Los primeros exploradores de la civilización maya: John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood

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Joshua J. Mark
por , traducido por Felipe Arancibia
Publicado el 12 julio 2012
Disponible en otros idiomas: inglés, bosnio
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Los nombres de John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood están siempre vinculados a lo maya y a los estudios mayences como a los dos grandes exploradores que documentaron las ruinas de Copán al sur a Chichén Itzá en el norte. Las historias contadas por Stephens en sus Incidentes de viaje en Centroamérica, Chiapas y Yucatán (1841) e Incidentes de viaje en Yucatán (1843) complementadas con las ilustraciones de Catherwood, centraron la atención internacional sobre la civilización maya. La publicación de Catherwood de su libro de Vistas litográficas de los antiguos monumentos en Centroamérica, Chiapas y Yucatán (1844) fomentaron el amplio interés mundial y levantaron a la civilización maya fuera de la oscuridad y a la consciencia mundial.

Temple at Tulum by Catherwood
Templo en Tulum por Catherwood
N/A (CC BY-SA)

Como se ha mencionado en otra parte, Stephens y Catherwood no fueron los primeros exploradores de los antiguos sitios mayas (pese a que rutinariamente se han designado como tales). Sin embargo, fueron los primeros en visitar tantos sitios y, lo que es más importante, documentar lo que encontraron allá con precisión y exactitud.

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John Lloyd Stephens nació el 28 de noviembre de 1805 en Shrewsbury, Nueva Jersey, graduado en Columbia con licenciatura en derecho que ejerció en Nueva York hasta que se le diagnosticó una infección en la garganta. Siguiendo el consejo de su doctor, Stephens dejó Nueva York por un cambio de ambiente y viajó extensivamente por Europa, el Mediterráneo, Asia Menor, Palestina, y Egipto. Estos viajes llevarían a la publicación de sus primeros dos libros, Incidentes de viaje en Egipto, Arabia Pétrea y Tierra Santa (1837) e Incidentes de viaje en Grecia, Turquía, Rusia y Polonia (1838) ambos de los cuales fueron inmensamente populares y le valieron a Stephens el apodo de "el viajero americano".

Frederick Catherwood nació el 27 de febrero de 1799 al norte de Londres y a sus veintes ya era conocido como arquitecto, artista y viajero. Ya había publicado sus dibujos de estructuras en Egipto, Palestina, Asia Menor, y Grecia y, en 1833, fue el primer occidental en inspeccionar y dibujar la Cúpula de la Roca en Jerusalén. Los dos hombres se reunieron en Londres en 1836, donde el panorama de Catherwood "Las Ruinas de Jerusalén" estaba en exhibición. Ambos se interesaron en explorar la región tan vívidamente representada en los registros publicados de Mesoamérica por los primeros exploradores como Antonio del Río y Juan Galindo y los dibujos de las ruinas mayas por Jean-Frederic Maximilien, Conde de Waldeck (Drew, 54-56). Acordaron viajar juntos a la región a la primera oportunidad.

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muchos de los sitios mayas que ahora son famosos eran desconocidos incluso para los pobladores indígenas de la región.

Stephens era suficientemente famoso como viajero internacional y escritor para ser nombrado embajador de Estados Unidos en Centroamérica por el presidente Van Buren; él y Catherwood dejaron Nueva York por Honduras Británica (en días modernos Bélice) el 3 de octubre de 1839 (Drew, 37). Aunque consciente de sus deberes diplomáticos, Stephens estaba especialmente interesado en explorar las antiguas ruinas de Copán para luego seguir a Palenque. Hasta entonces, muchos de los sitios mayas que ahora son famosos eran desconocidos incluso para los pobladores indígenas de la región. Los siglos habían cubierto lentamente los grandes templos y las pirámides y los habían convertido en montículos de cerros verdes. En ese momento, solo se conocía la existencia de unas pocas ciudades mayas, entre ellas Copán, Palenque, Topoxte/Tayasal (llamada "Islapag" por Galindo) y la misteriosa ciudad sin nombre de la selva profunda (que llegaría a ser conocida como Tikal). No habían mapas exactos de la región y ambos viajeros a veces descubrían ruinas por conversaciones de boca en boca (un ejemplo de esto fue el descubrimiento de Catherwood de Quiriguá). Viajaron sin ninguno de los grandes séquitos que solían acompañar a las exploraciones del siglo XIX. Solo tenían un guía, algunos cargadores de equipaje y un mapa toscamente hecho del que ya se había dicho que era inexacto. Con todo, esto no los detuvo de recorrer las junglas de Mesoamérica en busca de los antiguos yacimientos de los que hubieron oído y leído. En sus Incidentes de viaje en Centroamérica, Chiapas y Yucatán, Stephens escribe sus primeras impresiones de Copán:

