Las diversas escuelas budistas de pensamiento, todavía activas en la actualidad, se desarrollaron tras la muerte del Buda (ca. 563 – ca. 483 a.C.), en un esfuerzo por perpetuar sus enseñanzas y hacer honor a su ejemplo. Todas ellas dijeron representar la visión original del Buda y siguen haciéndolo hoy en día.
Aunque se dice que el propio Buda pidió que, tras su muerte, no se escogiera ningún líder para dirigir nada parecido a una escuela, eso no fue tenido en cuenta y sus discípulos rápidamente institucionalizaron el pensamiento budista, con sus normas, sus regulaciones y una jerarquía.
Es posible que al principio hubiera una visión unificada de lo que el Buda enseñó, aunque con el tiempo surgieron desacuerdos sobre lo que constituía la “verdadera enseñanza”, que dieron lugar a la fragmentación en tres escuelas:
- Budismo Theravada (La escuela de los ancianos)
- Budismo Mahayana (El gran vehículo)
- Budismo Vajrayana (El camino del diamante)
El budismo Theravada dice ser la escuela más antigua y mantener la visión original y las enseñanzas del Buda. El budismo Mahayana al parecer se escindió del Theravada por considerarlo demasiado centrado en sí mismo y habiendo perdido la visión verdadera; esta escuela también dice conservar la enseñanza original del Buda. En realidad, ambas escuelas podrían haberse fundado aproximadamente al mismo tiempo, con enfoques diversos, surgiendo probablemente de dos escuelas anteriores: la Sthaviravada (posible precursora de la Theravada) y la Mahasanghika (también llamada Mahasamghika, considerada por algunos como el primer Mahayana). La conexión entre esas primeras escuelas y las posteriores, sin embargo, ha sido cuestionada. El budismo Vajrayana se desarrolló, sobre todo en el Tibet, en respuesta a lo que se percibía como un exceso de normas en el budismo Mahayana y haciendo énfasis en recorrer el camino budista con naturalidad, sin hacer caso de lo que se suponía que uno tenía que hacer y, por tanto, dice ser el más auténtico.
Las tres escuelas mantienen la creencia en las Cuatro Nobles Verdades y el Camino Óctuple, tal como lo predicó el Buda, pero difieren, a veces de manera significativa, en cómo seguir ese camino. Objetivamente, ninguna es considerada más legítima que las demás, aunque los seguidores de cada una de ellas piensen diferente pero, al mismo tiempo, reconozcan ser todos parte del Ekayana (“Un vehículo” o “Un camino”) en el sentido de que todos aceptan la visión central del Buda y buscan promover la armonía y la misericordia en el mundo.
Aunque el budismo a menudo es percibido por los no-adeptos como un sistema de creencias uniforme, es tan diverso como cualquier otro aunque, al menos en teoría, un budista secular actual puede participar en rituales con un religioso budista sin preocupaciones ni conflictos, y todos trabajan con los mismos objetivos esenciales.
Buda y el budismo
Según la narración fundacional de la vida del Buda, nació como Siddhartha Gautama, un príncipe hindú cuyo padre, intentando evitar que siguiera un camino espiritual en lugar de sucederle como rey, le mantuvo lejos de cualquier experiencia que le hiciera conocer el sufrimiento y la muerte. Los planes del rey tuvieron éxito durante 29 años, hasta que un día, fuera del palacio, Siddhartha fue testigo de las famosas Cuatro Escenas – un anciano, un enfermo, un muerto y un asceta – y se dio cuenta de la realidad de la enfermedad, la vejez y la muerte.
