El clavo, la nuez moscada y el macis son especias exclusivas de un puñado de pequeñas islas en el medio del vasto archipiélago indonesio. El clavo se consigue en cinco islas conocidas como Maluku o las Molucas, ubicadas a unos 1250 km al oeste de Nueva Guinea y la nuez moscada se consigue en diez islas conocidas como Banda, ubicadas aproximadamente a 2000 km al este de Java. A pesar de su popularidad en la cocina europea, el origen de las especias era desconocido para los europeos hasta principios del siglo XVI.
En 1512 los portugueses encontraron el camino hacia las islas de las Especias, poco después de que descubrieran la ruta hacia el océano Índico. A partir de ese momento el Imperio portugués se hizo cargo de la mayor parte del comercio de las especias y mantuvo el control sobre el mismo durante casi un siglo. Eventualmente, holandeses e ingleses intervinieron en la lucha por el control de las rutas. Finalmente, los holandeses se impusieron y dominaron el comercio de las especias hasta finales del siglo XVIII.
Los primeros europeos en las islas de las Especias
Durante más de mil años el comercio de las especias (clavo, nuez moscada y macis) en el mercado mundial dependió de los marineros indonesios que las llevaban a la península Malaya, Java y Sumatra. Desde allí los marineros indios y árabes las distribuían por el resto del océano Índico. Los árabes también llevaron las especias a través del mar Rojo a Alejandría o a través del golfo Pérsico a los puertos levantinos, desde donde los comerciantes venecianos las llevaron a Europa. Los árabes mantuvieron la ubicación de las islas de las Especias en secreto durante siglos, asegurándose el control y monopolio del mercado, lo que determinó que los precios de las especias fuesen exorbitantes.
No fue sino hasta principios de 1500 que los europeos aprendieron de dónde venían las especias, no mucho después de que Vasco da Gama (1469-1524) descubriera la ruta hacia la India y el sudeste asiático, bordeando África por el cabo de Buena Esperanza. El primer virrey portugués de la India, Albuquerque, se enteró de la existencia de las islas de las Especias por medio de unos marineros en el puerto de Malaca en la península Malaya, lugar de encuentro durante siglos de comerciantes indios, árabes y chinos. Albuquerque contrató guías locales y envió barcos en una misión de exploración bajo el mando de António de Abreu y su teniente Francisco Serrão. Llegaron a las Bandas en 1512 y pudieron cargar sus barcos con clavo, nuez moscada y macis.
Abreu tuvo éxito en regresar a Malaca, pero el barco sobrecargado de Serrão fue a dar contra un arrecife. Él y su tripulación fueron rescatados y llevados a la isla moluca de Ternate por el sultán local Sirrullah, quien esperaba usar a Serrão para aliarse con los poderosos portugueses e inclinar el equilibrio de poder en la zona. En ese momento, Ternate estaba en feroz competencia con la cercana isla de Tidor. Serrão se convirtió en el consejero personal de Sirrullah, dirigió una banda de mercenarios y permaneció en la isla hasta su muerte.
El segundo grupo de europeos en llegar a las islas de las Especias fueron los restos de la expedición española, al mando de Fernando de Magallanes (c. 1480-1521), después de que perdiera la vida en Las Filipinas luchando contra los nativos. La llegada de los españoles dio inicio a una competencia entre Portugal y España por el control de las islas de las Especias, cuya propiedad legal no estaba definida aún. El Tratado de Tordesillas, firmado en 1494 entre los dos países ibéricos, había dividido las tierras recién descubiertas entre ellos a lo largo de un meridiano al oeste de las islas de cabo Verde, pero no estableció una línea de demarcación al otro lado del mundo. Esto significaba que ambos países podían reclamar las islas de las Especias, siempre y cuando Portugal viajara allí desde el este y España desde el oeste.
