, 50). Al parecer, Waldek había visitado Yucatán en 1819 y se cree que los relatos de sus aventuras podrían haber despertado o alentado el interés de Rafinesque por los mayas. Independientemente de cómo se conocieran los dos hombres, Waldek escribió cartas a Rafinesque durante su estancia en Mesoamérica sobre la importancia de descifrar los glifos mayas; una urgencia que Rafinesque trasladó a John Lloyd Stephens (Stuart en Danien, Sharer, 13-16). La influencia de Waldek sobre la interpretación del origen de las ruinas mayas fue considerable, ya que era un consumado artista, y este concepto de un origen eurocéntrico para las ciudades "misteriosas" continuó.

John Lloyd Stephens fue el primero de los que emprendieron un estudio de la cultura maya en afirmar firmemente que las ruinas encontradas en toda Mesoamérica fueron producidas por la población indígena. Stuart escribe: "A diferencia de sus predecesores, John Lloyd Stephens creía correctamente que los propios mayas eran los responsables de las ciudades que había visto y especulaba con una lógica instintiva que los jeroglíficos grabados en las piedras trataban de la historia de sus reyes" (Stuart & Stuart, 30). En 1839, acompañado por el consumado artista y arquitecto Frederick Catherwood, Stephens se embarcaría en su primer viaje a Mesoamérica y, al hacerlo, daría a conocer al mundo la civilización maya. La popularidad de sus libros, complementada por las litografías de Catherwood, cambió por completo la comprensión de los mayas y sentó las bases para el futuro estudio académico no solo de la civilización maya, sino de todas las culturas mesoamericanas.

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Sobre el traductor

Gilda Macedo
Escritora y traductora independiente. Respeto el conocimiento y las formas que cada región y país tiene para narrar su historia. La historia tiene la característica de ser una disciplina que conecta todas las áreas del conocimiento de forma interrelacionada.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2012, julio 12). Los primeros exploradores de la civilización maya: de Aguilar a Waldek [Early Explorers of the Maya Civilization: From Aguilar to Waldek]. (G. Macedo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-418/los-primeros-exploradores-de-la-civilizacion-maya/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Los primeros exploradores de la civilización maya: de Aguilar a Waldek." Traducido por Gilda Macedo. World History Encyclopedia. Última modificación julio 12, 2012. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-418/los-primeros-exploradores-de-la-civilizacion-maya/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Los primeros exploradores de la civilización maya: de Aguilar a Waldek." Traducido por Gilda Macedo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 12 jul 2012. Web. 20 dic 2024.

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