Renunció a sus riquezas y a su posición y siguió el ejemplo del asceta, alcanzando la iluminación al reconocer la fugacidad inherente a todos los aspectos de la vida y entender cómo puede vivirse sin sufrir. Desarrolló el concepto de las Cuatro Nobles Verdades, según las cuales el sufrimiento en la vida es ocasionado por el apego a las cosas de la vida, y el Camino Óctuple, la disciplina espiritual que hay que seguir para liberarse del apego y del dolor por el deseo y la pérdida. El profesor John M. Koller comenta:
La enseñanza del Buda [de las Cuatro Nobles Verdades] se basó en su conocimiento del surgimiento interdependiente (pratitya samutpada) como naturaleza de la existencia. Surgimiento interdependiente significa que todo está cambiando constantemente, que nada es permanente. También significa que toda la existencia está interconectada, que nada existe separadamente por sí mismo. Y por encima de la fugacidad e interconexión de la existencia, el surgimiento interdependiente quiere decir que todo lo que surge o finaliza lo hace según determinadas condiciones. Por eso la comprensión de las condiciones que lo originan [el sufrimiento] es crucial para el proceso de eliminarlo [el sufrimiento]. (64)
El Buda ilustró esas condiciones mediante la Rueda del Sufrimiento, que tiene en su centro la tríada de la ignorancia, el deseo y la aversión; entre este y el borde, los seis tipos de existencia en sufrimiento, y en el borde, las condiciones que originan el duhkha (traducido como “sufrimiento”). La ignorancia de la verdadera naturaleza de la vida estimula el deseo por las cosas que uno cree que son deseables y la aversión por las que uno teme y rechaza. Capturada en esa rueda, el alma está ciega frente a la verdadera naturaleza de la vida y se ve condenada al samsara, la repetición eterna de la reencarnación y la muerte.
Difusión y fragmentación
Buda predicó su visión desde el momento de su iluminación hasta su muerte, a los 80 años de edad, cuando pidió a sus discípulos que no escogieran ningún líder sino que cada uno siguiera su camino, y que sus restos descansaran en una estupa en un cruce de caminos. Ninguna de estas peticiones fue atendida: sus discípulos rápidamente se organizaron como grupo con un líder y se repartieron sus restos, escogiendo cada uno un lugar para dejarlos en una estupa.
Hacia el 400 a.C., llevaron a cabo el Primer Concilio, en el que establecieron la doctrina budista aceptada, basada en las enseñanzas del Buda y, en el 383 a.C., el Segundo Concilio en el que, según la versión más aceptada, la escuela Sthaviravada insistió en la observancia, en la disciplina monástica, de diez prohibiciones, que la mayoría rechazó.
Entonces, o bien la escuela Sthaviravada abandonó la comunidad (conocida como la sangha) o la mayoría se distanció de ella, llamándose a sí misma Mahasanghika (“Gran Congregación”). Todas las escuelas posteriores se desarrollaron a partir de este primer cisma.
Estas escuelas tuvieron que competir con el hinduismo y el jainismo, creencias mucho más arraigadas y, en un esfuerzo por situarse a su nivel, desarrollaron una historia fundacional gloriosa, atribuyendo a su fundador numerosos milagros. Aun así, el budismo permaneció como una entre muchas sectas de la India, hasta que fue defendida por el rey maurya Ashoka el Grande (r. 268 – 232 a.C.), quien abrazó la fe y comenzó su difusión. Envió misioneros a otros países como Sri Lanka, China, Corea y Tailandia, lugares donde el budismo fue aceptado más rápidamente que en su país de origen.
Sin embargo, las diferencias doctrinales dieron lugar a ulteriores divisiones dentro de la comunidad de adeptos. Al irse institucionalizando el sistema de creencias, esas diferencias se hicieron más significativas. Se desarrollaron diversos cánones de escrituras, considerados verdaderos por unos y rechazados por otros, y surgieron diferentes prácticas correspondientes a dichas escrituras. Por ejemplo, el canon Pali, originario de Sri Lanka, sostenía que el Buda era un ser humano que, a pesar de estar dotado de un gran poder espiritual, alcanzó la iluminación por su propio esfuerzo y, al morir, quedó liberado del samsara y logró la libertad completa de los asuntos humanos.
No obstante, con la difusión del budismo, su fundador fue divinizado como un ser trascendente, que siempre había existido e iba a seguir haciéndolo. La muerte del Buda era interpretada como su nirvana, una desconexión de cualquier apego o deseo, aunque algunos seguidores ya no lo vieron tan sencillo como una liberación del samsara sino como una elevación a un estado duradero eternamente; libre del samsara, pero aún presente en espíritu. La escuela Mahasanghika mantuvo esta creencia igual que muchas otras (igual que la afirmación de que el Buda nunca había existido físicamente, sólo como una especie de aparición sagrada), lo que chocaba frontalmente con la escuela Sthaviravada y, posteriormente, con la Theravada. Aunque la visión central del Buda era mantenida por los adeptos, diferencias doctrinales como esa condujeron a la formación de diferentes escuelas de pensamiento budista.