Los dos barcos restantes de Magallanes zarparon después de su muerte y, siguiendo una ruta bastante desordenada hacia Tidor, llegaron allí el 5 de noviembre de 1521. El Victoria al mando de Juan Sebastián Elcano, continuó hacia España el 21 de diciembre navegando hacia el oeste, mientras que el Trinidad se quedó para hacer reparaciones. Ambos barcos estaban en pésimas condiciones y el Victoria apenas sobrevivió al paso alrededor de la tormentosa punta de África, y en el camino, la mitad de su tripulación murió de escorbuto y hambre. El 6 de septiembre de 1522, la tripulación restante finalmente llegó a España. Para entonces, solo quedaban 18 de los 270 hombres que inicialmente habían zarpado con Magallanes. A pesar de esto, había suficientes especias en la bodega para que el viaje fuera altamente rentable.
El Trinidad, capitaneado por Gonzalo Gómez de Espinosa, esperó hasta el 16 de abril de 1522 para partir. Con temor a la ruta alrededor del cabo de Buena Esperanza, el Trinidad se dirigió hacia el norte en busca de los vientos del este hasta que el azote de las gélidas tormentas, el hambre y el escorbuto obligaron a de Espinosa a regresar a las islas Molucas siete meses después. Cuando se acercó a Ternate, descubrió para su horror que una flota de siete barcos portugueses dirigidos por Antonio de Brito había llegado buscando tomar el control de las islas de las Especias.
De Brito envió un grupo armado para capturar el Trinidad:
Los soldados abordaron el Trinidad esperando abrumar a la tripulación, pero fueron repelidos por el terrible espectáculo de hombres moribundos, un hedor sucio e insalubre que nadie se atrevió a desafiar y un barco a punto de hundirse. A pesar de la condición de la tripulación, De Brito los tomó como cautivos e hizo que de Espinosa y su debilitada tripulación construyeran una fortaleza en Ternate con las maderas del barco. Luego se exportaron como trabajadores forzados hacia varios puertos del océano Índico. Solo el comandante Espinosa y otros dos miembros de la tripulación regresaron a España. (Bergreen, 180).
Los portugueses en Ternate
El sultán de Ternate permitió a los portugueses construir un fuerte en 1522 y establecer una colonia comercial, pero las relaciones entre los Ternates y los portugueses se tensaron rápidamente. Durante el siguiente medio siglo, se enviarían una serie de gobernadores portugueses a este lejano puesto de avanzada que se volvió cada vez más codiciado y brutal. Los sultanes de Ternate continuaron sirviendo a los portugueses durante décadas, pero a mediados del siglo XVI comenzaron a revelarse. Una figura importante fue el sultán Hairun, que reinó de 1535 a 1570. Comenzó como un títere portugués que incluso llegó a convertirse al cristianismo, pero la brutalidad en el trato dado por los portugueses hizo que cambiara de actitud y finalmente se alineó con los musulmanes de Tidor. Fue asesinado en 1570 y fue reemplazado por su hijo Babullah, quien lideró un levantamiento apoyado por el Sultanato de Tidor y musulmanes de lugares tan lejanos como Aceh y Turquía. Él y sus seguidores sitiaron el fuerte portugués y después de cuatro años finalmente lo tomaron y se libraron de los portugueses. A partir de entonces, Ternate fue un estado fuerte, ferozmente islámico y antiportugués.
Los esfuerzos de España
Poco después de la llegada del Victoria a España, el Emperador Carlos I de España (r. 1516-1556) envió una segunda expedición a las islas de las Especias, dirigida por García Jofre de Loaísa, a quien se le encargaron tres objetivos:
- buscar y rescatar al Trinidad;
- colonizar las islas de las Especias;
- encontrar la ubicación de la mítica tierra de Ofir, mencionada en la Biblia como la fuente de la plata, el oro y las gemas utilizadas para decorar el templo de Salomón.
