Los fenicios, asentados en una estrecha franja costera del Levante, pusieron en práctica sus excelentes habilidades marineras y crearon una red de colonias y centros comerciales por todo el antiguo Mediterráneo. Sus principales rutas comerciales se dirigían por mar a las islas griegas, al sur de Europa, a la costa atlántica de África y a la antigua Gran Bretaña. Además, llegaban a Arabia y la India a través del Mar Rojo, y vastas zonas de Asia occidental estaban conectadas con la patria a través de rutas terrestres en las que se transportaban las mercancías en caravanas. En el siglo IX a. C., los fenicios se habían establecido como una de las mayores potencias comerciales del mundo antiguo.
Extensión geográfica
El comercio y la búsqueda de productos valiosos hicieron necesario el establecimiento de puestos comerciales permanentes y, como los barcos fenicios generalmente navegaban cerca de la costa y solo de día, también de estaciones de paso regulares. Estos puestos avanzados se establecieron con mayor firmeza para controlar el comercio de productos básicos específicos disponibles en ese lugar concreto. Con el tiempo llegaron a convertirse en verdaderas colonias, de modo que la influencia fenicia permanente acabó extendiéndose por toda la costa del antiguo Mediterráneo y el Mar Rojo. Sus barcos de carga de fondo ancho y una sola vela transportaban mercancías desde el Líbano hasta la costa atlántica de África, Gran Bretaña e incluso las Islas Canarias, y traían mercancías de vuelta en la dirección opuesta, parando en los centros comerciales de cualquier otro lugar. El comercio tampoco se limitaba a las rutas marítimas, ya que las caravanas fenicias también operaban en toda Asia occidental, aprovechando zonas comerciales bien establecidas, como Mesopotamia y la India.
Por lo tanto, el comercio marítimo fenicio puede dividirse en el de sus colonias y en el de las civilizaciones con las que comerciaban. En consecuencia, los fenicios no solo importaban lo que necesitaban y exportaban lo que cultivaban y fabricaban, sino que también podían actuar como comerciantes intermediarios transportando mercancías como papiros, textiles, metales y especias entre las numerosas civilizaciones con las que tenían contacto. Así, podían obtener enormes ganancias vendiendo una mercancía de escaso valor, como el aceite o la cerámica, por otra, como el estaño o la plata, que no era valorada por sus productores, pero que podía alcanzar precios enormes en otros lugares. Los fenicios comerciantes aparecen en todo tipo de fuentes antiguas, desde los relieves mesopotámicos hasta las obras de Homero y Heródoto, desde el arte funerario egipcio hasta el Libro de Ezequiel en la Biblia. Los fenicios eran el equivalente a los medios de transporte internacional de hoy en día, e igual de omnipresentes.
Métodos de intercambio
Al igual que muchas otras civilizaciones antiguas, los fenicios comerciaban bienes a través de diversos métodos. Los bienes de prestigio podían intercambiarse como regalos recíprocos, pero podían ser algo más que muestras mutuas de buena voluntad, ya que, como imponían una obligación al receptor, eran un método para iniciar asociaciones comerciales. Los bienes de lujo que se regalaban también podían ser un intento deliberado de los fenicios de crear una demanda de más artículos de este tipo y ayudarlos a adquirir los recursos locales que codiciaban.
Las mercancías podían recogerse como una forma de tributo a cambio de protección militar o por obligación. Se almacenaban en grandes cantidades y se redistribuían localmente o se comercializaban en otros lugares. Las mercancías podían trocarse e intercambiarse en especie in situ. Como alternativa, y quizás el método más común empleado por los fenicios, las mercancías podían comprarse o venderse de una manera relativamente controlada en la que las cantidades y los precios se fijaban de antemano mediante la elaboración de acuerdos y tratados comerciales controlados por el Estado. Por tanto, el valor de cambio de las mercancías era fijo y no era necesario acuñar una moneda, lo que no quiere decir que no existiera un sistema de valores arbitrarios escritos y acuerdos de crédito. Es posible que los fenicios no produjeran una moneda precisamente porque su comercio era realmente internacional y no les servía de nada una moneda que no pudiera utilizarse lejos del lugar donde fue acuñada.
El comercio completamente libre, en el que los precios fluctúan en función de la oferta y la demanda, es un mecanismo que algunos historiadores consideran que no funcionaba antes del siglo IV a. C., pero esta opinión es muy debatida entre los estudiosos. Así pues, es probable que el comercio fenicio fuera llevado a cabo por funcionarios estatales que trabajaban a comisión, pero también por consorcios de comerciantes estrechamente asociados a las casas reales. Estos últimos habrían sido nobles de alto rango, como se describe en Isaías 23:8, "Tiro, la que repartía coronas, cuyos negociantes eran príncipes, cuyos mercaderes eran los nobles de la tierra". Quizá a partir de alrededor del siglo VIII a. C. aumentó la cantidad de comercio realizado por mercaderes privados y se redujo la intervención directa del Estado; de nuevo, este punto sigue siendo objeto de debate académico. El comercio de mercancías se realizaba con mayor frecuencia en los centros comerciales autorizados por el Estado, que generalmente eran reconocidos como neutrales por los diferentes estados regionales. La ciudad fenicia de Tiro es un ejemplo clásico.