Aunque tuvieron lugar muchos cismas antes de la formación de las escuelas Theravada, Mahayana y Vajrayana (solamente la escuela Mahasanghika dio lugar a tres sectas diferentes en ca. 283 a.C.), se dice que la fragmentación de la sangha original en esas escuelas fue predicha por el propio Buda en los que es conocido como los Tres Giros. Este concepto se basa en la Dharmachakra (rueda de ocho radios, un popular símbolo budista), que representa el Camino Óctuple, inspirado por el dharma que, en el budismo, es interpretado como la “ley cósmica”. La Dharmachakra siempre ha estado y estará en movimiento pero, hasta donde llega su reconocimiento humano, fue puesta en marcha cuando el Buda impartió su primer sermón, dio su primera vuelta con el budismo Theravada, una segunda con el Mahayana, y una tercera con el Vajrayana.
Budismo Theravada
El budismo Theravada es considerado como la forma más antigua del sistema de creencias, aunque eso es cuestionado por expertos actuales. Robert E. Buswell Jr. Y Donald S. López, Jr. Explican:
A pesar de la forma en que los expertos han descrito la tradición, Theravada no es sinónimo de budismo temprano ni de una forma más primigenia de la religión, previa al nacimiento del Mahayana. Dicha afirmación sugiere un estado de inercia sectaria que fundamenta la diversidad a lo largo del tiempo de la doctrina y la práctica, dentro de lo que se ha venido en denominar la tradición Theravada. (904)
Aun así, muchos de los que se identifican como budistas Theravada siguen afirmando que es la versión más antigua del budismo y la más próxima a la visión del fundador. Es conocida como la “Escuela de los Ancianos”, que deriva del mismo nombre de la anterior escuela Sthaviravada, lo que a veces se interpreta en el sentido de que sus fundadores fueron los más próximos al Buda, aunque en realidad ese término se utilizaba habitualmente en la India para referirse a cualquier secta monástica, lo que se aplica directamente a la Theravada.
Sus adeptos se centran en la Tres Enseñanzas (trisksa):
- Sila (conducta moral)
- Samadhi (meditación)
- Prajna (sabiduría)
Esta disciplina se sigue como parte del Camino Óctuple y viene inspirada por la figura central de la escuela, el sabio Buddhaghosa (siglo V d.C.) cuyo nombre significa “la voz del Buda” por su capacidad de interpretar y comentar la doctrina budista. Mantienen el canon Pali como el más auténtico y se centran en una interpretación monástica del camino budista en el que el individuo busca llegar a ser un arhat (santo), sin la obligación de enseñar a otros el camino hacia la iluminación. Puede hacerse si uno lo decide así pero, a diferencia del budismo Mahayana, el objetivo no es convertirse en un guía espiritual sino liberarse del samsara.
El budismo Theravada se divide en un clero de monjes y una congregación de laicos, entendiéndose que los monjes están más avanzados espiritualmente que la gente común. Se considera a las mujeres inferiores a los hombres e incapaces de alcanzar la iluminación hasta que son reencarnadas como un hombre. La escuela Theravada a veces es denominada Hinayana (“Pequeño Vehículo”) por los budistas Mahayana, lo que es considerado como un insulto por los budistas Theravada porque da a entender que su escuela es menos importante.
Budismo Mahayana
El budismo Mahayana se autodenomina “Gran Vehículo”, ya sea porque se considera el depositario de las enseñanzas verdaderas y capaz de conducir al mayor número de gente hasta la iluminación (como se ha afirmado) o porque se desarrolló a partir de la anterior “Gran Congregación”, la escuela Mahasanghika, y quiere distanciarse de ella, aunque sea ligeramente. Se fundó 400 años después de la muerte del Buda, probablemente inspirada por la anterior ideología Mahasanghika, y fue definida y codificada por el sabio Nagarjuna (ca. Siglo II d.C.), la figura central de la escuela. Puede ser que inicialmente se tratara de una escuela menor, antes de interactuar con la Mahasanghika o, según algunos expertos, se desarrollara por sí misma sin su influencia. En cualquier caso, la Mahayana es la forma de budismo más extendida y popular en el mundo hoy en día, difundiéndose, desde su aceptación inicial en China, Corea, Mongolia, Japón, Sri Lanka y el Tibet, hasta lugares diversos por todo el mundo.