Loaísa navegó hacia el sur a lo largo de la costa africana, luego hacia el oeste hasta Brasil, luego hacia el sur por el continente, antes de dirigirse a las islas de las Especias, bordeando la punta de Sudamérica. La flota se enfrentó a un clima extremo en el estrecho de Magallanes y perdió dos barcos. Las furiosas tormentas continuaron en el Pacífico y cuatro barcos más se dispersaron. Solo un galeón, el Santa María de la Victoria, llegó a las islas de las Especias en septiembre de 1526, y para entonces Loaísa había muerto.
Sin noticias de la expedición de Loaísa, Carlos I envió otra flota a las islas Molucas ese mismo año, comandada por Sebastián Cabot, quien no llegó más allá de la costa oeste de América del Sur antes de abandonar la búsqueda y en su lugar exploró el interior del Río de la Plata. Carlos I ordenó entonces a Hernán Cortés en Nueva España (México) que enviara una misión de rescate. Cortés envió una flota de tres barcos, pero solo uno de estos llegó a Tidor, y aunque encontró a los sobrevivientes, no pudo encontrar vientos favorables para regresar a través del Pacífico y fue capturado por los portugueses.
Finalmente, con tantas expediciones fallidas o extraviadas, el soberano español llegó a la conclusión de que las islas de las Especias no valían el esfuerzo y en 1529 decidió hacer un trato con los portugueses. Bajo el nombre de Tratado de Zaragoza, los españoles vendieron sus derechos sobre las islas Molucas a los portugueses por 350.000 ducados y se fijó una línea divisoria entre los territorios a 17° al este de las islas Molucas. Había una cláusula de salida que permitía a los españoles recuperar las islas si reembolsaban el dinero a los portugueses, pero esto nunca sucedió. En 1580, la Unión Ibérica fusionó los dos reinos y sus colonias del océano Índico.
La conquista holandesa y la compañía VCO
Durante un siglo, el Imperio portugués fue dueño exclusivo de las rutas en el océano Índico. Recién en 1595 nueve comerciantes de Ámsterdam se unieron para organizar la primera expedición holandesa. Eligieron a Cornelis de Houtman para dirigirla y le proporcionaron cuatro barcos. El plan era seguir la ruta tradicional portuguesa alrededor del cabo de Buena Esperanza, luego dirigirse a Bantam, el principal puerto de la pimienta en Java y luego buscar las islas de las Especias. Todo el asunto resultó ser un gran fiasco, lleno de sangrientas luchas internas. Nunca llegaron a las islas de las Especias y regresaron con muy pocas especias a Holanda.
En 1598, se envió una segunda expedición con seis barcos dirigidos por Jacob van Neck, junto a Wybrand van Warwijck y Jacob van Heemskerk, cada uno al mando de un barco. Van Neck era un administrador astuto y regresó a los Países Bajos en julio de 1599 con cuatro barcos cargados de especias. El barco de Van Warwijck partió hacia Ternate, mientras que el de van Heemskerk navegó hacia las islas Banda. Van Warwijck llegó a Ternate sin incidentes, fue bien recibido, cargó su barco con especias y llegó a Ámsterdam en septiembre de 1600. Van Heemskerk tuvo una recepción mucho más fría, aunque con lujosos regalos y diplomacia se logró ganar la confianza de los bandaneses y pudo llenar su barco con nuez moscada. Llegó sano y salvo a casa a finales de 1600.
Después de la exitosa aventura de Van Neck, decenas de expediciones hicieron el viaje a las islas de las Especias. Para consolidar los recursos, el gobierno formó la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (Verenigde Oost-Indische Compagnie o VOC) en 1602, a la que se le dio el poder de gobernar el este y se le permitió administrar sus propios astilleros, construir fuertes, mantener ejércitos y hacer tratados. La primera flota de la VOC zarpó el 18 de diciembre de 1603, y en pocos años, la Compañía había establecido una red de cientos de bases en toda Asia. En 1605 había fábricas en Java, Sumatra, Borneo, las islas de las Especias, la península Malaya y el continente de la India. Toda la operación fue conducida por un gobernador general que actuaba básicamente como jefe de estado.