En dirección divergente desde la base y atravesando bosques frondosos llegamos a una columna de piedra sobre una plaza, de aproximadamente 14 pies de alto y 3 pies en cada lado, esculpida en gran relieve y en todos sus cuatro lados desde la base hasta la punta. El frente tenía la figura de un hombre vestido de manera curiosa y ostentosa, y el rostro, evidentemente un retrato, solemne, severo, y bien equipado para excitar terror. La espalda era de un diseño diferente y los lados estaban cubiertos con jeroglíficos. Nuestro guía lo llamó un "ídolo" y ante él, a una distancia de 3 pies, había un largo bloque de piedra, también esculpido con figuras y dispositivos emblemáticos, a los que llamba un altar.

La vista de este inesperado monumento puso fin de una vez y para siempre, en nuestras mentes, todas las incertidumbres relacionadas con las antiguedades americanas, y nos dio la certeza de que los objetos que buscábamos eran interesantes, no solo como testimonios de personas desconocidas, sino también como piezas de arte que, como registros históricos recién descubiertos, prueban que los pueblos que alguna vez ocuparon el continente de América no fueron salvajes.

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Stephens pagó cincuenta dólares por la ciudad de Copán y, según dice, el propietario lo consideró tonto por haber comprado tierras tan inútiles. Esperaba mover en masa la ciudad a un museo en Nueva York, pero no encontró medios para hacerlo. Al cabo de un corto período de tiempo en la región, llegó a convencerse de que las teorías relacionadas con los orígenes hebreos, egipcios o incluso atlánticos de las ruinas y los glifos mayas estaban equivocadas y que las estructuras y lengia eran autónomas. Una vez que mapearon y registraron el sitio de Copán, se movieron a través de la selva, revisando y registrando lugares cercanos como Quiriguá y Zaculeu en su camino a Palenque.

Stela D at Copan by Catherwood
Estela D en Copán por Catherwood
N/A (CC BY-SA)

Stephens y Catherwood exploraron cada yacimiento juntos y luego se volcaron cada uno a sus respectivas tareas de escritura y dibujo del área. Catherwood usaba un instrumento llamado la cámara lúcida que proyectaba la imagen desde los lentes hacia el papel de modo que el artista podía dibujar con mayor precisión. Es debido al uso de este aparato que las representaciones de Catherwood de las ruinas mayas son tan precisas, lo que incluye el intrincado trabajo de pergamino e inscripciones de los edificios (Danien, Sharer, 15). Aunque algunos criticaron su trabajo como "demasiado romántico", sus litografías han sido usadas por mayistas al día de hoy como ayuda para restaurar los edificios y templos representados en su trabajo. En ocasiones, Catherwood parece tomar licencia de elementos, objetos, o figuras en una composición para propósitos artísticos pero los esquemas de los edificios en sí mismos se consideran completamente exactos. En Palenque, Catherwood contrajo malaria pero continuó trabajando a pesar de su padecimiento. Stephens cuenta que se negaba a descansar y seguía dibujando con guantes y malla para mantener a los mosquitos alejados. La narración de Stephens es muy descriptiva en los detalles de los problemas concernientes a garrapatas, mosquitos, tábanos, murciélagos y ratones, por no mencionar tener que cortar sobre la densa jungla y limpiar los sitios lo suficiente para ver lo que hay bajo el crecimiento excesivo.

En Nueva York, Stephens se reunió con un hombre llamado Simon Peon, que poseía una gran propiedad al norte de Yucatán, llamada la Hacienda Uxmal y le proveyó a Stephens un rugoso mapa para encontrar las ruinas que dijo que había allí. Abandonaron Palenque, y en su camino a Uxmal, pararon en cualquier sitio al que llegaban o del que oían. Entre las ciudades descubiertas o documentadas en su viaje estaban Copán, Kabah, Mérida, Palenque, Quiriguá, Q´umarkaj (Utatlán), Sayil, Toniná, Topoxte, y Uxmal. A pesar de que no visitaron Tikal, Stephens menciona las blancas torres de la ciudad y anota su localización aproximada. Se quedaron en Uxmal y documentaron el sitio extensivamente, hasta el 31 de julio de 1840. Para este momento, Stephens también contrajo malaria y abandonó Yucatán para retornar a Estados Unidos. El libro sobre estos viajes fascinó al mundo e incitó otro viaje a Yucatán (esta vez con el Dr. Samuel Cabot) en 1841-1842 que resultó en la publicación de los Incidentes de Viaje en Yucatán y, más tarde, el libro de litografías de Catherwood, Vistas de los antiguos monumentos de Centroamérica, Chiapas y Yucatán. En este segundo viaje docmentaron sitios como Aké, Chichén Itzá, Dzibilnocac, Itzamal, Labná, Mayapán, Tulúm, y revisitaron Uxmal. Mapearon, inspeccionaron, dibujaron y escribieron alrededor de 44 yacimientos mayas distintos, todos los cuales llegaron a convertirse en tesoros nacionales y, algunos, famosas atracciones mundiales.