La escuela Mahayana cree que todos los seres humanos poseen una naturaleza de Buda y pueden alcanzar la consciencia trascedente, convirtiéndose en un Bodhisattva (“esencia de iluminación”), que puede guiar a otros por el mismo camino. Los adeptos buscan llegar a un estado de sunyata – la constatación de que todas las cosas están exentas de una existencia o naturaleza intrínseca y de un significado duradero –, un borrado de la mente que permite reconocer la auténtica naturaleza de la vida. Al alcanzar ese estado superior, tal como hizo el Buda, uno se convierte también en buda. Ese estado trascendental es similar a cómo el propio Buda vio a dioses y espíritus – como existentes pero incapaces de dar ningún servicio al individuo – pero, como Bodhisattva, tanto los hombres como las mujeres que han despertado pueden ayudar a otros y ayudarse a sí mismos.
Igual que con la Theravada y las otras escuelas budistas, el foco está en el ‘yo’ – auto-perfección y auto-redención – y nadie más puede hacer el trabajo espiritual necesario para liberarse a uno mismo del sufrimiento. A pesar de que a veces el Buda es visto como un ser divinizado por los budistas Mahayana, su doctrina no anima a acudir a él en busca de ayuda. Siguiendo la propia visión del Buda, se desaconseja la creencia en un dios creador que presta atención a las oraciones, porque eso crea una vinculación entre un poder exterior y el propio ‘yo’ que va a producir desengaño y frustración cuando las plegarias no sean escuchadas.
Esto no significa que ningún budista Mahayana rece directamente al Buda; la tradición de representarlo en objetos artísticos como estatuas, de rezar a dichos objetos y considerarlos sagrados – observada en el budismo Mahayana – fue introducida por la escuela Mahasanghika y está entre las razones de peso para creer que la nueva escuela emergió de la más antigua.
Budismo Vajrayana
El budismo Vajrayana (“Vehículo del Diamante”) se denomina así por su asociación de la iluminación con una sustancia indestructible. También se denomina “Vehículo del Rayo” en referencia al budismo tántrico o Zen, en el que la iluminación cae como un rayo después de que uno haya hecho el esfuerzo requerido para perfeccionarse a sí mismo. Con frecuencia es considerado descendiente del budismo Mahayana – incluso a veces es descrito como una secta de dicha escuela – aunque en realidad recoge doctrinas tanto del Mahayana como del Theravada, añadiendo innovaciones propias.
Tanto en el budismo Theravada como en el Mahayana, uno decide seguir el camino, acepta las Cuatro Nobles Verdades y el Camino Óctuple como legítimos, y se compromete a una disciplina espiritual que conducirá a la iluminación, renunciando a los hábitos inútiles. En el budismo Vajrayana, se entiende que uno tiene ya una naturaleza del Buda – todos la tienen, tal como afirma el Mahayana – pero, en el Vajrayana solamente hay que darse cuenta de eso para despertar completamente. Un adepto, por lo tanto, no tiene que dejar los malos hábitos, como beber alcohol o fumar, de manera inmediata, para comenzar el trabajo en el camino; solamente ha de comprometerse a seguir el camino y el deseo de tener conductas dañinas o no saludables irá perdiendo progresivamente su atractivo. En lugar de distanciarse del deseo, se camina a través de él, abandonando el apego al ir avanzando en la disciplina.
Igual que en el budismo Mahayana, la escuela Vajrayana se centra en llegar a ser un Bodhisattva para guiar a los demás. Fue sistematizado por el sabio Atisha (982 – 1054 d.C.) en el Tibet, por lo que a veces es denominado budismo tibetano. El Dalai Lama, considerado frecuentemente como el líder espiritual de todos los budistas, técnicamente sólo lo es de la escuela Vajrayana, y sus opiniones están muy en línea con esta escuela de pensamiento.