Retirada de los portugueses
En 1604, el inglés Henry Middleton fue enviado al océano Índico con cuatro barcos; llegó al puerto de Bantam en Java Occidental el 21 de diciembre. Dos de los barcos fueron cargados con pimienta y enviados de regreso a casa, mientras que Middleton y los dos barcos restantes viajaron a la isla de Ambon en las Molucas. A su llegada, Middleton obtuvo permiso para comerciar convenciendo al comandante portugués local de que los reyes Jacobo I de Inglaterra (r. 1603-1625) y Felipe III de España (también conocido como Felipe II de Portugal, r. 1598-1621) habían firmado un tratado de paz. Esto era cierto, pero Middleton no podía haberlo sabido, ya que el tratado se firmó cinco meses después de que se hubiera hecho a la mar. Justo cuando estaban a punto de comenzar a cargar los barcos, una vista impresionante apareció en el horizonte: una armada de la VOC. Los holandeses habían enviado una flota para desafiar el control portugués de la isla y los ingleses habían quedado atrapados en medio. Los ingleses se abrieron camino y escaparon en una retirada apresurada, mientras que los portugueses sufrieron una invasión a gran escala. Poco sabía Middleton que estaba a punto de caer en medio de otro enfrentamiento holandés-portugués.
Middleton llegó a Tidore el 27 de marzo justo cuando los holandeses y sus aliados estaban a punto de atacar. Fue capaz de convencer a los portugueses para que le permitieran llenar sus barcos con clavo de olor manteniéndose al margen de la guerra. Unos días más tarde, los holandeses tomaron con éxito el fuerte español en Tidore y comenzaron el acoso de los portugueses en Ternate. Los portugueses finalmente se retiraron de las islas Molucas en 1663, cuando quedó claro que el costo de mantener sus fortalezas excedía los beneficios.
En 1607, el almirante holandés Pieter Willemszoon Verhoeff fue enviado con una flota de trece barcos para capturar la Malaca portuguesa y luego construir un fuerte en la isla Banda de Neira. Ambas misiones fueron un fracaso. Verhoeff atacó Malaca, pero no pudo tomar la ciudad fortificada. Luego se dirigió a la isla Banda de Neira. Los líderes de las islas, los Orang Kaya, convocaron una reunión para supuestamente negociar los precios y en su lugar lo emboscaron a él y a dos de sus oficiales, los decapitaron y asesinaron a otros 46 soldados holandeses. Esta emboscada se usaría una y otra vez para justificar la opresión holandesa y, en última instancia, el casi exterminio de los bandaneses. Uno de los hombres que sobrevivió a la masacre fue Jan Pieterszoon Coen, que en ese momento contaba en con el modesto título de comerciante asistente. A su regreso a los Países Bajos en 1610, Coen dio a los directores de la compañía un informe sobre las posibilidades comerciales en el sudeste asiático y finalmente se convertiría en el Director General.
El enfrentamiento entre ingleses y holandeses
Mientras Coen y la VOC trabajaban para dominar el comercio de especias, los ingleses trataron desesperadamente de quedarse con una parte del mismo. Coen había comenzado su reinado como director de la VOC transfiriendo la sede de Bantam a Yakarta y había convertido el almacén allí en un fuerte. En 1618, Sir Thomas Dale fue enviado desde Inglaterra para romper el creciente monopolio de Coen y en una batalla campal, la deficiente flota de Coen se vio obligada a huir a Ambon en busca de refuerzos. Mientras Coen estaba fuera, el sultán de Bantam también decidió entrar en la refriega, obligó a los ingleses a retirarse y puso sitio al fuerte holandés. Cuando Coen regresó en 1619, expulsó a las fuerzas bantam de Yakarta Y quemó la ciudad sin dejar nada en pie. Sobre sus cenizas, construyó la nueva ciudad holandesa de Batavia, que se convirtió en la sede de la VOC en el sudeste asiático.