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Palace, Palenque
Palacio, Palenque
Alfred Diem (CC BY-NC-ND)

Después del segundo viaje, ambos deciden retirarse de los viajes. John Lloyd Stephens dirigió sus energías a correr la Ocean Steam Navigation Company y, después de eso, la Panama Railroad Company. Él mismo fue a Panamá a supervisar el tendido de la pista y despejar la tierra. En Panamá o Bogotá dijo haber sufrido un accidente y se cree que esto, sumado a las fatigas de sus viajes, le causó la muerte el 13 de octubre de 1852 en su casa en Nueva York a la edad de 46. Fredercik Catherwood fue al oeste luego de sus aventuras y abrió una tienda de suministros en San Francisco, California, para capitalizar con los mineros que acudieron después de la Fiebre del oro de 1849. Sin embargo, su reputación como artista continuó y sus trabajos fueron revisados en salones y galerías en Manhattan. De regreso de un viaje a Londres a bordo del S.S. Artic en 1854, Catherwood estuvo entre los 350 pasajeros que fallecieron cuando el barco entró en un espeso banco de niebla y fue apisonado por el barco a vapor Vesta el 27 de septiembre. Tenía 55 años.

El trabajo que emprendieron sentó las bases de todos los estudios futuros de la civilización maya. Documentaron meticulosamente los yacimientos que visitaban, trazaban cuidadosamente los cursos que tomaban y registraban el tiempo de viaje entre un sitio y otro. Leyendo la narración de Stephens y siguiendo los mapas dibujados por Catherwood, otros exploradores fueron capaces de ampliar sus trabajos y traer la civilización maya a la luz. En 1857, Desiré de Charnay llegó a la región y se valió del trabajo de aquellos para guiarse en sus propias exploraciones de más ruinas mayas. Teobert Mahler también hizo uso de esos libros en su viaje fotográfico de sitios en 1876. En 1871, Sir Alfred Percival Maudslay llega a la región y cambia dramáticamente el alcance y profundidad de todas las excavaciones futuras. Maudslay es entendido como el primer explorador en emplear un estricto método científico en excavar y examinar los sitios de los antiguos mayas. Siguiendo a Maudslay, muchos notables exploradores hicieron grandes avances en limpiar, documentar, y fotografiar las ruinas mayas. William Holmes comenzó trabajando en Palenque en 1895, el mismo Teobert Mahler documentó Tikal, y fue seguido por Alfred Tozzer. En 1914, Sylvanus Griswold Morley llega por primera vez a la región, mejor conocido por liderar el equipo que excava Chichén Itzá en 1923. En 1925, Franz Bloom documentó tan extensivamente Palenque que su trabajo, que como el de Morley, se mantiene como una importante referencia material por los mayistas en el área a día de hoy. En menos de cien años desde que Stephens y Catherwood comenzaron su primer viaje, la civilización maya llegó a ser reconocida como una de las más grandes que ha producido el mundo antiguo.

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Sobre el traductor

Felipe Arancibia
Estudié el grado en antropología social, en la Pontificia Universidad Católica de Chile, desde el 2016 al 2020. Fui estudiante de intercambio en la UNAM, Ciudad de México, el primer semestre de 2018. Máster en Lógica de la Universidad de Valladolid.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2012, julio 12). Los primeros exploradores de la civilización maya: John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood [Early Explorers of the Maya Civilization: John Lloyd Stephens and Frederick Catherwood]. (F. Arancibia, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-419/los-primeros-exploradores-de-la-civilizacion-maya/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Los primeros exploradores de la civilización maya: John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood." Traducido por Felipe Arancibia. World History Encyclopedia. Última modificación julio 12, 2012. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-419/los-primeros-exploradores-de-la-civilizacion-maya/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Los primeros exploradores de la civilización maya: John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood." Traducido por Felipe Arancibia. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 12 jul 2012. Web. 20 nov 2024.

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