Mercancías exportadas
Madera
Fenicia era una mera franja costera respaldada por montañas. A pesar de la escasez de tierras disponibles, consiguieron producir cereales mediante la irrigación del terreno cultivable y cultivar a escala limitada productos alimenticios como aceitunas, higos, dátiles, nueces, almendras, granadas, ciruelas, albaricoques, melones, calabazas, pepinos y vino. Sin embargo, los fenicios eran más conocidos como exportadores de madera, que procedía de sus abundantes bosques de cedros y abetos y se comercializaba desde el principio de la historia. El cedro es un árbol alto y de gran grosor, por lo que es ideal para la madera. Además, tiene la ventaja de poseer un olor aromático. Mesopotamia y Egipto eran los clientes más relevantes, los primeros recibían los troncos mediante caravanas hasta el río Éufrates, mientras que los barcos llevaban la madera a la costa africana. El comercio está registrado en relieves de Sargón II y en una inscripción de Nabucodonosor. Según el historiador George Rawlinson, la madera de cedro fenicio fue utilizada por el rey Salomón para su célebre templo, por Herodes en el templo de Zorobabel y por los efesios para el techo del templo de Artemisa en Éfeso, una de las siete maravillas del mundo antiguo.
Textiles
La otra exportación fenicia famosa era la de textiles: lana, hilo de lino, algodón y, más tarde, seda. La lana (de oveja y cabra) probablemente predominaba y procedía de Damasco y Arabia. El hilo de lino se importaba de Egipto, y la seda, de Persia. A partir de estas materias primas, los fenicios producían artículos de un colorido único, especialmente ropa y alfombras. Las finas prendas multicolores de Fenicia se mencionan tanto en Homero (donde Paris regala a Helena una tela antes de llevarla a Troya) como en el arte egipcio que representaba a los fenicios de Sidón. Las telas teñidas se exportaban de nuevo, por ejemplo, a Menfis, donde los fenicios incluso tenían su propio barrio.
Las telas teñidas de púrpura (en realidad, de tonos que van del rosa al violeta) con el líquido de los moluscos Murex trunculus, Purpura lapillus, Helix ianthina y, sobre todo, Murex brandaris, dieron fama a los fenicios en todo el mundo antiguo. Estos moluscos, que viven en aguas relativamente profundas, se capturaban en trampas con cebo suspendidas de flotadores. El tinte se extraía de miles de moluscos putrefactos que se dejaban cocer al sol. La popularidad de estos tejidos era tal que se han excavado vastos depósitos de conchas en las afueras de Sidón y Tiro, y la especie prácticamente se extinguió en las costas de Fenicia. Las telas de mayor calidad se conocían como Dibapha, que significa "dos veces sumergidas" en el tinte púrpura. Los fenicios no solo exportaban las telas teñidas, sino también el proceso de extracción del tinte, como indican los depósitos de conchas encontrados en las colonias fenicias de todo el Mediterráneo. Además de sus vivos colores, los tejidos fenicios también eran famosos por sus finos bordados. Los diseños populares incluían motivos repetidos como escarabajos, rosetas, globos alados, flores de loto y monstruos míticos.
Vidrio
Los fenicios también comerciaban objetos de vidrio. Los egipcios ya habían sido productores durante mucho tiempo, pero a partir del siglo VII a. C., los fenicios empezaron a producir vidrio transparente, a diferencia de la cristalería meramente opaca. Los centros importantes de producción de vidrio eran Sidón, Tiro y Sarepta. El vidrio transparente se utilizaba para fabricar espejos, platos y vasos, pero parece que los fenicios apreciaban el vidrio de color semitransparente (azul, amarillo, verde y marrón) para sus producciones más elaboradas, así como para joyas y pequeñas placas que se cosían a la ropa. La cristalería fenicia, especialmente en forma de pequeños frascos de perfume, se ha encontrado en lugares tan lejanos como Chipre, Cerdeña y Rodas.
Mercancías importadas
Los fenicios importaban metales, especialmente cobre de Chipre, plata y hierro de España, y oro de Etiopía (y posiblemente de Anatolia). Esta materia prima se transformaba en vasos adornados y objetos de arte en los talleres fenicios y luego se exportaba. También se comerciaba estaño (de Gran Bretaña), plomo (de las islas Sorlingas y España) y latón (principalmente de España). El marfil se importaba de Punt o de la India, al igual que el ébano, que llegaba a Fenicia a través de Arabia. El ámbar procedía de la costa báltica o adriática y se utilizaba en la joyería fenicia. El lino bordado y el grano se importaban de Egipto y las telas finas y trabajadas de Mesopotamia. El grano, la cebada, la miel y la madera de roble utilizada para los remos de los barcos fenicios procedían de Palestina.
Los mercados fenicios también comerciaban esclavos (de Cilicia y Frigia, pero también capturados por los propios fenicios), ovejas (Arabia), caballos y mulas (Armenia), cabras, lana (Damasco y Arabia), coral, perfumes (Judá e Israel), ágatas y piedras preciosas como las esmeraldas (de Siria y Saba). Las especias procedían de la península arábiga (algunas venían de la lejana India) e incluían la canela, el cálamo, la casia, el ladanum, el incienso y la mirra.
Legado
A partir del siglo VII a. C., la red comercial de los fenicios se vio eclipsada por los esfuerzos de una de sus colonias más exitosas, Cartago, por los griegos y luego por los romanos. Pero los fenicios habían sido la primera superpotencia comercial del Mediterráneo, y su temprano dominio hizo que los imperios que les siguieron adoptaran prácticas comerciales similares e incluso adoptaran nombres fenicios para ciertos productos exóticos procedentes de tierras lejanas. Los fenicios se habían atrevido a navegar más allá del horizonte y a transportar mercancías hasta donde eran más apreciadas. Como dijo el profeta Isaías (23:2), "mercaderes de Sidón, cuyas mercancías viajaron por el mar, por los anchos océanos".