Mientras los ingleses y los holandeses luchaban por Yakarta, otra batalla se libraba entre ellos en la pequeña isla banda de Run. El capitán Nathaniel Courthope había llegado a Run en 1616 y firmó un contrato con los lugareños que aceptaron a Jacobo I como su soberano. Bajo el asedio de los holandeses, se mantuvo a Courthrope durante 1540 días antes de ser asesinado. Irónicamente, Coen recibió la noticia de que los líderes holandeses e ingleses en su país habían llegado a un acuerdo en 1620 para cooperar en las Indias Orientales. Los acuerdos comerciales existentes se debían respetar de manera mutua y debían cooperar contra enemigos comunes. Coen, frustrado, dejó que la batalla por Run se desarrollara y nombró una gran franja de Java como «Reino de Yakarta» para mantenerlo fuera de las manos inglesas.
En enero de 1621, Coen decidió hacer una conquista a gran escala de las islas Banda. Usando mercenarios japoneses, los holandeses tomaron la isla de Lonthor después de sufrir una feroz resistencia local que fue apoyada por cañones suministrados por los ingleses. En respuesta, Coen y los holandeses masacraron a miles de habitantes, reemplazándolos con esclavos de otras islas y deportando a unos 800 habitantes a Batavia. Solo unos 1000 de los 15.000 originales sobrevivieron en la isla.
En este punto, Coen pensó que la mejor estrategia futura sería colonizar por completo las Indias Orientales con colonos holandeses, que luego manejarían el comercio de las Indias Orientales. Para vender su plan a los directores de la VOC, regresó en 1623. Allí se vio involucrado en un gran escándalo, la llamada «Masacre de Amboyna», donde agentes holandeses detuvieron a un grupo de ingleses del pequeño asentamiento de Cambello en Ambon y luego los interrogaron, torturaron y condenaron a muerte. Eran sospechosos de trabajar con los lugareños en un complot para apoderarse del asentamiento holandés. Coen no estaba directamente involucrado, pero se lo consideraba moralmente responsable como líder de la VOC, y se le prohibió regresar a Batavia temporalmente. No fue hasta 1627 que pudo regresar, viajando de incógnito, donde murió de disentería en 1629.
El final de los monopolios holandeses
A lo largo del siglo XVII y principios del XVIII, la VOC se aferró a su monopolio en el comercio del clavo a través del dominio despiadado sobre el comercio de la isla de Banda. La producción de nuez moscada en Tidore y Ternate también cayó cada vez más bajo su control. En 1652, los líderes de ambas islas acordaron un programa de erradicación de especias (extirpado), donde permitirían, por un pago anual, la eliminación de todos los árboles de clavo de olor que no fueran propiedad de la VOC. Los holandeses hicieron cumplir este programa rígidamente, a través de expediciones regulares notorias por su brutalidad.
Fueron los franceses quienes finalmente rompieron el monopolio holandés del clavo de olor en 1770 cuando Pierre Poivre, un horticultor y administrador, sacó de contrabando algunos retoños de las islas de las Especias para sembrarlos en la isla de Francia (ahora Mauricio) y la isla Borbón (ahora Reunión). En 1812, un árabe llamado Harmali bin Saleh trasplantó clavos en Zanzíbar y estableció plantaciones que finalmente cubrieron la mayor parte de la producción mundial. Zanzíbar dominó el mercado mundial hasta 1964.
Durante las Guerras Napoleónicas, los ingleses se apoderaron temporalmente de las Islas Banda. Antes de que los holandeses pudieran recuperar el control, los ingleses arrancaron cientos de retoños de nuez moscada y las trasladaron a sus propias colonias en Ceilán, Singapur e India, rompiendo el monopolio holandés sobre la nuez moscada y la maza. Esto puso fin a un dominio holandés sobre la industria de especias indonesia que se había mantenido durante más de 100 años.