Otras escuelas
Existen muchas otras escuelas budistas que se han desarrollado por todo el mundo a partir de las tres comentadas. En Occidente, la más popular es el budismo Zen, que pasó de China a Japón, donde se desarrolló completamente antes de llegar a Occidente. Tal como les gusta decir a los maestros Zen, “lo que llamas Zen no es Zen; lo que no llamas Zen no es Zen”, en el sentido de que el estado que uno desea alcanzar es indefinible, solamente puede ser experimentado. Se llega a ese estado por medio de la meditación profunda y la concentración mental sobre koans – normalmente traducido como “acertijos” – que no tienen solución, como el famoso “¿Cuál es el sonido de una mano aplaudiendo?”, para borrar la mente, liberarse del deseo, y alcanzar el estado de samadhi, un estado de visión psicológica y espiritual similar al sunyata. Los estudiantes del budismo Zen a menudo siguen a un maestro que puede abofetearles, gritarles, o pegarles de repente con un bastón, para despertarles de la ilusión de quien creen ser y de lo que creen estar haciendo. Esos ataques repentinos van dirigidos, igual que los acertijos, a que los adeptos se liberen del pensamiento racional y lineal para ascender a un estado de consciencia superior.
El budismo de la Tierra Pura también se desarrolló a partir del Mahayana, y su objetivo es la reencarnación en una “tierra pura” de un reino del Buda que existe en un plano superior. La creencia viene de un texto conocido como el Sutra de la Vida Infinita, en el cual el Buda explica una historia de un buda anterior llamado Amitabha que se convirtió en Bodhisattva y a quien fueron revelados los reinos del Buda accesibles para los iluminados. Los esfuerzos de Amitabha para salvar del sufrimiento a todas las criaturas sensibles dio lugar a la creación del reino de Sukhavati, el mayor de todos, en el cual se experimenta la felicidad completa después de abandonar el cuerpo tras la muerte. Aunque la Tierra Pura tiene su propia escuela, algunos budistas Mahayana observan las mismas doctrinas.
Una escuela cada vez más popular en Occidente es el budismo secular, que rechaza todos los aspectos metafísicos del sistema de creencias para centrarse en la propia mejora por el propio interés. El budismo secular reconoce las Cuatro Nobles Verdades y el Camino Óctuple, aunque a nivel puramente práctico y psicológico. No hay santos, ni Bodhisattvas, ni reinos del Buda, ni concepto de reencarnación, a considerar. Uno simplemente se implica en la disciplina tal como la estableció el Buda, para ser una versión mejor de sí mismo y, al morir, se deja de existir. No existe el concepto de recompensa después de la muerte; los esfuerzos por ser la mejor persona posible en vida se consideran la recompensa por sí mismos.
Conclusión
Resulta imposible decir cuál de las escuelas, si es que hay alguna, es la más próxima a la visión original del Buda. Siddhartha Gautama no dejó nada escrito sino que – como muchas otras grandes figuras espirituales a lo largo de la historia, cuyos seguidores fundaron una religión en su nombre – vivió acorde con sus creencias e intentó ayudar a los demás en sus dificultades. Como los primeros textos budistas fueron escritos siglos después de la muerte del Buda, en una época en que era habitual exaltar los eventos de la vida de una persona famosa, no se sabe si su llamada “biografía” es precisa y ni siquiera si lo son las fechas en que se dice que vivió.
En cualquier caso, el Buda fundó un sistema de creencias que cuenta con más de 500 millones de adeptos en la actualidad y que, durante siglos, ha ofrecido a la gente un camino hacia la paz de espíritu y una inspiración para ayudar a los demás. La creencia budista en la santidad de cualquier vida – sin importar con qué escuela uno se identifica – promueve la atención hacia los demás seres humanos, animales y la propia tierra, en un esfuerzo para acabar con el sufrimiento y hacer propuestas de transformación. A este respecto, cada escuela apunta hacia objetivos que el propio Buda aprobaría y las diferencias en cómo alcanzarlos son irrelevantes.